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𝒗𝒊. lovers tour

ovi. recorrido de los amantes.
𖥻 capítulo seis !

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‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎❪ 🌊 ❫ Dione empujaba a todo aquel que se atravesara en su camino. Bajaba las escaleras apresurada, dejando a Grover y Annabeth atrás. Tras oír un estruendo dentro del arco y escuchar las sirenas de la policía, corrió de inmediato al ascensor.

La castaña salió apresurada cuando el ascensor llegó al primer piso. Se dirigió hacia las ambulancias en el campo, pues quería saber si Percy era quien estaba en la ambulancia, e intentó entrar, pero una oficial de policía la hizo retroceder.

──No puede pasar.

Sentía que su corazón latía a mil por segundo, y que aquella policía no la dejara pasar y poder saber si la persona en la camilla de ambulancia era Percy, la hizo querer romper todo a su alrededor.

Volteó a su alrededor y empezó a correr hacia las afueras del lago que estaba en St. Louis. Gritó el nombre del chico mientras pasaba por todos los caminos posibles. No tenía señales de vida, pero sabía que no estaba muerto. No podía estarlo.

Se detuvo en el barandal junto al lago y apoyó sus manos en este. Estuvo a punto de pegar un grito cuando sintió un par de manos tapar sus ojos, pero oír la voz del chico que tanto buscaba la hizo tranquilizarse.

──¿Me buscabas, Didi?── bromeó. Ella volteó para verlo finalmente, sus ojos se clavaron en los azules del rubio y ambos se miraron en silencio durante unos segundos.

Y entonces ella se abalanzó sobre él, enrollando ambos brazos sobre el cuello del chico y sintiendo como el ojiazul correspondía su abrazo. Pasaron segundos antes de que Dione al fin pudiera soltarlo.

──Casi me matas de un susto.── murmuró, separándose del chico aún dudosa de querer hacerlo.

──¿Qué? Me pelee con esa quimera para que vivieras.── le sonrió el chico. Y por un momento, se olvidó de porqué estaba tan enojada.

Cuando Percy entró con Equidna en esa habitación, lo único que ella esperaba era volver a ver esa sonrisa.

Escucharon un carraspeó tras ellos, y cuando ambos giraron, confirmaron que eran sus amigos.

Annabeth y Grover se acercaron hacia ellos.

──Debemos hablar.── anunció el rubio, con la mirada repartida entre los tres chicos. ──Hay que viajar a Santa Mónica.

Grover lo miró incrédulo.
──¿Justo ahora?

Percy asintió.

──Me encontraré ahí con mi padre, nos ayudará.

Todos lo miraron extrañados. Dione y Annabeth compartieron miradas confundidas, con la castaña cruzándose de brazos.

──Bien, solo que... Hay un problema con ese plan.── añadió Grover. ──La policía que cree que lo del tren fue nuestra culpa, al igual que eso.── señaló la cúspide del monumento, que ahora estaba destrozada.

──¿La policía nos busca?── pregunta el rubio. Grover asiente. ──¿Así no va a ser más difícil usar un tren, o un autobús? ¿O cualquier cosa que necesite un boleto?

──Sí, así que...

Y ahora se encontraban en la carretera camino a Santa Mónica, caminando. Los pasos de Dione y Percy iban retrasados a los Grover y Annabeth, por lo que estaban detrás de ellos.


El ojiazul le hizo una seña a Dione para que caminasen más rápido y poder llegar junto a los otros.

──Oigan. La misión es más difícil de lo que pensé.── dijo una vez estuvieron con sus amigos. ──Estuve pensando. Yo no robé el rayo maestro. Ustedes no lo robaron. Estamos casi seguros que Hades lo tiene, pero no pudo robarlo él.

Dione y Annabeth sonrieron de forma burlona mutuamente, notando por donde iba la conversación del chico.

──No sabemos quien lo robó, ni por qué, ni tampoco quien está involucrado.── Grover, Annabeth y Dione lo miraron. Eso ya era algo obvio. ──Soy el último en pensar esto. ¿No?

Ellos asintieron y la castaña le dio una sonrisa reconfortante.

──Lo intentaste.

──Okey, bueno, tal vez al principio no estaba tan convencido, pero después del río algo se empezó a sentir diferente.── continuó. ──Él me salvó. Mi padre. Es que nunca imaginé que él podría salvarme, debería tomar la situación más en serio.

──Esperen.── lo pausó Dione, volteando sobre sus pies para notar como una motocicleta se aproximaba hacia ellos.

──Un auto.── Grover pensó, mirando a Annabeth.

──Es una motocicleta.── corrige. ──Dejen que pase. Vengan.

Se ocultadon detrás las orillas de la carretera, apoyando las rodillas contra sus pechos. Dione guardó su cabeza en medio de sus piernas.

