Introducción
T1 : E0 —— Pequeña Osa
❛ O la historia de Ursula de la Nación del Fuego . . . ❜
CAPÍTULO 0
Se le da un nombre similar al de su madre.
Princesa Ursula
La princesa Ursa se deja caer en su cama y extiende sus brazos en dirección al bulto envuelto en mantas rojas que las parteras se apresuran para entregarle.
— Oh, mi dulce niña — murmura la mujer, apretándola contra su pecho y mirando la puerta en espera de su esposo.
La proclaman heredera y su destino queda sellado.
La nueva integrante de la familia no se parece a su madre, al menos no del todo. Donde su madre tiene ojos dorados, ella los tiene ámbar. Donde su madre es suave, ella es exigente.
La corte y el pueblo se regocijan, lanzan fuegos artificiales en su honor.
Y el príncipe sigue su ejemplo.
— Oh. — Ozai deja salir una pequeña respiración que delata a Ursa su sorpresa —. Es una niña — dice, tomándola en brazos y mirando su pequeña cara. — Y se parece a ti.
Parece maravillado con esa pequeña peculiaridad, y entonces padre e hija se miran por primera vez. Ámbar contra ámbar. Parecen haber sido tallados de la misma piedra.
Murmura que será una prodigio del Fuego Control y su esposa se encoge a su lado.
La corte murmura acerca de una joven que no quería desposar al príncipe. Cuentan historias acerca de una madre y un padre que sostenían a su bebé en todo momento y acariciaban su pelo oscuro como la noche. La princesa Ursa ama a su hija de un año y siente lo mismo por su recién nacido hijo varón, Zuko.
También llega a amar a Azula, que se parece físicamente más a Ozai de lo que Ursula alguna vez pudo.
Pero el príncipe tiene preferencias en cuanto a amor se refiere.
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Ursula mira a su hermana jugando con sus amigas en el patio. Están dando volteretas. Rápidamente deja de mirar en esa dirección cuando se percata de que Azula la ha visto mirando y sigue caminando junto a su madre y hermano.
Y antes de que pueda procesarlo, su hermana menor se encuentra parada frente a ellos con una sonrisa inocente que Ursula sabe que es falsa. Zuko también lo sabe.
—Mamá, ¿puedes hacer que Zuko juegue con nosotras? —pregunta Azula, poniendo ojos de cachorro. — Necesitamos equipos iguales para jugar un juego.
—No voy a dar volteretas —le dice Zuko inmediatamente después.
—No tendrás que hacerlo, dar volteretas no es un juego, Dum-dum —le explica Azula.
—Me da igual. No quiero jugar contigo —insiste Zuko.
—Somos hermanos, es importante que pasemos tiempo juntos, ¿no te parece mamá? —pregunta Azula, dulcemente.
Las palabras de su hermana le arden a Ursula. Ella también podía jugar, así que... ¿por qué no la invitaban nunca? Frunce el ceño.
Su madre suspira antes de hablar.
—Sí, cariño, creo que es una buena idea jugar con tu hermano. Además, Ursula te estará esperando aquí. Vamos, sólo un ratito. — Ursa, frota el pelo de Zuko en forma de consolación y lo envía a jugar con Azula con un ligero apretón en el hombro.
Una chispa de envidia se enciende en el corazón de Ursula, pero fuerza una sonrisa en su rostro cuando su madre voltea a verla. Ambas continúan caminando en dirección al palacio en silencio.
— ¿Por qué solo juegan con Zuko? — le pregunta Ursula en voz baja.
La pregunta claramente desconcierta a su madre. — ¿Qué?
— Azula nunca me invita a jugar, sé que prefieren a Zuko, pero... yo también podría jugar — la tristeza se cuela en su voz antes de que pueda hacer algo para disimularlo —. Si tan solo me pudieran incluir.
Ursa se detiene, observando el rostro de su hija mayor con una mezcla de sorpresa y pesar. Sus ojos, de un dorado similar al de Azula, reflejan la comprensión de que hay un dolor en el corazón de Ursula que necesita ser abordado.
— Ursula, cariño, estoy segura de que Azula no prefiere a Zuko.
Ursula asiente, aunque la sensación de exclusión aún persiste. No quiere parecer celosa de Zuko, pero el anhelo de ser parte de las risas y juegos de su hermana es innegable.
— Además, tú y Azula tienen intereses distintos. Ella disfruta de los juegos más activos, y tú... bueno, a veces prefieres otras cosas.
Ursula baja la mirada, sintiendo que su madre tiene razón. Azula prefiere jugar con Mai y Ty Lee mientras que Zuko y ella se mantienen cerca de su madre.
— Pero si hay algo específico que te gustaría hacer con Azula, podríamos hablar con ella. Tal vez solo no se ha dado cuenta de que te encantaría unirte.
