Capítulo 6
Por una larga espera, capítulo dedicado a bluishhoney
Iniciar la mañana no fue tan difícil para las chicas; sin embargo, no pudieron decir lo mismo al anochecer.
Cada una con sus preocupaciones y deseos dentro, se pusieron al día con respecto a la cita que habían tenido Hoseok y Johi. Acostadas todavía, Esty gritó y pataleó con emoción ante el relato de su amiga. Si tan solo su amiga Johi no fuera tan terca, Esty lograría sacarle sus más profundos sentimientos hacia Hoseok.
Puede que se estuviera adelantando, pero estaba segura de lo que había visto desde la primera vez que notó cómo interactuaban aquellos dos. No era una sabionda pero tampoco una completa tonta. Había leído bastantes libros de romance para conocer ciertas miradas entre personas que se sentían atraídas. La ficción no era la mejor base de su conocimiento y aún así funcionaba, Esty no solía equivocarse cuando sospechaba algo aunque fuera una nimiedad.
No le sorprendió en demasía que Johi le comentara que fue ella misma quien propuso una segunda cita. El cuerpo de Esty bailó de felicidad por toda la sala, Johi la vio y, aunque quería no sonreír, no pudo evitarlo. Su corazón raras veces sentía esa sensación de satisfacción, pero ahora esa emoción la abrazaba y una semilla de esperanza comenzó a crecer adentro de ella.
Ambas chicas se pusieron manos a la obra para desayunar juntas. Johi tenía ánimos de quedarse a conversar con su amiga y comer juntas, aunque fueran solo unas horas, recordó que hacía mucho que no acompañaba a Esty durante el desayuno y quiso hacerlo esta vez.
—¿Segura que puedes ir tú sola? —preguntó Johi después de saborear el café que preparó.
—Claro, no me queda lejos y además el cachorro se encuentra mucho mejor a como lo encontré. Quisiera quedármelo para siempre pero no tengo mucho tiempo disponible para una mascota, así que lo llevaré y me despediré de él a la veterinaria. —La chica hizo un pequeño puchero, se sentía como una pequeña que no podía cumplirse sus caprichos solo porque sí.
Adónde quiera que aquel cachorro fuera a encontrar una familia, sabía que sería feliz y eso era lo único que le bastaba a Esty.
Mientras tanto, haría lo mejor por cuidarlo las horas que le quedaban con él.
El teléfono de Johi sonó, recordándole que tenía clases universitarias ese día, así que, antes de levantarse para tomar sus cosas, se echó un último bocado y rápido se despidió de su amiga, disculpándose por no quedarse más tiempo para ayudarle a limpiar los platos.
A Esty aquello no le importó, lo que le animaba era ver que Johi se esmeraba en su trabajo y universidad. Lo único que quería para ella era verla ser feliz de una vez por todas; si ella tenía que sacrificar algo con tal de que se cumpliera, lo haría sin dudar.
Johi podría pasar desapercibido lo que los demás hacían por ella solo porque había algo importante que tenía que hacer y todavía le costaba demasiado cambiarlo: su ego. Ella misma llegó al grado de lastimarse por eso mismo, pues sabía que reprimía sus sentimientos porque nadie entendería lo que ella sentía, y no por creerse superior, sino porque realmente se veía como alguien inferior. Algunas cicatrices en sus brazos que escondía con maquillaje de los demás y hasta de su amiga Esty eran la prueba del odio propio que le tenía a su ego desde hace bastante tiempo. Si llegaba a fallar en algo de lo que tanto había estado trabajando, consideró la muerte como una opción de castigo. No tendría valor alguno si no destacaba en algo, debía ser suficiente para las expectativas que ella misma se trazaba.
Pero había sentimientos nuevos que desmoronaban aquel castillo de arena. Solo debía averiguar si "La ola" la estaba liberando o arruinando. Quería no pensar en Hoseok, empero, su imagen venía a la mente cuando recordaba la ola empaparle los pies para refrescarla. ¿Sería que Hoseok fuera la respuesta?
No lo sabría si Johi no le daba una oportunidad.
La chica de piel oliva, llegó a sus clases en la universidad. Casi todos en su mayoría la reconocían como la extranjera roba corazones, su nombre estuvo en boca de tantos cotilleos y hasta de las redes sociales; no era una exageración decir que todo Seúl la conocía. La ventaja de ser ella, era que no se dejaba rebajar tan fácilmente por lo que otros opinaban o susurraban a sus espaldas, siempre y cuando los demás se equivocaran. No le importaban mucho los chismes, a menos de que se metieran con algo importante de su vida. Gracias al cielo eso todavía no había pasado.
