# 04: Un rostro familiar
Escucho todo: Sabiendo cuales serían sus cartas a utilizar contra (t/n). Lo intento todo. Absolutamente todo. Esos tres años llena de temores. Oculta en los rincones más oscuros de su mente. Haría incluso sus trucos más sucios con tal de ver esa sonrisa en su rostro, porque estaba harta de oírla llorando cada noche... estaba harta de ver esas ojeras al estar llena de pesadillas, sabía que permitirle seguir viviendo así solo acabaría con su vida. No le importaba arriesgarse a salvarla. No importaba verla enfurecerse con ella... solo era por su bien. Y si ese desconocido era un corredor de carrera podría atraerla de nuevo al mundo que (t/n) seguía amando pese a decir lo contrario, no era ciega... oía como (t/n) extrañaba cada día todo lo que más quería; competir en esas carreras, no importaba si ganaba o no, ella lo disfrutaba, no quería verla reprimirse solo por el miedo.
Ya no estaba sola.
No debía seguir viviendo en las sombras cuando sus sueños estaban afuera. A su alcance si lo deseaba. Intento convencerla de volver. Pero sus respuestas siempre fueron frías. O cambiaba el tema constantemente. ¿A quién engañas (t/n)? Preguntaba más veces de las necesarias, la veía haciéndole mantención a ese vehículo de carreras cada noche, manteniéndolo impecable, las fotos en las antiguas revistas no mentían... el brillo que se apago en sus ojos (c/o) no mentían ni ocultaban su tristeza. Y sabía que cada que (t/n) se mirase al espejo no reconocería su propia imagen.
Porque ella no era esa chica amargada... Sally conocía tanto su personalidad alegre. La extrañaba. Y si hubiese tenido el poder de haber cambiado los eventos del pasado, lo hubiera hecho. Sin embargo... quizá todo sucedía por una especifica razón puesto que nunca se habrían conocido de no ser por el accidente. Extrañaba a esa chica risueña. Soñando... disfrutando de su vida cada que se preparaba para sus carreras, ese cabello salvaje (c/c) meciéndose con el viento, el motor rugiendo... rogaba por verla sonreír otra vez.
—¿Que intentas, Sally? — inquirió Doc de tan malhumor como podría estarlo al ver a una persona poco agradable en el pueblo.
—Por favor... ponlo a reparar la calle es necesario.
Insistió ella para el disgusto de la misma (t/n) que la miro con sus ojos atentos a cada palabra. Incluso preparándose para hablar si lo requería la situación.
—No, conozco a los de su tipo... corredor — aclara sin quitarle la vista de encima al intruso —. Algo que nadie necesita aquí.
—Entiendo... no quería hacer esto Doc, pero no me das alternativa.
Otro de sus discursos: Si... no estaba equivocado. Todos escucharon atentamente. Cada palabra para motivarlos a protestar en contra de la elección de Doc. Pese a como sabía que (t/n) estaba negando con su cabeza, prácticamente sospechando a donde se encaminaba con tal discurso, el corazón de (t/n) se agitaba con el sentimiento de ansiedad.
Odiaba este día.
Y quizá odiaría el esto de los siguientes días.
—¿No creen que la persona responsable tiene que arreglar la calle?
—El único que tiene la fuerza para hacerlo es el fortachón All — Lizzie, la abuelita del pueblo exclama felizmente al tener la memoria de una persona que prácticamente ya no vivía ahí.
—Lizzie, él se fue hace quince años.
—¿¡Entonces por que lo mencionas lamina vieja!?
Las conversaciones resuenan en el aire frío de un invierno ausente... un corazón sintiéndose congelado a través de los años. Estática. No escucha nada. Las memorias vuelven como solo el inicio de una tormenta que deberá atravesar. Debes afrontar tu pasado con tal de ser feliz... sin embargo, ella no desea enfrentarse a un pasado que creía tan perfecto; bailando en medio de la oscuridad con unas manos que creía la mantendrían eternamente a salvo en lugar de mantener una navaja filosa para apuñalarla cuando fuese el momento indicado.
Y él continuaría en su memoria para atormentarla cuando lo recordara. Maldecida. Y sabe que fue hace mucho tiempo, que la magia ya no está ahí... ella podría estar bien, pero no se siente para nada bien.
Porque en cualquier momento él diría que es amor.
Nunca lo llamo por lo que era.
Y ella nunca se percató a tiempo.
Sus ilusiones inocentes resplandeciendo en el hombre que se esfumo con el viento. Robando su confianza. Sus ojos no brillarían con la misma intención. No con tal ladrón aún suelto. Atormentándola en ocasiones, porque tu mente es tu peor enemigo... tu ansiedad es tu peor enemigo, haciéndola sentir que se desvanece hasta que escucha la celebración de todos menos uno de ellos que se queja. Y sabe que su mejor amiga volvió a salirse con la suya, maldiciéndose a sí misma... solo necesita huir de esto.
¿Pero a donde huir..?
—Ha — se queja malhumorado McQueen al voltear a mirar a Sally que solo lo mira burlonamente ante su victoria. Y ella se mueve con libertad hacia (t/n), obligándola a levantarse con la idea fresca en su mente, esto es una clase de traición que será agradecida al final... sabe que no está equivocada, hizo de todos esos cuatro años para sacar a su amiga adelante y nada funcionaba, ahora tocaba jugar con fuego —. No pienso salir contigo a cenar.
—Entiendo — se ríe ella suavemente —, porque... saldrás con Bessie y (t/n), estoy segura de que ella cuidara de ti. ¿No, (t/n)? Dame una sonrisa — insiste Sally ante la mirada seria de (t/n), cruzándose de brazos al saber que no tiene forma de escapar, como una rata en una trampa hecha para ellos.
—Me vas a deber un trillón de favores — murmura (t/n).
Con ello un animado Mate le da un fuerte codazo a McQueen.
—¡Amigo, vas a trabajar con Bessie y (t/n)! Daría las tuercas de mi auto por algo así — comenta alegremente pese a la confusión del rubio que lo mira confundido, evadiendo mirar a (t/n) que solo lo observa con fuego en sus ojos.
—¿Bessie, quién es Bessie?
—Ya la conocerás...
Con esa oración (t/n) se adelanta malhumorada: Su cabello meciéndose al caminar. Sintiéndose caminar sobre un pavimento de nieve. No... sus sentimientos se sentían helados como ese crudo invierno, cuando sus parpados se abrieron en una habitación tan blanca como la nieve y las noticias helaron su cálido corazón que continuaba derramando sus lágrimas en la oscuridad. Ocultándose. No era una cobarde. Solo... se mantenía a salvo, aunque seguía deambulando como alma en pena incluso si seguía estando viva.
No... (t/n) sintió que murió aquel día.
2002
Malhumorada. Las conversaciones del resto no importaban en lo absoluto cuando estaba en silencio. Procesando o pensando los días tortuosos. Siempre creyó que estaría a salvo, aunque claramente no era ese el caso, no cuando ni Mate tomo las medidas correspondientes al quitarle las esposas a McQueen que corría a prisa a su vehículo que aún no estaba enganchado a Bessie.
Y gritaría con felicidad: —¡Soy libre!
Conduciendo a toda velocidad incluso sin ponerse el cinturón de seguridad incluso. Lleno de felicidad a la idea de haberse salido con la suya. Conduciendo sin mirar atrás. O hacía el asiento del copiloto.
—Adiós para Radiador Springs y adiós para Bessie... ¡California, aquí voy!
—Si sabes que no somos idiotas.
Una voz a su lado lo hace sobresaltarse perdiendo el control del vehículo mientras (t/n) se mantiene quieta en el asiento sin protestar a mostrar una reacción a comparación del hombre rubio que la mira como si viese un fantasma. Su rostro pálido, agitado cuando recupera el control del vehículo en medio de la calle en donde levanto más tierra que nunca.
