Jules abrió los ojos sobresaltado. Había cierta penumbra en el ambiente que no le permitió ver bien durante los primeros segundos. La única luz provenía de un velador al lado de la cama donde su madre reposaba, con su padre al lado.

Amy seguía durmiendo, aunque sus ojos estaban hinchados. Jude lo observaba, como si de un gato se tratara.

— ¿Qué hora es?—preguntó el rubio, bostezando.

Jude chequeó su reloj.

—Cinco y media.

Jules asintió.

Se acomodó en su asiento, no sentía su trasero. Pudo percibir claramente como el aura alrededor de su hermana se volvía familiar. Las preguntas volvían comenzar.

— ¿Qué es lo que amas de ella?—preguntó la castaña seriamente. Jules estaba sorprendido. Era algo tan amplio y tan real, tan repentino, que era difícil de explicar. Pero iba a intentar explicarlo de todas maneras, necesitaba dejarlo en claro.

—Es extenso—Jude asintió, como diciendo "empieza". Julian se frotó la nuca—. Amo sus pecas—su hermana lo miró incrédula, causando su risa. Observó a su novia con cariño—, son como pequeñas características únicas que le pertenecen solo a ella. Amo su cabello, tan rojo como la sangre, o tan brillante como las zanahorias, todo dependiendo de la luz. Amo que tenga casi mi altura, y amo su piel, suave al tacto. Me gustan sus pies y sus manos, porque son pequeñitos en relación al resto de ella. Adoro su originalidad, sus locas ideas. Que pueda hacerme reír con solo unas pocas palabras, o con un una mueca graciosa. Que me entienda sin que tenga que explicarle, que me deje hablar sin interrumpirme. Amo su arte, no porque sea bello o no (realmente no sé nada de ello), sino porque ella lo hizo.

Hizo una pausa, preguntándose todo lo que aún no había mencionado.

—Amo que sea una gran persona, con todos, ancianos, adultos, jóvenes y niños. Discapacitados, marginados de la sociedad, etc. Amo que sea una guerrera, que después de todas las cosas que ha sufrido siga encontrando un motivo por el cual seguir adelante día a día, que luche por sus sueños. Amo su fortaleza, característica de la que yo suelo carecer en muchas ocasiones. Adoro el timbre de su voz y la forma en que ríe. Me gusta su forma de caminar, de cantar, de bailar. Me hace sentir aliviado poder decir cómo se siente cuando se queda callada. Me gusta conocerla tan bien. Creo que todo lo que me hace sentir causa que cada día la ame más. Su ausencia me lastima—Jules miró al techo, sonriendo—. Y todas estas pequeñas cosas me hacen pensar, sentir que no quiero pasar un día sin ella en lo que me resta de vida.

Se calló.

—Eres tan cursi—comentó Jude, sonriendo. Julian le sacó la lengua, sintiéndose feliz al recordar todos esos detalles.

Jude juntó sus manos.

—Bien, ahora, redúcelo a una sola frase—propuso la chica.

Jules se llevó una mano a la frene, pensando cómo podría explicar todas esas cosas que tanto amaba, que tan feliz lo hacía, sin decirlas una por una.

Lo supo.

—La amo porque ella—se tomó un momento para observarla respirar profundamente—me hace sentir completo y como si nada me faltara en este mundo.

Jude sonrió, aceptando sus palabras. Solo eso le había hecho falta para saber cuán profundos eran los sentimientos de su hermano por esa joven. Ella estaba completamente convencida de que se merecían. Ella lo aprobaba.

En el silencio, Jules se había vuelto a dormir.