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Traición

N/a: escribí la última parte mientras escuchaba la canción Spiders de System of a Down, así que ya saben como estuvieron los ánimos xd

Capítulo doce: Traición.

"...Si nunca te has topado con el diablo, es por que vas en la misma dirección que él..."

Harry leía el informe que el Sr. Collins le entregó, se encontraban en su despacho en la Casa Black; había un par de fotografías entre los archivos, Lily se veía miserable en cada una de ellas, una expresión muy parecida a la que antes tenía Petunia en Prived Drive adornaba su rostro, James por otro lado, sólo se veía cansado, según el informe el matrimonio estaba irremediablemente roto, no se tocaban, no se hablaban si podían evitarlo, cada vez que estaban en la misma habitación sólo significaba peleas y reclamos, y Harry estaba bien con ello, se lo merecían, no estaba en sus planes perdonarlos, madre Muerte estaba bien con ello, sin embargo la poca esperanza que tenía en Sirius poco a poco se fue desvaneciendo.


Las cartas que enviaban eran únicamente para pedirle que recapacitara y hablara con sus padres, desde la primera carta con ése tipo de contenido limitó las protecciones, ningún búho podría entrar ni salir, los pocos mensajes que enviaba eran a través de elfos y todos ellos tenían prohibido enviar cartas a nadie más que al Señor de la Casa, la semana anterior tanto Remus como Sirius intentaron enviar una carta a los Potter, y Harry se alivió de haber sido cauto con esos dos.
Sabía que tenía liberar a Sirius, pensó Harry soltando un suspiro, pero si lo liberaba sólo para que vaya corriendo tras los Potter era una mala inversión, sobre todo por que no parecían creer de las fechorías de Dumbledore.

Continuó leyendo los informes encontrando la discusión que tuvieron hace pocas semanas, una discusión donde Lily profesaba su odio contra su propio hijo y James contra ella. Notó el cofre con viales de vidrio dentro, recuerdos se conservaban dentro y ciertamente no estaba ansioso por verlos.

-¿De qué son las memorias?- preguntó, sus ojos leyendo cómo había iniciado otra de las grandes peleas del matrimonio Potter, Barnabas alzó una de sus cejas.

-Dos de ellas son peleas, Lily es bastante vocal sobre su odio, otra es sobre la reunión que tuvieron con Dumbledore, ocurrió hace como una semana y media, parece ser que alguien desapareció- explicó el vampiro.

-¿Nimphadora?- preguntó, el no muerto se vio mucho más interesado ahora, se inclinó un poco más hacía el adolescente con la curiosidad brillando en sus ojos rojos.

-Ella es- empezó -Dumbledore no puede contactarla, sospechan que Sirius tuvo algo que ver pero no tiene nada en concreto, también estaban pensando en contactarlo, desean ponerlo de su lado y que oculte la información de tus padres vivos de ti- la temperatura pareció bajar varios grados y Barnabas se estremeció al sentir un aura de muerte inundar la sala.

-¿Sirius sabía?- preguntó a nadie en específico, o al menos así lo sintió el vampiro, hasta que pudo oír el sonido de enormes alas extenderse y por el rabillo del ojo creyó ver una intimidante figura alta de negro.

- El no- respondió la muerte, se escucharon varias voces superpuestas para el chupasangre -Ésta es una línea difierente, en la antigua no hubo necesidad de contarle ello a Sirius-

-¿Y ahora?- Harry estaba sorpresivamente indignado de que Sirius pudiera traicionarlo de ésa manera -¿Cómo reaccionaría?- preguntó al final, no obtuvo una respuesta verbal, pero por la mirada miserable que los ojos blanquecinos de muerte le daban, suponía que Sirius no dudaría en saltar a los Potter y olvidarlo -Entiendo- dijo, antes de apartar el vial de memorias en el cual hablaban de sus planes una vez que pudieran deshacerse de Voldemort y por ende, de él también.

-Tal vez utilice éstos- murmuró por lo bajo -¿Alguna información importante que desees compartir personalmente?-

-Dumbledore está nervioso, olía a desesperación, estaba constantemente preguntando sobre si conocían a alguien que pudiera tomar el manto de Lord Black- explicó la criatura -Teme que el nuevo Lord pueda tomar la custodia de Harry Potter- el maestro de la Muerte sólo encarnó una ceja y el vampiro se encogió de hombros -Éso fue lo que escuché-

-Una vez mi nombre salga del cáliz de fuego no importará, ya que lo despojaré de mis asientos en el Wizengamot o al menos lo haré de manera oficial- desestimó con un movimiento de manos.

-No deberías subestimar al hombre- murmuró la criatura un tanto tímida, no queriendo enojar al chico frente a él.

