Giro de la trama
Capítulo 8: Giro de la trama.
''...el giro clásico. El enemigo se convierte en aliado...''
—¿Y si lo dejamos bajo un hechizo de sueño?— preguntó, sus ojos verdes aún clavados en la figura inquieta que dormía en la improvisada cama que lograron hacer, podía sentir los ojos oscuros clavándose en su rostro aún si no se giraba a verlos... soltó un suspiro exasperado —Solo digo, ha estado sin su alma completa durante casi cincuenta años, tal vez si está durmiendo su reacción a sus nuevos sentimientos no sea tan caótica—
—Es una idea razonable— y Harry sonrió para mirar al maestro de pociones.
—Lo es, ¿No?— soltó una risita baja —Mientras podríamos ir a asustar un poco a Malfoy— la esquina de los labios de Severus temblaron un poco en lo que claramente era una sonrisa apenas escondida.
—Ése sería un espectáculo que no me perdería— contestó solemnemente Severus, aunque sus ojos negros brillaban de diversión.
—Siempre es bueno atormentar a algún Malfoy, no importa qué vida sea— acordó Harry —Luego iremos a revisar a Barty, tal vez... ¿Te quedarías a cenar?— preguntó algo tímido, había algo hermoso en Harry actuando casi acorde a su edad, pensó Severus, viéndolo nervioso en la espera de una respuesta, un rubor suave en sus mejillas y sus dientes mordiendo sus labios resecos, sin duda era precioso.
—Me encantaría— se encontró respondiendo en un susurro, y el silencio volvió a reinar, un silencio apreciativo, para nada incómodo, en el que esperaban el llamado del grimm para ir a charlar con Malfoy.
El sonido del grimm emergiendo las sombras en la silenciosa habitación fue suficiente para que ambos hombres salieran de sus pensamientos, sus ojos de apartaron de la inquieta figura de Tom Riddle Jr. y juntos se pusieron de pie para dirigirse a la biblioteca, que era el lugar donde su tía generalmente tenía sus lecciones, allí los esperaba un servicio de té; cortesía de Kreacher, para la discusión que se avecinaba.
El rostro de Lucius distorsionado en una mueca, la máscara sangre pura cayendo durante unos largos segundos era sin duda una imagen que Harry disfrutaba de una manera insana; si la sonrisa salvaje del adolescente tenía que decir algo, la presencia oscura de Severus no hizo sino causar aún más sorpresa al hombre.
—Bienvenido a la mansión Black, Lord Malfoy— Harry hizo una pequeña inclinación de cabeza, justo como dictaba la tradición sangre pura que debían hacerlo aquellos con una posición alta a alguien de menor posición, Lucius se tensó, ése saludo era demasiado específico y no podría ser una simple casualidad que Harry lo usara. Sus perfectos modales de sangre pura y su orgullo entraron en conflicto, sin embargo realizó la inclinación de cabeza tal y como lo dictaba la tradición, su rostro era una máscara pétrea, ni una sola emoción delatando su sentir, absoluta frialdad en sus ojos.
—Señor Potter— saludó, incómodo. Harry volvió a sonreír.
—Lord Potter, de hecho— se deleitó con la breve sorpresa —Y Lord Black— su sonrisa se ensanchó —Y Lord Peverell— Harry parecía un tiburón psicótico mientras indicaba a Lucius que tomara asiento luego de él mismo realizar dicha acción.
—Mis disculpas, Lord Potter, no es de conocimiento público que haya tomado su señoría— contestó rígidamente el rubio, y Harry asintió pensativo.
—De hecho, no lo es, solo el Ministro Fudge, mis parientes y Severus lo saben— si Malfoy alzó una ceja ante la familiaridad con el Maestro de pociones, ninguno dijo nada.
—Ya veo— fue la única respuesta del hombre mayor y el joven de ojos verdes asintió.
—Sí, esperamos mantenerlo de manera confidencial por ahora— la amenaza estaba implícita allí —Es por la confianza que el Ministro le tiene que se encuentra como tutor de mi tía— pudo por una mínima fracción de segundo cómo los ojos de Lucius se abrían en comprensión.
—Entonces Lady Scáthach...— murmuró casi mareado por las recientes revelaciones y Harry asintió.
—Mi tía Petunia, a la cual Dumbledore le negó su herencia de Sacerdotisa durante más de cuarenta años— un frío que te calaba los huesos pudo sentirse en la habitación luego de que Harry susurrara ésas palabras con amargura —Entenderá por qué es tan necesario que mi tía recibía una tutoría en cuanto a nuestras leyes y nuestro alto tribunal mágico—
—Puedo ver la necesidad... ¿Pero porqué yo? Estoy seguro de que algunas familias luminosas estarían encantadas de tener a la tía de Harry Potter como pupila— y el más joven soltó una carcajada cargada de tensión y burla.
—Y correrían a hincarse a las horribles túnicas de Dumbledore a contarles de que he adquirido mi señoría y mi tía las suya, no gracias— terminó sin una pizca de gracia, su rostro serio —Mi familia, nuestra casa, todas ellas y sus votos irán al partido tradicionalista, donde reside nuestra lealtad— cada palabra dicha por Harry no hacía sino impresionar a Lucius más y más, aunque su sentido de auto conservación era fuerte, su ambición lo era más.