Percy tomó la palabra:

──Lo que digo es que no solo hay que recuperar un artefacto. También tenemos que ser detectives.

──Sí.

──¿Estás bien?── le preguntó Dione a Annabeth al notar su ánimo. Levantó su rostro para mirar a la chica, quien no respondió. ──Annie.

──Estoy bien.── fue lo único que respondió, sin mirarla.

──¿Segura? Te comportas raro desde-

──Vi a las Parcas. Cuando estaba en el arco ví a las tres Parcas, y a Átropos cortando un hilo.── la interrumpe Annabeth.

Percy buscó la mirada de Grover, confundido.── ¿Y eso es malo o...?

──Las Parcas tienen el hilo de la vida de todo ser viviente.── explicó, bajo la atenta mirada del ojiazul. ──Si ves que cortan un hilo...

──Uno de nosotros va a morir.── Dione continuó la explicación del moreno, con la mirada angustiada y perdida en los árboles frente al camino.

──Nos pasará a todos, eventualmente.── Annabeth blanqueó los ojos, sabiendo que su paciencia estaba agotándose gracias al rubio.

──Pronto. Fue una advertencia.── le aclaró Annabeth. ──Un presagio.

──Okey. Oigan, tenemos que hablar sobre eso del destino. Tres ancianas con un hilo de estambre no pueden saber lo que va a pasar.── negó, tratando de llamar la atención de Dione. ──Lo que elija hacer cambia lo que va a pasar, y puedo elegir hacer lo que yo...

El ruido de una moto detrás de ellos los hizo silenciarse inmediatamente, Annabeth golpeó el hombro de su amiga para que reaccionara y se ocultara mejor.

──¿Quieren ayuda?── escucharon. Compartieron una mirada confundida, mientras Annabeth, Grover y Percy se asomaban por encima de la vereda para saber quien era. Dione acostó la cabeza en el pavimento, esperando a que ellos lo averiguaran.

──¿Disculpe?── Grover preguntó para que el hombre repitiera sus palabras.

──¿No oyeron que si quieren ayuda? O me voy.── le replicó, acomodándose el casco en la moto. Llevaba una gran capa.

Grover compartió una mirada con sus amigos.
──No, no. Estamos bien. Gracias por preguntar. Adiós.

Volvieron a agacharse. Dione los miró confundida e hizo una mueca al notar que no encendía su motocicleta de nuevo, y en su lugar volvía a hablar.

──¿Seguros? No se ven muy bien.

Annabeth se asomó.

──No queremos nada de usted.── le aclaró.

──Ustedes están muy atrasados.── añadió, después de reírse de ellos.

Diond frunció el ceño, compartiendo una mirada con la de rastas, indicando que se volviera a levantar. Los tres chicos se pararon por completo, con Dione estática en el suelo.

──El solsticio de verano será en unos días. Y aunque me gustaría mucho que una guerra se nos venga encima, como su primo, siento que tal vez me gustaría ayudarlos.── y con aquella referencia a la guerra la castaña tuvo un incentivo para levantarse enseguida, sabiendo de quien se trataba.

──¿Por qué querrías evitar una guerra? Eres el dios de la guerra.── le preguntó, confundida. ──Y por cierto, según Edna Moda, las capas no se utilizan. Parece que llevas una cola de novia ahí atrás.

──Está de moda, incluso tu padre usa una.── la contradijo.

──¿Ah?── el rubio lucía confundido. ──¿Primo?

──Ares.── confirma Annabeth.

──Tú debes ser la hija de Atenea.── se acercó un poco a ella, aún sin bajar de la moto. ──Siempre los más listos del montón.

──¿Por qué nos ayudarías?── cuestionó. ──¿Cómo sabes lo que estábamos haciendo aquí?

──Porque estoy haciendo lo mismo que ustedes.── asintió él. ──Zeus envió a todos sus hijos a buscar el rayo maestro. A ver, babosos. Tengo hambre, y hay una cafetería algo decente más adelante. Si quieren mi ayuda, los veo allá. Pero no tarden.

Colocó sus gafas para el sol y arrancó la motocicleta, desapareciendo a los segundos de la vista de los chicos. Lo miraron irse, bastante confundidos.

──¿Vamos a ir o no?── Dione camina en línea recta por la carretera.

Ellos asintieron, empezando su camino.

Tras caminar unos kilómetros, llegaron a un de restaurante de comida rápida. Al entrar, las escandalosas risas de un hombre llamaron su atención. Se acercaron a esa mesa.

──Denme un segundo, estoy iniciando una pelea en twitter.── dijo el hombre, mientras los adolescentes se sentaban. ──Nada me gusta más que iniciar una pelea a la antigua que enfurezca a todos.

Dejó su celular a un lado, acercándose más a los chicos para hablarles.

──Su misión va a fracasar, pregúntenme como lo sé.

──No va a fracasar.── le dió una mala mirada al hombre. Annabeth frunció el ceño.

──Claro que si. Y para empezar...─ dijo. Sacó su celular y abrió una publicación en la cual el padrastro de Percy lo acusaba de ser un loco problemático.

Grove miró al ojiazul, en busca de respuestas.

──¿Quién es ese?

──Mi padrastro.── aclaró y miró de nuevo el celular. ──¿Qué está haciendo?

──Espera.

Y el hombre mencionó que Percy sería incluso capaz de haber secuestrado a su madre, lo que hizo al rubio fruncir el ceño con enojo.
──¿Qué?

──¿Muy mal? El FBI ya difundió tu foto.

──Voy a matarlo.── masculló Percy, apartando la mirada.

El hombre apagó su celular.

──Sabía que me caerías bien. La probabilidad de que ustedes tres, tontos, caminen sin ser arrestados es menos que cero.

──¿Y eso debería

Annabeth miró fijamente al dios.
──¿Por qué estás aquí entonces? Si deberías estar buscando el rayo maestro, ¿No deberías ir a buscarlo?

Ares la miró con enojo.
──No hay miedo en ti ¿No?

Ella negó con la cabeza.

──No importa.── el dios habló. ──Aunque el rayo sea recuperado, o no, Zeus tendrá una guerra con Poseidón.

Percy miró a Grover y luego a Dione, confundido.
──No. El Oráculo dijo que si regresaba el rayo no habría guerra.

Ares se burló de él.
──¿Eso dijo? ¿O fue lo que Quirón quiso interpretar?── habló, mirando fijamente a Percy, que estaba sentado frente a él.

Percy se cuestionó todo lo que pensaba en ese momento.

──Sí.── sonrió complacido al sembrar duda en el ojiazul. ──Eres nuevo en la familia, jovencito, así que te pondré al día de como funciona. Años antes de que yo naciera, mi abuelo, Cronos, se tragó a mis tías y tíos.── vocalizó, exagerando sus gestos al igual que sus palabras. ──Si. Luego papá lo obligó a vomitarlos, después los despedazó en un millón de piezas y los lanzó a un abismo sin fondo. Eso marcó las pautas.

Percy se quedó en silencio, prestando atención a la historia que el dios les contaba. Dione apoyó su mentón en ambas manos, desviando la mirada con aburrimiento.

──Los olímpicos peleamos. Se traicionan y se apuñalan por la espalda.── continuó. ──Empujamos a quien sea por una escalera para adelantarnos. ¡Y por eso es que amo tanto a mi familia! Papá sabe que no va a recuperar el rayo con misiones y cacerías. Sabe que una guerra se avecina y en realidad creo que le parece bien, sabe que es momento de una guerra, así que tendremos una guerra.── hizo una pausa. ──¿No te encanta?

──Completaremos la misión.── le recalcó nuevamente. ──Evitaremos esta guerra. Y la ayuda que ofreciste, ¿Si la harás?

Ares chasqueó la lengua antes de responder.
──Okey, sucede esto. Hay un parque de diversiones adelante, dejé mi escudo ahí. Recuperen mi escudo, haré que lleguen al Inframundo para mañana en la tarde, con un plan para invadir el palacio de Hades.

──Ya tenemos un plan para eso.── Annabeth aclaró, apoyando ambas manos sobre la mesa y mirando fijamente al dios.

──¿Cuál?── preguntó con sarcasmo el hombre.

──Yo soy el plan.── Dione se señaló a si misma. ──No iremos por tu escudo.

──¿Dónde lo dejaste? ¿Se te olvidó en el carrusel?── Annie frunció el ceño, burlándose de Ares.

Él se acercó más.
──La actitud fue graciosa por un minuto, pero me está cansando.── Annabeth lo miró fijamente sin expresión alguna. ──¿Tenemos un trato? ¿O voy a tener que matarlos para comer tranquilo?── gritó, haciendo que todos los presentes lo miraran extrañados.

Percy miró hacia sus compañeros, preguntándoles con la mirada. Dione hizo una mueca, poco convencida. Sin embargo, Percy aceptó:

──Okey.── accedió el rubio.

Se apoyó en el respaldo de su asiento.
──Bien, solo hay un detalle. Necesito recuperar ese escudo, así que me quedaré con el sátiro y la contestona como garantía para que no escapen.

──¿Qué? No.── Dione dijo, negándose.

──Lo haremos.── Annabeth le dio la razón, sin protestar. Miró a su amiga e hizo una seña para que aceptara, a lo que ella asintió.

──No.── el ojiazul dijo enseguida.

──Está bien. No los matará.── Dione habló, en busca de tranquilizar a Percy. ──Espero...

El la miró extrañado, pero no dijo nada.

──Tranquilos, si quisiera matarnos ya lo habría hecho.── Grover habló. ──¿Podemos ir a dejarlos en la puerta?