-No lo hago, sin embargo no morí y luego regresé sólo para que ése bastardo pudiera vencerme...- sus ojos brillaron con magia mientras parte de su aura escapaba, logrando que el vampiro se tensara aún más, por lo que el menor rápidamente se recuperó y logró calmarse -Me disculpo, sin embargo, debes entender que hago cualquier cosa menos subestimar al viejo, eso no significa que no sepa cómo tratar con él, tengo ventajas en el más allá- agregó con una sonrisa fría.

-Que sus planes salgan tal como espera- deseó la criatura frente a él, Harry asintió, una mínima sonrisa en su rostro.

-Gracias, ¿Desea quedarse a almorzar? Estoy seguro de que podríamos conseguirle una copa de sangre o dos- preguntó el menor.

-Eso sería... encantador- agregó un poco sorprendido -Agradezco su hospitalidad- murmuró, era una de las pocas veces en las que recibía un trato decente, la gente parecía olvidar que pese a ser una criatura de la oscuridad, aún podía sentir, que alguna vez había sido humano. Era raro encontrar a alguien que aún lo tratará bien, pues ni siquiera sus propios compatriotas lo hacían.

Pero Harry Potter siempre lograba sorprenderlo, era un joven... no, un hombre honorable, Barnabas sonrió levemente; muy poco acostumbrado a dicha acción.

En silencio se dirigieron al salón comedor, donde el resto de la familia ya los esperaba, dándoles una bienvenida cálida, y no por primera vez el vampiro se preguntó si era el aura de muerte que rodeaba a Lord Potter-Black lo que lo hacia sentirse tan cómodo junto a él... seguro.
























Sirius miraba la caja de madera frente suyo como si de un momento a otro pudiera atacarlo, y con todo lo ocurrido en las últimas semanas no podría asegurar que no sería atacado por la maldita caja. Demasiadas cosas habían cambiado en el plazo de unas pocas semanas, sobre todo con Harry; era de lejos mucho más maduro que el niño que había dejado atrás en Hogwarts al término del año escolar, es más, sus ojos se veían envejecidos, como los de alguien que había enfrentado lo peor y había perdido demasiado. Y todas esas cosas que decía sobre Dumbledore y sus padres. No, el no quería creerlo, no podía, ellos eran sus hermanos en todo menos sangre, jamás podrían haberle hecho aquello a su cachorro, su primer hijo, ellos que intentaron tanto tener uno.

Un suspiro tembloroso salió de sus labios una vez que abrió casi con miedo el pequeño cofre de madera, había un pensadero miniatura y cuatro viales de vidrio con memorias dentro, si era honesto consigo mismo no quería verlos, tenía una sensación horrible y pesada en su pecho, presentía que, de mirarlos, todo en lo que creía se desmoronaría.

-Hazlo Canuto- murmuró Remus, estaba sentado en una de las sillas frente a Sirius, había estado mirando con intensidad todo, desde el elfo; Kreacher, se dijo a sí mismo el nombre, que había traído el cofre luego de mirar con desdén hacía Sirius, hasta la pequeña nota que traía encima con la letra de Harry; un garabato mucho más elegante de lo que recordaba, hasta el preciso momento en el que Sirius abrió el cofre y los viales dentro hicieron su aparición.

Con un suspiro tembloroso amplió el pensadero, lo colocó en la pequeña mesita del centro de la sala y echó el primer vial, éste tenía escrito una fecha; el fin de semana pasado, y las iniciales "JyL" en letra cursiva. Extendió la mano hacía Remus y el hombre de ojos dorados lo tomó en un fuerte apretón y ambos se sumergieran en el encanto del pensadero.

Las sombras borrosas en el agua comenzaron definirse y una bonita casa apareció desde el otro lado de la calle, quién sea que estuviese mirando el lugar, se acercó lentamente al gran ventanal de la casa y dio un vistazo dentro, la roja cabellera de Lily podría verse desde atrás, estaba sentada en un gran sillón de dos plazas muy ornamentado, cuando giró levemente la cabeza y se pudo apreciar su perfil, la respiración de Remus y Sirius pareció cortarse, estaba tan hermosa como el día en que se fue, pero donde antes una expresión dulce y cálida permanecía, ahora sólo habitaba el desdén y el enojo, frente a ella, en la silla más alejada estaba James, los años habían sido más buenos con su rostro, pero la expresión traviesa también había desaparecido, Sirius jamás había visto a James tan serio como en ése momento, su rostro era pétreo y la sensación de malestar en Sirius sólo pudo aumentar.

La red flú se había encendido y de las llamas salió un sonriente Albus Dumbledore, ambos magos supuestamente muertos lo recibieron, sin embargo sus rostros no cambiaron. El té fue servido y la charla fue casual, al menos hasta la segunda taza, cuando Lily; con un rostro visiblemente constipado hizo la gran pregunta:

-¿Cuándo volveremos a casa?- un silencio tenso se alzó en la habitación.

-Sabes exactamente cuándo, Harry debe cumplir con la profecía- comenzó Dumbledore.

