Creando Conexiones... rompiendo otras
Capítulo nueve: Creando conexiones... rompiendo otras.
''...Debemos aprender que no necesitamos perdonar y olvidar para seguir adelante.
Si no puedes, no lo hagas, aférrate a tu ira, porque ésa ira es la parte de tu cerebro que te ama, está ahí porque sabe que no te merecías la mierda que te sucedió.
Así que vives tu enojo, y aprendes de él porque nunca lo olvidas, pero aún así sigues adelante... no necesitas perdonar para ello...''
Sus pequeñas manos manos se movían con rapidez, su varita hacía intrincados movimientos mientras en el aire una deliciosa comida era preparada, los tristes ojos verdes de Lily Potter se detuvieron solo por un momento en el calendario pegado a la pared al lado de la alacena con un hechizo pegajoso, y el dolor apareció por unos interminables segundos en su rostro, hoy era el cumpleaños número catorce de Harry.
Habían pasado catorce años desde que ése pequeño monstruo se llevó su capacidad para concebir, él la dañó; desde adentro hacia afuera, la dejó tan dañada, ya no podría tener hijos y no podría criar nunca a uno propio ¡Era tan injusto! Había tenido tanto amor para dar, ella podía haberlo educado para que fuera un hombre de bien, y ahora no tenía nada, no tenía un hijo al cual cuidar y mimar, no tenía un matrimonio de cuento de hadas donde ella sería la esposa de un príncipe rico y madre de sus herederos, no tenía a sus padres con vida para ayudarla, no tenía nada, solo tenía una mentira cuidadosamente consgruida a su alrededor, y no podía ni siquiera regresar a su hogar hasta que el señor oscuro fuera detenido, lo cual era una maldita mierda.
Deseaba tanto volver a casa, Alemania no se parecía en nada a la Gran Bretaña, ni siquiera podía salir de la maldita casa, estaban destinados a permanecer dentro hasta que la amenaza del Señor Oscuro sea erradicada y era solo una torpe joven de pelo rosa quien les traía lo que necesitaban del exterior. Hace meses que Dumbledore no los visitaba, antes iba a la casa cada dos semanas, les contaba sobre los sucesos que ocurrían en su hogar, desde el comienzo del verano no recibían ninguna noticia, lo único que sabían era que Sirius estaba deambulando en algun lugar fuera de Azkaban donde lo había dejado, ella solo quería que todo volviera a ser como antes... como antes de que Harry existiera, fue él quien había arruinado toda su existencia.
Él era el niño maldito de la profecía, si no fuese por él, por su nacimiento maldito no estarían donde están ahora, no habría odio, traiciones, mentiras en su matrimonio.
No era la vida perfectamente normal que quería.
Estaba desconsolada.
Ignoró los sonidos provenientes detrás suyo y siguió preparando el desayuno en silencio, de vez en cuando su mirada se desviaba al calendario con la fecha maldita, o a su anillo de bodas, pero el vacío que sentía en su interior no parecía calmarse, desde hace una década que no había nada que pudiese sanar su corazón roto.
-Buenos días- se escuchó el saludo de esposo, oyó el sonido de la silla arrastrarse antes de que tomara asiento y ella giró, una taza de té levitando hacia el hombre.
-Hola- saludó la pelirroja en un murmullo, desde hace tanto tiempo que todo en aquella casa se sentía tan frío.
Tan muerto.
Sus ojos verdes cruzaron con los avellanas de su marido, y no había nada, no había un amor perdido entre ellos, solo una pesada y contínua rutina, había desapego emocional por parte de ambos pero aún así permanecían juntos porque ninguno tenía el valor para apartarse y alejarse, ya no podían, perdieron ésa opción hace mucho, lo hicieron cuando decidieron huir y en ése entonces no pudieron dimensionar el impacto que el huir de sus problemas tendría, creyéndose tontamente que su amor sería suficiente para afrontarlo todo, que si no podrían cuidar a Harry podrían tener otros hijos y jugar a la casita ignorando que su hijo mayor estaba luchando por su vida, siendo objetivo del mayor señor oscuro de la historia.
Estaban tan equivocados, su vientre se marchitó tras el nacimiento de Harry y jamás lo perdonaría por ello, se había llevado toda su capacidad de engendrar y la dejó vacía, todo lo que tenía para dar, todo el amor que tenía para sus hijos... nunca podría entregarlo, ni siquiera a Harry, él era solo un extraño y por más que Dumbledore siempre les dijera que él los amaba y que estaría encantado de tener a sus padres una vez que termine la guerra, no se creía capaz de dejar atrás todo ése despecho.
Ella nunca podría perdonar. Y sabía que James tampoco.
Harry había sido un milagro en sí mismo, el niño de la profecía, el único heredero de grandes familias... era el bebé perfecto cuando nació.
Lo odiaba tanto.
-Catorce años- murmuró James por lo bajo, los ojos verdes se enfocaron en el- Nuestro hijo hoy cumple catorce años y llevo al menos una década arrepintiéndome de anteponer tu vida a la suya- la mirada cansada del hombre se centró en ella y la mujer se negó a removerse incómoda bajo la intensidad de los ojos de su marido. Habían tenido ésta conversación cientos de veces y siempre terminaba de la misma manera, estaba cansada, ya no dolía como antes; apenas era un dolor sordo en su pecho aquellas palabras que en un principio dolían como mil cuchillas atravesando su corazón, ya nada importaba.
-Nunca pedí ésto- dijo con la mandíbula apretada la mujer y James tuvo la audacia de reír amargamente.
-No, no lo hiciste. Pero tampoco te negaste- dio un sorbo de su té una vez más -Tal vez por éso fuiste castigada de ésa manera- dijo en un suave tono conversacional, era la primera vez en meses que hablaban tanto el uno con el otro y ya empezaba a irritar a Lily -Ya sabes, una madre que está tan dispuesta a dejar a su hijo a su suerte, tal vez no merecías llamarte a ti misma de ésa manera por eso no pudiste concebir más- y James sonrió con burla cuando varios vasos de vidrio explotaron en millones de pequeños cristales a causa de la magia alterada de Lily, lo malo de estar juntos tanto tiempo era que sabían de las debilidades del otro, aunque ya no le sorprendía que James la atacara, los últimos años fue un verdadero bastardo -¿Una fibra sensible, eh?- preguntó y la pelirroja solo se levantó de la silla logrando apenas que ésta no cayera mientras se marchaba.
-Yo no fui la única que huyó ése día, James, tú también lo hiciste y eras su padre- dijo en la puerta de la cocina, sus ojos eran duros y fríos, su mandíbula tensa y las venas sobresalían de su cuello en un claro signo de enojo.
-Lo sé, no hay día en que no me arrepienta de ello, estaba demasiado encandilado con nuestro matrimonio para ver la clase de monstruo que eras... ¿De qué otra manera te llamaría cuando ofreciste a tus propios padres como cerdos para el matadero?-
El día había sido mucho más sombrío después de éso para el matrimonio de los Potter.
-Nada- susurró la voz quebrada de Andrómeda, del otro lado de la habitación, incapaz de moverse del lugar donde estaba debido a los hechizos, Nymphadora fruncía el ceño mientras trataba de hacer algo, cualquier cosa para poder soltarse, sin embargo la mirada llorosa y horrorizada de su padre la congeló en su lugar y no pudo continuar en sus esfuerzos por escapar, su padre, su adorado padre la miraba como si no la reconociera, como si fuera una especie de monstruo.
-Como pueden ver, no existe ninguna poción, ningún hechizo, encanto, maldición o conjuro que fuese lanzado sobre su hija- murmuró Harry, su ceño fruncido mientras miraba con intensidad a la mujer más joven, siempre pensó que tal vez fue manipulada a través de la magia, pero la realidad fue mucho peor -Ella estuvo con ustedes, a su lado, mientras les mostraba en el pensadero todo lo que Dumbledore había hecho, y sin embargo sigue sin querer apartarse de él- un escalofrío recorrió a la joven mujer mientras miraba con sus enormes ojos suplicantes a su padre, Ed por otro lado solo podía ver horrorizado hacía su hija, toda esa devoción ¿Cómo pudo Dumbledore haber influenciado tanto a su hija? ¿Cómo no pudieron verlo hasta ahora?
