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# 49: Apuesto por ti

¿Quién conto la falsa historia de éxitos obtenidos sin esfuerzos? Lo que comienza en hermosas habitaciones acaba en estacionamientos. Y todos mienten. Cada uno de ellos es un mentiroso con diploma de honor. Corriendo en calles sin salida. Buscando una salvación.

Una distante salvación.

Falleciendo en el altar de los coronados mentirosos.

¿Qué hace él ahí? No ha de haber estado ahí. No antes de tiempo... ¿Pero por qué esta ahí en su sueño? Adentrándose en una cafetería bulliciosa. Las apuestas son hechas. Y una mesa solitaria se encuentra un rostro reconocido. ¿Quién olvida el dolor tan fresco cual llovizna? Ella le dio una mano a todos.

Siendo condenada.

Su aura sombría.

Presa de sus cazadores: Porque todos amaban a una ilusa.

Fue solo el otro día... cuando todo se sintió tan real. Como si nada pudiese salir mal... ¿Por qué estaba en una memoria que no le pertenecía entonces? Un sueño sin fin. Una memoria contada, una memoria que no le pertenecía en lo absoluto, estos no son sus recuerdos.

¿A dónde debería ir desde ahí?

Respirando & exhalando.

¿Debería de continuar avanzando... o solo tomar asiento con ella? Luciendo tan abatido. Las cicatrices aún estaban sanando en su cuerpo. Tardaría en sanar. Ella tardo, ella tomo su tiempo... él debía de hacer exactamente lo mismo. Estaba siendo acechado con su terror. Su mano temblando... ¿A dónde iba desde ese punto sin retorno?

No conocía otro sendero.

Solo deseaba ocultarse del resto del mundo.

¿Qué sería de él... si se marchaba? Abandonar esa cafetería. Sin hablar con ella. Quizá todo sería diferente... sin embargo, su corazón solo volvía a ese sitio tan especial. La mujer que se mantuvo a su lado. Lidiando con su estrés. Sosteniéndolo cual pilar. Ella se mantuvo firme con tal de no soltarlo, no permitiría que cayese... no como ella se derrumbó, no como podía observarla cabizbaja en esa cafetería.

Sus manos temblorosas.

Sin un solo sitio a donde ir.

—¿Qué haces ahí en pie?

El llamado lo hace sobresaltarse. Nervioso, volteando hacia la tan reconocida voz malhumorada observándolo desde atrás de él con un café en mano. Doc Hudson. De todos los escenarios... no esperaría encontrarse con él. No estaba esperándolo... era una sorpresa, observándolo en silencio.

Y siente como comienza a derrumbarse.

—Ya, ya...

Los brazos son fuertes como rememoraba.

El cálido abrazo de un padre que solo ansia mantener a sus hijos a salvo de todo mal.

—Está bien desviarse del camino a veces — habla Doc sin soltarlo —. ¿Por qué no tomas asiento y descansas?

Descansar... una frase tan anormal en su vida cotidiana. No estaba habituado a solo sentarse. Pero no iba a negarse... no con la razón de tomar un respiro. Y ahí estaba en esa mesa silenciosa. La desconocida con la mirada destruida. Pretendiendo estar bien. Como dolía... como dolía en su corazón conocer a la versión rota de (t/n) Lombardi. La mujer que amaba... estando en su peor momento, pretendiendo sostenerse de las ruinas.

Sus manos temblorosas.

Así se sentía el final de tus sueños... sin salida.

Irreal.

Sin dolor no nace la felicidad: Se levantarán. Pero... como dolió conocer esta realidad. Los días ocultos entre telarañas de secretos. Ocultándose en las sombras. Nadie volverá a lastimarla de esa manera. Nadie volverá a ser tan cruel con ella. Y él no se volvería a derrumbar. Respirando. Comenzando a aceptar una realidad... lo tenía todo, una familia... no estaría solo al retirarse dignamente.

¿Quiénes obtenían la chance de un adiós glorioso?

De vuelta al inicio.

Se levantaría con una sonrisa en su rostro. Nadie olvidaría el sol asomándose desde las ventanas cuando estaba listo. Mentalmente estaba listo. Su corazón sintiéndose liviano. Sin pesos. El sol estaba saliendo, todo estaría bien... tenía ese presentimiento, sonriendo cuando besaba los nudillos de ella con cariño antes de marcharse. El sueño se acababa, sintiendo que tuvo un buen descanso después de todo.

¿Estaba listo? Del todo. Abriendo sus parpados en un sueño bastante sereno... observando el rostro dormido de (t/n), estuvo toda la noche con él. Durmiendo incómodamente en el sofá con tal de sostenerlo. Con tal de no abandonarlo, notando sus suaves respiraciones. Sonriendo, moviendo sus propias manos con tal de acariciar las mechas de su cabello, fue una noche larga para ella... sonriendo con amor.

El día tan ansiado estaba ahí.

Y sus amigos estarían atentos en el televisor.

¿Qué sucedía con esa sonrisa radiante? Una de las corredoras novatas... la historia se volvía a contar. Una sonrisa amable. Un tono de voz atrayente. Las apuestas caían sobre ella. La competencia de Storm... ¿Pero ella robaría el triunfo? McQueen solo sabía que tomaría la oportunidad de adelantarse en cuanto Verney estuviese fastidiando al corredor, porque las noticias se hacían oír sobre esos dos.

¿Los nuevos enamorados? No; Jackson Storm la detestaba.

Detestaba verla robándose sus triunfos.

La sonrisa del momento era ella al sonreír en las cámaras: ¿Y cómo no rememorar días del ayer? La similitud... esa sonrisa que se desvaneció en el accidente. Las apuestas caían sobre la novata con un cálido corazón. Era difícil odiarla. Era una corredora que mostraba su verdadero potencial sin ocultarlo, tomaría esa oportunidad... cuando ella estuviese fastidiando a Storm tomaría su oportunidad de adelantarlo.

¿Pero funcionaría...? Sus pensamientos son acortados con un beso.

La buena suerte en el cariñoso beso.

Observándola con cariño cuando besaba sus nudillos. Entrelazando sus dedos a los de ella cuando debían de salir. Era el momento... todo estaba a nada de comenzar. La carrera estaba cercana. Y sentía un leve temblor en su mano, era inevitable... lo sabía. Pero sonreía con agradecimiento cuando (t/n) posaba su mano sobre la de él.

Camuflando su temblor con el de ella.

—¡Oh, oye McQueen! — exclama el corredor con un tono animado cuando lo ve caminando en el sitio, saludando en silencio a (t/n) antes de volver a hablar —. ¡Gana una por los veteranos!

—Con gusto, Jeff...

Asiente con las miles de inseguridades en su interior.

—Suenas intranquilo... ¿Qué pasa por esa mente tuya? — habla en un tono tan suave que casi no consigue escuchar a (t/n), dandole una corta mirada antes de mirar hacia adelante a su mejor amigo esperándolo —. Será un buen día... tengo un buen presentimiento.

—No lo sé, tuve un sueño extraño... una parte de mi está ansioso y otra parte de mi... no lo sé...

—Estarás bien.

—¿Cómo lo sabes....?

—Tengo un buen presentimiento.

Y suelta una risa ante eso... ahí estaban de vuelta en un cálido momento entre ambos. Sintiendo la ventisca sobre ambos. Es un día cálido. Pero apacible. Y se obliga a calmarse. Respirando constantemente con profundidad. Saldrá de esta, el momento de ansiedad se acabara... sonriendo cuando nota a Mate con una sombrero de la copa pistón sobre su cabeza.

Sacudiendo su mano de un lado a otro al saludarlos.

Ha sido un tiempo lejos de casa. 

¿Pero sería un buen día? Escuchando esa molesta voz acercandose... no todo era una absoluta felicidad. Mucho menos cuando Storm tenía esa sonrisa burlona en su rostro. Frunciendo el ceño cuando se acercaba directamente a Cruz, notando que ella iba vestida en una tonalidad amarilla al no tener demasiado tiempo de alistarse, su cabello castaño atado en una coleta alta.

Bastante confundida de ver al corredor ahí.

—Que lindo disfraz — habla con su tono marcado de burla —. Una foto juntos, ven, que gusto conocer a mi fan número uno.

Continua exclamando sin tomar en cuenta el rostro confundido en Cruz cuando retrocede. Poco contenta con esta presentación. Nada amistoso. Bastante irrespetuoso en realidad... oh, engreído, esa sería exactamente la palabra correcta para definir al hombre frente a ella.

—¿Cruz Ramírez?

Floreciente & fascinante: Así la llamarían... comportándose encantadora con todos. Menos con él. Evadiéndolo. O burlándose de él. El silencio cayendo sobre todos. Ella no tardaría en eludirlo. Siquiera tocándolo, sus manos llenas de anillos yendo a sostener las de Cruz con su sonrisa amistosa.

¿Quién puede ser tan libre? Ella. Claramente ella... aunque Storm nunca dejara de cuestionárselo. Cruzándose de brazos. Su momento arruinado. Observando como ese cabello se sacude cuando ella se mueve tan animadamente. Llena de energía. O sería por todos esos dulces que consume por la ansiedad.

Siempre siendo tan libre...

Irritado cuando rememora esa preocupación: "No creo que seas realmente malo... tienes ojos tristes."

¿Cómo ella lo conocería tan bien...? Una infancia compartida. Un destino mezclado, ella estaba en todas partes... comenzando a detestarla. ¿Pero realmente la detestaba cuando la conocía por completo & viceversa? Solo frunciría su ceño, evitando continuar mirándola. Sin embargo, su traicionero mirar caía en ella constantemente, sin importar cuanto intentase apartarla... la vida continuaba empujándolos contra el otro.

—Eres... la corredora novata, ¿Verney, no? — Cruz preguntaría cuando veía a la chica en frente de ella —. Has ganado... algunas carreras...

—¿Piensas en competir? Realmente adoraría tener una contrincante femenina entre tantos hombres.

Exclama con un suave suspiro de exageración.

Sin soltar sus manos en lo absoluto.

—¿Competir...? No, no... yo no, no compito...

—¿No? Eso es una lastima — añade la corredora asintiendo sin insistir —, bueno... si cambias de parecer no tardes en contactarme. Podríamos entrenar juntas, en este sitio hace falta más mujeres. Oh, bueno... creo que debería irme — continua al soltar las manos de Cruz mientras se entorna a mirar a McQueen —. ¡Buena suerte señor McQueen, es un agradado verlo de vuelta!

—Ya cállate — inquiere Storm.

—¿Qué, acaso te toque un nervio?

Cuestiona la corredora con un tono burlón cuando siente la mano de Storm sobre su brazo. Obligándola a marcharse del sitio. Confundiendo al resto. Sin escuchar el resto de una conversación sin sentido, marchándose entre tantos otros corredores, aunque había una especie de entendimiento entre ambos novatos.

Y todo estaba listo.

Inhalando & exhalando: Sentándose frente al volante. Calmando el temblor de sus manos... conduciendo detrás del resto para acomodarse en esta carrera que lo decidiera todo. Escuchando al animado niño pequeño lleno de su mercancía, sonriendo ante si mismo. No estaba solo. Tenía apoyo... no estaba a su suerte, mucho menos cuando veía a (t/n) tomando su sitio correspondiente. Acomodando el comunicador en su cabeza.

¿Quién era la mejor para esa labor? (t/n) McQueen.

Pero no solamente ella.

—Apuesto por ti.

¿Qué debía decir...? El silencio era su confirmación. Eso era dulce. Sonriendo, observando a Smokey tomar asiento al lado de (t/n). Era revivir una vieja imagen... un día que nunca más volvería. Todos estaban esperando verlo triunfar, todos esperaban verlo seguir su sueño.

Obtener ese triunfo.

—Oye, tú pon atención a lo que tienes que hacer hijo — habla Smokey con seguridad.

—Gracias, Smokey...

—Ahora — añade el hombre con un tono casi firme —. Ve y hazlo por Hud.

—Eso haré.

Debe estar listo: Acelerando. Su vehículo avanzando entre el resto. Tomando nuevos sitios cuando una ventana se abre. Usando todo su entrenamiento en la hora de la verdad. Escuchando el entusiasmo entre todos, no debe desperdiciar su última chance... sintiendo como sus manos dejan de temblar al concentrarse en su meta.

Delante de todos ellos se encuentra Storm.

Ahí es donde también se encuentra esa otra novata... sabiendo como no debería de tomarla a la ligera. Tiene su sitio, es una amenaza incluso ante Storm. No es una corredora despreocupada. Sabe mantener su sitio, sabe cuando usar sus cartas y si ella será su próximo dolor de cabeza. Lo aceptara, aceptara ese nuevo reto.

Conduciendo entre todos los corredores.

Adelantándose a muchos de ellos.

—¿Cruz, que haces tú aquí?

E inesperadamente exclama él hombre cuando se acerca a la emocionada Cruz con su mirar atento en la carrera. Sin tardar en sobresaltarse con el hombre a su lado. Sin esperar que la viera... devolviéndole la mirada con nerviosismo, rascando su nuca en un acto de mantener la compostura.

—Oh, señor Sterling solo estoy...

—Quiero que vuelvas al centro de entrenamiento.

—Oh... ¿Por qué?

Llena de confusión cuestiona en tono suave.

Un estremecimiento recorre su columna vertebral: Notando a su lado la fiera presencia de (t/n), ahí esta... casi estática. En silencio. Escuchando cada oración con detenimiento. Pero sus ojos están ardiendo en furia. Una mirada que nadie quisiera presenciar en su contra. ¿Cuándo fue que descendió para pararse a su lado? Siquiera la noto o escucho, silenciosa... preparada para atacar.

¿Quién tendría miedo de (t/n) McQueen?

—Quiero que dejes a Curt en forma para la siguiente carrera, ah... no, Curt no, es el come insectos, el otro, Ronald.

Le ordena él con un tono falsamente amistoso.

—Pero quiero estar aquí y ver...

—Ay, ni siquiera lo pienses Cruz — rechista Sterling —. Ahora vete.

¿Qué debía hacer en una situación como esa, obedecer...? Estaba en una encrucijada. Pero no tarda en sentir la mano de (t/n) aferrarse al brazo de ella. Reteniéndola. Su mirar sobre él hombre frente a ambas. Escuchando cada oración con malhumor, esperando el momento correcto para simplemente actuar.

—Y deja esa vestimenta deportiva, te vez ridícula... tu solo entrenas, ¿Recuerdas?

—¿Qué te da el poder de hablarle así? — inquiere (t/n) con su rostro sombrío en malhumor.

—Vamos, (t/n)... ¿Qué intentas? Sabes mejor que nadie...

Oh no; se diría a si misma Cruz con un escalofrío... esto no era lo deseado. Mirando al señor Sterling en el suelo sosteniendo su rostro. Devolviendo su mirar a (t/n), evidentemente furiosa con todas esas palabras. ¿Por qué la defendía de tal manera...? Sintiéndose conmovida. Notando la mano de (t/n) más temblorosa que nunca cuando golpeo al hombre con todas sus fuerzas, lo suficientemente fuerte como para haberlo tirado al suelo.

Guido no tardaría en correr. Reteniéndola, evitando que ella se volviese a lanzar en contra del hombre.

Había sido años donde no debían detenerla.

—¿¡Que te sucede...!? — exclama Sterling con su rostro tornándose rojo.

—¡Cruz no es solo una entrenadora, es una corredora de verdad!

Un suspiro escapa de sus labios: ¿Esto esta bien...? Recibir ese halago. Sintiendo el rastro de lágrimas asomándose en su rostro conmocionado. Todos los sueños rotos que tenía estaban siendo sostenidos por (t/n), siquiera supo el momento en que comenzó a levantarlo todo... reparando el daño que ella no provoco.

Dandole una mano.

La corredora... no, la mujer que admiro en su infancia estaba tendiéndole la mano a Cruz Ramírez. Impulsándola a seguir su sueño. Lista a defenderla de todo aquel que estuviera queriendo dañarla. Protegiéndola como no pudieran protegerla a ella, en un mundo de fuertes... solo triunfa aquel que mantiene la mirada en alto.

Y (t/n) no la dejaría volver a derrumbarse. 

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