—Propongo una alianza de nuestras casas, Lord Malfoy— la sutileza no era realmente parte de Harry, se dijo Severus, quien observaba todo en silencio desde el sillón más cercano a la ventana, un mero espectador de uno de los momentos posiblemente más grandes de la historia de la magia moderna —Dos casas enemigas decidiendo aliarse por un común denominador, la Casa Malfoy sería reconocida como un aliado del grupo Potter-Longbotton— los ojos de Lucius se abrieron enormemente.
El grupo Potter - Longbotton probablemente era la alianza más grande dentro y fuera del Wizengamot, lo habían comenzado hace doscientos años Henry Potter y Frederick Longbotton y con el pasar de los años más familias fueron uniéndose a ellos, como los Bones, los McMillan, los Greengrass, los Abbott, los Clearwater y los Diggory.
Ahora que Harry lo pensaba detenidamente, ninguna de ésas familias lo había apoyado en su quinto año cuando Fudge lo había difamado en el Profeta; ciertamente podría entender porqué los Diggory no habían ido en su ayuda, pero las otras familias no tenían excusas. Solo Neville había estado de su lado y aunque no utilizó los recursos de su familia; probablemente debido a su problemática abuela, pero él estuvo siempre a su lado.
Tal vez podría sacar algo de todo ésto una vez que nuevamente sea un paria para la escuela cuando todos se pongan en su contra por ser elegido para el torneo. Una sonrisa salvaje adornó su rostro, enviando diferentes sensaciones a los hombres presentes, a Lucius, una sensación de peligro, a Severus... algo más.
Si Malfoy aceptaba su trato supondría muchas posibilidades para una rebelión contra Dumbledore. Lento pero seguro podrían destruirlo a él y a toda su filosofía.
—¿Por qué yo? ¿Por qué mi familia de todas las demás para una alianza?— preguntó Lucius, genuinamente curioso, pero también desconfiado, era su deber el ver por el bienestar de su familia y Harry podía entender el sentimiento.
—Por que yo creo en la supremacía de la magia— respondió con convicción —Dumbledore por años ha limitado nuestras prácticas, nuestras ceremonias, nuestra magia... magia poderosa, solo por su absurda visión de luz y oscuridad— Harry se inclinó levemente hacia el frente, sus ojos verdes brillando de manera sobrenatural —Una alianza contigo dará paso a una alianza con otras familias de la facción oscura, mi meta es destruir a Albus Dumbledore y todo su imperio— terminó.
—Quién mejor para destruirlo que su niño de oro— la oscura voz de Severus resonó en la habitación con burla y Harry solo pudo sonreír apenas. Lucius miraba la interacción entre ambos con ojo crítico.
Éste no era el mismo Harry Potter que conoció hace casi dos años atrás y definitivamente no era el mismo Harry Potter que su hijo mencionó en las cartas, no sabía qué lo había cambiado tanto, pero algo debió de sucederle para que sus ojos y toda su postura hablara de un hombre y no de un niño.
Debía tomar en serio lo que el Lord frente a él le dijera, sin embargo, no era una serpiente por nada, siempre buscaría lo que fuese mejor para sus intereses y los de su familia.
—Si yo aceptara ésta alianza...— Harry solo alzó una ceja divertido, le estaba ofreciendo el trato de su vida, por supuesto que aceptaría —¿Como planeas derrocar el imperio de Dumbledore?—
—De muchas maneras, tengo muchos planes, sin embargo, la forma más fácil siempre es con ayuda del Señor Oscuro Voldemort— notó como rubio se tensó automáticamente.
—El Señor Oscuro está muerto— dijo Lucius, más para convencerse a sí mismo que a Harry, el adolecente encontró divertido todo éso.
—No, creo que no, ¿No es Voldemort quien está en el sótano recuperándose del ritual que lo trajo a la vida, Severus?— preguntó a la presencia oscura cercana a la ventana.
—Oh, de hecho lo es, se ve muy vivo, pero ahora está descansando— y ambos se burlaron del salto que dio el rubio en su asiento ante la noticia.
—¿¡Trajeron de vuelta al Señor Oscuro!? ¿Saben lo que pasará cuando despierte? ¿Sabes lo que te hará a ti, la persona que lo derrotó una vez?— Lucius se veía casi al borde de las lágrimas, miraba hacia la puerta de la biblioteca con paranoia, como si de alguna manera Voldemort apareciera para llevárselo. Toda diversión desapareció del rostro del menor y un aura de oscuridad pareció rodearlo.
—Lo que pasará cuando despierte es que tendremos un conversación cordial, con un trato casi decente sin mutilación ni intentos de asesinado de por medio donde le propondré una toma del poder un poco menos genocida, él podrá conseguir todo lo que deseó a mi lado sin tantas muertes y a cambio lo dejaré vivir— terminó tajante Harry —No necesito un maldito sociópata fascista para conseguir lo que quiero, solo lo traje a la vida de nuevo por un favor a alguien muy especial— murmuró recordando a su madre —Depende de él si sigue vivo o no—
Lucius lo veía como si estuviera demente, no podía creer que el adolecente frente a él hiciera lo que probablemente era un ritual oscuro para revivir al Señor Oscuro de todas las personas, y por un maldito favor y que tenía en mente unirse a él para derrotar a Dumbledore. Era jodidamente loco. Sí, Albus Dumbledore y su propaganda de la luz era una mierda, una piedra en el zapato de cualquier mago que se respete, pero de ahí a trabajar mano a mano con el Lord Oscuro...
—¿No es muy arriesgado?— preguntó al fin, cuando fue capaz de tomar el control de su propio nerviosismo y regular su respiración.
—¿Lo es? Simplemente lo mataremos si no acepta el plan— Harry se encogió de hombros, y Lucius sintió que podría estar teniendo alguna clase de ataque al corazón.
—¿Simplemente lo matamos? El Señor Oscuro utilizó incontables rituales de naturaleza oscura para hacerse más poderoso, se dice incluso que encontró uno para hacerse inmortal— agregó desesperado el rubio, tratando de hacer entrar en razón al menor, o al menos de ingresar un poco de sentido común en ése grueso cráneo. Y Harry maldito Potter tuvo la audacia de rodar los ojos con exasperación.
—Por supuesto que lo hizo, era un maldito demente— y Lucius realmente tuvo que luchar mucho para no decirle que él también era uno —Pero ya revertí éso, ahora es como cualquier mago, poderoso sí, inmensamente poderoso, pero mortal, eso significa que si se sale de la línea es posible matarlo, desaparecerá, finito, ya no existirá— hizo unos gestos con las manos y un sonido que probablemente imitaba un explosión y Lucius realmente no quería saber lo que ello podría significar.
—Una maldición asesina, tal vez uno de asfixia y adiós Señor Oscuro, no más un reinado de terror provocado por alguien que no es más que un mestizo con problemas de papá y un complejo de inferioridad— Lucius lo miraba con la boca abierta, incapaz entender qué rayos sucedía con el chico frente a él, no muy lejos de él, Severus trataba de ocultar su carcajada bajo una tos falsa, y Harry, bueno, el solo sonreía inocentemente en su lugar.
—Y dime, Lucius Malfoy ¿Tenemos un trato?— preguntó, extendiendo la mano hacia el rubio aún estupefacto, una oscuridad pareció asentarse al rededor del joven y su sonrisa no hacía más que enviar escalofríos por su columna, sin embargo asintió y tomó la mano de Harry, sintiendo que probablemente estaría formando un trato con lo que los muggles llamarían demonios.
—Lo tenemos— respondió Lucius, ya más calmado, feliz de que su voz no hubiera fallado.
Un nuevo jugador se alzaba de entre las sombras en el bélico juego de ajedrez que estaban jugando Voldemort y Dumbledore, y éste era mucho más peligroso y posiblemente indestructible, si el aura de Harry, que apestaba a muerte tenía algo que decir.
Después de todo ¿Cómo podrías siquiera imaginar que matarías a la propia muerte?
Petunia se encontraba en el laboratorio de pociones, durante el último mes Severus le estuvo enseñando algunas de las más básicas pociones que no requieren ningún tipo de conjuros o hechizos. Solo colocar los ingredientes correctamente cortado en orden muy específico.
Había algo relajante en preparar pociones pero también estaba el morbo se preparar venenos, se sentía especialmente atraída por los venenos de serpiente, en especial los runespoor, magníficas criaturas, pensó.
Harry le había pedido a Severus una cantidad astronómica de pociones cosméticas para ella, había dicho que esperaba fuera como Lady Belladona Zabini, no tenía idea de quién era ésta Lady Zabini pero supuso que era alguien hermosa y peligrosa.
Aparte de sus habituales lecciones de ley mágica, también recibía un curso intensivo de pociones y las habituales visitas del Sr. Lovegood que parecía realmente un demente pero sabía de lo que hablaba, él tampoco tenía idea de que era la tía de Harry Potter, y estaba bien con ello, dejaría que su sobrino lidiara con ello.
Sin embargo, como maestro de la muerte, Harry también tenía muchas lecciones a las cuales asistir, una noche, pidió que todos cenaran juntos, y les comenzó a hablar de todas las criaturas que entraban en su dominio. Desde las criaturas oscuras como los Dementores, Inferis y Grimm, así como el fénix lunar, las banshees, los ghoul y otras criaturas sintientes semi inmortales como los vampiros, los elfos oscuros y los licántropos.
Su dominio era la muerte, y Harry estaba realmente entusiasmado con sus lecciones, o al menos lo estuvo por un tiempo hasta que varias cartas comenzaron a llegar, una de ellas de Dumbledore; el hombre ni siquiera se había dado cuenta que no estaban en Privet Drive, probablemente tratando de averiguar quién tomó el manto de los Black, sin embargo los recuerdos lo asaltaron rápidamente, su cumpleaños estaba a solo unos días y los Weasleys lo llevarían al Mundial del Quiddich, definitivamente éso no está sucediendo.
Tomó un poco de pergamino, respondió a Dumbledore algo sobre sus tíos viajando cerca de Irlanda y llevándoselo debido a que su presencia era requerida, la misma excusa fue para los Weasleys aunque sus cartas iban con más quejas, prometió que se encontrarían en King Cross para abordar el tren con ellos y éso fue todo, el resto del día se encerró en su estudio para hablar con su madre.
Los Weasleys, Hermione, incluso Neville y Luna fueron amigos importantes para él en el pasado, ahora se sentía casi desapegado, como si todo lo que hubiera vivido con ellos se hubiera borrado... bueno, tal vez no borrado, aún recordaba todo lo que pasaron juntos, pero los sentimientos asociados a ésos recuerdos ya no estaban, ya no había esa lealtad hacia Ron por ser su primer amigo; si durante el torneo volvía a alejarse de él, ni siquiera pensaría dos veces en desecharlo, si en el pasado estuvo celoso de él siendo solo Harry ¿Qué haría ahora que era Señor de tres Casas Nobles?
Y Hermione, dulce Hermione, demasiado metida en su culo para notar cualquier cosa fuera de lugar, incapaz de ir en contra de las figuras de autoridad a menos que no le guste, la memoria de Umbridge estaba muy clara en su mente, allí no le importó nada que Harry se metiera en problemas solo para que no pudieran bajar sus notas en los Timos, fue casi patético la verdad.
Tal vez Neville y Luna fueran los que realmente importarían en este nuevo mundo que crearía, Nev siempre estuvo ahí, incluso para enfrentarse a él, quizás no era un líder nato, pero definitivamente sería su mano derecha, y Luna, la preciosa e inadaptada Luna era todo lo que neceitaban, una sacerdotisa, vidente, una bruja peligrosa con la motivación correcta.
Definitivamente podría hacer ésto.
Ahora solo tenía que ver cómo demonios arreglar la mierda de Nimphadora.
Pequeños toques en la puerta lo hizo parpadear rápidamente y dejar de lado el papeleo antes de dejar que quien sea estuviera afuera pudiera pasar.
—Harry— saludó su tía y el menor le sonrió y la invitó a tomar asiento en la silla frente a él.
—¿En qué puedo aydarte, tía?— preguntó curioso.
—Tu cumpleaños se acerca, querido. Queríamos saber si usted desea organizar una fiesta o al menos una reunión— Harry lo pensó durante algún momento.
—¿Crees que deberíamos hacer algo? ¿Tal vez invitar a más familia? ¿Incluso tal vez el Ministro?— preguntó a su vez. Petunia también se vio pensativa.
—Tal vez podríamos hacer un almuerzo solo entre nosotros, ya sabes, con Severus y Tom si para ése entonces despierta— murmuró lo último, el rostro de Harry permaneció en blanco luego de que se tocara el elefante de la habitación.
—Hablaré con Tom hoy— prometió —Ya ha descansado tiempo suficiente— Petunia asintió con un pequeño tinte de preocupación.
—Luego pensé que tal vez podríamos hacer una cena, sé que los Malfoy podrían asistir, Lord Malfoy ya estuvo preguntándome si habría alguna celebración, y sé que que tienes que hablar con los Black, así que pensé tal vez matar dos pájaros de un tiro— Harry sonreía, en el poco tiempo que su tía comenzó a estudiar y a utilizar su magia druida floreció. Se sus ojos azules eran encantadores; agudos y curiosos a la vez, su cabello rubio comenzaba a crecer de manera hermosa debido a las pociones y su piel se veía radiante, no parecía la mujer amargada de cuarenta años que recordaba, y éso estaba bien, ya no era la misma persona.
—Tu idea tiene mérito, tía, sin embargo, deseo que la rama secundaria de los Black estén aquí desde la tarde, justo después del almuerzo para que así no interrumpa nuestra celebración más íntima— Petunia asintió con recato —También tal vez deberíamos invitar al Ministro, yo haré una carta personal para él y dejaré que usted se encargue de las invitaciones, iremos después del almuerzo a buscar un poco de papelería especial, tal vez algunos pergaminos con hilos de oro y tinta de plata— Petunia se vio emocionada por volver a salir al callejón y asintió con entusiasmo.
—Iré a avisar a Bodhmall que saldremos pronto— dijo con una gran sonrisa la mujer y Harry asintió.
Petunia marchó del lugar y por algunos minutos Harry quedó en silencio, esperando tal vez alguna señal divina que le dijera que no haga lo que pretendía, pero no llegó nada, y con un suspiro se levantó, sus documentos olvidados mientras se hacía camino hacia el sótano, tenía un señor oscuro que despertar.
El aire en las mazmorras de la casa Black era pesado, lo fue durante los últimos tres días en los que habían dejado a Tom descansar para adaptarse a tener sus sentimientos para sí mismo otra vez, éso era lo malo de los horrocruxs, no solo mutilaban tu alma, sino que te quitaba todo lo que te hacía humano, los sentimientos, los miedos, la razón, todo éso se iba dejando un cascarón lleno de locura y rabia, Harry suspiro mientras que con un movimiento de mano levantaba el hechizo de sueño.
La magia de por sí inquieta de Tom comenzó a volverse más violenta a medida que la consciencia llegaba al mago, por el rabillo del ojo notó que Muerte había aparecido en un rincón alejado, solo mirando con pena a uno de sus hijos más prodigiosos, su hijo pródigo que regresaba a casa.
Se levantaba de la oscuridad para gobernar al lado de Harry.
Cuando Tom abrió los ojos, un jadeo de puro terror salió de sus labios, se levantó de un solo tirón, sus ojos bicolores; uno de un azul pálido y otro rojo como en el pasado, se paseaban frenéticamente por todo el lugar buscando una salida, sus manos se apretaban en el aire en búsqueda de una varita fantasma, cuando sus ojos se quedaron clavados en los verdes de Harry, fue cómo si hubiera recibido una bofetada... se veía tan herido.
Harry frunció el ceño, no entendía y una mirada superficial a sus pensamientos a través de legilemancia leve le dijo que todos sus recuerdos de sus años de locura le estaban llegando uno por uno. Muerte se veía esperanzada desde su rincón oscuro.
—Yo... ¿Potter?— preguntó, su expresión se veía dolorida, probablemente tenía el peor dolor de cabeza que podía imaginar.
Luego sus ojos se fijaron en sus brazos, piel pálida, humana, la sorpresa pasó por sus rasgos —¿Qué pasó? ¿Qué me hiciste?— preguntó, su tono se oía modulado, pero había un tinte de histeria, como si no pudiera creer lo que pasaba.
—¿Antes que nada, planeas matarme o al menos intentarlo?— la pregunta de Harry llenó la habitación de tensión y las manos de Tom se apretaron, pero él negó con la cabeza.
—No— respondió de manera verbal —Necesito respuestas— dijo otra vez, y Harry ésta vez asintió, un servicio de comida ligera apareció frente a ellos; una sopa de tomate y sándwiches para Tom con algo de jugo de lavanda y un poco de té para Harry.
—Tu cuerpo es nuevo, necesita comida, al menos mantenlo liviano por ahora— al ver que iba a protestar Harry liberó parte de su magia de muerte, Tom quedó estático en su lugar y el menor ignoró deliberadamente el ceño fruncido de su madre oculta en el rincón —Ésta es una historia larga, y absolutamente no hablarás hasta que la termine, come mientras la cuento y al final podrá hacer preguntas— dijo con firmeza, Tom volvió a asentir y tras un suspiro Harry miró su té.
—Todo comenzó hace aproximadamente ocho años, cuando cumplí once y me llegó mi carta a Hogwarts— pudo ver la confusión del hombre al hacer las cuentas, pero no dejó que éso lo detuviera, y continuó su historia.
Año tras año le contó de las desgracias que lo perseguían, de las maldades que el propio Voldemort hizo, pudo ver sus ojos llenos de dolor cuando
relató la batalla de Hogwarts y sintió que lo entendía, por mucho tiempo Harry también creyó que Hogwarts era su hogar. Sin embargo no se detuvo allí, le habló a Tom de las reliquias de la muerte, de como ése día estuvo preparado para morir, de cómo recibió por segunda vez la maldición asesina.
Habló de la muerte como una entidad consciente, solitaria y arrepentida de no haber podido hacer mucho para salvarlo, le habló de los planes de Dumbledore, de Grindelwald, de los Potter y de todo lo que estaba mal en el mundo mágico.
—Pedí volver— el té yacía olvidado en una mesita auxiliar —Encontré los pedazos de tu alma y los uní al momento de crearte un nuevo cuerpo— ignoró la tensión en el cuerpo de Tom —Y lo hice todo porque mamá lo quería, quería volver a darte la oportunidad de hacer bien las cosas ahora, porque si unimos fuerzas contra Dumbledore podríamos acabar con todo ésto más rápido y de manera más eficiente—
Un silencio prolongado se instaló en la oscura habitación, Tom se veía pensativo y calculador, Harry solo miraba un punto fijo en una esquina. La Muerte se veía igual de pensativa, sus eternos ojos tristes tenían una chispa de esperanza.
—No te equivoques, Tom— habló de repente Harry —Puedo hacerlo sin ti— dijo con firmeza mientras se levantaba y se acercaba al hombre —Pero al igual que yo, eres uno de los favoritos de la muerte— magia comenzó a condensarse en sus dedos como una especie de humo tóxico del mismo color de la maldición asesina, sin poder defenderse, Tom dejó muy a regañadientes que la magia alcanzara su rostro y sus ojos, luego Harry señaló la misma esquina que estuvo viendo todo el rato.
—Ella te ama, eres su hijo— volvió a hablar —Y solo quiere lo mejor para ti, así que más te vale comenzar a usar ése cerebro tuyo y hacer las cosas bien ahora— Tom abrió enormemente los ojos cuando vio la figura ubicada allí, alta e imponente, piel pálida y tan blanca como la leche, tristes ojos azules que parecían sabios, labios rojo como la sangre y enormes alas negras en su espalda. Se negó a mostrar debilidad ante tal criatura, aunque por dentro podía sentirse temblando, como un niño olvidado por Dios en aquél orfanato innombrable.
Solo la pudo ver sonreír con tanto amor y afecto antes de que la visión desapareciera, pero la sensación de que aún estaba allí continuó; la sensación de sentirse observado permanecía. El sentimientos detrás de ésa sonrisa le dejó una incómoda sensación en el pecho, como si realmente no la mereciera... no lo hacía, realmente no.
—Todos merecen una segunda oportunidad, Tom, no la desaproveches— medio suplicó medio regañó el chico frente a él.
—Es mucho para asimilar— dijo tras un breve momento —Ni siquiera sé si debería creerte, pero... ¿Por qué mentirías? ¿Por qué ahora que tengo mi alma completa todo lo que hice en el pasado es tan horrible? ¡No se supone que sería así!— exclamó en voz alta —No debía ser así— susurró con el corazón desgarrado.
—No, no debía— dijo Harry con suavidad —Pero sucedió, y ahora estás aquí— continuó hablando —Y harás lo correcto, elegirás la mejor opción, porque no dejarás que nadie pase por lo mismo que nos pasó a nosotros— el rostro de Harry se veía triste pero a la vez determinado y Tom solo pudo sonreír un poco roto.
—Yo... Sí, yo lo haré— murmuró. Harry sonrió, de la misma manera cálida que muerte hace solo unos minutos, el sentimiento de opresión en el pecho volvió a Tom.
—Tenemos mucho en que ponernos de acuerdo antes de tu debut en la clase alta del mundo mágico como mi hermano por parte de la magia— Harry se carcajeó al ver el rostro de Tom.
No había duda que disfrutaba de burlarse de los señores oscuros.
Dos horas después de mucha charla y algunas discusiones, Tom se había convertido en Cadmus Marvolo Peverell gracias a algunos documentos oficiales de gringotts y una poción oscura de sangre hecha por Severus eran oficialmente hermanos por la magia. Sus ojos bicolores permanecieron iguales; una marca que señala un antes y un después en su vida, o éso había dicho Madre, después de todo, los ojos son las ventanas del alma, sus propios ojos tenían el mismo tono de verde de la maldición asesina. El cabello de Marvolo también había cambiado, un poco más rebelde, pero del mismo negro que el de Harry, también se hizo más largo, hasta por encima de los hombros, cayendo en mechones suaves y ondulados sobre su rostro igual de afilado y aristocrático, las facciones de los Peverell se hicieron más pronunciadas y su barbilla era la misma que la de Harry, realmente parecían hermanos.
—Me gustaría presentarte a mi tía y mi primo— habló Harry después de ver la hora gracias a un tempus, ya era tiempo del almuerzo —Luego puedes pasar a ver a Barty si lo deseas—
—¿Barty está aquí?— preguntó con rapidez y Harry asintió, probablemente Marvolo solo confió en Nagini de manera completa, seguido de Barty, Severus, y tal vez Bellatrix.
—Él está ahora mismo bajo el cuidado de Severus, fueron muchos años bajo la maldición imperius, su mente necesita sanar— el hombre de ojos bicolores asintió.
—¿Qué es Severus para ti?— preguntó curioso mientras lentamente Harry lo ayudaba a levantarse, ya saben, extremidades nuevas, cuerpo nuevo y toda la cosa, sintió a Harry tensarse mientras se enderezaban.
—Él... Él es mío— fue lo que susurró. Marvolo solo inclinó levemente la cabeza.
—¿En qué sentido?— presionó y los labios de Harry formaron una línea apretada.
—Aún no estoy seguro— y el mayor asintió.
—Piénsalo muy bien, no tener bordes establecidos de manera precisa solo hace que ambos salgan heridos—
—Éso es sorprendentemente sensible de tu parte— responde Harry, la burla en su voz le hace saber que no lo está insultando propiamente dicho.
—¿Qué puedo decir? Soy un hombre emocional— Marvolo le sonrió y ambos caminaron lentamente hasta el comedor, donde había espacio para uno más en la mesa.
—Bienvenido Tom— la primera en hablar fue Petunia, los ojos azules de Bodhmall lo miraban curioso.
—Hola— saludó el chico. Y Marvolo dio un pequeño asentimiento a ambos como saludo.
—Cadmus Marvolo Peverell, ése es mi nuevo nombre ahora, pero me siento más cómodo con Marvolo— y Petunia asintió con una sonrisa.
—Por supuesto, Marvolo— con un chasquido la comida apareció sobre la mesa y con un suave movimiento, Harry los invitó a sentarse.
—Estoy segura de que Harry ya te contó los planes para su cumpleaños— comenzó Petunia mientras disfrutaban el almuerzo.
—Lo hizo, ciertamente es apresurada mi reinserción a la sociedad como... un hombre decente— los labios de Marvolo hicieron una mueca —Pero entiendo que no disponemos de mucho tiempo y sé que Harry ya ha creado una historia tras mi nombre con ayuda de los duendes de Gringotts— asintió el hombre.
—Planeabamos usar a los enanos de suecia, pero creíamos que si utilizabamos a los duendes, sería mucho más fácil una alianza con ellos— murmuró Bodhmall pensativo —Estarían tan disgustados, pensarían que no confiamos en su trabajo—
Marvolo miró a Harry que solo se encogió de hombros.
—Bodhmall es un vidente, aún no lo controla del todo, pero va progresando ahora que no está obligándose a enterrar su don—
—Impresionante— murmuró el Señor Oscuro, el chico solo sonrió todo tímido y continuaron con la comida.
El plan era presentar a Marvolo como un huérfano autodidacta en la magia, que no sabía de su herencia hasta que Harry miró en su árbol genealógico y él apareció.
Realizaría sus Timos y Extasis de manera seguida solo con dos semanas entre un examen y otro, de ésa manera podría comenzar comenzar como en el Wizengamot como regente de sus casas con sus exámenes respaldando su asombrosa inteligencia, eran la bases de su nueva identidad, ésta vez haría lo correcto, siempre fue un hombre de lengua de plata, convertirse en político era a lo que estaba destinado, ésta vez tenía todo lo que no tuvo en el pasado, su cordura, su nombre, su poder mágico y el poder político que Harry Potter le otorgaba, lo tenía a él... era extraño pensar que tenía una familia que lo respaldaba ahora, siempre solitario, siempre rodeado de seguidores y aún así solo.
La locura había cambiado por completo su personalidad, cosas que odiaba comenzaron a gustarle, se convirtió en todo aquello por lo que luchó en contra.
Observó como Harry le sonreía, como si supiera lo que estaba pensando y tratara de tranquilizarlo, el dolor sordo volvió a su pecho, pero ésta vez se dio cuenta, era un dolor bueno. El dolor de algo que creías haber perdido pero lo tienes de vuelva.
Marvolo devolvió la sonrisa de manera tentativa.
El almuerzo continuó, y el dolor se asentó en un sentimiento de felicidad.
Cuando Marvolo visitó los aposentos de Barty; sintió que el todo el mundo se tambaleaba a su alrededor, se veía tan pálido y cansado, los anillos oscuros bajo sus ojos eran demasiado obvios y realmente lamentó el no haber podido notarlo antes. Casi con miedo se acercó a la cama, donde quedó sentado al lado del que fue uno de sus seguidores más leales.
—Siendo sinceros, tengo sentimientos encontrados con Barty— murmuró Harry desde la puerta, Marvolo giró la cabeza con confusión hacia donde se encontraba; recostado en el marco de la puerta, la mirada del menor no se apartaba de la figura enferma del mortífago.
—¿Por qué?— preguntó el Señor Oscuro, mientras de manera inconsciente pasaba los dedos por el cabello rubio sucio de Barty.
—Fue uno de los pocos maestros de defensa bueno que tuvimos en Hogwarts, además que me ayudó mucho en el torneo, y aunque fue bajo tus órdenes, lo hizo— dio varios pasos más dentro de habitación, hasta que quedó justo frente a Marvolo y Barty —Pero él también fue la persona que torturó hasta la locura a los padres del que podría ser mi único amigo— Marvolo negó con la cabeza.
—No lo hizo— murmuró —Bellatrix fue a casa de los Longbotton porque sabía que eran miembros de la orden y meses antes de que ustedes nacieran estaban en la mira— las caricias se detuvieron —Rodolphus fue tras ella intentando detenerla, Rabastan fue tras su hermano y Barty, él era el mejor amigo de Rab desde antes de entrar a Hogwarts, así que fue tras él también— Harry se quedó sorprendido, una pequeña realización pasó por sus ojos verdes.
—¿Entonces, la única culpable es Bellatrix?— preguntó y el mayor asintió —¿Qué piensas de ella? ¿Sabes que está enferma, verdad?— Marvolo solo soltó un suspiro.
—Ella es, incluso cuando era joven supe que algo estaba mal con ella— explicó —Pero tenía lealtad, a mi causa y a mí, éso era todo lo que importaba, al menos en ése tiempo— continuó murmurando —Siempre recompensé la lealtad, y ella ahora está en azkaban por ésa lealtad—
—Y se llevó con ella a tres hombres inocentes por esa obsesión que tiene por ti— la mueca de Marvolo se hizo mucho más profunda.
—Yo sé— respondió.
—Leí las transcripciones del Wizengamot después de tu presunta muerte, durante años el anterior Lord Lestrange pidió un juicio para sus hijos ya que ellos fueron sentenciados en grupo con Bellatrix, siendo ella la única culpable arrastró a su esposo y cuñado y al mejor amigo del último a su propia sentencia— la voz de Harry era dura —Lord Corvus Lestrange murió el año en que yo ingresé a mi primier año en Hogwarts— la noticia golpeó con fuerza a Marvolo quien pensó siempre en Corvus como uno de sus mejores aliados y amigos.
—¿Por qué me dices todo ésto?— pregunta el mayor, sus ojos bicolores se deslizaban tristes por los rincones de la habitación.
