# 12: Hudson Hornet
El sonido del motor los acompaña en el recorrido lento de vuelta cuando ni uno de los dos ansia volver. Soñando despierto. Robándole miradas que se preguntan si esto ha sido cosa del destino... o solo suerte. Él no era de soñar con esta clase de cosas tan absurdas o sencillas... seguía un sueño que no muchos tendrían la fortuna de seguir. Pero... sabía que estando aquí con ella todo era tan fácil... su sueño termino encontrándola de alguna manera, pero también de alguna manera su propio sueño terminaría separándolos. Lo sabía antes de que incluso fuese a suceder, una parte de si se lo advertía... aunque ahí entre ambos, disfruto sentir el viento contra su cuerpo. Viviendo una fantasia unica.
Nunca en su vida se había sentido de esta manera.
Temiendo... un día despertar con su fantasma de una falsa fantasia. Como si este fuese solo una clase de sueño del cual despertaría. Pero sabía que era una realidad. De lo contrario hace mucho se hubiera dado cuenta de la falsedad de ese mundo, esto era tan real... cuando beso el dorso de las manos de (t/n), no es un acto que él haría con otra persona. Fue tan... repentino, no lo pensó al hacerlo, nació de él naturalmente, una muestra de afecto honesta. Y cuando se detienen en su destino siente que cierta parte de la magia termino ahi... sabe que debe bajarse para que ella pueda ir a su casa a tomar un pequeño descanso, aunque ni uno de los dos quiere bajar del auto, ella no lo mira más que pretender arreglar el espejo retrovisor y él acomoda su cabello casi castaño.
Rascando su nuca mientras traga saliva.
—¿Quieres... un café? La casa invita — ofrece tímidamente (t/n) mordiendo su labio sin notar como él siente que su corazón se salta un latido ante la vista. Sabe que ella no lo ha hecho a propósito, pero... observarla tímida con él es algo que no esperaría ver y ahi están, atrapados en un momento que desearían fuera eterno, pero si fuese eterno... dejaría de ser solo un momento —. Digo, si quieres... si no, está bien... comprenderé...
—Si la casa invita — contesta rascando nuevamente su nuca como un instinto que no puede evitar en lo absoluto. Y todo aquel que este mirándolo va a tomar nota que hace eso cada vez que está nervioso, pero ese acto... solo lo hace en presencia de (t/n), no hay nadie más que provoque tal reacción en él —, quisiera que me prepares... tu café favorito, desde que lo mencionaste he estado curioso sobre su sabor, prepáralo como te gusta tomarlo a ti...
—¿Mi... café favorito?
Él únicamente asiente con su cabeza.
—Eso sería trampa — contesta con una suave risa cuando le da un suave golpe en su hombro. Provocando que se queje dramáticamente en modo de broma entre suaves risas cuando la mira sonriente —. Honestamente creí que averiguarías que clase de café era ese por tu cuenta...
—Y me ofreciste un café; quiero que me prepares tú café favorito, no me digas que tienes miedo que odie ese café. ¿No me digas que tienes miedo, lo tienes?
—No tengo miedo de eso — rechista ella ante su tono burlón con una suave risa de su parte. Sintiendo inevitablemente sus mejillas calentarse con la mirada que él le esta dando a ella, tan sumidos en su propia conversación —. Bien, terminando de reparar la calle te daré ese café que tanto deseas.
—Lo estaré esperando entonces... no, más bien... ire a buscar ese café. ¿Suena... como un plan?
Ella cae en silencio... como si lo único que escuchase fueran los latidos de su corazón. Y sonríe. Asintiendo con su cabeza con cierta emoción. Una parte de sí misma volviendo a ser aquella adolescente con sueños inocentes sobre el verdadero amor. Emocionándose porque... nadie antes se hubiera tomado tal molestia. Escuchando promesas de las cuales se fiaba. Insistiendo que no sería decepcionada esta vez.
Porque confió en esos ojos azules.
—Sabes dónde encontrarme — confía: Se dice a sí misma con esperanzas de un futuro lleno de cambios positivos. Escuchando a su corazón. Un corazón valiente dispuesto a atravesar cierto rumbo que una vez la lastimo, pero... todo el odio que una vez sintió por él se transformaban en una ola de mariposas que la hacía inevitablemente feliz. Sonriéndole, sin darse cuenta que sus ojos (c/o) resplandecían esperanzada, una vista que ella no veía desde su perspectiva, pero Rayo... oh, él veía todo lo que una vez admiro, aunque era diferente... era encantadora.
Encantadora como todos solían decir.
Fuiste más que un corto tiempo: El mundo transcurre en cámara lenta cuando observa esa sonrisa. Retirando su cinturón de seguridad con dudas. Su corazón late acelerado temiendo que bajar de ese auto acabare en volver a verla tener un accidente... fuiste más que un corto tiempo, se diría a si mismo cuando la corredora que admiraba se desvanecía entre las tormentas.
Y tengo mucho por lo que lamentar: Repetiría su mente cada noche cuando se recostaba después de entrenar. Porque seguía fantaseando con las miles de posibilidades. ¿Qué hubiera sido si ella no se iba antes de tiempo? Si hubieran entrado al mundo de las carreras al mismo tiempo, todo sería tan diferente... eres más grande que todo el cielo. Se decía cada noche, cuando un año transcurrió del accidente y los fuegos artificiales iluminaron toda la pista de carreras porque ella había despertado. Estuvo en esa carrera. Escuchando las celebraciones de una estrella que debía volver a brillar... pero todo a terminado, no está destinado a ser.
Pero los accidentes no suceden cuando la observa soñadoramente estacionar su vehículo en el café de Flo. Esta estatico observandola apagar el motor de su auto, ella misma poniendo los pies en el suelo. Quedandose estático, observandola... sin poder creer que este día haya sido una completa realidad. Debe recordarse en darle las gracias a Sally, pero todo su mundo cae en silencio cuando la ve mirar hacia atrás, directamente hacia él... la memoria quedara eternamente gradaba. Inolvidable, estaba comenzando a percibir los destellos de la verdadera personalidad de (t/n) salir a la luz.
Que extraño es soñar con ella... incluso estando despierto. Sonriendo, su rostro calentándose con el sol posándose sobre él. Iluminándolo. Poco consciente de su propia imagen inocente cuando la observa en silencio, (t/n) sonríe de vuelta. Y la ve de vuelta... esa chica tan risueña que todos admiraban... seguía ahi.
Solo estuvo oculta entre las sombras para protegerse.
Ese día lo guardaría entre sus memorias más preciadas e inolvidables.
Eres más grande que todo el cielo: Sonríe. Sabe que tiene tantas cosas que hacer en esta vida... tantos sueños que seguir. Pero no puede pensar en nada más que ella al verla entrar al café. Sumido en su mundo de fantasía cuando su corazón late aceleradamente, como si la marea suave de un río lo arrastrara a lo más profundo sin sentirse asustado. Pero este ensueño se rompe cuando inesperadamente Mate salta a su lado, posando sus manos con tierra sobre los hombros de McQueen que se sobresalta, sintiendo que pudo haber sufrido un ataque al corazón por el cambio tan brusco en la situación.
Mirando a su amigo sin entender nada.
Posando una mano inconscientemente sobre su pecho donde su corazón late agitadamente con el miedo. Estaba distraído. Demasiado... todos los sonidos vuelven a sí mismo, una fantasia quedando atrás cuando dejo de mirar a la cafetería para ver a Mate.
—¡Escucha, escucha, si te preguntan estuvimos aplastando buzones!
Exclama mientras se marcha tan pronto como llego. Provocándole una risa a McQueen que lo mira confundido, siempre saliendo con extraños disparates.
—¿Qué..? — pregunta entre risas que se apagan cuando ve al ganado de vacas correr en dirección al pueblo. Quitándose de inmediato del camino antes de ser aplastado completamente, un grandioso día no puede terminar de esa forma tan... horripilante. Pero es gracioso, preguntándose que pudo haber estado haciendo Mate mientras él estaba en esa especie de paseo-cita con (t/n).
Se fue un instante y se creó un pequeño lio con el ganado adueñándose del pueblo.
Afortunadamente ni uno se desvió hacia la dirección de la cafeteria. Pero indiscutiblemente el sonido se ganó la curiosidad de (t/n). Ella volvió a salir sosteniendo un paño entre sus manos, frunciendo el ceño cuando se detenía conjunto a Flo, el Sargento, Fillmore y el Sheriff, cada uno más confundido que el resto.
No era algo que sucedía todos los días.
—¡No, no, salgan de la tienda! — exclama Luigi cuando ve una de las vacas entrando a la tienda sin importarle nada. Con Guido corriendo detrás para evitar que la tienda sufriese un mayor daño que no pudiesen costear —. ¡Hey, no comas la radial! — dice exaltado, empujando otra pila de ruedas hacia el animal —. ¡Toma, te doy las de nieve!
—¡Mate!
El Sheriff exclama persiguiendo al ganado de un lado a otro.
Haciendo reír un poco a McQueen ante tal vista.