Se estremeció al solo recordar todas ésas horribles escenas que aparecieron en el pensadero, que una persona pudiera ser capaz de realizar tales actos morbosos y que nadie haya sospechado, que sea ése monstruo quien es responsable de la educación de todos los niños de mundo mágico... Ed volvió a estremercese, lleno de náuseas y un sudor frío que recorría su pálida piel mientras miraba a su hija y no la reconocía, no reconocía ésa locura en sus ojos, esa devoción desquiciada.
Parecía que Nymphadora tenía mucho más sangre Black que cualquiera si era capaz de engendrar toda ésa locura.
-Tú no eres mi hija- salió el susurro de los labios del hombre.
La habitación quedó en un silencio sepulcral, la temperatura bajó y Andrómeda dio un chillido bajo; como si de un animal herido se tratase, Harry miró con ojos inquisitivos a la familia delante suyo, ciertamente no había esperado éste giro de los acontecimientos, estaba casi seguro de que Nymphadora estaba bajo los efectos de una o dos compulsiones, si lo estaba al menos podría ser indulgente acerca de su traición, pero ahora... sus ojos verdes se enfocaron en Andrómeda y ella se veía igual de horrorizada que su esposo, pero también había una pesada resignación en sus ojos; dispuesta a cualquier castigo que el Señor de su casa imponga, y Harry podría sentir un atisbo de pena por ella, pero solo porque que su única hija resultó ser una gran decepción.
-Tienen una hora para despedirse- la voz de Harry llenó el silencio de la habitación y los chillidos de la metamorfomago se hicieron más fuertes y desesperados; demasiado parecidos a los de su tía más loca en azkaban, y una vez más, comenzó con sus esfuerzos para liberarse -Si desean irse luego de ello, pueden hacerlo, lo más que se merecen es descansar-
Ambos esposos se miraron, la mujer se mordía los labios con fuerza y el hombre tenía un aire resignado y cansado sobre él, cuando aceptaron volver a ser parte de la familia Black lo habían hecho sabiendo cada una de las consecuencias, pero jamás pensaron que su propia hija desataría aquellas consecuencias.
La noble familia Black no era conocida por ser negligente y por perdonar las fallas, mucho menos a sus propios hijos, y la traición se pagaba con la muerte.
-Mi señor- imploró Andrómeda, sus lágrimas ya cayendo sin control por sus mejillas, Harry la miró; su rostro plano, incapaz de sentir empatía, no le gustaban los traidores, había sido traicionado demasiadas veces en su corta vida y no lo permitiría una vez más, no, el era incapaz de perdonar cualquier tipo de traición-¿Hay algún otro modo? ¿Una última oportunidad?- rogó la mujer, casi al borde de arrodillarse frente al adolescente de pie en medio de la habitación.
Durante unos segundos reinó el silencio, ni siquiera Nympadora hizo un solo ruido, Harry miró a Andrómeda con unos inusualmente expresivos ojos, del mismo color que la maldición asesina, y luego pasó a la joven auror y también la estudió durante unos segundos antes de simplemente negar con la cabeza, como si no le sorprendiera lo que vio.
-¿Lo hay?- preguntó Harry a su vez -¿Puedes asegurar que Nymphadora no volverá a traicionar a su familia en favor de Dumbledore? ¿Puedes asegurar que ella no se volverá un monstruo manejado por ése hombre, sin voz ni voluntad? ¿Puedes asegurarme éso y tomar la responsabilidad con tu vida?- terminó Harry y Andrómeda tragó grueso y desvió la mirada, ella no volvió a pedir misericordia, pero tenía que haber intentarlo por lo menos una vez, era su hija la que estaba a punto de morir, como madre debía intentarlo. Pero Dora se había buscado todo ésto y ella ya no podía ayudarla, no desde que ayudó a Dumbledore, su hija, su preciosa hija a la que crió con las mismas enseñanzas con las que ella misma creció, quien también recibió una enseñanza más suave y enfatizando una buena moral por parte de su esposo; había ayudado con innumerables crímenes a Dumbledore desde que prácticamente era un aprendiz de auror.
-Yo...- comenzó Andrómeda, pero Ted simplemente negó con la cabeza.
-No podemos prometer nada, ella... ella ya eligió su camino y lo que la vimos hacer- un estremecimiento nuevo sacudió su cuerpo -Ella ya no va a cambiar, lo que sea que hizo Dumbledore con ella, es para siempre- Nymphadora abrió enormemente los ojos, había creído que su padre la salvaría, sin embargo solo encontró el rechazo en su tono, desagrado total, y trató con aún más ganas de deshacerse de las ataduras y buscó cualquier forma de escape.
-Ella ya no es nuestra niña- susurro Ted con dolor y horror entremezclados en su tono.
Harry asintió, un poco sorprendido de la actitud de Ted, pero en parte no, él vivió por mucho tiempo de manera muggle; crímenes que apenas obtienen más que una palmadita en la muñeca para los magos, era un crimen capital para los muggles, sobre todo si involucraba a niños, sobre todo si su hija estaba involucrada en ellos. Ted ante todo, era un buen hombre. Dio una última mirada antes de caminar hacia la entrada de la habitación para marcharse.
-Las ventanas están selladas, la chimenea tiene el flú cerrado y solo yo conozco la contraseña, éste lugar posiblemente contiene más protecciones que Gringotts, la puerta también permanecerá sellada... tienen una hora, úsenla sabiamente- con un último asentimiento cerró la puerta tras él, dio un supiro mientras se apoyaba por la pared del pasillo, dudando de si realmente estaba haciendo lo correcto.
-Éso se vio bastante cansador- la voz de Tom... no, la voz de Cadmus, resonó en el silencioso pasillo, Harry ni siquiera se molestó en fingir sorpresa.
-Me hace sentir como si hubiese llegado tarde- menciona el menor, Tom se acerca uno pasos a él, su mano cayendo sobre su hombro de forma suave y su rostro algo contrariado e incómodo.
-Incluso si lo hubieses descubierto en tu primer año, no podrías haber hecho nada, todo ésto pasó antes que tú siquiera estés en Hogwarts, lo único que puedes hacer ahora es controlar los daños- hubo un breve silencio -Sé que verás ésto objetivamente Harry, los ves como recursos humanos, pero aún queda una parte de ti que siente culpa por desecharlos fácilmente- vio al joven asentir con cansancio -Tú me habías dicho que ella se casaba con el lobo, y que ella sabía, durante todo ése tiempo dónde estaban tus padres, dejó que tu padrino honorario se jugara la vida buscando alianzas con hombres lobos salvajes mientras sus misiones solo eran visitar a los Potter y llevarles comida a su mansión- el cuerpo bajo las manos de Tom poco a poco iba ganando tensión y los ojos bicolores del antiguo señor oscuro se conectaron con los del Señor de la Muerte. -No eres menos persona por buscar venganza, Harry- murmura en voz baja, la mano de Tom sube a la mejilla de Harry y con delicadeza deja una fantasmal caricia -A veces, el mundo no necesita un héroe. A veces, lo que necesita es un monstruo- Harry le dio una sonrisa triste mientras daba un suave apretón a su mano.
-Gracias Tom- poco a poco se separaron, y juntos comenzaron su camino hacia el salón de baile donde Petunia estaba ultimando los detalles del baile en honor a su cumpleaños -Realmente lo necesitaba- susurró.
-Supongo que para éso está la familia- fue la desdeñosa respuesta del mayor, que por supuesto no estaba avergonzado, la sonrisa de Harry se hizo aún más grande, pero no dijeron nada más, no lo necesitaban.
La rama secundaria de la familia Black tuvo que retirarse de la fiesta debido a una urgencia familiar, aunque todos los residentes de la ancestral casa Black sabían cuál era ésa urgencia; las invitaciones habían sido hechas con un hechizo de secreto; utilizado antiguamente por nobles sangre que heredaban su señoría temprano y no deseaban que enemigos de su casa supieran quiénes eran, Petunia había previsto todo ello porque no solo había enviado invitaciones a aquellos ''cercanos'' a la familia, como el Ministro Cornelius Fudge, la familia Malfoy y Severus Snape, sino también a los Lovegood, los Bones y los Longbotton; a petición de Harry éstos últimos, sin embargo, Augusta, como la perra maldita que era, se negó a estar asociada con una casa oscura por lo que ni siquiera se molestó en intentar leer la carta, fue Neville, quien actuando como un verdadero heredero sangre pura, se disculpó por su abuela y por él debido a que no podrían asistir debido ''percances familiares'', Petunia había enviado otra carta a su vez, agradeciendo por haberse tomado la amabilidad de enviar una respuesta. Harry, un poco decepcionado entendía que Neville aún dependía mucho de su abuela por lo que no se lo tomó como una ofensa directa, él le envió una carta firmada con su nombre por el cumpleaños del joven heredero y de relago le envió también una rara planta carnívora que se alimentaba principalmente de Bowtruckles; aunque la planta no se negaría al placer de un hada o dos, lo bueno era que solo necesitaba alimentarse una vez al mes, por lo que Nev podría tener su planta y a la vez un enjambre de Bowtruckles para cuidar.
