# 28: Porto Corsa
¿Qué maravillas tan sencillas trae la vida? Sus pantalones con bordados de flores amarillas son un adorno extra. Su cabello suave meciéndose, oh, estaba viviendo el sueño cuando pisaba por primera vez un hermoso pueblo de Italia. Sonriendo con la felicidad en los rostros de sus mejores amigos que corrían de vuelta a su casa que tanto estuvieron extrañando, animados de presentarles todo el sitio a sus amigos.
Escribiría en un diario todas sus paradas.
Sus aventuras.
En un sitio recóndito de su mente imaginaria que Doc estaba ahi. Orgulloso, escuchando todos sus relatos. Toda su felicidad. La escucharían los dos hombres que fueron importantes en su vida. Su amor & vida, dolería saber que no estaban ahi... no en carne y hueso para escucharla ni verla crecer en la vida. Pero una parte de sí misma sabía que estaban felices de verla sonreír, pisando la tierra de Italia con tanta emoción como una niña pequeña, la música feliz lo inundaría todo cuando se sentaba a un lado de la fuente de agua con una hermosa escultura, perdida en sus propios pensamientos.
¿Qué pasaba por su mente? Otros se preguntarían. Porque ocultaba tanto en esos ojos soñadores. Volviendo unos momentos a ser solo una adolescente, disfrutando las cosas más sencillas de la vida al estar sentada ahi hasta ver a su mejor amiga acercándose, sonriendo tranquila.
No podría pedir nada más en su vida.
—Cada vez que creo ser capaz de leer tu mente... vuelvo a perderme — bromea Sally cuando toma asiento a su lado. Apreciando la vista de este sitio, sin duda todo el cambio de planes fue bastante bueno para ella. Conociendo a personas... sentimientos nuevos, era emocionante para su corazón que soñaba con amar profundamente a alguien tal como su mejor amiga hacia —. ¿Que tienes en mente, (t/n)?
—No mucho... solo me gusta mucho como van las cosas en estos momentos, ¿No crees?
—¿Sucedió... algo en particular?
La mirada de Sally inmediatamente se torna confusa aunque llena de felicidad. Pero... nuevamente no encuentra ni un solo anillo en el dedo de su amiga, sintiéndose decepcionada nuevamente, esto está tardando eternidades.
Porque esperar demasiado... siempre es una mala señal.
—Todo esta tan normal como de costumbre... me refiero a que amo esto de viajar — comenta finalmente (t/n) —. Más que las carreras tal vez... es un poco una locura. Siempre supe que amaba competir, claro, pero... esto me recuerda a mucho cuando salí esa vez con Doc, fue... lo más cercano que tuve a sentirme a salvo.
—Él sería feliz de verte así de feliz...
—Lo sé... aunque él no estaría bien de ver así a Rayo — suspira (t/n) al ver a su novio decaído entablando una conversación con el tío de Luigi, hablando con una mirada realmente decaída sin poder mostrar una sola sonrisa en todo el día, casi había hablado con ella esa mañana... tantos pensamientos en su cabeza que no podia decir nada. Y no quiso presionar sus botones, sabía que estaba en su mente... Mate, no importaba cuanto intentase animarlo, decidió darle un momento a solas sabiendo que a veces lo indicado era oír los consejos de terceros, tal como sucedía ahora.
Y sabría que era el momento de ir con él.
Un abrazo... un beso, todo lo necesario para que él supiera que las cosas se solucionarían.
—¿(t/n)...? — Sally acorta su tren de pensamientos cuando suena... seria, no de una manera mala. Pero eso llama la atención de (t/n) que no tarda en mirar a su amiga —. ¿Que tienes pensando para tu... futuro?
—¿Mi futuro...?
—¿Quieres seguir en las carreras, pero... algo más allá de eso, una familia tal vez?
Eso la toma desprevenida... sin saber exactamente como contestar unos buenos minutos. Pensativa. ¿Qué quiere para su futuro? Todo está bien del modo en que esta, no cambiaría absolutamente nada... era feliz. Claro, si pudiera revivir a las personas que extrañaba sería mucho mejor, pero claro, eso era imposible, por ende... estaba feliz así.
¿Desearía algo más para su vida?
—¿Quieres una respuesta inmediata? — es lo único que le dice a su mejor amiga que niega con la cabeza. Solo sabe que... esta es una manera eficaz para que (t/n) se ponga a pensar, para que sus pensamientos no se estanquen en una felicidad momentánea cuando puede hacerla crecer mucho más.
—No, tomate el tiempo necesario... ire con el resto, a bailar un poco.
—Seguro...
Futuro. Que palabra tan incierta... todo el futuro lo era. Nunca se preocupó en pensar tanto o en darle vueltas a esos asuntos. Siendo fiel creyente que mientras más planeases las cosas, menos sucederían... ¿De qué servía? En su adolescencia planeo tantas cosas hasta acabar en ese accidente que casi acabo con su vida. Y pese a que su corazón no se detuvo, fue destruido ante las traiciones de personas tan cercanas, solo agradeciéndole a la vida de que no las volviese a poner. Como si nunca hubiesen existido, estaban pagando el precio... al menos dos de ellos, mientras sus pensamientos incrementaban solo sentía que... fue abandonada por su verdadera familia.
Una parte de si estaba... sola.
No estaba unida a ni una sola familia. ¿Qué haría con ello? Podría ser feliz... aunque esa idea estaba creciendo cual espina que deseaba arrancar incluso si se desangraba en el proceso, suspirando porque su amiga la hizo desviarse de la felicidad a las miles de dudas sobre el futuro tan incierto. Porque una vez tuvo muchos sueños... sueños que creía habían muerto, sueños que nuevamente querían crecer, generándole miedo.
Todo lo que una vez tuvo fue una mentira... no tenía a una madre cariñosa. Sus dos figuras paternas se habían desvanecido... claro, tenía un novio maravilloso a su lado que la amaba más que nada, eso bastaba... aunque siempre estaba el sentimiento de que un día despertaría, perdiéndolo para siempre. Como si fuese una imaginación, una ensoñación... porque su corazón roto estaba desesperado de crear un romance perfecto, los miles de pensamientos estaban consumiéndola al soltar un suspiro cansado al observar las nubes blancas, esforzándose por silenciar su propia cabeza.
Pero desde ese entonces... estaba inquieta.
¿Que deseaba su corazón?
Tenía prácticamente todo... ¿Que más podría desear?
Mucho más: Eran los sueños que nunca se desvanecieron... solo fueron encerrados. Sueños tontos. Soltaría un suspiro malhumorado cuando recordaba la voz de esa persona. Siempre encargándose de opacarla. Todo era una tontería... ante los ojos que veían un mundo gris. Lo detestaba. Su nombre fue olvidado. Pero todo el daño siempre estaba en su mente para hacerla sentirse furiosa, pero... estos sueños siempre estuvieron presente con ella, únicamente los oculto, pero no pudieron extinguirse... porque los sueños más profundos de nuestro corazón son imposibles de apagarse.
Era extraño... tanta felicidad en su corazón. Una felicidad que ella... nunca creería haber tenido la chance de experimentar. Ya no pertenecía al club de las chicas tristes. Y observaría a su novio con una sonrisa. No tenía que seguir preocupándose... pensaría en su futuro, pero mientras estuvieran juntos no tenía miedo de nada. Acercándose hasta él. Quién estaba tan distraído en su propio mundo que ni siquiera la noto acercándolo, acechándolo como una presa cuando lo rodeo con sus brazos, sobresaltándolo, pero inmediatamente relajándose al notar que era ella.
—Me asustaste... ¿De dónde saliste? — él observa cómo (t/n) suelta ese corto abrazo para pararse frente a él. Sus manos inmediatamente moviéndose para sostener las de ella, sonriendo con esa mirada de amor que tenía para ella.
—Observándote desde las sombras — un tono suave arrugando su nariz con una carcajada. Contenta de hacerle soltar una risa —. No me gusta verte así de triste...
—Solo sigo pensando en... Mate...
—Lo sé — ella asiente dándole un suave apretón a sus manos sin soltarlo —. Pero... es Mate. Y él... entenderá. Cuando se vuelvan a ver pueden hablar de todo, él te va a entender... así como tu debes entenderlo a él. ¿O crees que nunca he tenido discusiones con Sally?
—¿No?
Pregunta él con una risa tan suave que apenas se puede oír, aunque sus labios sonrientes lo son todo para que ella también se ria de vuelta.
—Quisiera decirte que no... tuvimos muchas discusiones — ella admite desviando su atención a su amiga que sorpresivamente está... hablando desde su teléfono, sonriendo, curiosa... no tiende a actuar de esa manera, viéndola jugar con un mechón de su cabello mientras se ríe —. Asi como tuve muchas discusiones con Doc...
—¿Con Doc? Es casi imposible imaginarte... discutiendo tanto con alguien como era Doc — bromea él.
—No son conversaciones que pueda soltar solo porque si... solía estar tan enfadada con todos, discutía demasiado... al final de todo eso, pedir perdón siempre es lo correcto, estabas enfadado... Mate cometio un error, es comprensible, él entendera... las carreras lo son todo para ti, ¿Cómo no entenderlo?
—Hay una cosa en la que te equivocaste.
Parpadea confusa ante el tono de confianza que brota de los labios de él al decir eso. Al corregirla. Confundida. Ni siquiera alcanza a contestar cuando él lo hace, sonriendole con ese cariño y aprecio que le tiene.
—Lo más importante para mi... eres tú (t/n).
Una sonrisa crece en sus labios acercandose lo suficiente con tal de ocultar su rostro en su cuello. Casi soltando una risa de felicidad. Él teniendo una mirada curiosa cuando enreda sus brazos alrededor de ella, ¿Por que siempre es tan dulce abrazarla? Sosteniendo todo su mundo entre sus brazos.
Besando amorosamente la cabeza de (t/n).
—¿Te puse nerviosa? — pregunta casi en un susurro.
—No — niega ella —, solo... demasiado feliz de oír eso. ¿Que hice para tener a alguien como tú en mi vida? — pregunta al apartarse de su lado sin borrar la sonrisa de su rostro sonrosado, sus ojos (c/o) resplandeciendo al mirarlo, ese brillo que nunca se apagaba sino que incremento desde que ambos se conocieron.
—¿Qué hiciste, mejor que hice yo? No podría imaginar una vida sin ti (t/n), si volviera al pasado... haría lo mismo con tal de llegar a tu lado. Sería un idiota pretencioso solo para llegar a ti, una y otra vez... las carreras eran mi único vicio, pero ahora no es verdad...
—Una mujer adulta no debería caer tan fácilmente... pero todo es nuevo. — suspira ella con una sonrisa en su rostro —. Demasiado nuevo para mí...
—Para ambos — susurra de vuelta cuando comienza a caminar a su lado. La música suena de fondo. Sonriendo, un corazón tranquilo cuando el atardecer es encantador, una conversación que lo devuelve al mundo de felicidad. Teniendo todo el amor de ella solo para él. Nadie más, solo él, caminando en las calles de Italia enredando sus dedos a los de ella, riéndose cuando caminaban sin que nada les preocupase.
Porque todo era nuevo.
Las emociones continuaban incrementando.
Depositando todo el amor en el otro. Sus labios encontrando los del otro mientras sus dedos se enredaban en el cabello rubio de él. Los rayos del atardecer cayendo sobre ellos en una perfecta fotografía de un verano perfecto, las sonrisas que interrumpían continuamente sus besos, sentándose en lo más alto con tal de contemplar las olas del océano en la distancia, en otro momento podrían visualizarse corriendo al mar, sus pies chapoteando, riendo, persiguiendo al otro, era un pensamiento que amaban.
Dedos entrelazados con el viento fresco de una costera. Sosteniéndola entre sus brazos con su mirada centrada en el océano a la distancia. Dos corazones latiendo a un solo ritmo, veían un futuro ideal con tan solo mirar el mar tan salvaje como libre. Y amaban esa vista.
La calma de ese atardecer se iría para traer la nueva carrera.
Sus autos listos.
—En la primera posición con el puesto número uno; ¡(t/n) Lombardi! — anuncian desde los parlantes a los corredores. Siendo ella en la primera posición para liderar la carrera. Tenía su confianza, pero al mismo tiempo... una extraña ansiedad en ella, respirando profundamente agradeciendo que no pudieran verle el rostro.
—¡En la segunda posicione, el número uno, Franchesco Bernoulli!
Desde el auto bastante revelador se veía al hombre moviendo su brazo con tal de saludar alrededor con felicidad.
—¡En la tercera posicione, el número 95, El Rayo McQuinne!
Pero ese día... tampoco tiene ánimos, mostrándose decaído al simplemente no inmutarse cuando dicen su nombre. Pero este no es un día donde pueda estar tranquilo cuando Franchesco entorna su mirada hacia él siendo siempre... burlón.
—Franchesco te entiende McQuinne.
—Oh gracias... solo esto nos falta, ¿Qué será hoy Franchesco?
—Para un famoso corredor como Franchesco y oh... tú — añade al final —, separarse de la familia es... no sencillo.
—La parte insultante falto en ese insulto.
Comenta con cansancio en su voz al oír a Franchesco decir cosas así... aunque un poco aliviado de que no esté buscando provocarlo como en otras ocasiones haría el sujeto.
—No es un insulto — exclama Franchesco con una mano en el corazón —, cuando Franchesco está lejos de casa, como extraña a mamá... como tu hechas de menos a tu amigo.
—Supongo que... probablemente te juzgue mal, eso es justo lo que...
Pero Franchesco lo interrumpe.
—Claro que... estoy en mi hogar y mi mamá... está allá — señala con su mano a la mujer sentada cómodamente con un pañuelo cubriendo parte de su cabello castaño, sonriéndole a su hijo con orgullo, lanzándole besos a su preciado hijo —. ¡Mamá, descuida mamá, McQueen está muy triste, aplastare al triste bebito llorón este día y dedicare mi triunfo a la bella Sally!
—Y ahi está el insulto que hacía falta... grazie.
La carrera estaba a nada de iniciar: Una nueva meta. No conocían del todo esta pista de carreras. Pero darían lo mejor de ellos. Incluso con más de un accidente en medio del camino, porque todo se complicaría para los pilotos.
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