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Parte III

—Solo tuvo una descompensación. Para mañana ya estará mejor y podrá ir a casa— dijo el joven médico antes de retirarse.

Jules y su padre se miraron, discutiendo con sus ojos quién iba a entrar a continuación. Él hombre fue el designado.

Julian miró impotente la puerta, apretando sus manos en puños. Eso había sido su culpa, lo sabía. No debería haberle gritado aquellas barbaridades.

Se dio vuelta, suspirando. Estaban en la sala de espera, una habitación mediana, blanca, con asientos acolchados azules oscuro. Había máquinas expendedoras en una esquina. El rubio se acercó a ellas, revisando en sus bolsillos. Compró dos chocolates, sabiendo que tanto Jude como Amy los necesitaban. Jude porque se pondría histérica si no encontraba algo que hacer, y Amy para controlar el hambre innecesario que le causaban los nervios.

Al darse vuelta ubicó con la mirada a las chicas, dándose cuenta de que estaban charlando. Se acercó a ellas, ofreciéndoles el dulce. Amabas lo tomaron con una sonrisa.

— ¿De qué hablan?—preguntó, sentándose al lado de su prometida.

Amy abrió el chocolate y le ofreció el primer mordisco. Ella decía que la primera probada era algo importante, probablemente significaba cuánto te apreciaba la persona que te lo convidaba. El mordió, con una sonrisa.

—Estaba interrogando a tu novia, ya sabes, lo que Mamá debería haber hecho—Jude dijo mientras mordisqueaba el chocolate. Jules bajó la mirada, sintiéndose culpable. Amy tuvo una reacción parecida por la misma causa. Jude los miró, encontrando divertido que compartieran reacciones—. ¡Oigan!—les llamó la atención. Ambos la observaron, sorprendidos—Esto no es culpa de ninguno de ustedes, simplemente se dio así. Mejor relájense y cuéntenme acerca de su vida en Venecia.

—Jude, no seas entrometida—la retó su hermano, haciendo su mejor esfuerzo por poner buena cara.

Jude hizo puchero.

—Bueno, si no me hablaran de ustedes, podrían hablarme de alguien más—sugirió la chica. Amy mordió su chocolate, esperando la pregunta—. ¿Cuál es la historia de esta chica, Angie?

Jules se atragantó, preguntándose a qué venía aquello.

—Bueno—comentó Amy, mirando su chocolate y recordando—, es una historia larga.

—Tenemos tiempo—agregó rápidamente Jude. Jules la miró, ordenándole que se controlara. Ella se encogió de hombros.

—Angie es latinoamericana, nunca me quiso decir de qué país exactamente—Jules asintió, recordando cómo solía evitar esa pregunta—. Sus padres consiguieron mandarla a estudiar a Londres para sacarla del entorno negativo en el que estaba viviendo. Su abuelo predilecto, el que le legó su cámara y su afición por la fotografía, acababa de morir de cáncer. Ella hizo la mayor parte de la secundaria en el Reino Unido—la pelirroja hacía pausas para ponerle un orden a la historia—. Allí conoció a su mejor amiga, que creo que llamaba Diane, o Daphne, no me acuerdo bien—mencionó, sobándose la barbilla. A Jules nunca dejaba de parecerle un gesto gracioso, sin poder evitar reír al presenciarlo una vez más. Amy le golpeó suavemente un brazo—. Eran inseparables. Pero eran diferentes. Angie había tenido años para aceptarse como era, para gustarse a sí misma, pero su amiga no, ella deseaba más, más poder, o popularidad, como quieras llamarle. Entonces hizo algo imperdonable—miró hacia el suelo, imaginando el dolor que Angie debería haber sentido. Julian y Jude la miraban con fijamente, esperando a que continuara—. Ella comenzó a salir con el deportista, el más popular, Harry, de quien Angie estaba enamorada.

Jude se quedó muda, intentando comprender la gravedad del asunto. Jules recordó a Angie, esa chica tan ausente, pero tan brillante la vez.

—Por supuesto, las dos amigas no se volvieron a hablar, y con el tiempo Daphne terminó con Harry al no poder controlarlo.

Un par de enfermeras pasaron corriendo ante una alarma no muy escandalosa que comenzó a sonar en algún lugar.

—Pasó cerca de un año y medio, cuando llegó esta chica, Jessica, que fue prácticamente la destructora del régimen de la ex mejor amiga de Angie. A su vez se encargó de que Harry y Angie terminaran juntos.