La fiesta había comenzado y los Malfoy habían sido los primeros en llegar; a pesar de la obvia advertencia de sus padres, Harry aún disfrutó del rostro demasiado expresivo de Draco, nunca era un mal día para joder a los Malfoy, sin embargo, había decidido que con ésta nueva oportunidad le daría el beneficio de la duda a aquellos en los que nunca pensó en confiar antes y éso era lo que haría.
Admite que se llevó una grata sorpresa con Narcissa, la mujer sin duda era inteligente, decidida a ocultarse en la sombra de su marido observándolo todo para después usarlo a su favor, siendo una de las principales Damas de sociedad, tenía un poder desconocido para los hombres, había potencial allí, conversando casualmente en una reunión para el té con las demás Damas, y éstas a su vez susurrando en los oídos de sus esposos, Narcissa lo sabía, y notaba que Harry también, se sintió bien ser reconocida por alguien.
Lucius muy a su pesar, era un excelente hombre de negocios y un gran mago de Ley y, aunque nunca había obtenido aquél título, era tan bueno como uno que lo tenía y era inteligente, tal vez podría ser de gran ayuda a su causa, aunque solo el tiempo lo diría, cuando el momento de hablar con Draco llegó, Harry lo miró curioso, un silencio incómodo se alargó por casi cinco minutos en el que los ojos plateados lo estudiaron con inusual atención.
-Has cambiado- fue lo primero que dijo -Y mi padre me explicó sus intenciones de unir nuestras familias en una alianza- Draco estaba serio, y era tan raro ver cualquier expresión que fuera burla en el niño, o la preocupación de su yo más adulto en su anterior más joven, era refrescante, podía darse cuenta de que en realidad nunca lo conoció, no se dio cuenta de que nunca tuvieron una oportunidad.
-No me agradas- declaró contundentemente, Harry alzó las cejas sorprendido, pero el rubio continuó mirándolo de maneria seria -Sobre todo porque a los once años rechazaste mi mano, insultando mi casa y ahora vienes, en busca de una alianza- entrecerró los ojos con sospecha y Harry levantó la mano, como si estuviera en clases, interrumpiendo al otro chico.
-Umm, sí, lo siento por éso, nunca tuve contacto con el mundo mágico antes así que no sabía realmente lo que significaba rechazar tu mano- Harry desvió la mirada algo avergonzado y Draco parpadeó, resopló con fuerza antes de negar con la cabeza.
-Sabes, tenía un discurso realmente genial y tu simplemente vas y lo conviertes en cenizas con ésa disculpa- El rubio rodó los ojos -Sin embargo, dado a ésta alianza en ciernes, propongo que quizás nos permitiéramos conocernos- los ojos del Malfoy menor brillaron brevemente en azul, o quizás fuera un efecto de luz, quien sabe, pero sus siguientes palabras causaron una fuerte impresión en Harry -De alguna manera algo se acerca, y no será bueno para nadie- murmuró cohibido, revelando uno de sus más grandes secretos.
Asombrado, pero con un rostro cuidadosamente pensativo, Harry levantó la mano -Lord Harry Potter- se presentó, sin mencionar sobre lo ocurrido y Draco agradeció éso, tomando su mano para estrecharla.
-Heredero Draco Malfoy, bien conocido, Lord Potter- respondió el rubio, Harry sonrió con suavidad.