Soportar un horario en el que sus clases abarcaran la mayor parte del día era estresante. Su cabeza resentía la presión y las pocas horas de descanso de la semana que realmente deseaba poder tomar un trago o irse a la cama a dormir. La posición incómoda en la que se había quedado dormida en el sofá no fue la mejor para ayudarla a aguantar las últimas horas.
Estaba por salir de última clase cuando recibió una llamada. El nombre en la pantalla le aceleró el corazón y de pronto no supo cómo mover el pulgar para contestar.
Se detuvo en medio del salón de Economía internacional, con el bolso en el hombro. Antes de que pasaran más segundos, Johi atendió la llamada.
—¿Hola?
Del otro lado de la línea se escuchó el suspiro de alivio de quien creyó por un momento ser rechazado.
—Hola, Johi. Me preguntaba si quisieras que te llevara a casa, sé que tu chofer está esperando por ti... —Un momento, ¿cómo que sabía?—. Pero quisiera ser yo quien te lleve a casa esta noche.
Hoseok se golpeó la frente con el volante por lo estúpido que había sonado eso. Cerró los ojos en espera de una respuesta.
—Claro, yo digo que podríamos ir por un trago, si tú quieres.
Y ahí, en ese preciso instante, Hoseok sintió que el pecho le reventaría de emoción.
Las comisuras de su boca se extendieron en una alegre sonrisa.
—Suena perfecto —aceptó Hoseok, todo lo que Johi quisiera hacer con él siempre estaría encantado de realizarlo.
—Bien, ¿dónde te espero? En 5 minutos salgo de las instalaciones.
—No hace falta, ya estoy aquí. De hecho, tu chofer espera por ti justo enfrente de mí. —La sonrisa de enamorado seguía pegada en su rostro.
Johi cayó en cuenta de que Hoseok todo este tiempo había estado afuera y que sus planes no habían surgido de casualidad. Literalmente él la recogería para llevarla, sabiendo que contaba con un chofer.
Al caminar por el pasillo, algunos estudiantes vieron cómo es que Johi sonreía ligeramente al teléfono. Aunque quisiera no demostrar entusiasmo, no podía lograrlo cuando se trataba de Hoseok. Johi colgó en cuanto salió al campus, diciéndole entonces a Hoseok que lo vería al rato.
No tardó demasiado en ubicar el auto detrás de la camioneta de su chofer una vez salió. Con pasos firmes y el tacón de sus botas resonando por el pavimento, se acercó al auto y, sin darle oportunidad a Hoseok de abrirle la puerta, se sentó en el asiento de copiloto.
No miró al instante a Hoseok hasta que luego de unos segundos donde se dijo mentalmente no dejarse debilitar por un par de ojos rasgados, volteó el rostro.
Aquella resplandeciente sonrisa adornaba al chico delgado que esperaba por ella.
De inmediato sintió la confianza emanar de su cuerpo, estar a su lado la ponía relajada, casi como lo hacía un buen whiskey.
El camino fue silencioso pero no incómodo. Ambos estaban cansados, pero de alguna forma necesitaban compañía de uno y del otro. Las buenas conversaciones comenzaron una vez ellos llegaron al bar que habían ido la noche anterior, Johi soltó carcajadas una vez tuvo su trago y Hoseok le acompañaba con un vaso de agua. Quería estar lo más sobrio posible para poder apreciar cada minuto que pasara con Johi, la chica que lo tenía embriagado de amor.
•••
Cuando Esty se quedó sola en el apartamento, limpió la cocina al ritmo de la música que sonaba por sus auriculares. Estaba demasiado concentrada en lavar los platos que no se percató del tiempo que llevaba sin revisar al cachorro, quien se había adueñado de sus almohadas esponjosas.
No fue hasta que su aparato electrónico le avisó la falta de carga en la batería que dejó de escuchar música. Se iría a vestir con sus ropas holgadas para ir a la academia de baile luego de llevar al cachorro a la veterinaria. Como siempre, las prisas la llevaron a correr de aquí para allá haciéndole casi imposible no poder recoger algo adecuado para su outfit de vagabundo. Le pareció tierno y hasta algo gracioso que el cachorro, quien seguía recostado en su cama, seguía durmiendo con tranquilidad, completamente ajeno al ajetreo que traía Esty.
—Listo, ahora sí. ¡Vámonos! —animó Esty, acercándose donde el cachorro estaba acostado.
Lo movió un poco para no despertarlo, pero notó cierta rigidez en él.
—Sí que te encanta dormir. —La chica sonrió, moviéndolo otra vez para llevarlo en sus brazos.