Ursula asiente tímidamente. La idea de expresar sus sentimientos directamente parece abrumadora, pero también es reconfortante saber que su madre está dispuesta a ayudar.
— Gracias, mamá. Lo intentaré.
Ursa le sonríe y le da un beso en la frente antes de continuar caminando hacia el palacio. En cuanto cruzan las puertas, un sirviente le entrega a su madre un rollo de pergamino, el cual resulta contener noticias de su tío Iroh así que ambas emprenden el camino de vuelta al patio para decirles a Azula y a Zuko.
Cuando salen del palacio, ambas ven a Zuko caminando hacia ellas.
—Venía a buscarte, el tío Iroh nos ha enviado una carta desde el frente de guerra... — le dice Ursa mientras Zuko salía al patio. — Estás empapado.
—Las chicas están locas —exclama Zuko, mientras pasa junto a ella.
—Azula, ¿qué hiciste? —pregunta Ursa.
—¡Nada! —Contesta Azula.
Ursula rueda los ojos y corre detrás de Zuko.
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La princesa Ursula florece bajo las atenciones de sus padres, ajena al favoritismo que Ursa y Ozai tienen con sus otros hijos. Pero aún así deja que una lágrima resbale por su mejilla cuando escucha que Lu Ten murió en Ba Sing Se.
Azula susurra cosas crueles.
— Papá te va a matar, realmente lo va a hacer — le dice a Zuko con una sonrisa y luego mira a Ursula. — Deberías darle las gracias a papá de rodillas por perdonarte a ti la vida.
La cara de Ursula enrojece y se da la vuelta para ocultar sus lágrimas.
Zuko no le cree a su hermana menor y se lo hace saber a Ursula en un susurro.
— Azula siempre miente.
Pero Ursula no está convencida y sus sospechas terminan siendo ciertas cuando su madre entra en la habitación en medio de la noche.
— Mamá— murmura ella con los ojos entrecerrados por el sueño.
— Ursula — dice su madre con un tono lastimero. — Todo va a estar bien. Protege a Zuko, incluso si toma malas decisiones, incluso si te hace enojar. — Su mano acaricia por última vez el cabello de su hija mayor. — Te amo, dulce niña.
La túnica de Ursa ondea en la oscuridad mientras sale de la habitación.
A la mañana siguiente, la noticia de la desaparición de la princesa Ursa circula por todo el palacio. Ursula se despierta con un nudo en el estómago, una sensación de pérdida que la envuelve antes de que siquiera comprenda completamente la magnitud de lo sucedido.
Zuko también está en la habitación, con los ojos enrojecidos y la expresión hundida. Azula, en cambio, parece imperturbable, como si la desaparición de su madre no fuera más que un inconveniente menor en su vida.
— Ursula, ¿crees que papá la lastimó? — pregunta Zuko, su voz temblorosa.
Ursula, con la certeza dolorosa de la verdad en su corazón, asiente lentamente. Juntos, los dos hermanos enfrentan una realidad desgarradora, y aunque Zuko y Ursula compartan la tristeza, Azula parece ajena a la emoción humana.
A lo largo de los días, el palacio se llena de susurros y miradas furtivas. Ozai, ahora más poderoso que nunca, gobierna con un puño de hierro. Las lealtades cambian, y Ursula se encuentra en una posición difícil, tratando de proteger a Zuko de los comentarios crueles de su propio padre.
Las palabras de Ursa resuenan en su mente, recordándole su deber de proteger a su hermano incluso cuando las decisiones de este la pongan a prueba. Ursula se convierte en la voz de la razón para Zuko, una aliada en medio de la creciente oscuridad que envuelve al palacio.
Y así, mientras la princesa Ursula enfrenta la incertidumbre del futuro, se aferra a las palabras de su madre, dispuesta a ser el sostén de su hermano.
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Ursula aprieta el hombro de su hermano y le da una pequeña sonrisa antes de dejarlo entrar a la arena.
El Agni Kai está por comenzar, y mientras Ursula se situa entre Iroh y Azula, jadea horrorizada al darse cuenta de que Zuko no se enfrentaría al viejo general que desafió en la junta de guerra, sino a su padre. ¿Cómo podría Zuko vencer al poderoso Señor del Fuego?
—¡Por favor, padre, yo sólo quería lo mejor para la Nación del Fuego! — suplica Zuko, arrodillado y con lágrimas escurriendo por su rostro —. Siento haber hablado fuera de lugar.
—Lucharás por tu honor —le indica su padre.
—No quise faltarte el respeto. Soy tu hijo leal — insiste Zuko, cada vez más desesperado.
—¡Levántate y lucha, Príncipe Zuko! —Ruge Ozai.
—No pelearé contigo —dice Zuko.