-Bien conocido- las manos se soltaron y Harry miró con curiosidad al rubio -Es una habilidad muy preciosa aquella que tienes- comentó casualmente, ignorando deliberadamente la tensión del rubio -Se de alguien que te ayudaría mucho a ser capaz de controlarlo, eres poderoso por derecho propio, Draco, ésa habilidad solo te hace aún más- observó la confusión y el asombro en los ojos plateados antes de notar que otros invitados se acercaban a él -Lastimosamente debo de atender a los demás invitados, espera una carta mía, Draco, ten por seguro que no revelaré nada- un último asentimiento en dirección del heredero Malfoy, y avanzó hacia el Ministro Fudge y una incómoda Madame Bones, quien había venido sola ya que Susan estaba fuera del país con su amiga Hanna, razón por la cual había sido secuestrada como compañía del Ministro; y con su mejor sonrisa de prensa se acercó a ellos.
-Señor Ministro, Madame Bones- saludó a ambos -Me alegra que hayan podido venir-
-¡Disparates! No podríamos faltar Lord Potter- Cornelius sonrió con arrogancia, después de todo fue uno de los pocos que había sido invitado a la fiesta.
-Me alegra oír éso señor, desde nuestra última reunión ha pasado mucho, mi familia pasó por mucho en éstas semanas pero siempre lo tuve presente en mi mente- le regaló una sonrisa encantadora -Después de todo fue usted quien recomendó a Lord Malfoy como maestro de mi adorada tía, no he recibido más que alabanzas sobre las enseñanzas del hombre- soltó unas risitas, Madame Bones permanecía en silencio sin interrumpir, pero su mirada analítica no dejaba a Harry y parecía archivar cada pedazo nuevo de información para después.
-No hay nadie que sepa de Leyes más que él, es un hombre inteligente- estuvo de acuerdo el hombrecito -Tuve el placer de conocer a su tía hace unos momento, parece prosperar en éste nuevo mundo tal como lo hace usted bajo sus nuevas responsabilidades- comentó casual, y Harry debía admitir que el hombre no era un político por nada si podía utilizar aquél tipo de artimañas para conseguir información. Sonrió, casi inocentemente como para restarle importancia a la bomba que estaba a punto de soltar.
-Lo hace, ella y mi primo se están empapando de enseñanzas con las que debieron crecer y por culpa de... cierto director negligente no pudieron- frunció levemente el ceño -Pero ambos están en sus mejores condiciones para afontar al Wizengamot en septiembre- asintió para sí mismo, demostrando un poco del orgullo que sentía por sus familiares.
-Sí, me imagino que ella actuará como su proxy mientras asiste a Hogwarts- continuó Cornelius, tratando con uñas y dientes de conseguir alguna información, algo sobre qué esperar a partir de ahora.
-Oh, no. Como actual Lady Lestrange y como Matriarca del Clan Scáthach tiene suficiente en su plato, ella se está preparando solo para asumir su lugar en ambas casas- dijo con seriedad pero su tono de voz aún era ligero -No, mi proxy sería mi hermano- dijo seguridad. Y en ése momento, antes de que nadie pudiera decir nada, Tom se acercó, habiendo escuchado de cerca la conversación pero pasando desapercibido, sin duda sus maneras dramáticas no lo habían dejado.
-Ministro, Madame, déjenme presentarles a Cadmus Marvolo Peverell, pocos días después de recibir mi señorío, me propuse la tarea de buscar a los más allegados a la familia, por lo que la anterior familia Tonks fue reabsorbida a la familia Black, aunque debido a una emergencia en casa tuvieron que retirarse antes; una lástima, ése también fue el motivo por lo que los Malfoy también fueron invitados, debido a Narcissa y al excelente trabajo de Lord Malfoy como tutor, Cadmus aquí, apareció como un primo lejano, varias veces removido, hijo de una larga línea de squibs ¡El primero en su línea en poseer núcleo en casi siete generaciones!- cantó alabanzas al joven hombre parado a su lago, quien solo les sonrió tímidamente mientras los saludaba.
-Durante un mes hablamos y nos conocimos, es un prodigio autodidacta de la magia, aunque no tuvo la posibilidad de asistir a una escuela de magia, lo compensó con una gran biblioteca y muchas ganas de superar, ya hizo sus timos y obtuvo Extraordinario en todos las materias, planea tomar sus éxtasis a mitad de agosto- Harry hablaba felizmente, sin detenerse ni un solo momento para respirar, sin embargo, Tom... o Cadmus, puso una mano en su hombro intentando tranquilizarlo.