La caminata sería larga, aún así estaba dispuesta hacerlo con tal de tener más tiempo con el cachorro. Lo extrañaría, pero solo recibiría los cuidados necesarios si un especialista lo examinaba. No le gustaban las despedidas y así tenía que ser.
Lamentablemente, el tipo de despedida al que ella se estaba preparando no era nada parecido con la que le daría al cachorro.
Esty se sorprendió de que, a pesar de haber hecho un movimiento poco cuidadoso, el animalito no hizo ningún sonido de dolor. Se reprendió a sí misma el haber sido brusca por accidente. Ingenua ella quien no se percató desde un inicio que este ya había dado su último respiro. Sin todavía caer en cuenta de lo que había pasado, caminó contenta hasta llegar con el veterinario. La música que siempre la acompañaba sostenía su buen ánimo, perdió la cuenta de las canciones que escuchó durante el camino.
No tuvo que esperar para su cita, casi en cuanto puso un pie en el edificio fue atendida. La música dejó de sonar cuando el doctor comenzó a hablarle, tuvo que pedirle muy vergonzosamente que le repitiera lo que había sido un saludo pues no había escuchado desde un principio. Sí, los nervios estaban jugando un poco con ella.
—Puedes acostarlo encima de esa camilla. —Señaló el doctor—. ¿Necesitas ayuda?
—Gracias, puedo hacerlo. De hecho, creo que cada vez está mejor, en la mañana estaba muy despierto y hasta quiso hacer el intento de ponerse de pie. Claro, su cadera sigue estando en mal estado. Y desde que salimos de casa a estado dormido y no ha expresado signos de dolor.
Aquello llamó la atención del doctor y de inmediato su mirada fue a dar al canino; no hizo falta pensar demasiado, su instinto le dijo en segundos lo que tanto le costaba decirles habitualmente a los dueños de sus pacientes. Miró a la joven optimista, sonriendo con ternura al animalito que había ganado su corazón.
Tal vez por primera vez se equivocaba; quizá su sexto sentido le fallaba en esta ocasión. Eso quería creer. Por eso se acercó al cachorro pidiendo internamente haber cometido un error visual apresurándose al diagnóstico. Esty observó con precisión la forma en la que el doctor puso sus manos para examinarlo; sin embargo, su esperanza fue perturbada al ver cómo el doctor tomaba sus patas lastimadas, las cuales habían dejado de moverse permitiendo al rigor mortiz hacer lo suyo.
Esty quería hacer la pregunta pero temía que la respuesta que su mente había formulado fuera cierta.
Las pruebas eran fáciles de comprender y ella no lo había notado hasta apenas ahora. Inspiró aire, llenando de a poco el vacío que comenzaba a formarse dentro de su coraza.
—Me temo que... —empezó el doctor, finalizando la inspección—... ha muerto. Lo siento. Era demasiado pequeño para soportar por más tiempo las graves quebraduras.
No derramó ninguna lágrima, pero fue inevitable tratar de no perder los ánimos. Era horrible presenciar algo como eso cuando se tenía las esperanzas elevadas; y ese era su más grande error.
Se quedó quieta, con la mirada fija en el animalito, sin saber qué hacer. ¿Debía solo irse? No, sería muy insensible de su parte, ¿debía mejor llorar frente al doctor? No, eso jamás. ¿Entonces qué? ¿QUÉ DEBÍA HACER?
—Podemos encargarnos de él, no te preocupes.
Y esa había sido la respuesta divina que aligeró solo un poco, pero nada más un poco, el nudo en su garganta.
Sin palabras, Esty asintió y trató de hacer una reverencia torpe. Pestañeó rápido, alejando las lágrimas y en su lugar ofreció una sonrisa de agradecimiento.
El doctor no era adivino, pero sus años de experiencia le decían casi con exactitud todo lo que Esty sentía en ese momento a pesar de no ser la dueña del cachorro. Después de una reverencia profesional, corrió la cortina y dirigió a Esty hacia la salida. Su profesionalismo fue primero y terminó la visita con un "el hospital hará el resto", y así con eso en mente y ciertos nudos en su cuerpo, la chica abandonó el lugar sin saber específicamente cómo sentirse al respecto.
Dio un paso, luego retrocedió y, finalmente, se puso de cuclillas abrazándose las piernas. No pensó siquiera en cómo se veía eso en medio de la calle pero necesitaba tomarse un respiro; uno que ni bien duró muy poco, tenía cosas por hacer y quedarse a pensar en el sentimiento extraño que se le acumuló en el pecho solo iba a lograr que terminara frustrada. No podía permitirse ser tan débil.