—¡Yo estaba volteando buzones! — se defiende instantáneamente Mate corriendo de un lado a otro buscando una forma de que el ganado regrese a donde pertenecen. Y no destruyan tanto la calle que continua nueva.
—¿¡Entonces estas vacas de dónde vienen!?
—Oigan — dice McQueen entre risas cuando ve a Fillmore corriendo de una vaca mientras tras el animal va el Sargento —. Uno se fue por allá. Yo lo traigo.
Con una risa que escapa de sus labios emprende una marcha de trote tras el animal que se mueve a la zona de tierra. Sus zapatos levantan la tierra al caminar sin borrar la sonrisa de su rostro, entretenido con la clase de desastre que pudo crear Mate en tan poco tiempo, era increíble, eran la clase de cosas que nunca viviría en el mundo de las carreras... las cosas inesperadas que sucedían ahi eran diferentes y en cierto modo no te provocaban carcajadas como este desastre.
Una de sus manos se metía en su bolsillo delantero en la zona donde estaba guardado el antiguo autógrafo. Como un amuleto de la suerte que protegía.
—Ven vaquita — le llama animadamente persiguiendo al animal —. Si, que gran vaquita, ven aquí — se acerca con cuidado al animal que no tarda en caminar hacia adelante cuando lo nota acercándose demasiado —. No, no, ¿Vaquita que haces? No debes andar rondado así... solo...
Finaliza en un susurro cuando su mirar recae en Doc: Nota el vehículo azulado del hombre en cuestión. No esta estacionado sin más en la zona de tierra... no cuando Rayo se acerca lo más sigiloso posible para tener una mejor vista de lo que nadie más presencia, como un secreto que salió a la luz del día. Se acuclilla con cuidado, su mirada demuestra entusiasmo, manteniéndose callado para no interrumpir un momento único.
—¿Qué haces con esas ruedas deportivas? — se pregunta a sí mismo en un susurro curioso —. Vamos Doc... enciende el motor.
Lo observa desde su escondite esperanzado: No se queda quieto ni un momento prácticamente rogando en cielo que sus plegarías sean escuchadas. Y celebra en silencio al oír el rugir del motor del anticuado vehículo de carreras que está en un perfecto estado, entusiasmado cuando lo ve arrancando, conduciendo las curvas de tierra en formas sorprendentes, la escena es una que no podría repetirse constantemente. Por ende, sus ojos azulados persiguen el auto con la mirada sin detenerse o perderse ni un solo de los detalles. Observándolo doblar en esas colinas, sin caer o perder el control del auto al estar inclinado de tal manera con las montañas que son perfectas para un conductor con agallas.
Y con un saber perfecto de la conducción.
La curva más importante se aproxima. Esa curva que él no tiene capacidad de completar sin caerse al barranco de cactus. Pero sabía de otra persona que era capaz. (t/n), sin embargo, sospechaba que ella lo tuvo que aprender de otra persona y ese era nadie más que Doc, que doblo tal como le había intentado enseñar a él. Porque todo su esfuerzo, toda la tierra que se levantaba con el paso del vehículo demostraba cuánta razón tenía cuando recuperaba el rumbo sin perder el control. Arribando a su punto de victoria.
Deteniendo el auto mientras él hombre solo se sentaba frente al volante. Tomando más de una respiración que pudo haber estado conteniendo. Sin notar a una persona acercándose, McQueen acercándose hasta la ventanilla abierta del asiento del pasajero, pero el hombre estaba tan sumido en su propio mundo para verlo ahí de pie.
Hasta que rompió el silencio.
—¡Wow, impresionante! — exclama McQueen haciéndose presente para Doc que no tarda en mirarlo con cierta irritación.
Pero cae hacia atrás cuando Doc vuelve a encender el motor sin haberle interesado que el chico estaba ahi apoyado. Dejándolo en el suelo en un ataque de tos por toda la tierra que se levantó, rodeándolo e intentando sacudir la tierra con una mano para poder respirar aire fresco.
—¿Qué haces? — exclama al terminar de toser —. ¡Doc, alto!
Con tanta prisa que tiene se vuelve a levantar desde donde esta para perseguir a su nivel caminando a Doc. Pese a que esta unos cuantos pasos atrás no se rinde. Y más de uno puede mirarlo con curiosidad. Observándolo corriendo alrededor, nadie se preocupa cuando no tiene su auto para escaparse del pueblo, corre detrás del auto, aunque es obligado a detenerse cuando el ganado pasa delante de él con Mate conduciendo su grua los va guiando de alguna manera.
