# 45: Tres leyendas
Una lluvia de eternas memorias caía sobre sus hombros al deambular en sitios abandonados. El tiempo no transcurrió ahí. Todo permaneció tal cual la última vez. El tiempo se detuvo con las últimas victorias... cargando únicamente los recuerdos de aquello que inevitablemente se termino.
Todo termina.
¿Pero solo por eso no debían detenerse a mirar hacia atrás?
Los días de entrenamientos eran inolvidables. Irremplazables. Termino... inevitablemente todo lo bueno termina. Y su vida fue un tesoro. Deseando crear más memorias con él. ¿Cómo hacerlo con su ausencia...? Esperando que volviese a casa cuando todo estaba intacto, sus cosas continuaban ahí. Él nunca volvería. Se marcho... dejando un legado de memorias agridulces a su paso, los tres observarían como el tiempo transcurrió en esa pista abandonada, empolvada, pero los carteles... esos carteles casi desteñidos que permanecieron.
Sin borrar el recuerdo.
—Hubiera dado todo... con tal de verlo correr una vez más — (t/n) apenas eleva su tono de voz cuando observa todo el sitio, avanzando como si estuviese memorizándolo todo con cada sentido de su cuerpo. Casi pateando la tierra del suelo, empolvando sus zapatos al caminar con una sonrisa en su rostro —. Hubiera sido... el mejor.
Nunca olvidaría este día.
Sintiéndolo como un abrazo a su corazón.
—Si pudiera hablar esta pista...
Añade McQueen con la misma sonrisa en su rostro cuando se detiene al lado de su esposa (t/n), otorgándole esa sonrisa de satisfacción al sentir lo mismo. La felicidad de pisar una tierra que genero tantas emociones en el pasado, los videos que inspiraron a miles de corredores, aquellos que crecieron para cumplir el mismo sueño.
Era difícil creer que estuvieran ahí.
En una tierra memorable.
—¿Qué dicen? Hay que dar una vuelta — sugiere él sonriente dispuesto a ir en busca de su auto. Dispuesto a recorrer esa pista que lleva años sin ser utilizada. Abandonada. No había nadie más que ellos tres allí. Teniendo una idea en mente que no soltarían. Observando como (t/n) devolvía inmediatamente su sonrisa, si... ella tendría esa misma idea, ella aceptaría eso sin dudarlo.
—Leíste mi mente.
Cruz observa sorprendida como ambos no tardaron en casi correr en la búsqueda de sus vehículos. Siguiéndolos para no quedarse atrás de ellos. Sabiendo que caminar detrás de dos corredores era algo que no sucedería todos los días de su vida, sonriente cuando ellos eran verdaderamente... una inspiración. Observando el cabello de (t/n) mecerse con cada paso veloz hasta que subía a su auto amarillo.
Ese color que otorgo inspiración.
Incluso al crecer... su auto tuvo ese mismo color. Casi imitandola... no, soñando ser tan buena como ella era en las pistas. Conduciendo como si fuera hecha para ese mundo. Escuchando los motores resonando, evidentemente (t/n) se adelantaría en cuestión de segundos a su esposo. Liderando la pista de carreras donde una vez Doc también condujo, la sonrisa en sus rostros por estar viviendo esto.
Una memoria inolvidable.
Él no estaba a la vista... pero continuaba presente en sus corazones.
¿Esta sería su vida desde ahora...? Corriendo al lado de ambos. Una sonrisa de emoción cruzándose en su rostro cuando observaba a (t/n) en la delantera. Tomando cada curva sin temor a nada. Su cabello sacudiéndose con la ventanilla abierta, este era su mundo... ella se hizo su sitio a pesar del miedo que tuvo, tomo todo su miedo... transformándolo en fortaleza, admirándola e inmediatamente usando el consejo dado por McQueen para ser capaz de tomar esa misma curva sin perder el control de su vehículo.
La emoción inundando cada sentido cuando resultaba.
Ese truco era tan bueno.
Cada truco enseñado se mantendría en su mente. El amor hacia las carreras nunca la abandono... incluso si se mentía a si misma. Este era su sitio feliz. En su vida hubiera previsto estos días... días memorables. Felices. Sin embargo, aquella diversión se desvanecería en cuanto no tardaron en ver un auto estacionado frente a la pista. Observando como (t/n) frenaría en cuanto tuvo oportunidad de no estrellarse e incluso acabando en el costado del camino a diferencia de McQueen que pareció frenar un poco más tarde.
Su vehiculó rojo acabando a centímetros del otro auto.
Casi estrellándose directamente.