Parpadeó con rapidez e inhaló hondo al ponerse de pie y, una vez logró aclarar su vista, emprendió su camino a la academia de baile. Debía seguir adelante.
Postergó sus pensamientos y lágrimas para otra ocasión.
•••
—Gracias por traerme —Johi agradeció con sinceridad.
Hoseok había cumplido su palabra y ahora yacían estacionados enfrente del edificio donde las chicas vivían. Él reía, feliz de estar en compañía de la chica que le gustaba y ella, se permitió disfrutar aunque reprimía unas cuantas sonrisas en un intento de no emocionarse demasiado.
Sin querer despedirse, Hoseok aprovechó hasta el último momento para maravillarse del hermoso rostro de Johi. Su corazón saltó con frenesí cada segundo que notaba esas muecas que Johi hacía con tal de no sonreír; estar así de cerca la tentación por tomar su mano o siquiera darle un pequeño beso en la mejilla ya era demasiado fuerte de soportar y más cuando horas atrás compartió tragos con ella aunque no demasiados como los que Johi tomó. Hoseok se aseguró de que disfrutara con moderación, la vio relajada a su lado y deseó ser la causa de eso.
—No es nada, es un gusto traerte sana y salva a casa —contestó Hoseok luego de unos segundos admirándola.
Sentirse deseada y querida eran dos cosas muy distintas, la cual la primera solía experimentar con más frecuencia y aunque en cierto modo influía en su ego, lo que realmente necesitaba era la segunda y curiosamente Hoseok parecía ser el tipo de hombre que podía demostrarle ambas en completa armonía.
Tal vez era el alcohol lo que influía en su estado de ánimo que Johi comenzó a siquiera replantearse la idea de estar junto a Hoseok como algo más que algo simple y casual. Nada de eso se le había cruzado por la cabeza cuando pasaba tiempo con su amigo Seokjin.
No era la primera vez que rechazaba a un hombre, pero sentía algo extraño viniendo de alguien como Jin pues había tenido una relación de amistad muy estrecha con él y desde un tiempo atrás incluso mucho antes del beso, el tiempo que compartieron era diferente a como lo fue en un inicio. Quiso atribuirle la culpa al estrés que le provocaba el trabajo y la presión social y de su tío. No se imaginó para nada que Jin podía sentirse atraído fuertemente por ella y que eso lo llevara a hacer algo como lo que hizo.
—¿Tendrás tiempo libre mañana?
Y como un salvavidas, Hoseok la sacó del agua turbulenta en el que terminaba empapada y agobiada.
Inconscientemente, Johi se mordió ligeramente el labio inferior mostrando una sonrisa coqueta. Sí, era su don.
—¿Tienes algo en mente? —preguntó ella devuelta.
—Ir a comer algo delicioso después del trabajo. Si mal no recuerdo, mañana no irás a la universidad, así que si no tienes otro pendiente, quizá, podríamos ir a almorzar juntos. Tú decides.
No lo pensó demasiado, así como tampoco tardó en desabrochar su cinturón de seguridad para bajar.
—Te espero aquí al medio día. —Y esa fue su respuesta mientras sostenía la puerta, ya afuera del vehículo.
Las acciones de aquella chica lo volvían loco en buen sentido, tanto que la sonrisa que se le dibujó desde que Johi se despidió, cerró la puerta y la vio ingresar al edificio no desapareció hasta que se fue a su casa a descansar, soñando maravillas.
A pasos seguros y con las manos metidas en su abrigo, Johi subió al departamento ansiando guardar calor debajo de sus cobijas. Se atrevió a imaginar lo bien que podría pasarla el día de mañana en compañía de Hoseok, tal vez mucho mejor de lo que lo había pasado esa tarde. Con Hoseok todo era diferente, hasta algo tan simple como el conversar cosas tan triviales de sus vidas.
El suspiro que abandonó al pensar en eso la trajo a la realidad y se dio cuenta que su camino por el ascensor esta vez no fue aburrido como las veces anteriores. El tiempo transcurría rápido cuando pensaba en cierta persona que se esmeraba en hacerla sentir cómoda y feliz. Hasta hizo un pequeño baile con el ruido de los números de la puerta al poner el código de acceso. Definitivamente se encontraba de buen ánimo.
Al entrar en seguida buscó a su mejor amiga que de seguro ya debía estar en cama, para ponerla al tanto de lo que había pasado esa tarde; sin embargo, Esty seguía despierta, garabateando en su libreta mientras escuchaba música, tratando de concentrarse en los trazos que hacía. No escuchó entrar a su amiga, ni cuando esta le habló. Así que Johi se acercó con sigilo para picarle las costillas, arriesgándose a una paliza por eso, y hacerle saber su llegada.