Y se siente cansando cuando retoma su correr tras él hombre de mayor edad que casi siempre esta amargado. Sabe que los demás lo han odiado... aunque eso está cambiando, corre detrás de Doc hasta que llega al almacén de antes, apoyando sus manos contra sus piernas para recuperar el aliento perdido, mirando hacia el suelo, respirando agitadamente con cansancio por haber corrido así de rápido.
No se veía así desde que era solo un niño pequeño.
—¡Doc...! — exclama McQueen cansadamente mientras usa su mano para evitar que la puerta lo golpee —. ¡Oye, en serio, conduces increíble!
—Qué bueno, fuera de aquí.
Exclama en un tono malhumorado dándole la espalda.
—¡Es verdad, aun lo haces! — continúa diciendo mientras se asoma detrás de Doc como si fuese un niño pequeño que no puede quedarse quieto por ni un solo segundo. Cosa que no hace más que fastidiar al hombre que mira de soslayo a su espalda.
—Te pido que te alejes.
—Por favor, soy corredor y tu... un viejo corredor, pero nos une algo en común.
Finaliza sonriente al detenerse al lado de Doc que ahora retrocede mucho más fastidiado cuando están tocando un tema que no quiere tocar. Es algo que preferiría seguir sin hablar... con nadie en ese pueblo ni menos con él corredor joven.
—Entre nosotros no hay nada en común — rechista retrocediendo para irse —, ahora largo.
—¿Qué es lo que te hizo renunciar estando en la cima, triunfando?
Esa pregunta lo cambia todo... Doc lo mira con sus ojos entrecerrados. Y comienza a caminar adelante. Ya no se ira. No ahora que escucho esa pregunta. Por supuesto que los nuevos corredores pensarían en eso, no sería una primera vez en oír tal pregunta... rememoraba a una joven corredora que haría esas preguntas curiosamente en un tono mucho más suave que este otro joven en frente suya. Y no tuvo problemas en responderle: Porque cuando (t/n) se apareció en su vida ella no era más que una jovencita destrozada.
Que le rememoraba mucho a sí mismo.
—¿Crees que renuncie? — finalmente él dice con un tono mucho menos severo a antes. Mirándolo con atención. Y con unos pocos pasos enciende un interruptor que ilumina el sector conjunto a McQueen.
Iluminando un marco en la pared con un periódico antiguo.
Choque: Hudson Hornet pierde la temporada.
—Claro... tuviste un accidente en el cincuenta y cuatro...
—Ellos renunciaron a mi — habla Doc con un tono casi melancólico, pero con cierta frustración —. Cuando me recupere volví esperando una gran bienvenida. ¿Qué crees que dijeron? Eres historia. Pusieron su atención en el siguiente novato en la fila. Tenía tanto que dar todavía... y no me dejaron enseñarles, conservo eso, para no olvidar que no debo volver. Jamás espere que ese mundo me... encontraría aquí... dos veces...
—Entiende esto Doc, mira no soy como ellos...
—¿Ah si? — lo interrumpe tan pronto como puede Doc.
—No, en verdad.
—¿Cuándo fue la última vez que preocupo algo que no fuera tú mismo, corredorcito? — inquiere Doc con sus ojos entrecerrados —. Dime una sola vez y yo me retracto de todo lo que dije —. Ante el silencio de McQueen, Doc solo puede saber que está en lo cierto —. Aja, es lo que pensé, ellos son buena gente. Se cuidan mucho unos a otros, no quiero que dependan de una persona con la que no cuentan. Te he visto merodeando a (t/n): Solo lo dire una vez, apártate de ella.
—¿Lo dices tú?
Añade inmediatamente él con un tono de enfado en su voz cuando lo escucha mencionar a (t/n): Podría haber pasado todo por alto. Pero oírla decir su nombre... había tantas cosas de (t/n) que quizá no sabía y aun así tenía cierta confianza en saber que ella era feliz en un mundo que seguía esperándola.
—¿Que viniste hace tanto y tus amigos no saben quién eres? — exclama con su ceño fruncido. Haciendo que Doc de un paso atrás —. ¿Quién es él que se preocupa por sí mismo?
—Termina la calle y lárgate.
Doc está a nada de marcharse cuando inesperadamente McQueen añade un último comentario que lo hace detenerse. Porque son palabras que simplemente le hierven la sangre... porque ante él oír eso solo genera una bandera de peligro.
—¿Qué tal si me marcho con ella? — exclama: Robándose la atención de Doc que lo mira para volver a acercarse a él —. La he admirado desde mucho tiempo... desde que llegue aquí no pude reconocerla porque cambio mucho y aun así cuando le mencione en la posibilidad de que vuelva al mundo de las carreras la vi feliz.