- ¡La profecía, la profecía!- gritó la pelirroja - Lo único que te importa es éso, quiero ir de vuelta a casa, con mis amigos y mi familia- terminó sollozando, Sirius observó con sorpresa como James bufaba por lo bajo.

-¿Qué amigos?- preguntó con sarcasmo -Sirius está fugitivo después de que dejáramos que fuera a Azkaban, Remus está sólo en el mundo, y ésos son mis amigos, ni siquiera tienes los tuyos- el desdén era obvio en su voz -¿Y cuál familia? Prácticamente asesinaste a tus padres ¿Con quién irías? ¿Petunia? Ésa maldita squib amargada apenas y podría mirarte sin desdén, no tienes... No tenemos absolutamente nada, ni siquiera un hijo, ni siquiera a Harry-

-¡No me importa Harry!- volvió a gritar la mujer, logrando hacer temblar el servicio de té -Ése pequeño monstruo es el culpable de todo, si ése niño no existiera, si no hubiera nacido, iba a tener una vida perfectamente normal- exclamó, sin darse cuenta jamás se pareció tanto a su hermano como cuando dijo lo último.

-Ahora, Lily, debes tranquilizarte, no puedes hablar de tu hijo así- comenzó Dumbledore y los furiosos ojos verdes se dirigieron hacía él.

-Ése monstruo no es mi hijo, cuanto antes mate a Voldemort más rápido se lo haré saber, sería feliz si muriera en la batalla-

-Eres despreciable- fue el aporte de James antes de ponerse de pie y marcharse del lugar.

-Solo quiero volver a casa, profesor- habló con un gemido dramático Lily, y Dumbledore, hasta ahora un espectador silencioso de la pelea sólo le sonrió con su rostro bonachón y sus brillantes ojos azules.

-Este año va a celebrarse un torneo en Hogwarts- comenzó el viejo -Espero que al menos uno de los mortífagos de Voldemort se acerque e intente que Harry participe, sino, yo mismo puedo inscribirlo- el director tarareó y asintió para sí mismo mientras los ojos verdes de Lily inyectados de sangre tenían toda su atención -Espero que puedan enfrentarse durante el torneo-

-¿Harry morirá?- Sirius se estremeció ante el tono esperanzado de Lily, tenía un sentimiento nauseabundo subiendo por su garganta.

-No lo creo- Remus a su lado soltó un gemido bajo al oír que el tono de Dumbledore era casi frustrado -Ha demostrado de especialmente poderoso, cada una de las pruebas que puse en cada año suyo en Hogwarts logró superarla- y ambos merodeadores observaron la mueca de desagrado tanto del viejo como de la pelirroja -Espero que al menos éste encuentro sea lo que desate la guerra, ya sabes que Harry tiene que morir para que Voldemort lo haga, pero debe ser al final- y con el asentimiento ofuscado de Lily el recuerdo se puso difuso.







Tanto Sirius como Remus fueron expulsados del pensadero, ambos mortalmente silenciosos y los ojos brillantes por lágrimas no derramadas ¿cómo es que sus mejores amigos se habían convertido en éso? ¿Cómo es que se habían deformado oara convertirse en aquellos monstruos? Y Harry... él ahora los odiaba, y con justa razón, habían abusado de su confianza al haber intentado obligar al chico a perdonar a quienes deseaban su muerte y... Dios Mío habían intentado ir a sus espaldas y contactar con ellos.

-Creo que tal vez deberíamos ver los demás- dijo Remus, sus labios apretados en una línea, en sus ojos aún en estado de negación.

Sirius soltó un suspiró y pasaron a la siguiente memoria, y durante lo que quedó de la tarde, tanto el hombre lobo como el animago la pasaron frente al pensadero, observando con ojos desconsolados todo lo que habían cambiado aquellas personas, cómo la amargura y el enojo los había corrompido.

-¡Ésos no pueden ser James y Lily!- gritó Sirius una vez salió del último recuerdo, aquél en el que James le había recordado nuevamente a la pelirroja de cómohabía asesinado a sus padres por su temor a morir - No pueden ser, Monny- sollozó el fugitivo, sus ojos aguados perdidos en algún punto lejano. Encerrado en la negación, incapaz de mirar más allá y perdido en su dolor, su amigo no estaba mejor, sin embargo pese a la dura realidad, creía que debían afrontarlo.

-Vamos Canuto, por hoy descansemos, mañana pensaremos en algo- murmuró, sin saber ninguno de ellos que eran observados por los tristes ojos blanquecinos de la Muerte.

A Harry no le gustarían aquellas actitudes, su niño ya había perdido tanto, perder a su padrino sería un duro golpe, pero La Muerte podía ver la enfermedad arrastrándose por las mentes de éstos dos humanos... corruptos, estaban corruptos por pensamientos incoherentes, encerrados en un pasado idealizado, un pasado que tal vez nunca existió. A Harry no le gustaría, pero él ya sé había resignado con Sirius, siempre podría conseguirse otra familia, se dijo la Muerte, dejando por hoy a los magos, ya no necesitaba vigilarlos, Harry podría conseguirse una mejor familia, una que no la traicionaría, y con ése último pensamiento,desapareció de la casa.





