Jude suspiró, sintiendo el peso de ese corto romance. Pero luego recapacitó.

—Pero entonces, ¿cómo la conociste?—Jules sabía que su hermana tenía una pregunta lógica.

Amy se deslizó en su silla, tomándose de los apoyabrazos. Su chocolate yacía en su regazo.

—Es algo complicado. Creo que Harry finalmente le pidió que fueran novios lo que disparó la culpa en Angie—los contempló, intentando determinar si habían entendido. Al no ser así, pensó en una manera más clara de explicarlo—. Todo el rencor que había sentido por él al salir con su amiga, al no notarla por los pasillos. Luego cuando se negaba a darle una oportunidad, cuando intentó alejarlo. Ella se sintió tan mal, tan basura (a falta de una palabra mejor), que la necesidad de huir la sobrepasó, solo para dejar de lastimarlo. Tomó el primer vuelo a Venecia y se deshizo de su celular. Solo dejó una pequeña nota a la hermana menor de su mejor amigo en caso de que viera que las cosas iban mal sin ella. Fue entonces cuando la conocí.

Se quedaron en silencio, saboreando el chocolate. De un momento a otro, el Señor Marlowe apareció, indicándoles que podían pasar a la habitación, entraban todos y tenían permiso de los doctores.

Amy deseaba quedarse afuera, pero los hermanos insistieron en que entrara. Se sentó en un sillón en la esquina y no pronunció palabra, pensando que solo molestaría de intervenir.

La mujer estaba dormida y pálida. Según los doctores había tenido una baja de presión causada por un evento demasiado insoportable para ella.

Todos estaban dispuestos a pasar la noche allí. Jules observó a su hermana menor sentarse al lado de su novia, ansiando otro relato. Jude amaba las historias.

Su padre había acercado una silla al lado de la cama. Jules quiso seguir su ejemplo, pero una parte de él seguía enojada con sus padres. Tomó la silla restante y la ubicó en la misma pared de la puerta, pudiendo observarlos a todos sin hacer mucho esfuerzo.

Iba a ser una larga noche.

***

—Entonces, ¿no terminaron juntos? ¿Angie sigue en Venecia?—Jude no sentía correcto ese final.

Amy sonrió, intentando quebrar su propia tensión. La habitación estaba tan silenciosa que su voz sería lo único que se oiría.

—Ella ya no está allí.

Dejó que el silencio volviera a imponerse.

—Por favor, cuéntame qué pasó—pidió Jude, no resistiéndose. Sabía que era imposible que alcanzara el sueño allí, por lo que al menos podrían hablar de algo interesante.

La pelirroja suspiró. Jugó son sus manos.

—Harry entró en desesperación. Se enfermó. Estuvo meses lamentando la pérdida de Angie, hasta que su cuerpo le pasó factura por no comer y no dormir. Cuando la hermana menor de su amigo, aquella a quien había dejado la información en caso de que algo pasara, se enteró de lo ocurrido, le envió la nota a Harry. Según tengo entendido, en ella decía a dónde se había ido y el teléfono de sus padres allá en Latinoamérica, a quienes había informado de su cambio de planes, de lo que hacía, básicamente de todo.

— ¿Un plan de emergencia?—preguntó Jude.

Amy asintió.

—Angie habrá querido huir, dejar todo atrás, pero no era ninguna tonta. Sabía que si algo pasaba, lo que fuera, ella tenía que estar al alcance. Aunque creo que lo que ella esperaba era una noticia en caso de que alguno se casara, o alguien tuviera un accidente, no que pudieran encontrarla a partir de su back-up.

Jude asintió.

— ¿Él la encontró?—había un brillo en sus ojos que hacía pensar que no había otra manera de hacerla feliz que contarle un cuento. Amy pensó que quizás así era.

—No sé cómo, pero si, un día Harry tocó la puerta de su habitación, yo estaba viendo por la rendija de mi puerta. Creo que tuvieron una pequeña pelea, y no supe bien que pasó a continuación, pero Harry la convenció. Volvieron juntos a Londres luego de una exposición llena de las fotografías de Angie.

Jude suspiró, alegre de que ellos hubieran terminado juntos.

—Recuerdo el rostro de Harry cuando me conoció, creo que pensó que yo estaba intentando algo con Angie—comentó Jules, mirando al techo con una sonrisa. Amy rió.

—Sí, fue genial.

Ambos, en diferentes esquinas de la habitación, comenzaron a hacer caras parecidas a lo que en su mente sería la expresión de Harry.

Jude se rió por un largo rato.

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