—No me repetiré otra vez.
—Yo tampoco... ella ama ese mundo & no es culpa de nadie si ese mundo te abandono, pero todavía hay muchas personas que ansían su regreso.
—Ese es solo un deseo egoista — rechista Doc —. Apártate de ella... no la mereces.
No la mereces... un suspiro escapa de sus labios ante esas palabras duras. Y comienza a caminar fuera del almacén cansadamente. Desordenando su cabello con frustración. Permitiendo que sus pies lo lleven de vuelta con más lentitud de la normal hasta la cafetería de Flo. No había una sonrisa en su rostro cuando siguió su rumbo, en una parte Doc tenía razón... solicitar que ella vuelva a las carreras era su egoísmo, pero... ¿Iba a mentir en decir cuan feliz la vio? Ella sonrió de verdad. Considero la idea. Y ahí estaba ahora empujando la puerta de la cafetería con una mirada cansada, desconcertado, porque... una vez terminase esa última calle no tendría nada que lo atase a ese pueblo.
Se quedaría sin motivos a quedarse.
—¿No es demasiado tarde para ese café...? — su voz suena mucho más suave a otras veces. Cansado. Sus ojos ni siquiera pueden mentir en el nido de dudas que se acomoda sobre su mente, sus ojos azules la observan teniendo el cabello atado en una trenza desordenada cuando toma asiento en la misma mesa de ella.
Y la mirada de ella se encuentra con la suya... esa sonrisa se desvanece cuando inmediatamente nota un cambio. No se atreve a decirle nada. Esta casi cohibido en su presencia cuando la observa levantarse, moviéndose en silencio para posar ambas manos sobre su cabello, provocandole un temblor a él.
—¿Qué... qué haces? — pregunta sin ocultar el rubor en su rostro cuando desvía su mirada hacia el suelo para no tener que mirar a los botones de la blusa de ella. No, no hará eso... mucho menos cuando sus manos parecen jugar con su cabello.
—Ordenando tu cabello.
Es su sencilla contestación cuando se aparta de su lado con una sonrisa amable. ¿Cómo puede decir Doc que es egoísta... acaso no vio la sonrisa de (t/n)? ¿O esa sonrisa... se debe a otra cosa que él no puede ver?
—Sabes... te sienta bien el color rubio — sonríe ella con suavidad mientras vuelve a mantener sus manos para sí misma. Jugando con sus dedos como si estuviese obligándose a no volver a tocar su cabello —. Es como el color de mi auto.
—Eso... ¡Eso es solo una coincidencia! — exclama avergonzado con su rubor incrementando. Sintiendo que hasta sus orejas se tornan rojas cual tomate.
—Y ahora pareces un tomate... como el color de tu auto.
Se rie con suavidad cuando lo esta molestando a proposito. Ambos sin prestarle atención a Flo con Ramón que hablan para si mismos atrás del mostrador. Susurrandose para la conversación que escuchan. Simplemente... no es una vista que tengan ahi todos los días, (t/n) riendo a carcajadas como si todos sus problemas se hubieran ido con la llegada de este corredor.
—Me estas molestando a propósito...
—Va marchando ese café — cambia el tema ella con una sonrisa —. ¿No quisieras comer algo también? Tenemos algunos postres... lo agrego a tu cuenta. ¿Qué me dices?
—¿Un postre? Claro, sorpréndeme...
Sonríe sencillamente. Y solo la observa asintiendo con su cabeza... marchándose detrás del mostrador. Viendo cada uno de sus movimientos cuando está preparando el café, acomodando una mano sobre su rostro, apoyándose contra la mesa de la cafetería con la música suave sonando de fondo. Pero no puede prestarle más atención que a ella. ¿Realmente... no la merece? Siempre la ha admirado. Fue su fan... ahora siente que podría considerarse un amigo cercano a ella. Al igual que el resto del pueblo que no parecen detestarlo... las cosas estan cambiando.
Y él saborea el momento.
Las mariposas causan un desastre en él cuando la observa regresando con una pequeña bandeja donde trae ambas cosas. Dejando todo sobre la mesa frente a él. El aroma del café inunda todos sus sentidos y cuando prueba el primer sorbo del café... todo se siente bien.
—¿Entonces...? — pregunta ella expectante cuando se sienta frente a él. Sus manos acunando su propio rostro, esos ojos (c/o) solo están para mirarlo a él en esa tarde.
—Sabe mejor de lo que esperaba — admite con una sonrisa —. ¿Qué te parece si te robo este café y lo convierto en mi favorito?
—Que sea el café favorito de ambos.
—Perfecto.
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