Los días siguieron pasando con su rutina habitual, el mundial de quidditch estaba a sólo unos días de distancia y Harry decidió que ya era hora de empenzar con su persecución hacia Dumbledore. Comenzó con algo pequeño, realmente, uno debía ser muy idiota para caer en un truco casi tan viejo como aquél, pero, según Severus, lo habían hecho, habían caído en la trampa; había sido una serie de rumores dicho por él mismo bajo capa oscura y hechizos que ocultaban su rostro en todo el callejón Knockturn frente a los espías de Dumbledore, el mensaje era claro, la vieja multitud de mortífagos debía reunirse en el campo donde se realizaría el mundial de quidditch, y, una vez terminado el gran partido, empezarían una redada atacando a todos los "traidores de la sangre" y "muddblods".

Dumbledore era casi predecible, vivía por el poder que ejercía sobre otros y para éso, sabía que su reputación era lo que hacía más de la mitad del trabajo, entonces, la oportunidad de que su pequeña banda de inadaptados salvaran a un par de magos y brujas de los mortífagos era algo que aprovecharía al máximo, buena publicidad y todo éso, había pasado un poco de tiempo desde que comenzó los rumores en Knockturn, pero había funcionado, alertó tanto a Severus, como Arthur Weasley, Dedalus Diggle, a Ojo Loco, Doge y un par más de sus seguidores.

Estarían en una carpa oculta de la vista en el bosque circundante a la propia zona designada a las carpas para los que asistieran al evento, esperando a que comenzaran los disturbios para hacer su gran aparición, desde luego no era para nada sospechoso el comportamiento de Dumbledore y sus secuaces. Y por supuesto que el viejo no había alertado a las autoridades ¿Por qué lo haría? Sería su momento de gloria, no la de los perros del Ministerio, por éso, una vez Harry confirmó que al menos diez miembros de la orden estarían allí, envió una alerta tanto a Fudge como a Madame Bones (anónima por supuesto), de que habría actividad sospechosa en el mundial, apuntándolos hacía Dumbledore.

Los días antes del Mundial, Harry los pasó estudiando en su dimensión de bolsillo, cada vez se quedaba más tiempo allí, y los conocimientos que Muerte le impartía eran casi tan antiguos como la humanidad misma, las materias de las cuales leía iban desde runas y aritmancia, hasta alquimia, farmacia, dominación de bestias, magia elemental, magia de batalla entre muchas otras. Estaba orgulloso de saber que probablemente ya tenía un grado de maestría en las materias obligatorias de Hogwarts como Transfiguraciones, Herbología, Encantamientos, Defensa contra las Artes Oscuras y Pociones.
Dentro de su dimensión de bolsillo dividía su tiempo entre la teoría, la práctica y el descanso; aunque su cuerpo no necesitase del descanso, pero era un hombre de costumbres, no podían culparon por descansar.

Entonces el día del Mundial había llegado y Harry aprovechó para llevar a cabo dos operaciones.

La primera era la aprensión de Dumbledore y sus lacayos en el mundial de quidditch por sospecha de actividad terrorista y la segunda, al mismo tiempo, era una incursión a una de las casas seguras del viejo para ver si allí se encontraban los hilos de las trillizas, tras una exhaustiva investigación, una en solitario; pues Barnabas tenía sus propios problemas acosando a James y Lily, descubrió que sólo había cuatro lugares en donde podría esconder ésos tesoros: Hogwarts, Gringotts, su casa de la infancia o la cabaña que compartió por mucho tiempo con su amante.

Las dos primeras opciones serían casi imposibles de registrar; no estaba seguro de volver a querer robar Gringotts, tenía muy buenas relaciones con los gobblins, no necesitaba una crisis de magnitudes apocalípticas y comenzar una guerra con ellos, por ello comenzaría con las otras dos, más específicamente su hogar de infancia.

Llevaría a Cadmus de su lado, sabía mucha magia, casi tanto como él, además tenía mucha más experiencia, donde a Harry le sobraba conocimientos, carecía de la experiencia requerida para ése tipo de incursiones, Cadmus tenía más de medio siglo en su haber, por lo que podía confiar con él para ello.

Fue por éso mismo, mientras que el mundial de quidditch daba inicio, tanto él como su hermano se aparecieron en Godric's Hollow yendo hacia la zona más antigua del pueblito, encontrando una vieja casa que al principio parecía abandonada y destartalada, pero a medida que se iban acercando la imagen iba cambiando, dando paso a una cabaña bien cuidada de dos pisos.
Sólo pudieron llegar hasta el porche antes de sentir las numerosas protecciones maliciosas que rodeaban al lugar.


-¿Qué sabemos sobre protecciones?- preguntó Harry a Cadmus, quien sólo se encogió de hombros.

-He roto algunas salas, pero éso fue hace mucho tiempo- contestó.

-Solo tengo algunos conocimientos teóricos- murmuró mientras levantaba la mano sintiendo la magia que rodeaba la casa, era una intrincada red de magia entretejida con protecciones de Luz y trampas para extraños más orientadas a hechizos de oscuridad.

-¿Acaso tu capa no puede ayudar? - preguntó Cadmus luego de unos minutos de investigar las salas. Harry lo miró interrogante -Ya sabes, ¿Legendaria capa de invisibilidad que te esconde de la muerte? ¿No podrías pasar las protecciones sin alertar a nadie?-

Harry lo miró con la boca estúpidamente abierta, jamás había pensado en aquella posibilidad, de hecho, la capa había salido del mismo manto que de Muerte, lo protegía incluso de que ella lo encontrara, entonces, por defecto debería protegerlo de salas hechas por los humanos... era tan idiota, había tantas posibilidades.

-Sabes, eres un idiota muy inteligente- el menor miró intensamente a Cadmus mientras éste le sonreía con arrogancia, Harry negó con la cabeza divertido mientras en un susurro llamaba a su madre. Ignorando el leve escalofrío de su hermano que aún no se acostumbraba de todo a la presencia de la muerte como un ser pensante, habló rápidamente en susurros con ella preguntando acerca de la capa, buscando una confirmación.

-Puedes- fue la respuesta de Muerte, dando una sonrisita indulgente a sus niños inteligentes, con unas últimas palabras acerca de que ésa no era una de las únicas habilidades de la capa, se despidió de ellos, dejando a ambos con la incógnita de qué más podría hacer una capa de invisibilidad hecha por la muerte.

-Demonios, ahora quiero saber que más hace- habló Harry hacia Cadmus, quien había arrugado la nariz en inconformidad, también muriendo de curiosidad.

-Dejemos éso para otro día, ahora pasemos por éstas salas- pidió,
Harry asintió sacando la capa y cubriendo a ambos con ella, avanzaron bajo ella hasta ingresar a la casa misma. Harry y Cadmus conocían el funcionamiento de las protecciones, a menos que Dumbledore estuviera dentro de la casa, él no sabría si alguien estuviera adentro, y cómo las protecciones no lo alertaron de intrusos atrapados o intrusos tratando de romper las barreras, no tendría ni idea de que estaban dentro de la propiedad.

-Está bien, comencemos con ésto, yo iré a la izquierda y tú a la derecha, Dumbledore es un hijo de perra, pero uno muy inteligente, por lo que incluso en habitación que no parezcan ser utilizadas como los de invitados son las que deberemos buscar mejor- comenzó Harry -Busca hechizos de ocultación, y aplica todos los encantamientos de desbloqueo que conozcas, incluso un simple Alohomora o Finite- y con un asentimiento ambos fueron por sus respectivos lados, cada uno tendría al menos tres habitaciones para revisar en el piso de abajo, y probablemente la misma cantidad de habitaciones en el piso de arriba por lo que debían hacer un trabajo minucioso pero rápido.


Lo bueno era que tanto Cadmus como Harry podrían trabajar bien bajo presión. Las primeras habitaciones no habían arrojado nada peculiar, algunos tomos antiguos escondidos, que desde luego Cadmus no dudó en hacer una copia, y algunas baratijas interesantes que eran más artefactos oscuros que cualquier otra cosa.

La sala, la cocina y los baños estaban limpios, sin embargo, una vez comenzaron con el estudio y la biblioteca fue que lo interesante comenzó a aparecer. En la biblioteca Cadmus halló un par de pergaminos antiguos acerca de los Fénix y su utilización para la creación de una piedra filosofal. Fue un trago amargo descubrir cómo se utilizaban rituales de magia oscura para la extracción del corazón de la criatura para su posterior utilización, siendo ésta la base de la piedra. Fue repugnante saber que una magia tan despreciable estuvo en sus manos cuando apenas tenía once años.

También encontraron varias hojas con cálculos aritmánticos acerca de un ritual que posiblemente lo ayudaría con su inmortalidad, hicieron copias de todo creyendo que aquello al menos eran un indicio de lo que sea que le haya hecho al Fawkes.

En el despacho había un par de tomos antiguos de la familia Peverell que no debería de tener, notó que habían sido anclados a su propia sangre, gruñendo con furia por tal desplante a su familia, utilizó su magia de la muerte para dominar la magia de sangre puesta en Grimorio, demostrando su absoluto dominio sobre ellos. Revisando apenas por encima en el índice, notó que había una sección sobre criaturas mágicas, más específicamente bestias longevas, como los dragones, dementores, boggarts y Fénix, no sin cierto asco se preguntó si sus famosos descubrimientos de la sangre de dragón salieron de éstos tomos.