—Aprenderás respeto, y el sufrimiento será tu maestro —le declara Ozai, mientras Zuko le mira con la cara manchada de lágrimas.
— ¡No! — grita Ursula, mientras Ozai levanta la mano.
Está a punto de correr hacia la arena para detener a su padre, pero Iroh la retiene en sus brazos, llevándole la cara a su pecho mientras escuchan el grito desgarrador de Zuko y el inconfundible sonido de una llamarada de fuego. Cuando Ursula vuelve a levantar la vista, con las lágrimas aún cayendo de su rostro, puede ver a la gente llevándose a Zuko en una camilla.
Ursula no puede soportar la impotencia que siente mientras ve a Zuko ser arrastrado lejos, su rostro marcado por la derrota y el dolor. Las palabras de Iroh a su lado no logran consolarla completamente, pero la firmeza en sus ojos le indica que aún hay esperanza.
— Él necesita tiempo para sanar, princesa Ursula. Y nosotros debemos estar allí para él cuando lo haga —dice Iroh con una voz serena pero cargada de determinación.
Azula, en cambio, observa la escena con una mirada fría y calculadora. No muestra ni un ápice de empatía por su hermano derrotado.
Los días que siguen son sombríos.
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La princesa de ojos ambarinos exige cosas innombrables a su padre.
— Déjame acompañarlo en el exilio—, suplica la princesa al Señor del Fuego mientras Zuko sigue inconsciente. —Dejaremos la Nación del Fuego y no volveremos.
Si la furia fuera un hombre, sería Ozai en este momento.
—¿Entiendes lo que pides, Ursula? —El Señor del Fuego pregunta, la voz tan similar a un gruñido que su propia hija se encoge en su sitio. —Eres la heredera.
La princesa se niega a escucharlo.
— Entonces vete con la desgracia de tu hermano —gruñe el Señor del Fuego, agarrando la cara de Ursula con sus dos manos para poder verla a los ojos. Ursula lo mira entonces con sus grandes ojos ambarinos y Ozai ve el reflejo de su alguna vez esposa en ellos. —Vete y deja tu corona, Ursa.
Él la ha llamado por el nombre equivocado y ella se ha dado cuenta.
—Lo haré, padre.
Hay fantasmas interponiéndose entre padre e hija.
Una esposa que escapó a la medianoche con veneno goteando de sus manos y las esperanzas de una niña que fue obligada a crecer demasiado pronto.
La decisión de Ursula de renunciar a su corona en solidaridad con su hermano Zuko resuena en los pasillos del palacio. Aunque el Señor del Fuego intenta ocultar su sorpresa tras una máscara de indiferencia, la verdad de la traición de su propia hija no pasa desapercibida.
— ¿Te quedarás conmigo? — pregunta Zuko en voz baja.
Suena dolorosamente joven y blando, así que ella le coge la mano y le ofrece una sonrisa trémula. — Sí. Siempre.
Ursula, ahora despojada de sus títulos y privilegios, se embarca en el exilio junto a Zuko.
Juntos, cruzan las fronteras de la Nación del Fuego, dejando atrás el esplendor y la oscuridad de su antiguo hogar. Ursula siente la mirada pesada de su padre clavándose en su espalda mientras se alejan. El eco de la voz dura de Ozai resuena en su mente, mezclado con los susurros de su madre que se desvaneció en la noche.
El exilio se convierte en un viaje marcado por la adversidad. Zuko, aún herido por el Agni Kai, busca respuestas en cada rincón del mundo. Ursula, por otro lado, enfrenta el peso de su elección y las consecuencias de renunciar a su corona en silencio.
Las estaciones cambian y las flores caen de los árboles dos veces antes de que su tío se acerque a ella.
— Cada día te pareces más a tu madre — le informa Iroh.
Ursula asiente, rígida. —Sí, así es. Pero no me parezco en nada a ella.
Iroh sonríe. —Lo sé, — y le regala dos brazaletes de cobre que tienen redecillas de metal que están destinadas a ser enrolladas en los dedos.
Ella se los pone, despacio, cuando no hay nadie que la vea y llora porque es la primera vez después de tanto tiempo que alguien mayor se preocupa por ella.
Luego se enfada.
Si mamá se los hubiera llevado consigo, si papá hubiera sido más amable...
Las llamas que salen de sus puños se tornan verdes.
NOTA DE LA AUTORA
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¡Hola!
Espero que les haya gustado el capítulo.
¿Qué opinan del estilo de escritura? A diferencia de los otros fics, este es más en formato de prosa de cierta forma.
El cobre hace que el fuego se haga verde, ¡sorpresa! La verdad no quería copiarle a Azula y hacer que Ursula tuviera fuego del mismo color. Entonces tenemos... ¡VERDE!
No sean lectores fantasma 👻.
Hasta la próxima 🫡
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