Esty casi se cae de la silla por eso y Johi alcanza a alejarse lo suficiente para que su mejor amiga no la golpee, riendo por la travesura.
—¡Madre mía, Johi, no te vi llegar! —Se tambaleó pero se sostuvo de la barra, sacándose los auriculares para escucharla ahora sí.
—Pues ya estoy aquí, no hagas tanto escándalo.
—Lo dice quien sabe que odio las cosquillas y todo lo que tenga que ver con eso, y aún así se atreve a picarme las costillas. —Frunció el ceño, molesta un poco por aquello—. ¿Tuviste trabajo hoy?
Johi se recargó sobre la barra, mostrando una sonrisa gigantesca mientras meneaba la cabeza de un lado a otro en negación.
—No, de hecho tuve la tarde libre y me fui por ahí a tomar un trago con Hobi.
El apodo llamó la atención de su alocada amiga.
—¿Ya no es Hoseok sino Hobi? Vaya cambio.
Johi se dio cuenta de su error y enrojeció hasta la médula. Quiso evitarlo pero ya era demasiado tarde y toda la atención estaba puesta en ella ahora.
—Es solo un diminutivo o apodo, como lo quieras llamar. No es para tanto, Jungkookie.
Ahora era el turno de enrojecer a Esty por la repentina mención. Tartamudeó en un intento fallido de no verse afectada.
—Cierra la boca, tramposa. —Rió un poco, aunque su batería estaba agotada por todo lo sucedido en el día. Johi lo notó, pero era mala abordando temas que ella misma solía evitar.
—¿Qué tal te fue ahora?
Esty desvió la mirada unos momentos, y se encogió de hombros como restándole importancia a todo lo que tenía que ver con ella. Al fin y al cabo no era nada comparada a los demás. Su vida no era interesante a menos de que la rareza fuera algo importante.
—Lo normal, fui a la academia de baile. Y... —hizo una pausa, inhalando profundamente y rápido para soltarlo—. Llevé al cachorro a donde te había dicho, pero, ya era tarde.
Johi esperó escuchar buenas noticias pero fue triste escuchar eso.
—Pero... él se veía bien esta mañana. ¿Qué pasó?
—Bueno, ya sabes... —Esty sonrió a modo de consuelo, recogiendo sus cosas de la barra para guardarlas e irse a la cama—. Era de esperarse, no podía un cachorro soportar tanto por lo que pasó. Al menos ahora ya no sufre.
Así que era eso lo que Johi notó en ella. Abrió y cerró la boca sin saber qué palabras decir. Cuando por fin consiguió formular en su mente algo coherente el sonido de un teléfono celular interrumpió la conversación y desvió el tema principal a uno mucho más serio.
Observó cómo el rostro de su mejor amiga se tornó todavía más complicado de descifrar. No podía escuchar nada de la conversación pero por la forma en que sus expresiones faciales revelaban el mensaje supo de inmediato que eran malas noticias. Se acercó, agudizando el oído para poder siquiera escuchar algo mínimo de lo que provocó aquella reacción en Esty.
La angustia correó de inmediato el delgado cuerpo de Esty desde las primeras palabras que escuchó. Se pasó la mano por el rostro y cabello, alborotando todavía más su desaliñado chongo, desesperada por no saber qué hacer. Al salir del pequeño trance, comenzó entonces a caminar por el apartamento en busca de un abrigo y su monedero para salir de inmediato y tomar un taxi.
Desconcertada, Johi se quedó con las manos extendidas sin entender nada.
Fue hasta que Esty colgó que supo a dónde iría.
—La señora Kim me necesita.
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Escuchar "Two weeks" Grizzly Bear
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Han pasado... ¿6 o 7 meses desde la última actualización? No fui consciente de que el tiempo pasó demasiado rápido💀
Pero bueeeeeno, dicen que más vale tarde que nunca, ¿no? Al menos me sigue latiendo el corazón y los demás órganos funcionando medio bien, así que lastimosamente todavía voy a andar por estos lares.
¿Vieron que la portada tiene una insignia? Pues nos ganamos una mención especial y como agradecimiento por eso y por el apoyo de ustedes como lectoras (mi axila izquierda dice que son mujeres) pues vine a dar señales de vida con nuevo capítulo. Espero que la espera haya valido la pena aunque me temo que quizá haya algunas que decidieron abandonar el barco... pero anyways, eso sonó bien cursi, puaj.
Bueno, me largo y espero esta vez volver rápido. Digan: "Jeon Jungkook del multiverso de T. D. L. H." Y seguro que me les aparezco como mago.
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