Sin importarle ser descubierto, los guardó en una bolsa con un encanto expansivo indetectable para revisarlo más detenidamente en la casa.

No encontraron nada más en el primer piso, sin embargo, el segundo piso era una cosa completamente diferente, la sonrisa viciosa de Harry haría temblar hasta al más valiente de los seres, pues había encontrado una mina de oro para hundir más la reputación del mago decrépito. Correspondencia entre Grindelwald y él, fotografías enmarcadas, planos de edificios con planes de ataque al margen y por sobre todo, recuerdos.

-Siempre dije que la manía de Dumbledore de duplicar sus recuerdo regresaría a morderle el culo- mencionó Harry a su hermano quien rió por lo bajo empezando a duplicar todo lo que podía, desde la correspondencia hasta las memorias antes de guardarlo todo.

-¿Crees que un contrato de exclusividad con Skeeter está en orden?- preguntó Cadmus, a lo que el menor sonrió antes de asentir, las demás habitaciones tenían igual de contenido en tomos oscuros y artefactos robados, una vez terminado; habiendo pasado al menos tres horas del inicio del partido, ambos volvieron a salir de la propiedad bajo la capa para regresar a casa como si nada hubiera pasado, como si no hubieran entrado a la casa de infancia del actual Señor Oscuro bajo sus propias narices.

-Esperemos a que los artículos de la detención de Dumbledore lleguen mañana antes de enviar cualquier cosa a Rita- habló Harry, ambos ingresando a la cocina donde Kreacher ya les estaba preparando un poco de té y pastas.

-¿Deseas ir de a poco?- preguntó el mayor.

-Es mejor, si lo soltamos todo de golpe es posible que no nos creyeran nada- murmuró tomando un sorbo de la bebida caliente -Es un maestro en la política, sabe como salirse con la suya, no me extrañaría que lograra girar a su favor su actividad sospechosa en el mundial-

-¿Entonces por qué tenderle una trampa?- preguntó Cadmus.

-Para que lo mantengan ocupado y no concentrado en las protecciones de la casa, además, plantaremos así las semillas de la duda- comenzó, girándose para mirar los ojos bicolores de su hermano -¿Un poco de actividad sospechosa en el mundial? Se entiende, es por seguridad, plantear preguntas sobre el trasfondo de éso probablemente genere cierta incomodidad, agregar éso a pequeñas informaciones sobre su pasado caótico, un pasado del que nadie sabe y que se consumirá con gula en los periódicos... bueno, la incomodidad dará paso a la duda y ésta a su vez alzará la inconformidad de la muchedumbre, será una reacción en cadena, poco a poco su nombre será arrastrado por el fango-

-Eres diabólico- fue la respuesta cariñosa de Cadmus, como si estuviera sintiendo una especie de orgullo fraterno. Harry sólo le sonrió satisfecho.






































Harry los miraba con fríos ojos verdes, había llegado hace aproximadamente diez minutos, sólo había dicho que debían hablar y marchó al despacho de la casa, desde entonces ha estado en silencio, Sirius y Remus se veían sumamente incómodos, y aún así no encontraba dentro suyo el valor para iniciar la conversación. La seriedad en toda la postura del niño los tenía en estado de alerta máxima, intuían que la conversación siguiente no sería del agrado de ninguno, no sería nada fácil, y fue sólo una vez que Harry bebió un poco de té, tras dar un suspiro fue que se decidió a hablar.

-Bueno, parece ser que nuevamente, no me creen, no es que esperara mucho de ustedes- mencionó sin ningún tipo de púa, sólo una resignación marcada -Sin embargo pensé que tal vez con la cantidad de evidencia que les envié podrían razonar- Harry negó con la cabeza, como si lo sintiera mucho por ellos.

-No lo entiendes Harry, ellos nunca podrían...- el chico negó con la cabeza y cortó lo que sea que estuviera a punto de decir Sirius.

-No me interesa lo que pienses, Sirius- dijo con toda brutal honestidad -Pasaste doce años en azkaban; por culpa de esas personas cabe aclarar, eres mentalmente inestable e incapaz de cuidarte a ti mismo- continuó hablando, sus muertos ojos verdes lo miraban casi con lástima, como si fuera realmente idiota y no entendiera como funciona el mundo, como un niño pequeño intentando encajar en el mundo de los grandes -¿Por qué crees que Remus está aquí? No, no es por ser uno de tus mejores amigos o alguna especie de cercanía entre nosotros-

-¿Entonces por qué estoy aquí?- habló por primera vez el hombre lobo, el menor alzó una de sus cejas.

-Riesgo de fuga- fue su única respuesta -Sabrías si algo estuviera mal con Sirius, y no tengo la paciencia para lidiar con él, y tú parecías satisfecho de cuidar de él en el pasado- se encogió de hombros, ignorando la fina línea en los labios de Remus y la mirada herida de Sirius; ¡Cuánto descaro!