—Por que ahora que me has dicho que los hermanos son inocentes, planeo sacarlos de Azkaban, sin embargo, no pienso hacer lo mismo con Bellatrix— el Señor Oscuro miró fijamente a Harry, se veía serio y ni una sola pulgada del muchacho daría marcha atrás, Marvolo lo pensó, él lo pensó seriamente, en éste nuevo mundo que Harry y él planeaban gobernar no había espacio para gente como Bellatrix, ella estaba demente y llena de sed de sangre, no había espacio para ella en su agenda política, no había espacio para aquellos que disfrutaban de derramar sangre mágica por algo tan tonto como la supremacía de la sangre. No, él peleaba por la magia, no por la sangre y en algún momento de su decadencia hacia la locura, dejó que todos ésos señores de las grandes casas oscuras decidieran por él y gritaran la propaganda sangre pura bajo su nombre.
—¿Como planeas hacerlo?— preguntó, sin atreverse a decir mucho sobre Bellatrix, no le hacía sentir muy cómodo traicionar su lealtad de ésa manera, pero también sabía que Harry no dejaría que ella se saliera con la suya, miró el rostro de su joven aliado y sintió un escalofrío de peligro recorrer su columna vertebral al verlo sonreír de manera astuta, le recordaba tanto a él mismo a su edad que no pudo evitar sonreír tentativamente en respuesta.
Andrómeda Black-Tonks no era una mujer que temiera a la muerte, ella fue criada en la estricta familia Black como una respetable mujer sangre pura bajo los estándares más rígidos que uno podría encontrar en el mundo mágico, criada por padres demasiado preocupados por con quién casarían a sus tres hijas y desapegados emocionalmente, por mucho tiempo ella misma fue fría pero estable como una roca, y tuvo que aprender solo observando las artes del duelo de varitas para sobresalir en un mundo dominado por hombres y tras escaparse con su esposo; una decisión de la que nunca se arrepintió, se permitió seguir estudiando para convertirse en una respetable y totalmente despiadada bruja de ley, entonces, desde luego que la muerte no era un temor que ella tuviera, sin embargo, no era la muerte o uno de ésos grandes señores del Wizengamot la que le estaba provocando cierto pavor, no, había destinos mucho peores que la muerte en éste mundo, y había un jovencito mucho más aterrador que esos hombres del tribunal, mucho más y ése joven era el que estaba sentado en silencio frente a ellos.
Andrómeda trataba de controlar su respiración y no ponerse en vergüenza, Ted simplemente permanecía en silencio, sus dedos estaban entrelazados sobre sus rodillas y miraba algún punto de la mesa de caoba que los separaba del Señor de la casa Black y en medio de ellos, en una silla unos centímetros más atrás estaba Nimphadora, con su ceño fruncido y la confusión escrita en todo su rostro.
—Creí haber dejado bastante en claro mi opinión sobre Dumbledore— comenzó a hablar, Harry ni siquiera levantaba la voz, una voz plana y desprovista de emociones —Imagínense mi sorpresa al saber que su hija, Nymphadora, le envió una carta al hombre hablándole del nuevo Lord Black— ignoró deliberadamente como el cabello de la joven metamorfomaga se hacía de un rojo brillante —No solo ha ido con el enemigo con secretos de la casa, sino que ahora tengo que lidiar con él cuando estaba perfectamente bien oculto en la sombras— un silencio tenso se levantó en la habitación —Su hija es una traidora— escupió, y por primera vez mostró algo de emoción, la repulsión y el desagrado estaba pintado en toda su voz y en el rostro.
Andrómeda se estremeció visiblemente ante la última palabra, Ted se movió inquieto, sin embargo, Nymphadora no pudo permanecer con la boca cerrada.
—¿Qué demonios? Albus Dumbledore es el mago mas grande de nuestro tiempo y...—
—Silencio— la magia de Harry se lanzó como un latigazo sobre la hija del matrimonio frente a él, obligándola a arrodillarse en el suelo mientras sus manos subían a su cuello arañando el lugar en busca de que el aire pasara hacia sus pulmones.
Harry ni siquiera había levantado la voz, no se había movido en absoluto, pero la magia crepitó en el aire como electricidad y luego se hizo visible como un humo negro y verdoso, rodeándolo no solo a él, sino también a Nymphadora.
—Dame una— murmuró Harry con voz seria —Dame una maldita razón por la que no debería despojarte de todo lo que te haga una Black, de tu magia, y que luego te tire a una fosa llena de inferis— sus ojos verdes brillaron con crueldad ante los estremecimientos de los padres y de la muchacha.
—Por que sé donde hay uno, y de verdad, las ganas de asesinarte son grandes— se inclinó un poco hacia adelante en su escritorio —Y no soy alguien que generalmente se prive de sus caprichos, Nimphadora— la magia oscura se extendía sobre el suelo, pegajosa y espesa como alquitrán, lenta pero seguramente se extendía hasta llegar a la metamorfomaga y apresarla en un sarcófago de magia y oscuridad que la asfixiaba.
—Solo una razón Nimphadora, dime una que valga la pena— su voz apenas se elevaba por encima del susurro —Y solo tal vez, te deje vivir— sentenció.
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