-Harry- Amonestó de manera cariñosa -Fue una verdadera sorpresa conocer a Harry- ésta vez habló para los invitados, una mirada suave se posó en el mayor cuando dijo su nombre -Teniamos mucho en común y nuestras magias tiraban una de la otra a pesar del férreo control que ambos teníamos, creo que simplemente estaba destinado a pasar- su gran mano revolvió los cabellos de Harry quien soltó un par de risitas.
-Durante mucho tiempo estuve solo con mis libros, Harry fue un soplo de vida para mí- dijo, y los demás notaron la especie de broma interna entre ellos debido a la mirada divertida que compartieron -Enterarnos que la magia nos bendijo con un vínculo de hermanos fue sorprendente y a la vez no, ambos siempre quisimos hermanos, de nuevo, era algo que tarde o temprano sucedería. Sin darme cuenta fui dejándome llevar y siendo aceptado por la hermosa familia de Harry-
-Nuestra familia- corrigió el chico y Cadmus sonrió, todo suave y esponjoso aunque jamás lo admitiría.
-Nuestra familia, sí. Y es por éso mismo que estoy ayudando a Harry con sus responsabilidades hasta que pueda tomar el mando por sí mismo cuando salga de Hogwarts- ambos políticos evaluaron en silencio al par de magos antes de que Cornelius pareciera dar un asentimiento de aprobación.
-Me parece noble de su parte, joven Cadmus- por primera vez fue Amelia quién habló -Es agradable ver que alguien que creíamos apartado de nuestra cultura y sin ningún apoyo familiar esté prosperando en nuestro mundo y agrandado su familia, Lord Potter, estoy feliz por usted-su voz sonó mucho más suave ante lo último y Harry le sonrió.
-La pequeña familia que estoy creando es la mejor que pude tener- respondió Harry.
-Estoy seguro de que sus padres estarían muy orgullosos de usted- mencionó ésta vez Fudge y los músculos se tensaron bajo la mano de Tom en el hombro de Harry, sin embargo, su sonrisa jamás flaqueó, es más, fingió una más melancólica, casi conmovida por las palabras del hombre mayor.
-Esa horrible noche hace trece años mis padres murieron por mí, no lo hicieron para ser los héroes del mundo mágico, fueron solo personas que hiceron todo lo posible por salvar a su hijo, y estoy agradecido por ello, su memoria siempre vivirá en nuestros corazones, pero sé que se sacrificaron por mí.. para mi fueron mis salvadores- murmuró, pero aún así fue escuchado por los tres adultos a su alrededor -En donde sea que estén ahora espero que estén mejor de lo que estuvieron en vida, y que sepan que jamás los olvidaré y los dejaré de amar- Amelia ahora se veía tan conmovida y Cornelius asentía como si estuviera de acuerdo, sin embargo solo Cadmus pareció reconocer la amenaza latente en esa simple declaración.
Harry no olvida, nunca lo hace, y jamás olvidará la razón principal por la que volvió. Su venganza, una venganza aprobada por la mismísima Muerte, su familia no tenía nada que decir de ello, no podían cuando ellos mismos querían tomar cartas en el asunto, pero ésta era la batalla de Harry y ellos solo estarían a su lado, apoyándolo.
La fiesta continuó, y Harry vagó de invitado a invitado como una pequeña mariposa social, aunque sus palabras eran dignas de una serpiente. Engatuzando a todos a su alrededor, ofreciendo alagos y cumplidos y los tontos ofreciendo favores que no olvidará a cambio.
Era una vista impresionante, se dijo Severus mientras lo obserbaba desde una esquina solitaria, ese hombre en el cuerpo de un niño estaba manejando a grandes políticos y Lores de sus Casas como si fueran un montón de mocosos.
-Te noto muy concentrado, Severus- la melodiosa voz de Cadmus llegó al hombre de negro, sobresaltándolo.
-Cadmus- saludó con rigidez, aún le parecía asombroso poder llamar por su nombre al Señor Oscuro.
-He visto la misma mirada que le das a Harry antes, Severus- murmuró el Peverell y el pocionista arqueó una ceja. Cadmus sonrió.
-Le das la misma mirada que cuando encuentras una poción o un hechizo interesante, uno que realmente deseas aprender- sus ojos se vuelven más analíticos - Dime Severus, ¿Qué tanto deseas de Harry?-
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