-Harry, yo- comenzó Sirius pero el menor lo ignoró.

-El punto por el cual estoy aquí es por ustedes ¿Qué haré contigo Sirius? ¿Qué haré contigo, Remus?- miró a ambos respectivamente, ningún tipo de emoción en su rostro -Tengo a Pettigrew en mi sótano, está bajo los efectos del filtro de muertos en vida, esperando a que decida qué hacer con él, justo como ustedes-

-¿Qué es lo que tienes planeado?- comentó astutamente Remus, los fríos ojos verdes se fijaron únicamente en él, provocando un escalofrío en el hombre.

-Nada- respondió con simpleza -Ahora mismo no me sirven de nada- contestó con sinceridad -Podría dejarlos solos, encerrados en ésta mansión y que vivan el resto de sus vidas en cautiverio-

-Pero...- fue el susurro de Sirius quien lo incitó a continuar.

-Pero...- agregó Harry mirándolo a ambos por igual -Ustedes me traicionaron- un silencio pesado se instaló en la habitación -Y la traición duele, sobre todo cuando viene de alguien que te importa, entonces entenderás mis dudas sobre qué hacer con ambos- un escalofrío recorrió a los adultos cuando la magia de Harry comenzó a desplegarse por la habitación, pegajosa y oscura, casi asfixiándolos.

-Harry debes entender...-

-Lo único que entiendo es que nuevamente no soy una prioridad para ti- mencionó, dejando caer un cuenco de barro frente a él, con un par de ingredientes y una daga ceremonial -Así que deseo que reniegues de mí como tu ahijado... para empezar- el dolor en la expresión de Sirius era algo palpable, sin embargo, sin dudarlo siquiera, con manos temblorosas tomó la daga, Harry arqueó una ceja al ver lo rápido que había aceptado pero no dijo nada, y dejó que el ritual continuara.

Bajo su atenta mirada, Sirius echó en el cuenco un par de hierbas a las que luego encendió una llama en el centro antes de cortarse la palma y dejar caer siete gotas de su sangre, repitiendo en voz baja un hechizo del que muy poco se sabía, pues nadie en siglos había renegado de sus deberes como padrino. Pudo ver cómo Sirius sufría debido al enlace roto, después de todo era como si su núcleo mágico se retorciera y comprimiera antes de que el enlace que los unía como ahijado y padrino se rompiera, Harry apenas sintió el daño, después de todo apenas hace unas semanas que supo qué tipo de vínculo tenían Sirius y él, el ex convicto tuvo trece años sabiendo qué era Harry para él y todo lo que conllevaba ser su padrino, entonces, por lógica, a él obviamente le dolería mucho más el rompimiento de su vínculo.

-Bueno, éso ha sido productivo, ahora...- y antes de que cualquiera pudiera entender qué sucedía, Harry se había levantado y saltado sobre el escritorio que los separaba, tomó del cuello a Remus con un poderoso agarre antes de inyectarle una solución líquida sospechosamente plateada.

-No es bueno intentar traicionarme como lo hiciste, Remus- habló en voz baja, sin embargo su voz resonó en la quietud de la habitación, Sirius parecía demasiado conmocionado para reaccionar, y la mirada dorada de Remus se veía temerosa y en pánico -Creí que si volvía podría recuperarlos- continuó, su voz se oía increíblemente triste -Pero el Remus que dejé atrás no eres tú- una solitaria lágrima cayó de su ojo izquierdo -El Remus que dejé en el velo nunca me apuñalaría por la espalda- su voz se oía ronca por las lágrimas que se negaba a soltar, y su mano subió a acariciar la mejilla del hombre lobo, quien convulsionaba bajo su tacto -Mi Remus no enviaría un Patronus a Dumbledore para que intentara secuestrarme o matarme, ¿Entiendes por qué hago lo que hago?- preguntó, tomando ahora su rostro y obligándolo a mirarlo, sus manos en sus mejillas lo forzaban a mirarlo a los ojos -No importa lo que haga, no importó que te traje todas las evidencias, no me creíste, no pasaste por lo mismo que él- continuó lamentándose mientras poco a poco las convulsiones se hacían más leves -Por más que quiera nunca serás él- murmuró, observando como el brillo de los ojos dorados iba desapareciendo poco a poco hasta que el cuerpo que sostenía de la cabeza quedó flojo.

Harry creyó escuchar un grito desgarrador por parte de Sirius pero lo ignoró en favor a mirar por última vez a Remus antes de desechar su cuerpo aún lado sin ceremonias.

Sintió más que ver cómo Sirius trató de atacarlo en un arranque de rabia e ira, pero con un movimiento de mano lo hizo volar hacia una de las paredes donde un par de cadenas aparecieron para mantenerlo en su lugar. Su mente iba a mil por minuto, jamás creyendo que Remus, el dulce Remus que conocía lo hubiera traicionado de aquella manera, con los hombros caídos convocó la piedra de la resurrección y le dio tres vueltas en la palma de su mano, Sirius; que hasta ése momento no había parado de gritarle un montón de improperios crueles, quedó en silencio al ver cómo el espíritu del hombre lobo se hacía presente.

-¿Por qué?- fue lo primero que preguntó Harry, dolido por todo, por las mentiras, por las traiciones, por la desconfianza... Remus lo miró sin un solo rastro del cariño que antes le había demostrado.

-Nos estabas alejando de nuestros amigos- exclamó con rencor -Ellos jamás podrían hacer todo aquello, no sin alguna clase de poción o hechizos que los obligará- continuó, el enojo dibujado en todas sus facciones -Tú debías ir con ellos y ver que estaban bien, si estaban bajo pociones entonces deberías haberlos salvado, pero te alejaste y nos alejaste de ellos a su vez... ¡Eran nuestros amigos!- exclamó en un grito lo último.

-¡Y ellos eran mis padres!- contestó también con un grito -Y aún así no les importó dejarme ésa noche de Halloween para morir- continuó, incapaz de escuchar la basura que oía del que alguna vez fue su tío honorario - No les importó que esa noche mis abuelos estuvieran conmigo, no les importó dejarlos morir- de reojo pudo notar a Sirius callado pero con lágrimas en los ojos, incapaz de decir nada en contra de Harry pues, en el fondo, pese a que se negaba a creerlo, él sabía que era verdad -Y no, ninguno estaba bajo una poción ésa noche, ni ninguna después de ella, ellos me abandonaron, abandonaron a Sirius por doce años en Azkaban y te abandonaron a ti; su pequeña mascota, a su suerte- Remus se veía en parte furioso y en parte dolido por aquella declaración, pero se mantuvo en silencio, incapaz de apartar los ojos fantasmales de Harry, en una última muestra de rebelión contra él, el menor negó con la cabeza -Muerte- llamó el chico a la entidad que no dudó en aparecer detrás suyo, siendo sólo el hombre lobo capaz de verla.

Entonces Harry pudo ver cómo una especie entendimientos cruzaba por su mirada, el miedo dio paso al horror cuando su madre dejó un casto beso en su mejilla antes de avanzar hacia el espíritu con guadaña en mano. Lo último que vio Sirius fue el terror en la expresión de su amigo antes de que este desapareciera en una nube de polvo.


La habitación volvió a quedarse en silencio, sólo se oía los sollozos de Sirius, Harry permanecía de pie, incómodamente quieto, no teniendo paciencia para la apariencia de un cuerpo normal que respiraba, sólo estaba allí, quieto como una estatua de piedra con la mirada fija en el cuerpo del hombre lobo, laxo sobre la alfombra, pero un gemido de tristeza especialmente fuerte lo hizo girarse a Sirius, lo miró en silencio antes de avanzar a él, sin decir una sola palabra lo tomó de la mandíbula obligándolo a que lo mire a los ojos.


La visión que tuvo Sirius de sus muertos ojos verdes lo seguiría hasta la tumba, pero lo que Harry lo obligó a ver a través de legeremancia, éso lo perseguiría incluso después de ella. Lo vio todo, cada detalle de su primera vida, desde el día que fue dejado en los Dursley, cada año en Hogwarts, su propia muerte, la de Dumbledore, la batalla de Hogwarts y cómo se había encontrado con su espíritu y el de Remus antes de morir. Lo vio todo, incluso después de volver en el tiempo como Maestro de Muerte y entonces entendió, éste ya no era su ahijado, no era el niño con quien jugaba con la escoba de juguete, incluso en su anterior vida no lo era, y luego de morir, Harry había cambiado aún más.

-...Lo siento- fue el susurro que Sirius había dado entre sollozos e hipidos, lo único que creía que podía ofrecer ahora. Harry seguía mirando sus tormentosos ojos grises sin ningún tipo de expresión en su rostro, sus manos no se alejaron de su mandíbula; incluso pareció sentir más fuerza en su agarre de acero y sus ojos no se suavizaron con el perdón, ya no había nada humano en él.

-Es demasiado tarde- fue su única respuesta, también dicha en un susurro.


Con un hechizo, Sirius pudo sentir que su magia era atada, el dolor de su núcleo estrangulado era algo que podía sentirlo en todo su cuerpo y lloró aún más cuando Harry se marchó luego de éso, sin una última mirada a él, dejándolo con el cadáver de su mejor amigo, su magia atada, un vínculo roto y el corazón destrozado.



























El primero de septiembre, cuando Harry se estaba preparando para ir a King Cross a tomar el expreso a Hogwarts, había recibido la inesperada noticia de Kreacher de que Sirius se había suicidado.






Pero el no sintió nada.

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