Frenando casi de golpe.
Evitando estrellarse con un cartel.
—¿¡Cómo...!? — exclama McQueen dramáticamente, mirándola con alarma —. ¿En qué momento...?
—Si te concentrases más en tu alrededor y menos en ti mismo hubieras visto que entre al auto en el primer segundo en que salimos del tribunal — contesta ella sin moverse demasiado —. ¿O crees que te saldrías con la tuya? Las cosas no funcionan así, niño mimado.
Él no tiene una respuesta clara.
Cae en silencio, su corazón latiendo aceleradamente sin haber pensado la idea de que ella pudiese colarse en el auto. No tenía llaves. No... ¿Qué clase de amenaza era ella? Mirandola. Estaba más cerca aquí. Podía tomar nota de sus facciones faciales, esas ojeras, ese cansancio... ¿Porque su rostro era tan familiar y desconocido al mismo tiempo? Eso era ilógico.
No conocía a esta mujer.
¿O si...?
—Todo lo que tengas en mente... lo vamos a notar antes — contesta ella sin mostrar sonrisas. Solo cansancio. Estrés. Estos días serán aburridos, más cansadores de lo normal... optaría tener un turno completo en la cafetería que este infierno —. Supongo que es mi sentencia tener un ojo en ti hasta que repares la calle.
—¿Que si no lo hago?
—Entonces viviré condenada a vigilarte... te detesto, así que solo quiero que desaparezcas de mi vista cuanto antes. ¿Me comprendes? — es una sentencia final cuando ella retira las llaves del vehículo que no tiene gasolina. Porque todos sabían exactamente sus movimientos, sabían de las torpezas de Mate.
Ya sabían que hacer.
—Ni que estuviera feliz de pasar tiempo contigo... eres peor que una bruja amargada — refunfuña McQueen cruzándose de brazos. Para nada contento cuando el mismo Sheriff se presenta, sabiendo que Mate con su auto estarán ahí para transportarlos de vuelta a Radiador Springs.
—Que comentario tan poco original... ¿No tienes nada más fresco? Bueno, acostúmbrate a ensuciarte un poco en vez de posar frente a las cámaras. Porque si bien odio tener que pasar tiempo con un sujeto como tú, no me queda de otra que ayudarte para que te largues cuanto antes.
Y eso... lo sorprende.
Una persona que te detesta se encargaría de hacerte la vida miserable. De darte los peores dolores de cabeza. ¿Pero... ayudarlo? Se quedo anonadado mirándolo. Descansando contra la ventana abierta del asiento, apoyando su cabeza para recibir el aire fresco, sus cabellos (c/c) meciéndose y él siente una pequeña sensación de reconocimiento. Su corazón se salta un latido, preguntándose... ¿Podría ser ella?
—¿Nos conocemos... de casualidad?
—Recordaría haber conocido a un idiota como tú anteriormente — es la unica respuesta que obtiene cuando ella no vuelve a decir nada más. Y McQueen atina a encender la radio, escuchando las noticias... la carrera, preguntándose si llegara a tiempo, por ahora su unica cita será pasar el día con Bessie y (t/n), dos compañías poco agradables.
Pero la sensación de estar sentado conjunto a una persona familiar no lo abandona. Prevalece. Cuestionándose. ¿Quién es ella? Parece tener un rostro tan familiar y al mismo tiempo solo parece una desconocida más. No es una fanática. Pero lo detesta por alguna razón incluso si no lo conoce, todo parece un rompecabezas revuelto... necesitaba reunir las piezas para que las respuestas lluevan.
Desconociendo que tal vez... solo tal vez... si hubiese visto mejor habría descubierto la verdad. La identidad de ella. Esa extraña que no era una extraña. Si hubiese visto más a su alrededor, lo hubiera descubierto.
Pero aún... bailarían alrededor del otro sin obtener respuestas claras.
La primera novata en ganar una copa Pistón...
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