El dios asintió, extendiendo sus manos.
──Adelante.

El cuarteto se dirigió hacia la puerta, a lo que Annabeth comenzó a darles instrucciones a Dione y Percy.

──Tengan cuidado, piensen antes de actuar, probablemente no sea un parque normal así que no confíen en nadie.

──Está bien, Annie.── Dione la miró. ──No soy hija de Atenea pero sé que podemos hacerlo.

──Traten de no hacerle mucho caso ¿Sí?

──Corran y traigan el escudo. Estaremos aquí cuando regresen.── el moreno los ayudó abriendo la puerta, viendo a ambos partir del lugar.

Percy se acercó a la chica.
──¿Estás bien?

Ella lo miró extrañada.
──Sí. ¿Por qué no lo estaría?

──No lo sé.── se encogió de hombros. ──Solo preguntaba.

──¿Y tú? Me alegra que pudieras hablar con tu padre.── la chica mencionó, aún caminando en línea recta hasta encontrar el parque del que les habló.

──Sí... Es bueno saber que no me abandonó.

──Algunos dioses no son taaaan malos padres.

‎Llegaron a un parque inmenso. A pesar de que ya era bastante oscuro, lograron leer el letrero "Parque Acuático".

──No veo películas de terror pero este el tipo de lugar que sugieren evitar.── mencionó Percy cuando observó el ambiente tétrico del lugar.

──Pero siempre entran. Y siempre termina mal.── bromeó Dione.

──Mi favorita es la de la monja.

──Nunca la vi.

──Si salimos vivos de esto, te obligaré a verla conmigo.─ Percy apartó la mirada, nervioso.

──Ya hemos hecho muchos planes para después de esto, así que uno más no hace daño a nadie.

──Pero por el momento deberíamos acabar con esto.── el rubio aceleró el paso, acercándose a la entrada del parque: una especie de puertas rotadoras.

Dione lo siguió, y al entrar notaron como un mecanismo se activaba sobre ellos, miraron al otro, confundidos.

El lugar era pequeño, así que no podían moverse mucho para poder buscar una solución. Al instante ella se acercó a las rejas, a punto de empujarlas nuevamente, pero el brazo de Percy la hizo retroceder.

──Cuidado, puede ser peligroso.

Dione alzó la mirada hacia el sonido sobre ello, mirando el mecanismo.

──Bronce celestial. Quien sea que hiciera esto, es de nuestro mundo.

──No sé que es el bronce celestial. Y tampoco sé que está pasando ahora.── contestó Percy, asustado por la máquina frente a ellos.

──Es un ¿Material?── Percy negó, sin entender aún. ──Tu espada tiene bronce celestial.── aclaró, señalando el bolígrafo en el bolsillo del chico. ──La cosa es que, si eres humano esto te atraviesa y no sientes nada, pero si eres un monstruo o semidios, bueno...

──¿Qué hace aquí?

──Supongo que quien lo hizo quería proteger su parque de personas como nosotros.── se encogió de hombros. ──Suena a un dios.

──¿Qué clase de dios construye parques?── preguntó, alterado.

──Hefesto, creo.

──¿Por qué construiría un parque de diversiones?── preguntó, mirando a la rubia fijamente.

──Tal vez aquí pase el rato con los amigos que no tiene.── bromeó Dione, haciendo que Percy le diera una mirada juzgadora. ──Si Hefesto me escuchó, quiero que sepas que solo bromeaba. Eres mi dios favorito.

──¿Qué vamos a hacer?

──Arriesgarnos.── y con eso se acercó a las rejas anteriores y las empujó. Cerró los ojos con fuerza, esperando a ser asesinada, pero nada pasó.

──Esperaba que eso me atravesara pero esto está bien.─ dijo, abriendo los ojos.

──Gracias por tener cuidado, Didi.── habló Percy con un notorio sarcasmo.

──Parece que a Hefesto le gusta asustar a sus visitantes.── Dione observó su alrededor──Y saber si es que alguno de nosotros quería venir a jugar en su parque.

Ambos chicos recorrieron el lugar con la mirada, Percy sonreía notoriamente.

──De pequeño adoraba los parques de diversiones.── comenta el rubio, emprendiendo camino sin saber a dónde. Ella lo siguió.

──Tampoco fui a uno.

── ¿Hay algo que hayas hecho, Didi?

── Probablemente, no.

──Entonces te pierdes de mucho.── su mirada se colocó en una rueda moscovita, la cuál estaba en funcionamiento pues estaba iluminada. ──Ven.

Dione siguió al rubio por el camino.

──Deberíamos ir por el escudo.── le recordó cuando vió las intenciones de Percy.

──Primero esto ¿Si?── se acercó más a la chica, tratando de convencerla. ──¿Por favor?

A pesar de que Percy no medía demasiado, ella seguía siendo inferior en altura para él, así que agachó un poco la mirada para ver los ojos marrones de Dione.

Ella blanqueó los ojos con una sonrisa.
──Bien.

La jaló con él y puso el dinero en la máquina, se subió a una de las cabinas del juego y la puerta se cerró. Percy se sentó junto a la chica.

Una melodía bastante conocida empezó a sonar en los altavoces de la cabina. Ambos sonrieron.

Desde ahí se podía observar todo lo que era St. Louis. El parque era un tanto lejano a la ciudad y estaba bastante oscuro. Apenas se divisaban lugares a lo lejano, pero ellos podían observar los árboles, la luna y varias estrellas en el cielo,

──Esto es peor de lo que pensé.── mencionó Dione, cerrando los ojos cuando la rueda comenzó a girar.

──Tranquila.── Percy la tranquilizó, acercando su mano a la de ella para calmarla.

Dione apretó el agarre en Percy cuando sintió a la rueda descender. Él acarició la parte superior de la muñeca de Dione para tranquilizarla.

Poco a poco se fue acostumbrado al sentimiento de la rueda moscovita. Ahora ya no le afectaba de la misma manera, así que podía abrir los ojos y observar el paisaje y las estrellas. Pero no dejó de sostener la mano del ojiazul.

Percy volteó a verla, sonriendo al ver el brillo en los ojos de Dione. Mientras, la castaña miró hacia la luna, sonriendo.

La maquinaria finalmente se detuvo. Dione suspiró.

──Gracias.── le dijo Dione, cuando bajaron. Soltó la mano del rubio y comenzó a caminar.

──¿Por qué?

──Ya sabes, por tomar mi mano.

Si por él fuera, sostendría la mano de la chica todo el camino. Pero se limitó a darle una cálida sonrisa a la hija de Hades.

Dione sonrió nuevamente, tomó la mano del chico junto a ella y ambos tomaron un camino sin rumbo por el parque, avanzando hasta llegar a una atracción, que se iluminó en cuanto ambos pasaron por ella.

"Viaje del amor" Percy soltó una risa nasal al ver el título del juego.
──Hefesto sabe cosas...

El tono del chico fue inaudible, por lo que Dione tuvo que preguntar que había dicho pero el se limitó a negar con la cabeza.

──¿Crees que el escudo esté ahí?── Percy pregunta, curioso y volteando a ver a la chica.

──Sí... Mi teoría es que Ares y Afrodita se encontraron aquí y Hefesto los atrapó, así que por la prisa dejó aquí su escudo.── habló, caminando hacia la atracción.

Ambos subieron en el pequeño barco. La castaña frunció el ceño al ver las luces parpadear.

El bote comenzó a seguir el camino en el agua, el lugar estaba alumbrado con tonos rosados y morados, con pequeñas luces doradas en la parte superior del túnel.

Un par de ruidos sonaron antes de que 'What is love" comenzara a reproducirse dentro de la sala. Ella quiso reír por lo extraño que había sido.

──No entiendo por qué lo rechazaban tanto, su gusto musical es de lo mejor.

──Creo que he escuchado esta canción antes. En una sala de espera del dentista.

Pronto notaron como un par de hologramas aparecían en las paredes del túnel, lo que ocasionó que prestaran más atención a la historia que estaba reproduciendose.

──Sé que es. Es la historia de Hefesto.── murmuró Percy, a medida que avanzaba el barco. ──Rechazado por Hera. Rechazado por Afrodita.

Dione hizo una mueca, pensando en la mala suerte que tenía el dios en el amor. Fingió no conocer la historia, pues el chico parecía muy animado de contárselo. Hefesto solía ser de sus dioses favoritos, por las anécdotas que sus hijos le contaban, así que conocía a la perfección la historia del dios.

──Mí mamá me contaba estas historias. Me acuerdo de esto. Ella dijo...── hizo una pausa, agachando la cabeza.

──¿Qué dijo?

──Dijo que así era como los dioses se portaban.── algo angustiado habló nuevamente. ──Es la clase de familia que son.

Ella lo miró con confusión.
──¿Por qué no querías decirlo?

Percy dudó unos segundos antes de responder.

──Creo que quería alejarme de ustedes. Bueno... de ellos.

Los ojos de la chica se abrieron con sorpresa.

──Tal vez debería haberme preparado mejor, es algo que Annabeth me dijo.── las palabras del chico hicieron que ella negara rápidamente.

──No, está bien, solo que Annie puede ser... ¿Perfeccionista?── dudó. ──Estoy segura de que solo quería que no fueras como ellos, te preparó a su modo.

En un segundo, todas las luces y hologramas habían desaparecido de las paredes, dejando a los chicos con la única luz de algunas bombillas. La música cesó.

Y entonces Dione, a pesar de las sombras, notó como estaban a centímetros de caer por una corriente de agua. Cómo pudo buscó la mano del chico, tomándola enseguida.

El barco descendió rápidamente, haciendo que Dione cerrara los ojos con fuerza y apretara la mano del rubio con miedo.

La atracción había pasado de ser agradable a ser un total desastre. El barco en el que iban comenzó a dar varios altibajos con fuerza, ocasionando que ambos niños gritaran.

Llegaron a una corriente de agua, en la cuál lograron observar una estatua de oro junto a una silla. Ahí se encontraba el escudo del dios que los había mandado.

A medida que el barco seguía avanzando, se percataron de que si iban más allá de lo que estaban, caerían al abismo. Miraron el uno al otro antes de tomar impulso y saltar del asiento.

Ahora la corriente parecía ir más rápido, y para desgracia de Dione, no sabía nadar. Trató de elevarse como pudo, fallando en el intento y a segundos de ahogarse.

Logró ver cómo Percy también estaba luchando para no ser arrastrado, así que hizo un ademán de agarrar la mano del chico, pero fue imposible.

Y un par de momentos más tarde, ambos estaban sobre la superficie del lugar donde estaba la estatua. La chica se giró sobre si misma, quedando boca arriba y tratando de controlar su respiración.

──Desde hoy, mi prioridad va a ser aprender a nadar.── habló, reincorporándose en el suelo. Apoyó ambas rodillas en su pecho.

El chico se levantó, mirando sorprendido a su alrededor.

──¿Nos sacaste de ahí con tus poderes?── preguntó ella, mirando al rubio con curiosidad.

──No.── negó con la cabeza el hijo de Poseidón. ──No lo sé... ¿Quizá? Aprendo sobre la marcha.

El ojiazul se acercó a Dione, extendiendo su mano para que se apoyase en él. Aceptó la mano de Percy y se levantó, colocando su mano sobre el hombro del chico.

Ambos miraron con asombro el escudo del dios.

──¿Cómo bajamos esa cosa?── pregunta el rubio, curioseando el lugar con la mirada.

Dione se encogió de hombros, mientras observaba cuidadosamente hacia la conexión entre la estatua y el trono debajo.

──Mira.── señala hacia los engranajes que conectaban ambas esculturas de oro. ──Puede que activen el mecanismo del otro.

──Parece una máquina.

──¿Cómo lo encendemos?

Se quedaron en silencio durante un tiempo, hasta que Percy habló, recordando otra de las historias que su madre le contaba cuando era pequeño.

──Fue un obsequio con un propósito oculto. Hefesto se lo ofreció a Hera pero en cuanto ella se sentó, no pudo volver a levantarse.── comenzó a relatar el chico. ──Todos los dioses lo intentaron, pero nadie pudo contra la máquina.

──Interesante.── una sonrisa invadió el rostro de Dione.

──Sí. Era muy fuerte.── nuevamente regresó a ver el trono. ──Incluso para ellos. Al final dijeron que si Hefesto liberaba a Hera, Afrodita sería su esposa.── continuó, acercándose un poco más hacia el artefacto para observarlo.

La sonrisa que Dione tenía se desvaneció, tomando en cuenta lo que el chico contó, si uno se sentaba, no volvería a levantarse.

──La silla es la apuesta.── Percy la miró, desanimado. ──Uno se sienta y el otro toma el escudo.

──Yo lo haré.── soltó la hija de Hades, aproximándose hacia el trono y apunto de sentarse.

──¿Qué? No, ¡Espera!── exclamó, asustado y preocupado de no alcanzar a detenerla. Tomó a la chica por el brazo y la obligó a mirarlo.

──El que vaya, no saldrá.── dijo Dione, con seriedad. ──Tienes que salvar a tu madre. Y el rayo, claro.

──No, no puedes.── negó rotundamente, sosteniendo el agarre en la chica.

──No es el arco, Percy. No me vas a tirar por las escaleras, no de nuevo.── exclamó, tratando de liberarse del chico.

──Sí, si lo haré.── nuevamente se negó a dejarla ir. La separó del asiento, colocandose frente a ella para evitar que se acercara.

──No, ahora no.

──Se supone que deberías dejar que haga esto, ¿Sí?── el chico dijo. ──No me lo perdonaría si te dejara aquí.

──No...

──No me gusta admitirlo pero las Parcas tenían razón.── admitió, bajo la atenta y preocupada mirada de Dione. ──No hay otra salida. Tal vez escapamos en el arco pero no siempre podremos hacerlo.

──El Oráculo te eligió ¡Los dioses te eligieron!── trató de pasar al lado de Percy y sentarse en el trono, pero la detuvo enseguida.

──Esto no es por eso.── Percy tomó lo mano de Dione . ──Eres lo más importante en esta misión. Créeme que quisiera que hubiera otra forma de lograr la misión. Pero no la hay.── finalizó, mirando las estatuas. Dione pasó su mirada por el oro y la regresó a el, sucesivamente

Percy la miró a los ojos, antes de sacar un bolígrafo de sus bolsillos. Se lo entregó y ella lo aceptó, sintiendo como sus ojos comenzaban a cristalizarse.

Los ojos azules de Percy pasaron por última vez en los de Dione, acercándose más para sonreírle. Sus ojos conectaron, mientras el comenzaba a acercarse a la silla.

Percy se volteó hacia Dione.
──Debes prometerme algo.

──No me iré del Inframundo sin tu madre, no importa cuanto tiempo me cueste.── asintió al instante. Las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos, mojando sus mejillas.

Él sonrió con tristeza.
──Gracias. Pero iba a decir que al terminar la misión, ¿Podrías venir a ayudarme a salir?

Una sonrisa se formó en el rostro de la chica.
──¿Crees que no lo haría? Ni siquiera creo poder irme después de que tú...

Nuevamente sonrió para Dione, dándole confort para lo que estaba por venir.
──Tranquila, solo me aseguraba.

Y con eso, se acercó al trono y se sentó en él. A los pocos segundos un ruido invadió sus oídos y el oro comenzó a unirse a Percy, cubriéndolo por completo.

──Se siente raro. Es... tibio.── los ojos de ambos conectaron, la mirada de los dos chicos era triste.

──No.── negó, acercándose al chico. ──Levántate, esto no es una buena idea.

El ojiazul la detuvo. No podía moverse.
──Tranquila. Estoy bien.── comenzó a decir, tratando de calmar a Dione, que estaba a punto de romper en llanto.

El cuerpo de Percy se transformó en oro, causando que el escudo cayera al suelo. Dione corrió para tomarlo, mirando al rubio con tristeza. Respiró hondo para poder contenerse a si misma.

Estuvo frente al escudo, pero su mirada se desvió a los engranajes. Se arrodilló en el suelo y comenzó a escarbar en ellos y moverlos para tratar de buscar una solución.

Una puerta se abrió en el segundo piso. Miró con cuidado al hombre que salía de ahí.

──¿Necesitas ayuda?── Dione negó y regresó la mirada a la máquina. ──¿Quieres encontrar la salida?

Un sonido hizo que una escalera apareciera frente a ella. La miró de reojo sin soltar los engranajes.

──No me voy a ir sin él.── exclamó Dione para que él pudiera oírla. ──Puedes irte si quieres, no creo que me vaya pronto.

──Así no es como funciona.── negó. ──Es un viaje solo de ida, no hay vuelta atrás.

──¿Cómo lo sabes?── pregunta Dione, golpeando con su muñeca uno de los engranajes para que se moviera.

──Por que yo lo construí.── enseguida la chica se detuvo. Se volteó a verlo, confundida.

Hefesto.

Un silencio se mantuvo, pero ella no se rindió. Continuó moviendo los engranajes y tuercas, buscando que se movieran.

──¿Quieres un premio? No me iré sin mi amigo, no me importa si tú lo hiciste o si sabes mucho sobre esta cosa.── habló, acomodándose mejor en el asiento. ──¿Puedes irte? Tu mirada no me ayudará a resolver esto.

──No importa lo que mi hermano te haya dicho, no soy alguien que se deje pisotear.── exclamó con molestia.

──Lo sé. Eres de mi dioses favoritos, pero en este momento no estás ayudándome en nada.── él sonrió a pesar de que ella no pudo verlo, pues estaba concentrada en liberar a Percy.

──Sé que no hablas con tu padre desde hace mucho.── Dione paró de inmediato, sintiéndose mal ante la mención de su padre. ──Pero si te llevas eso, serás una heroína y eso lo va a enorgullecer, y conociendo a tu padre, querrá saber de ti.

Ella miró al suelo, negando con la cabeza.

──Hace mucho que dejó de importarme lo que él piense de mi.

──Ambos sabemos que eso no es cierto. Si lo haces, todo volverá a como era antes, como debe ser.── ella se levantó de inmediato, con un claro enojo. Se acercó hacia él.

──Así no debería ser.── negó. ──No está bien. No me importa que tú o él piensen, prefiero quedarme aquí una eternidad antes que dejarlo.

Él asintió lentamente, volteándose para irse. Dione volvió a agacharse, decepcionada pero decidida a seguir ahí.

Un sonido hizo que los engranajes volvieran a girar.

──A diferencia de tu padre, tienes un corazón.── mencionó. ──Esto lo demuestra.

──¿A qué...?── iba a preguntar, pero ya era muy tarde, el dios estaba fuera del lugar y entrando a una sala roja.

La voz de Percy la hizo salir de sus pensamientos, corriendo hacia él enseguida.

Él suspiró pesadamente, sintiendo su respiración muy acelerada.

Los ojos de ambos conectaron, y él pudo sentir los brazos de la chica abalanzarse sobre su cuerpo. Correspondió el abrazo de la chica, alegre de volver a sentir su tacto.

Lo ayudó a levantarse, y ambos se sonrieron, volviendo a abrazar al otro con nostalgia.

Ambos chicos entraron en el restaurante de comida rápida, con el gran escudo en manos.

Dione tomó el escudo de la mano del chico, arrojándolo hacia la mesa en la que el dios se encontraba.

Ares miró a los adolescentes con sorpresa, sonriendo al instante. Annabeth y Grover se veían asombrados, por lo que los labios de la morena se abrieron ligeramente.

──¿Cómo nos vamos?── preguntó el rubio, mirando fijamente al hombre sentado.

Ares los llevó a la parte trasera del restaurante, dónde algunos transportes se encontraban. Caminaron hasta quedar en frente de un camión.

El dios chasqueó los dedos y las puertas del camión se abrieron de par en par.
Dione blanqueó los ojos.

──¿No había algo peor?

Se acercaron al camión.

──Entren o no, la verdad no me importa. Pero en pocas horas esto va a estar en el casino Lotus en las Vegas.── señaló al camión. ──Hermes siempre está ahí, jueguen bien sus cartas y su chófer personal los puede llevar a Los Angeles en minutos.

Arrojó una maleta hacia el rubio.
──Tengan. Ropa, dinero, dracmas para encontrar a Hermes.

──Que considerado.── murmuró en voz baja Dione, a lo que Ares alzó su mirada hacia ella y se acercó.

Percy notó esto, por lo que se acercó de inmediato, arrojándole la mochila a Grover y colocandose enfrente de Dione.

Ares soltó un par de risas al verlo y retrocedió.
──Es por esa clase de actitudes que su misión fracasará.

──No vamos a fallar.── negó con la cabeza el rubio.

──Tranquilo. Tu papá tuvo varios hijos y dejó de importarle cuando perdió el interés. Tendrás mucha compañía.── sonrió el dios, hablando sarcásticamente, lo que hizo enojar al ojiazul.

──No vamos a fallar y ya me está cansando que lo digas.── respondió Percy, apretando los dientes con enojo.

Dione detrás de Percy lo miraba con una sonrisa, jamás había visto ese tipo de actitudes en el rubio y la asombraba.

──Crees que sabes quién soy, pero no lo sabes.── se acercó más a él, aún sin separarse por completo de Dione. ──Y si no tienes cuidado, vas a descubrirlo.

Grover se colocó frente al chico, poniendo la mochila sobre su pecho para que se alejara del dios.

──Entonces, gracias por el abuso emocional, las hamburguesas...── todos miraron extrañados al sátiro. ──Y el aventón, también vamos a aceptar la oferta.

Y con eso, Percy retrocedió para acercarse a Dione. Miró mal al dios una última vez antes de subir al trailer con la chica.

──¿Podrías darnos toallitas húmedas o algo? Está medio sucio aquí.── la petición del moreno fue ignorada por el dios, pues simplemente volvió a chasquear los dedos y la puerta se cerró.

Varios sonidos de animales habían sonado hasta el momento, mientras ellos se adentraban en el lugar.

──Esto es horrible.

──Si nos lleva a dónde dijo, solo eso importa.── le dijo Annabeth a su amiga, quien se notaba disgustada ante el transporte.

──Asumiendo que Ares decía la verdad.── el chico  la cabeza algo preocupado.

Grover se volteó a sus amigos.
──No la dijo, al menos no toda. Estaba ocultando algo.

Los tres chicos lo miraron con curiosidad al notar por dónde iba la conversación.

──¿Cómo lo sabes?── pregunta Annabeth.

Si había pasado la tarde con Grover y Ares ¿Por qué no lo sabía?

──Porque creó que logré engañarlo.── hizo una pausa.

──¿Te refieres a que engañaste al dios de la guerra mientras yo estuve una hora entera esperando a que me dieran mi plato de papas fritas?── Annabeth se notaba ofendida.

El sátiro asintió.
──Creo que sé quién robó el rayo maestro.

author's note !

[ Editado ]

¡Holaa! ¿Cómo están? Hace tiempo que no les actualizo amores, perdóneme 😪😪

Este es de mis capitulos fav, aunque le quite algunas de mis partes favoritas (los que lo leyeron la primera versión del libro tal vez recuerden algo) porque decidí tomar la relación de Percy y Dione con más calma, ya que ahora considero que son muy pequeños para ya empezar en algo!!

De todas formas, siento que es bastante bonito y los conecta un poquito más con ellos dos 💗

P. D. / Hace unos días publiqué un fic de Walker Scobell de un enemies to lovers por si les interesa!! 🫶🏻

y bueno, no se olviden de votar y comentar si les gustó <3

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