Parte I
Quizás eso era una mala idea.
— ¿No crees que soy demasiado extraña para todo esto?— preguntó Amy, con la leve esperanza de poder irse.
Jules le sonrió, sabiendo lo que debía estar pensando. No, él no lo pensaba para nada, pero la pelirroja no parecía entenderlo. El rubio tocó el timbre una vez más.
Los pasos al otro lado consiguieron que Amelia se pusiera aún más nerviosa, si eso era posible. Cuando la puerta se abrió, una joven, algo parecida a Julian, los miró amenazadoramente.
—Jude, ya déjanos pasar— exigió el rubio. La chica rodó los ojos y se hizo a un lado.
Amy pasó primero, deseando que su novio la tomara de la mano y la arrastrara, debido a que se sentía incapaz de avanzar, por más que lo estaba haciendo. Oyó a Jules reír a sus espaldas, probablemente encontrando gracioso su nerviosismo.
—Mamá y Papá están volviéndose locos en la cocina, probablemente estén aquí en unos minutos.
Jules asintió.
—Jude, esta es mi novia, Amelia Boucher. Amy, esta es mi hermana, Jude— la pelirroja asintió en dirección a la chica, pero Jude avanzó hacia ella con toda confianza, abrazándola.
Se sentía tan extraño.
Jules parecía conmovido, pero no dejó que eso detuviera su avance táctico.
— ¿Hay algo que debamos saber antes de dar la noticia?—preguntó a su hermana, deseando que la respuesta fuera positiva.
Ella se llevó una mano a la barbilla, meditándolo.
—Bueno—dudó, lo que solo podía significar malas noticias—, Papá acaba de hablar con la abuela— "lo que siempre lo pone de mal humor" determinó Julian—, y Mamá se pasó toda la tarde cocinando— "si puede nos refregará en la cara el nunca haber ayudado en nada". No eran los mejores pronósticos.
Amy miraba el rostro apesadumbrado de su novio y supo que estaban en problemas.
Oyeron pasos. La vista de Amelia se deslizó a la puerta que seguramente daba al comedor. Un hombre alto y una mujer bella salieron de allí, cuchicheando entre ellos. Le pareció oír un "oh, es pelirroja", que solo la hizo sentir mal.
Cabizbaja asintió y dio manos ante las presentaciones. Su ánimo había decaído considerablemente y estaba tan nerviosa que sentía que en cualquier momento se pararía e iría a vomitar. No tenía hambre.
Los padres de Julian y Jude los hicieron pasar hacia el comedor, donde todo estaba pulcramente ubicado. Había incluso servilletas de tela, lo cual hizo que Amy se sintiera retroceder a una época lejana.
Se sentaron, unos dispuestos a sufrir el interrogatorio necesario, y otros a extraer los más mínimos detalles posibles.
Julian y Amy estaban lado a lado. Jude estaba frente a ellos, y en las esquinas, sus padres.
La tensión era papable.
—Así que—comenzó la madre— son novios—era una afirmación, pero ambos sintieron la necesidad de asentir— ¿Desde hace cuanto?
Jules tocó su mano por debajo de la mesa, dándole a entender a su novia que ella debía contestar. Amy tragó saliva.
—Desde hace unos meses—respondió en voz suave. La mujer asintió, como si lo aprobara.
En el centro de la mesa estaban las bebidas. El padre tomó una botella de vino y les ofreció. Todos terminaron con sus copas llenas.
Desde la habitación contigua se oyó una campanita.
—El pollo está listo—exclamó la madre antes de levantarse a ir por él.
Había un pequeño gran problema con todo esto. Amy detestaba el pollo y no era gran fan del vino. Sus pies se movían inquietos debajo de la mesa.
— ¿De dónde eres, Amelia?—preguntó el padre para llenar el silencio— No puedo identificar tu acento.
Ella se tomó ambas manos sobre su regazo, intentando controlar sus temblores.
—Soy de Francia, pero también viví por un largo periodo en Venecia, por lo que mi pronunciación del inglés fue variando.
El hombre asintió mientras daba un largo sorbo a su bebida.
La madre volvió cargando una fuente con guantes de tela para no quemarse. Un gran pollo que parecía sacado de las páginas de un libro de cocina llenó la vista de Amy. El aroma comenzó a revolverle el estómago.
La pelirroja podía sentir a Jules mirándola inquieto, quizás con un poco de pena. Cuando llegó el momento de servir, Julian se encargó de darle las pociones más pequeñas, como las alas, que eran puro hueso y casi nada de carne. Su plato estaba prácticamente lleno de ensalada.
— ¿Qué los hizo decidirse a volver?— preguntó la madre, luego de conversaciones acerca de Jude y la universidad.
Jules tomó fuertemente la mano de Amy antes de pararse. Ese era el momento.
—Mamá, Papá, Jude—miró a cada uno, dedicándoles una sonrisa—, Amy y yo vamos a casarnos.
Y se desató la guerra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro