c o n c l u s i o n
Esta no es iglesia, aquí no se reza. Att. El de abajo y yo.
[...]
Empieza el día.
Se despierta.
Le toma unos momentos reaccionar de dónde estaba: en una gran cama solo con un mapache y sienténdose demasiado bien.
Tan bien cada vez que se despierta ahí.
Se sienta sobre el colchón y mientras juega con el anillo en su anular, intenta recordar lo que pasó la noche anterior:
Salió tarde del trabajo, Edgar lo pasó a recoger, fueron a comer a un restaurante, pasearon por el parque y compraron vino para el castaño antes de ir al departamento del mayor. Al menos había salido bien esta vez.
Mira a su alrededor y no hay nadie más en la blanca habitación, a excepción de Karl, quien dormía plácidamente junto a él, pero no le extrañaba aquello ya. Era raro, muy raro que Edgar usara la cama, es más, parecía nueva la primera noche que durmió allí.
Toma su teléfono para ver la hora (7:09 a.m.) y nota varias llamadas perdidas de la agencia, pero no le importa. Termina por darle unos mimos al mapache antes de levantarse de la cama e ir a buscar al dueño de la misma.
Sale de la habitación, con sus cabellos desordenados, teniedo puestos sus calzoncillos y una camisa dos tallas más grande que le cubría hasta los muslos.
El apartamento de Edgar era pequeño y acogedor, perfecto para el americano (y él, claro). Contaba con solo una pequeña sala, una cocina con una barra para comer y dos habitaciones, grande y pequeña, quedando una frente a la otra, y claro que la grande la había convertido en un estudio para su trabajo.
No toca la puerta, solo entra al estudio del mayor, encontrándolo a él.
Pantalones oscuros con una desordenada camisa de botones blanca y su cabellos desordenado. Demasiado lindo.
Poe estaba de espaldas a la puerta, revisando uno de sus libreros, tomando un par de libros mientras habla por teléfono en un fluído y bonito inglés. No nota que Ranpo entró.
El detective se apura a llegar al escritorio sin que lo note y se sienta sobre este, esperando a que su novio terminara esa llamada.
Lo único que entendía era "no", "of course" y "sir Fitzgerald".
A comparación de otros lugares de la casa, el estudio estaba desordenado. No era un desorden como cualquiera se imaginaría de desastroso, solo tenía algunas cosas fuera de lugar y varias páginas por aquí y por allá. Fuera de eso, el estudio era impecable y se caracterizaba por los grandes libreros llenos que tenía en tres paredes (la cuarta se salvana por tener una amplia ventana con una cortina rojiza) y por el amplio escritorio oscuro que tenía Edgar allí. Ah y la rebalsada papelera que tenía los escritos que no lograron safisfacer las expectativas de Edgar.
Y finalmente escucha un maravilloso "I'll see you later, sir" y cuelga. Poe suelta un suspiro y se gira, solo para asustarse al ver a Ranpo, quien se ríe por su reacción.
- dios, Ranpo, ¿Desde cuándo estás ahí? -pregunta, acercándose a él.
- buenos días, Edgar.
El castaño solo suspira frente a él y se acerca para plantarle un beso en la frente.
- buenos días, precioso. -susurra dulcemente.
Amaba ver que el castaño ya no tartamudeaba como antes al hablarle bonito o al tener gestos dulces con él o ser un poco más atrevido, que le saliera ya tan natural luego de tres meses juntos.
- pensé que seguías durmiendo. -le comenta el castaño mientras se sienta en su silla.
- acabo de despertar, -habla mientras se estira en su sitio.- no quiero pasar todo mi día libre durmiendo. Lo quiero pasar contigo~ -canturrea.
- eh...
- ¿Sucedió algo? ¿Tienes trabajo?
- tenemos trabajo. -le corrige con pesadez.
- no...
- sí. -dice con tranquilidad.- Kunikida me llamó y te necesitan para un caso.
- ¿Por qué Kunikida te llama?
- porque no respondías tu celular y porque le agrado. -se limita a responder.- entonces preparate, te iré a dejar.
- ¡No! -hace un puchero tan lindo mientras se cruza de brazos.- ¡No iré!
- sí irás, te necesitan.
- ¡Pero-! ¡Es nuestro día! -se levanta del escritorio.- sabes que rogué dos meses para que me dieran un día...
- lo sé, pero te necesitan.
- no quiero.
- tienes qué.
Ranpo suspira con pesadez. Era difícil ser el mejor detective del mundo y en ese momento consideró cederle su puesto a Dazai.
- ¿Y tú qué harás? -pregunta al verlo sacar un par de páginas y lápices en el escritorio.
- iré a la editorial en la tarde y Fitzgerald quiere unos planos hoy temprano. -dice sin volver a verlo, abriendo uno de sus libros y empezando a hojearlo.- son solo las ideas pero tengo que presentarle algo. Nos reuniremos a las diez de la mañana.
- ¿Vuelves a ser de Guild?
- en absoluto, esto es meramente trabajo.
Ranpo calla mientras se pasea por la habitación. No quería ir.
Si bien se veía seguido con Poe, e incluso había dormido en su apartamento más de una vez, las citas decentes eran tan pocos, y sus días libres no existían por sus trabajos. Finalmente tenían un día para pasarlo en grande y no iba a aceptar que no iban a tener nada.
No lo piensa mucho cuando va y se sienta en el regazo de Edgar, impidiéndole que pudiera continuar con su trabajo.
- Ranpo-
- mediodía.
- explícate.
- quiero tener hasta el mediodía contigo. -le dice mientras sus manos le quitan el cabello del rostro para dejar al descubierto sus ojos.- o al menos hasta las diez...
Esos preciosos ojos que de solo verlos le quitan el aliento.
- llamaré a la Agencia, -prosigue.- para que me esperen y así estar contigo.
- pero tengo trabajo-
- ¡Al diablo el trabajo! Después te ayudo pero dios, deja el trabajo y dame tu atención.
Poe ríe un poco por el comportamiento del menor, pero termina resignándose.
- bien, ahora la tienes, ¿Qué harás con ella?
- uh... No sé, no pensé que aceptarías. -ríe tontamente.
Es demasiado para el mayor, lo derrite. Sin pensarlo, se acerca a besarlo, suavemente.
Dulce ese beso.
Delicioso esos labios.
Delicados roces en sus rostros y en sus cuellos.
Imprevista intensidad que comienza a subir
Malicioso ese movimiento de caderas que hizo Ranpo.
Dulce esa fricción de sus entrepiernas.
- no, Ranpo. -suspira sobre sus labios.
- ¿No qué? -dice en voz baja sin detener el vaiven de sus caderas.
- aquí tengo trabajo. -dice mientras toma sus caderas con algo de fuerza, impidiendo que siguiera moviéndose.
- y aquí también tienes a tu novio.
- y si quiero mantener a mi novio, tengo que trabajar.
- puedes trabajar después.
- no tengo tiempo.
- siempre hay tiempo.
- hoy no.
- dios ¿Por qué siempre te haces el difícil? -suspira con pesadez.
- ¿Lo hago?
- lo haces. -responde, cruzándose de brazos.
Claro que lo hace.
¡Pero estamos hablando de Edgar! No era porque no quisiera, si no por ser un manojo de nervios e inseguridades antes del acto.
¿Y si hacía algo mal?
¿Y si no lo satisfacía?
¿Y si le hacía más daño de lo normal?
A veces él mismo se preguntaba cómo cuervos no se desmayaba al estar tan indefenso frente a Ranpo, y tal vez la única razón era el mismo Ranpo, quien se muestra tan sensual e indefenso, logrando encantarlo cada vez más y nublarlo por la excitación.
Pero no podía caer encantado esa vez.
- sé-é... Que es-esto no es lo que habíamos planeado para hoy, -empieza a hablar despacio.- pero tengo que trabajar, tenemos que trabajar... Puedo descansar ahora unos minutos.
- ¿En serio?
- sí sí, tú te arreglas, yo hago el desayuno y luego te voy a dejar a la agencia, ¿Te parece?
- pero Edgar, -suelta en un suspiro tan sensual mientras pasa sus manos por sus hombros.- quiero que me toques...
El castaño se estremece. Es tan difícil mantenerse cuerdo si Ranpo le hablaba y tocaba así.
- quiero sentirte... -suspira sobre sus labios.
Un dilema se crea en su interior: por un lado, tenía trabajo qué hacer con límite de tiempo y, si le iba bien, iba a quedar libre por un tiempo con una buena paga. Por el otro, tenía a Ranpo en su regazo, sin pantalones y siendo tan malditamente sensual.
¿Cómo podía decir que no a eso?
- quiero que me hagas sentir bien, Edgar...
Respuesta: simplemente, no podía y no lo haría.
Mandó a la mierda su trabajo en el momento que sus manos, aún aferradas a la cadera del detective, las volvía a mover para hacer un excitante vaiven sobre él, haciendo que Ranpo se derritiera.
- lo haré, precioso... -susurra roncamente sobre su cuello antes de besar al mismo.
Tan desesperado.
Tan ansioso.
Tan apasionado.
Sube nuevamente para besar sus labios tan desoso y, sin dejar de hacerlo, torpemente lo levanta y lo empuja hasta quedar sentado en el borde de su escritorio, siendo allí donde se separa un poco para quitarle su camisa, dejándole tan indefenso en ropa interior. Vuelve plantarle suaves y húmedos besos en su cuello, robándole suaves suspiros a Ranpo.
De solo sentir sus labios en su cuello, Ranpo se siente a desfallecer, imaginando las marcas que podría dejarle su amante si llegase a ese extremo de posesivo. Pero, y citando al castaño, "eso es vulgar". Tan solo podía fantasiar mientras su cuello era atacado, suspirando.
Mientras sigue besando su cuello, las manos del castaño, con un leve temblor duda, acarician lentamente su pecho...
Y sus caderas...
Y sus muslos...
Se da el placer de acariciar sus pálidas piernas, de apretarlas un poco a medida que volvían a ascender, de tomarlas con fuerza y atraerlo a sí, haciendo que Ranpo deje escapar un suave gemido. Y Ranpo siente como sus manos ascienden lentamente.
- E-Edgar... -suelta un suave gemido cuando siente una fría y delgada mano pasar por debajo de su ropa interior.
Se estremece mientras Poe lo toca.
Quiere maldecir a su novio por torturarlo de aquella manera: con movimientos lentos, suaves, apretando de vez en cuando, subiendo y bajando por toda su extensión. Edgar siempre hacía eso.
Se tomaba su tiempo, su ritmo para tocarlo y disfrutarlo, y Ranpo odiaba eso. Y, tan contradictorio, amaba esa deliciosa tortura.
- más... -jadea, moviendo un poco sus caderas, y el castaño sigue masturbándole, solo que sus movientos son más rápidos que antes.- más Edgar... -vuelve a gemir, haciendo para atrás su cabeza y dandole más camino a Edgar para besar.
Torpemente se aferra a los hombros del mayor, sintiéndose a morir por su tacto, por cómo podía enloquecerlo como la primera vez que lo tocó.
Y como la primera vez, luego de un rato disfrutándo de sus caricias, empezaba a sentirse húmedo.
Se siente tan bien hasta que el castaño detiene sus movimientos de golpe.
- mierda, Edgar. -se queja, y va a seguir hasta que lo siente.
Siente esa mano baja más hasta estar en su entrada. Se vuelve a estremecer cuando siente los primeros dos dedos, húmedos por su pre-semen, entrar en él. Quiere gemir por esos dedos que lo dilataban tan malditamente bien, pero los labios de su amante se apoderan de los suyos con deseo, callando cualquier sonido obceno que quisiera gritar.
Sonidos húmedos.
Solo eso se podía escuchar en el estudio y solo hacía crecer la excitación entre ambos.
Para el tercer dedo, ambos no pueden y no quieren esperar más. Ranpo toma su mano y lo detiene.
Antes de poder pregunta lo que sea, Ranpo le empuja hasta que choca con la silla y lo obliga a sentarse. El castaño se sienta y se pone ansioso al ver a su novio arrodillarse frente a él. No tarda en abrir el cierre de su pantalón y bajarlo un poco, junto a su ropa interior, para exponer su propia erección, dandole un breve alivio al liberarlo.
Poe ahoga un jadeo cuando su novio introduce su miembro entero en su boca y empieza a chuparlo.
Edgar quería maldecir a su novio por torturarlo así: con movimientos rápidos, profundos, chupando y lamiendo su erección sin piedad. Ranpo siempre hacía eso.
Mandaba al diablo el tiempo, el ritmo y el cuidado, yendo de inmediato al punto, y Edgar odiaba eso. Y, contradictoriamente, amaba esa tortura.
- Ranpo... -llama en un suspiro, queriendo que se detuviera, pero el japonés sigue chupando su miembro.- ba-asta, Ranpo. -vuelve a hablar mientras toma su cabeza entre sus manos y lo obliga a dejar su miembro, recibiendo unos quejidos por parte de su novio.
- pero Edgar~ -
- levántate.
Maldito ese tono tan demandante que solo usaba cuando no puede más.
Le hace caso y cuando se pone de pie, Edgar lo vuelve a empujar hacia su escritorio. Sin cuidado alguno, hace a un lado las cosas de su escritorio, importando poco si alguna caía al suelo, en ese instante solo quería a su novio allí y ya.
Ranpo se apoya sobre la madera oscura y aprovecha ahí para quitarse su boxer que tanto le había estado estorbando. Se recuesta y deja su cabeza bastante cerca de la orilla, pero en verdad no importaba, pues Edgar se hace lugar entre sus piernas, toma sus caderas y las atrae hacia sí, alzandolas un poco y lo suficiente para que Ranpo pudiera sentir el miembro de Edgar rozando su cavidad, robándole otro gemido. El castaño simula un par de estocada sin penetrarlo realmente, haciendo que el detective se desespere más y más.
- ¿Qu-ué esperas? -pregunta en un jadeo.
Sin detener sus movimientos, el castaño acerca su rostro al suyo para poder susurrarle en su oído.
- que supliques.
Maldita confianza aquella, maldita voz aquella que solo le hacía ansiarlo más y más.
- so-solo hazlo...
- ¿Por qué debería?
- porque te-e necesi-ito... Te quiero ya...
Antes que Ranpo pudiera agregar cualquier otra cosa, Edgar lo vuelve a besar, dulce y tranquilamente, dando paso a que el menor pasara sus brazos por detrás de cuello, intensificando de nuevo ese beso y retomando en lo que estaban.
Y siente cuando, lentamente, lo penetra.
- dios... -suspira Ranpo cuando lo siente completo dentro de él, aun con el dolor, se sentía demasiado bien.- dios, Edgar...
Tan grande.
Tan duro.
Tan-
- Ranpo. -jadea el castaño antes de dar la primera estocada.
Tan apretado.
Tan caliente.
Tan-
- má-ás, Edgar, -pide y vuelve a gemir por la embestida que le da.- más du-uro.
El castaño no duda en complacerlo y sigue con embestidas rápidas y duras, alcanzando en seguida ese dulce punto que vuelve loco al japonés, que hace que se aferre más a su amante, que le hace tirar la cabeza hacia atrás de puro placer, que le hace ser un desastre.
Un maldito desastre de gemidos y suplicas que su amante le cumple mientras le susurra tantos cumplidos e improperios por igual.
- ¡Ah, dios! ¡Más, Ed-Edgar! -exclama mientras arquea la espalda, sintiéndose en la gloria.
Vuelve a sentirse húmedo junto a un cosquilleo en el abdomen. Justo en ese punto, el vaivén se vuelve más errático en la apretada y dulce cavidad de Ranpo.
- ¿Así, precioso? -en su oído susurra, tan sensual y grave era su voz.
- sí-í -responde a duras penas por sus gemidos.- Edga-ar tó-ócame... Po-or dios, tóca-ame.
Poe no duda en obedecerle, tomando con su zurda la erección húmeda de su novio, estimulándolo desde la base hasta la punta, al ritmo de sus rápidas estocadas.
No pasa mucho hasta que escucha un jadeo pesado por parte del castaño al mismo tiempo que siente su cavidad demasiado húmeda por Edgar. Sus piernas tiemblan por esa sensación y las pocas estocadas más, hasta llegar al orgasmo en la mano de su amante, soltando un dulce suspiro.
Y siempre tiene el mismo pensamiento cuando su amante sale de él:
"Lo del sexting nunca fue broma."
Mientras calma su respiración y se sienta sobre el escritorio, ve como su novio arregla sus prendas rápidamente y le ayuda a él limpiarse un poco con un pañuelo que tenía entre sus cajones.
- entonces... -habla suavemente Ranpo.- ¿Qué harás ahora?
- ordenar y trabajar. -respode sin volver a verle, más que todo por la pena.- ¿Y tú? ¿Te prepararás para el trabajo?
Suspira con pesadez. Con el ceño fruncido mira como Edgar recoge las prendas del menor y se las da.
- sí. -se resigna mientras se pone de pie.
Y su actitud no pasa desapercibida por el mayor, quien se apresura a detenerlo al tomar su mano.
- te propongo algo. -empieza el castaño.- vas, resuelves tu caso, prueba que eres el mejor detective y cuando termines, voy a recogerte luego de mi trabajo y cenamos juntos, ¿Te parece?
- ¿A dónde cenaremos? -cuestiona interesado, pero su ceño aún estaba fruncido.
- aquí.
- ¿Comida china otra vez? -suspira.
- te cocinaré lo que quieras.
Y Ranpo sonríe ampliamente.
- entonces acepto tu propuesta.
Con cariño, Poe se acerca hasta plantarle un beso en los labios.
- ve y prepárate.
- bien. -se aleja.
Mientras Edgar se agacha para recoger algunos papeles que terminaron en el suelo junto a varios lapices, Ranpo camina lentamente hacia la puerta, y al estar bajo el marco de la misma, se gira para ver al castaño.
- Edgar.
El mencionado se levanta y le mira.
- dime.
- ¿Y si...? ¿Y si me acompañas a la bañera? -propone con un tono travieso, que vuelve a hacer que Edgar se estremeciera y sonrojara.
- yo-o... -dudó, por un momento lo dudó antes de dejarse caer en su silla.- solo bañate.
Y con una pequeña risa, sale del estudio.
Se toma su tiempo en el baño, disfrutando de aquella bañera que parecía más suya que del propio dueño de la casa, si teníamos en cuenta cuánto tardaba cada uno en asearse.
Pasan 20 minutos hasta que finalmente sale del baño, tan solo con ropa interior limpia y con una toalla en la cabeza, y lo primero que lo recibe al salir es un aroma tan exquisito y dulce.
Sigue ese olor y llega a la cocina, encontrándose a su novio terminando de servir unos panqueques de arándanos. Los favoritos de Ranpo.
El detective no lo piensa mucho cuando se acerca a él con sigilo y lo abraza por la espalda, sobresaltándole.
- dios, ¿No te aburre asustarme? -más que una queja, era solo un suspiro lastimero que le hacía gracia a Ranpo.
- nop~ -canturrea, soltándole un poco para que el mayor pudiera girarse a encararlo y plantarle un beso en sus húmedos cabellos.- pensé que tenías trabajo. -le recrimina suavemente.
- oh aún lo tengo. -suspira.- pero no te dejaré sin comer. -dice antes de plantarle otro beso en la frente.- come tranquilo, iré a arreglarme.
Y así, Poe sale de la cocina, dejándole solo y con un plato de panqueques, y Karl que quiere robarle uno.
Toma asiento en la barra y se dedica a comer en silencio, sintiéndose tan feliz.
Para cuando dan las nueve en punto, la pareja sale del apartamento, tomados de la mano y con Karl en el hombro del menor.
El camino a la agencia es calmado, con Ranpo jugando en el camino como si fuera un niño con Karl, mientras Poe caminaba justo por detrás solo mirándole con cariño.
Y al cabo de media hora, llegan a la Agencia.
- no quiero entrar. -frunce el ceño Ranpo al ingresar al edificio, apretando la mano de su novio.
- ¿No eras tú quién quería más trabajos de campo?
- ¡Pero ahora te tengo a ti y no quiero nada más! -se detiene en aquel pasillo.
- y yo quiero que seas el mejor detective del mundo. -le responde y solo hace que Ranpo sonría torpemente.- te necesitan.
- bieeen -arrastra la palabra.- pero quiero quedarme a Karl.
- ¿Seguro? No quiero que te cause problemas como la última vez...
- la última vez fue culpa de Kunikida por no verlo y patearle la cola.
- de todas formas-
- vamooos~ -pide, abrazando más a Karl y haciendo un puchero.
Sabe que con eso derrite a su novio, quien solo suspira al saber que no puede decir más.
- creo que te estoy malcriando...
- ¿Tú crees? -ríe para luego empezar a caminar a las escaleras con Karl ahora en el hombro.- ¡Hasta la tarde! -se despide y comienza a subir las escaleras.
- ¿No se te olvida algo? -le escucha preguntar débilmente.
Se detiene en el sexto peldaño y se regresa para acercase a su novio y plantarle un beso en los labios.
- suerte con Fitzgerald y la editorial. -susurra.
- suerte con tu caso.
Y sin agregar más, Ranpo sube a la Agencia y Poe sale del edificio.
Finalmente, hace acto de presencia en la oficina, aliviando a Kunikida y alegrando a los más jóvenes al llevar a Karl. Ni siquiera puede saludar cuando Kunikida lo arrastra fuera de la Agencia para ir a la escena del crimen.
Y empieza su trabajo como el mejor detective.
Claro que se había quejado de tener un caso, pero al final, lo disfrutaba, porque de no ser por los ánimos que le dió Poe en su momento, no se habría animado a seguir. Aunque se quejara, no iba a desperdiciar cada oportunidad. Quería e iba a hacer que su novio se sintiera orgulloso de él.
Su mente permanece concentrada solo en dos cosas ese día: el caso de robo y asesinato al que asistió, y en Karl, que se negó a dejarlo en la oficina.
No era nada del otro mundo, solo debía analizar la escena y hacer su "Ultradeducción" y señalar al culpable, junto a Kunikida. Lo difícil era seguirle la pista a los criminales y proteger a Karl. Y entre todo, no había tenido tiempo siquiera para escribirle a su novio.
Y el caso logró cerrarlo hasta pasadas las seis de la tarde.
Vuelven tarde a la oficina, cansados por aquel pesado día. Y al entrar a la Agencia, se siente un silencio tan pesado por parte de toda la oficina, quienes estaban fuera de la puerta del presidente.
- ¿Qué sucedió ahora? -les cuestiona Kunikida, cruzándose de brazos y recibiendo ordenes de silencio por parte de sus compañeros.
Ranpo pasa de lado y se sienta en su escritorio, junto con un cansado Karl y decide darle unos bocadillos.
- no es nada... es solo que hay visits... -habla Atsushi, nervioso.
- ¡Ah, Ranpo! -le habla Kenji, girándose.
- si quieres a Karl, no te lo daré. -se le adelanta, abrazando al mapache.
- ¡Que malo es! -chilla el menor con dolor.- ¡Pero no es eso! Vino el señor Poe.
Ranpo solo ríe por el respeto a su novio.
- ¿En serio? -se levanta con pesadez con el mapache en sus brazos.- ¿Dónde está? ¿Ya se fue?
- está... -Atsushi duda en responder, pero no tenía de otra.- está con el presidente.
Y pierde su sonrisa.
No pensaba que Fukuzawa le iba a hablar después de sus tres meses de noviazgo, incluso de antes, y sabía que su opinión importaba tanto para él como para Poe. Y también sabía los horrores que pasaba Poe al hablar algo tan importante como aquello, y más el horror de hablar con Fukuzawa.
Se hace camino entre sus compañeros hacia aquella puerta y está por abrirla, pero escucha sus voces tan cerca. A tres pasos de la puerta.
- lamento que tengamos que dejar nuestra conversación hasta aquí, pero tengo una reunión.
Su mano abandona la perilla, pero de queda en su lugar. Se escuchaba a unos pasos de la puerta.
- no-o se preocupe, Fukuzawa. -escucha la cordial voz del escritor.- lo comprendo, y aprecio su tiempo.
- gracias, Ranpo ya volverá.
- él... Trabaja duro, ¿No?
- lo hace, aunque se queje. Porque es él mejor.
No evita sonreír por aquel halago que se suponía que no iba a escuchar nunca.
- claro que lo es, si usted estuvo con él...
Aquello lo sorprende demasiado, y puede adivinar que Fukuzawa estaba igual de asombrado que él.
- Poe-
- no tuve la opo-ortunidad antes pe-ero... -escucha su voz dudar.- Quie-ero decirle que en verdad me... Me alegra saber que gracias a usted, Ranpo es un hombre asombroso. Por su confianza, por su apoyo, por sus cuidados y por su cariño... Gracias por estar con él.
Su corazón se siente a derretir y tiene una tonta y tierna sonrisa en su rostro. Y deducía que Fukuzawa también sonreía.
Y decide verlo por sí mismo.
- ¡Volví! -canturrea, abriendo la puerta y mostrando su mejor sonrisa y a Karl entre sus brazos.
Y exáctamente estaban a tres pasos de la puerta.
Fukuzawa y Poe lo miran llegar, y nota a Poe más pálido de lo normal ¿Y cómo no iba a estarlo? ¡Fukuzawa habís estado con Poe en una habitación a solas!
- finalmente. -habla Fukuzawa con su semblante serio.- no tengas la costumbre de hacerlo esperar.
Siente un ligero deja vú al escuchar esas palabras. Sí, debía deshacerse de esa costumbre.
- lo intentaré, sí, ¿Nos podemos ir ya? -pregunta algo impaciente.
- por supuesto. -responde tranquilo y se gira a ver al castaño.- ansío leer sus escritos la próxima vez, Poe.
- y yo ansío invitar el té la próxima vez. -Edgar se dirige al presidente y hace una leve reverencia antes de que su novio lo tomara por el brazo y lo empezara a jalar para retirarse de su oficina.
Y están por salir de la oficina, cuando el presidente los detiene.
- Poe. -el mencionado se gira a verlo.- muchas gracias por estar con Ranpo. -le sonríe ligeramente el presidente, y el nombrado le devuelve la sonrisa.
- a usted. -hace una leve reverencia.
Y salen de la oficina, bajo la atenta mirada de los otros.
- vaya, sigue vivo. -escuchan comentar a Kenji.
- vivo y solo mío. -habla Ranpo, caminando hacia la salida.- ¡Resuelvan mis cosas y no me molesten! ¡Nos vemos mañana! -y así, sale de la agencia con su novio.
Y en aquel pasillo, Poe deja escapar todo el aire que estaba reteniendo en un pesado suspiro.
- pensé qué-
- me inti-imida. -le interrumpe, apoyándose en la pared. Sentía que se desmayaría en cualquier momento.- dio-os, no-o sé cómo sigo vi-ivo... O conscie-ente.
- exagerado. -ríe suavemente Ranpo.- si sigues aquí, es porque le agradas, ¡Ya tienes suegro!
- y una nueva cri-isis, gracias. -se lamenta.
Sintiendo sus piernas débiles y teniendo que tomar con más fuerza la mano de su novio, Poe logra salir del edificio con él y caminan.
Al regresar, pasan primero a su cafetería favorita, queriendo comprar un café y unos postres para más tarde, y también para ver al señor que tantos favores les había hecho a los dos. Después de eso, van al supermercado, comprando varias cosas para la cena que Edgar quería hacerle, hasta pequeños caprichos que Ranpo y Karl tenían, incluso compraron alcohol para ambos (un paquete de cerveza para Ranpo y un nuevo vino para Edgar).
Durante todo el trayecto, Ranpo se dedica a contarle bastante animado el crimen que había resuelto, detallando la escena del crimen, sus primera impresiones y explicando cómo sabía quién había sido el culpable y cómo lo había hecho sin tener que usar la palabra "Ultradeducción"
Para cuando dieron las ocho y quince de ls noche, vuelven al apartamento del castaño (que ya parecía de ambos).
Dejan las compras en la cocina y cada uno va por su lado por unos instantes, en los que Poe se deshace de su capa y saco, y Ranpo de su capa y gorro.
Edgar entra a la cocina y empieza a preparar el espacio para cocinar aquellas pechugas a la plancha con ensalada, y entonces, escucha los pasos rápidos de Ranpo y se gira para encontrarlo en la barra de la cocina con Karl en su cabeza y un libro suyo en la mano.
- ¿Qué leerás? -pregunta mientras enciende la estufa.
- La Narración de Arthur Gordon Pym. -responde mientras abre el libro.
- ah... ¿Y si lees otro? -sugiere, siguiendo con su trabajo en la cocina.
- ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo este? -cuestions confundido.
- es... Tonto. (*)
- pero tú lo escribiste.
- y es tonto.
- ¡Claro que no! ¡Solo a los tontos no les gusta!
- aún así-
- calla, no sabes lo que dices.
- es mi libro.
- y tú mi novio.
- eso... ¿E-eso qué tiene que ver?
- nada, pero quería decirlo.
Poe no evita soltar una nerviosa y enternecida risa al escuchar aquello, sintiéndo su rostro arder.
Por la siguiente media hora, solo se escucha el trabajo en la cocina junto a la voz calma de Ranpo leer aquells obra.
Era un momento tan cálido y hogareño, por el calor de la cocina, el aroma del aceite y el pollo, la lectura del menor y la compañía del otro. Era perfecto.
Finalmente, cuando dan las nueve y cinco, Poe termina de cocinar y sirve la pechuga a la plancha en dos platos con ensalada fresca, mienttas que su novio deja la lectura y le ayuda a servir las bebidas, o sea, llenarle una copa de vino a Edgar hasta el tope y tomar una lata de cerveza para él.
Se sientan en la barra, uno en frente del otro.
- provecho. -dice Poe antes de empezar a degustar.
- se ve delicioso. -habla Ranpo mientras empieza a cortar un pedazo de su pollo.- ah por cierto, ¿Cómo te fue con Fitzgerald? -pregunta el detective antes de probar la pechuga.
Exquisita, naturalmente.
- supongo que bien, las ideas que le presenté le gustaron y quiere trabajar conmigo.
- ¿Y qué harás?
- su siguiente base, aquí en Yokohama.
- uhhh ¿Y me darás la información o tengo que sacartela a la fuerza?
- si es una amenaza para la Agencia, yo mismo iré a destruir el edificio. -asegura antes de tomar de su copa.
- tan lindo. ¿Y la editorial? ¿A qué fuiste?
- era una pequeña reunión acerca de mi libro. Es... Es un éxito. -sonríe, realmente orgulloso y nervioso.- se vende bien en varios lugares, buenas críticas... No sé, es genial.
- claro que lo es, si tú eres el mejor escritor del mundo.
- dios, claro que no. -dice, tomando de su vino.
- calla, que no sabes lo que dices. -le señala con el tenedor.- te mereces esto y más... Estoy orgulloso de ti.
- gracias, Ranpo. - sonríe dulcemente.
Sonrisa que podía derretir el corazón de Ranpo.
- Por cierto, -habla tranquilamente el japonés.- ¿Y Fukuzawa? ¿Qué te dijo?
Poe casi se ahoga con su comida con la sola mención de aquel hombre.
- no-o mucho, -dice y siente un escalofrío de solo recordar su conversación con el presidente de la agencia.- me invitó a un té, preguntó a qué me dedico, le interesó mis escritos, me habló de varios libros que él leía... También de ti, y que te cuidara...
- ¿Y sí lo harás?
- por supuesto. Eso es lo único que dije completamente seguro, y por suerte todo salió bien y sin amenazas. -suspira con pesadez antes de dar otro trago a su bebida.
- nadie te amenaza, exagerado.
- ¿Ah no? Yo puedo asegurar que tu agencia se especializa en amenazas.
- claro que no.
- Ranpo, casi todos en la Agencia me han amenazado.
- ¿Quiénes no te han amenazado?
- Fukuzawa, el niño bonito y el hombre tigre... ¡Incluso la niña me amenazó!
- eso es imposible.
- me dijo que si me atrevo a hacerte daño, me tirará al mar en una caja rumbo a América y con suerte caeré en el norte del continente.
- ah lo hacem porque me quieren~ -canturre con gracia.
- yo también te quiero y no los he amenazado. -vuelve a suspirar, cansado de hacerlo y vuelve a beber de su copa, siendo que no llevaba ni la mitad.- ah no pensé que lo más difícil de lo nuestro iba ser su aceptación... Y sus amenazas.
- ah no los tomes en cuenta, solo les gusta joder. -bromea.
Solo escucha la débil risa del mayor antes de sumergirse en un extraño silencio. Poe vuelve a tomar de su copa.
- ¿Qué piensas? -pregunta a Poe al verlo un tanto decaído.
- que quisiera presentarte a alguien como mi pareja. -se sincera un poco apenado.
- uhhh ¿A quién?
- no sé, y ese es el problema. -responde y toma de su vino para después decir.- no tengo a nadie.
- ah, lo lamento...
- no te preocupes. Es solo que... No me di cuenta de lo solo que estoy hasta ahora.
- oye-
- sin contarte, claro. -aclara rápidamente.- me refiero a alguien... Cercano desde hace años. Porque te veo con tus compañeros y solo pienso "quiero presentarlo a alguien tan especial para mí".
- ¿ Y Guild?
- Guild... No los considero una familia, ni siquiera amigos. No tendría sentido hablar de algo tan personal como esto a ellos...
- dijiste que estarían muy felices.
- también dije que solo buscan qué celebrar a lo grande. -le aclara.- no les importaría en verdad. Tal vez... Alcott y Melville nos feliciten cordialmente, Twain nos invitaría unas copas y al resto no le importaría... Excepto a Hawthorne, él nos maldice. -se da el lujo de bromear, sacandole una risa al japonés.
- entiendo... Lamento que no...
- ¿Que no sean como una familia? No te preocuoes, no importa... aunque...
- ¿Aunque?
- hay alguien pero... No, no podría.
- ¿Quién?
- alguien muy especial.
- si me dices que es Karl, te juro que te golpeo.
- dios eres muy violento... pero no, no es él, aunque sí es especial.
- ¿Y quién es?
- la única y más importante persona para mí...
- ¿¡Quién!? -vuelve a preguntar desesperado.
Poe solo ríe antes de responder:
- tú.
Es precioso el rostro rojo y apenado de Ranpo.
- eres increíble estando ebrio. Tengo que darte vino más seguido.
- ¿Me quieres en el alcoholismo otra vez?
- te quiero lindo y ebrio.
- y hablando de eso, la copa no se llena. -le dice, señalando su copa, que no bajaba de la mitad.
- ¿Cómo que no?
La cena transcurre tranquilamente, hablando y bromeando entre ellos. Y eso les encantaba.
En verdad, nunca se hubieran imaginado estar así con el otro. Y es que para Ranpo, nunca se le hubiera ocurrido que Edgar podía ser tan bueno hablando, tan lindo, tan romántico e incluso tan atrevido.
Y por el lado de Edgar, descubrir que esa imagen orgullosa, berrinchuda, infantil, egocéntrica y segura que tenía de Ranpo era tan solo una fachada que cubría sus inseguridades, su timidez y su lado más humano, y eso le encantaba.
Y tal vez más les encantaba que nadie más sabía del otro, solo ellos.
Para cuando terminan, Ranpo se ofrece a lavar los platos, torpemente, mientras Poe se cambiaba su camisa a alguna más cómoda.
Al volver, Edgar encuentra a su novio ya en el sofá con su mapache y su pedazo de cheesecake, esperándole para ver alguna película.
- lamento hacerte esperar, -habla Poe, apagando la luz y sentándose a su lado, siendo ilumiandos solo por la pantalla de inicio del televisor.- ¿Qué quieres ver?
- ¡Hamilton!
- ¿Otra vez? -suspira pesadamente, aún así, comenzaba a buscar ese musical que le encantaba.- dios, no puedo creer que no te aburras de verlo.
- es tu culpa por recomendarmelo.
- no creí que te fuera a gustar tanto.
- ¿Qué te digo? Es otro nivel.
Y así, ambos se vuelven a sentar en sofá con Karl para disfrutar de la historia de aquel bastardo huerfano.
Miraban y cantaban por igual, riendo cuando Ranpo quedaba confundido a medio rap, disfrutando la suave voz de Edgar cantar las partes delicadas, callando y admirando Wait For It y sintiéndose a llorar con Laurens.
El segundo acto ya iba bastante avanzado cuando Poe se siente cansado y Ranpo empieza a cabezear.
- ¿Vamos ya a la cama?
- nooo... -arrastra las palabras.- quiero escuchar a Eliza puteando a Hamilton.
- no lo hace, solo desea que arda.
- es lo mismo.
- por supuesto que no-
- ¡Shhh! ¡Aquí va!
- ...ignorante.
- ¡Ah calla! ¡Aquí va!
La melodía es lenta, tensa y dolorosa, mientras la mujer se ve tan miseeable, pero encanta a ambos. Aún así, Ranpo no deja de cabezear.
- burn... -canta débilmente el detective.
Y termina aquella dolorosa canción, y Poe apaga la televisión, quedando en oscuridad.
- ¡Edgar!
- a dormir.
- ¡No! La cama es muy fría y solitaria.
- hoy no.
Y antes de poder preguntar, el mayor lo levanta, torpemente, entre sus brazos y lo lleva a la habitación.
Con torpeza y con cuidado, lo deja a un lado de la cama y lo cubre con la sábana para él acostarse a su lado y taparse. Y mientras se acomodan, Karl llega a acostarse entre los dos.
- tú nunca vienes a la cama... ¿Qué haces en mi cama? -bromea en un susurro el detective, cerrando sus ojos.
- solo quiero dormir contigo.
- uy.
- solo quiero descansar contigo. -aclara en un suspiro.
- debes estar cansado.
- demasiado... Hoy hice mucho... -suspira, mirándole.- ¿Vas a trabajar mañana?
- sí... -frunce el ceño.- tengo informes que hacer, ¿Y tú?
- solo tengo los planos de Fitzgerald. -bosteza.
- ¿Y si mejor dejamos todo y vivimos de tu fortuna?
- te aburrirías de solo pasar conmigo.
- jamás lo haría.
- claro...
- lo digo en serio...
- lo dices solo porque quieres que te mantenga.
- lo digo porque es verdad y porque te quiero... Pero también quiero que me mantengas.
- olvídalo, no dejaré que renuncies a tu trabajo.
- eres el peor.
- lo podré ser pero si no es así, ¿Quién será el mejor detective del mundo? ¿Dazai? ¿Kunikida? ¿Yo? Nadie podría...
Escucha la suave y torpe risa del japonés.
- odio que no me dejes abandonar mi trabajo...
- y siempre funciona decirte que eres el mejor.
- no se vale... Dime algo más.
- precioso.
Y siente su rostro arder.
- eres increíble. -arrastra las palabras.
- y tú maravilloso... Descansa, Ranpo.
- descansa... Edgar...
- dime.
- te quiero...
- y yo te amo.
Y así terminó el día, sintiéndose tan malditamente feliz.
[ f i n ]
(*): Las narraciones de Arthur Gordon Pym fue un libro que el propio Poe consideró tonto en su momento, debido a una critica hacia este con la que estuvo deacuerdo... Y su fecha de publicación es la misma que mi cumpleaños, quedé loca bai-
...
N/A: perdón!
Por tardar, por el secso, por el capítulo tan pesado o aburrido...
Me puedo lamentar todo... ¡Pero jamás de TopPoe!
Aguanteeeeee
Esperen el anexo!
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