Era inesperado... el corazón de McQueen latía aceleradamente cuando abría sus parpados. Escuchando el resto del mundo, (t/n) no tardo en apagar el motor de su auto. Descendiendo, guardando las llaves en su bolsillo, soltando un suspiro, aun sin decirle nada al hombre que posaba su mirar de uno al otro. Curioso, observando en silencio a los tres, casi sin atreverse a hablar realmente.
Porque él se robó esa oportunidad.
—Llegue a creer que jamás los vería de frente — él rompe dichoso silencio con simples palabras al reconocerlos. Tendría que estar ciego para no reconocer a esos corredores tan populares en esos días... o al menos lo fueron un tiempo, porque nada era un para siempre.
Todo se terminaba.
Y solo quedaba esa dulce memoria de lo que fue.
—Llegue a creer que jamás les vería de frente.
—¿Smokey...? — ambos hicieron esa pregunta al unisonó casi sin creer que estuvieran frente al hombre por el cual estaban ahí en primera instancia. La sorpresa inundando sus sentidos, no esperaban... que él los encontrase a ellos, esperaban que fuese más complicado.
Pero ahí estaba Smokey.
En carne & hueso frente a ambos. Con vida... reconociéndolos. Al hombre que una vez (t/n) conocería... en planificaciones sin un buen resultado. Sintiéndose claramente sorprendida. Anonadada. ¿Qué podría decirle a ese hombre...? Era difícil reunir las palabras correctas. Era como... tener una pequeña parte de Doc, un pequeño recuerdo que existio... que cuido de ella, todas esas risas sucedieron. Siendo lo más preciado en su vida. Sintiendo su mano aun sostenerla... guiándola a través de los complicados rumbos de la vida. Protegiéndola.
—Aún sigue con vida.
Añade Cruz en un vago intento de susurrarles.
—Yo sé que hacen aquí.
Recorrimos tantos caminos... deteniéndose en frente a ese hombre tan similar a Doc. Usando un tono similar. Uno que usaba con tal de intimidar al resto. Intimidándolos a ellos. Temerosos de crear una primera mala impresión. Notando su duro mirar en ellos tres, sin atreverse siquiera a intercambiar una sola mirada para ser regañados cuales niños pequeños, sin atreverse a decir una palabra.
Incapaces de contestarle.
Porque seguramente... el destino hizo de las suyas.
Guiándolos en un buen camino. Todo tendría que ir bien... aun quedaba un rumbo que recorrer para salir adelante. ¿Pero eso era la vida? Para McQueen correr lo era todo. Sin embargo, en la mente de (t/n)... veía un mundo de posibilidades en la palma de su mano. El sueño que una vez sostuvo creció, florecio... obtuvo sus cosechas y estuvo satisfecha con ello, más que preparada para recorrer un nuevo sueño en base a sus conocimientos, en base a todo el apoyo de Doc.
—Tienen sed — Smokey contesta cambiando la expresión de su rostro por una sonrisa que inmediatamente los calma. Sabiendo que pueden moverse sin ser regañados. No, están en un buen ambiente con un hombre más que dispuesto a conversar.
—¿Uh...? Si, eso suena bien — con un asentimiento de su cabeza (t/n) no tarda en contestar, soltando el suspiro que estuvo reteniendo. Observando al hombre con una pequeña sonrisa cuando estaban en el sitio correcto, pero al final... le resultaba extraño, hubo tantas conversaciones sobre ese hombre que nunca espero conocerlo en persona.
La idea incluso había sido abandonada.
No tenía esa esperanza.
—Síganme — les insta con su tono amistoso al comenzar su caminata sin detenerse a mirar si estaban siguiéndolo: Pero estaban. La mano de (t/n) enredándose a la de su esposo. Confundidos, era un extraño anochecer, un nuevo inicio... soltando el ayer cuando se encaminaban a un local bullicioso.
Lleno de sorpresas.
Esos serán los porvenires.
Un cálido sentimiento de bienvenida instalándose en su corazón cuando sonreía al caminar entre recuerdos. Todo ese sitio gritaba felicidad. Sintiéndose de inmediato en casa. A salvo. Como una turista en su país favorito, una suave sonrisa creciendo en su rostro... porque se sentía a salvo. E incluso la sensación de nostalgia, respirando el aroma de la tierra, sintiendo el viento acariciar su cabello, sonriendo cuando el pulgar de McQueen acariciaba su mano constantemente.
—¿Les digo algo? — Smokey habla en un tono amistoso al darles una corta mirada —. A estos amigos les encantara conocer a los muchachos de Hud al fin.
Ni uno de ellos nota la sonrisa en el rostro de Smokey cuando les da una corta mirada a ambos: Tomando nota de sus formas de actuar. O como nota sus manos enredadas a la del otro. Los anillos de matrimonio brillando. Lo unidos que son. Como tienen el mismo sueño. Sonriendo cuando veía exactamente lo narrado en esas cartas que ellos desconocían, pero que no tardarían en conocer prontamente.
Él esta contento de observarlos ser ellos mismos.
Sin ocultar su cariño.
Las cartas nunca mintieron ni mucho menos todas esas fotos que recibió, acumulándolas con una sonrisa en su rostro porque quién iba a decirlo... la vida podía dar vueltas inesperadas. Y ahora ellos estaban ahí.
—¿Quién es Hud...? — cuestiona Cruz sin captar el sobrenombre, pero no tarda en responderse a si misma con una sonrisa —. Uh... ¡Doc Hudson, claaaaro!
Exclama ella sonriente cuando escucha la risa de (t/n) con su comentario casi fuera de sitio debido a como hablaba consigo misma. Caminando tras los corredores que se detenían al observar a Smokey abriendo esas puertas ruidosamente, robándose toda la atención en el interior del local.
Casi... congelándolos con todas las miradas sobre ellos.
El sonido de la música se detuvo momentáneamente al obtener toda la atención de los clientes habituales. Todos se conocían entre si. No había turistas allí. Si no que amigos charlando sobre cosas triviales. Estudiándolos con sus miradas, casi provocándoles un ataque de ansiedad por un silencio de segundos que parecieron minutos eternos.
—Sean civilizados — advierte Smokey con su sonrisa —, tenemos compañía.
La música vuelve a sonar animadamente en un cálido ambiente cuando son bienvenidos. Avanzando con su mirar en todos los sitios. Manteniendo el silencio cuando notan a Smokey saludando a más de un conocido en el interior del local. Pero ellos solo avanzan hasta casi detenerse en una mesa de famosos corredores... leyendas.
Reunidos allí.
—¿No es sensacional?
—Más que sensacional — corrobora inmediatamente (t/n) con su mismo nivel de felicidad.
Pero esa emoción solo confunde a Cruz que no tarda en mirarlos. Ellos siempre parecen... conectarse en sus emociones. O en la mayoría del tiempo. Dejándola perdida a mitad de camino cuando ellos se entusiasmaban a una velocidad increíble aunque eran bastantes buenos para mantener la compostura.
—¿Qué?
—Tres de las más grandes leyendas de las carreras — McQueen contesta inmediatamente —. Junior Medianoche Moon.
—River Scott — (t/n) señala con su mirada al hombre en medio de los dos corredores.
—Louise Machincuepa Nash — finaliza Cruz con el mismo tono de emoción que ambos —. ¡Gano 38 veces!
Los corredores no tardaron en escuchar su conversación entusiasmada al observarlos. Devolviéndoles el mirar con una cálida sonrisa. Encontrándose cara a cara con las dos personas de enorme importancia en los últimos años de vida de Doc Hudson. Para ellos fue una verdadera sorpresa saber cuanto cariño tuvo el hombre por ellos. Cuidándolos, entrenándolos, llamándolos su mayor orgullo, siendo ellos dos aquello que hizo su vida lo más feliz.
Reemplazando la amargura por risas.
Todas esas historias se entremezclaban ahí.
En un solo sitio.
—Vaya, quién lo hubiera esperado — Louise dice al mirarlos con una sonrisa —, de verdad es El Rayo McQueen & (t/n) Lombardi.
—Señorita Nash es un placer...
—¿No has tenido un gran año, verdad?
Inquiere ella con su expresión tornándose seria ante la sorpresa de McQueen que se detiene en seco, casi frunciendo el ceño cuando escucha la corta risa de burla de (t/n) a su lado. Si, eso tendría que haber sido de esperarse en una situación como aquella, un corredor en un pueblo como ese.
Todos conocerían el motivo sin siquiera preguntarlo.
—Eh... bueno...
—¿No deberías estar practicando en Florida, muchacho?
—Si, así es, pero...
—¡Vienen a plagiar nuestro secreto!
—¿No sabes donde quedo tu magia?
—Guau... ¿No se muerden la lengua aquí o si? — inquiere ante la lluvia de conversaciones poco amistosas que en realidad no resultan una amenaza sino que no sorprende. Observándolos a todos, claramente ellos actuarían así... ¿Sino porque eran amigos de Doc?
—La verdad es más directa, hijo.
Los tres corredores mantienen sus miradas en ellos. Observándolos con curiosidad. Las noticias siempre volaban... aunque esperarlos ahí era diferente. Y (t/n) no tardaría en arrastrar una silla con tal de asegurar su puesto al lado de Louise, dándole una sonrisa a McQueen para que se uniera a ellos.
Dando inicio una conversación con las tres leyendas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro