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Capítulo 5


—Entonces, ¿qué raza es el cachorro? —cuestionó Jungkook a pesar de haber hecho ya bastantes preguntas desde que Esty le platicó sobre lo que había ocurrido la noche anterior.

Esa tarde, Jungkook y Esty acordaron reunirse para ayudarse mutuamente con las tareas de la universidad. Solían hacerlo cada ciertos días en los que el artista disponía de tiempo. Y aunque Esty se encontrara físicamente cansada por no haber dormido bien, de verdad que no le importó en lo más mínimo con tal de acceder a la petición de Jungkook.

—No lo sé muy bien... —contestó la chica—. Cuando lo veas quizá tú sí sepas.

Decir que se encontraba emocionada era poco a lo que realmente sentía. Jungkook caminaba a su lado, ayudándole con las bolsas del mercado. Aquella semana le había tocado a Esty pasar a hacer las compras y Jungkook se había ofrecido a acompañarla.

No habían tenido que caminar mucho, el trayecto fue corto y sus manos no se cansaron de sostener las bolsas. Al llegar al apartamento, Esty dejó sus botas negras favoritas al lado de la entrada y Jungkook hizo lo mismo.

Entre una de sus tantas conversaciones, la chica le daba consejos a su amigo para combatir el acné. Esty consideraba que su problema en la piel era normal y no era grave; pero lo malo de ser un artista era que no debía tener aparentes defectos, pues todas las cámaras apuntaban a su rostro continuamente. A pesar de eso, y de su asco por llegar a tocar rostros extraños, Esty imaginaba poder acariciar aquella piel trigueña clara que a Jungkook le consternaba por las imperfecciones.

Su imaginación era tan poderosa que podía incluso sentir en la yema de sus dedos la sensación de su piel, siendo que casi nunca se habían siquiera rozado las manos.

—¿Lavas tu cara todos lo días por la mañana y antes de acostarte a dormir? —Esty preguntó, viendo al apuesto chico que dejaba las bolsas del mercado sobre la barra.

Jungkook dudó, sonrió de lado tratando de ocultar su vergüenza. La respuesta era clara y, siendo un hombre, sonaba algo tonto tener que confesarlo; pero nada era tonto si tenía que ver con Esty, así que le contestó.

—Uhmm... sí, bueno, a veces —dijo Jungkook, viendo con inocencia el rostro de su amiga. Esty enarcó una ceja y lo miró fijamente sabiendo que mentía—. Bieeen, trato de hacerlo, lo juro, pero a veces solo lo único en lo que pienso es en ir a la cama a dormir.

Y Esty lo entendía muy bien, sabía que su carrera como artista no era nada fácil. De hecho, nadie lo tenía fácil. Incluso ella, estudiando una carrera universitaria sobre algo que le apasionaba, siempre se preguntaba si debía seguir o dejar todo atrás, el cansancio físico como mental le hacían replantear la decisión que tomó con tal de apoyar a su amiga. Trataba de ser optimista la mayoría de las veces para poder ayudar a quienes quería, especialmente a su mejor amiga; y es que su maldición era amar tan intensamente a una persona que resultaba difícil deslindarse de ella aunque las cosas se pusieran complicadas.

—¿Y bien? ¿Dónde está el cachorro? —Jungkook, con el poder que tenía sobre Esty, logró traerla de vuelta a la realidad.

Esty reaccionó de inmediato al oír la varonil voz de Jungkook. No tenía la menor idea de que él se daba cuenta de todas las veces en las que ella se perdía dentro de su mundo. Jungkook se preguntaba constantemente cómo sería descubrir lo que habitaba dentro de su cabeza con tal de entenderla y conocerla más a fondo. Había llamado tanto su atención que ahora solo la tenía para ella, su amiga. Tanto así que los propios chicos siempre le insinuaban que había algo más que él mismo todavía no comprendía.

Tal vez era un idiota por no pensar en ella más allá de ser amigos, pero estaba tan ocupado observando cada gesto y disfrutando de las cientos de locuras que se le ocurrían a Esty. Simplemente gozaba el pasar tiempo con ella, mientras su mundo se fundía con el de su amiga hasta ser únicamente ellos dos.

—En la habitación. —Ahora fue el turno de Esty para traerlo de vuelta a tierra—. Le dimos analgésicos por la noche y también justo antes de salir de casa por la mañana. Gracias al cielo que solo tenía una clase por hoy.

—¿Le tienes un nombre?

—No. —Bajó la mirada algo apenada por haber olvidado ese detalle, pero todavía ni siquiera estaba segura de si se lo quedaría—. No he pesando en uno.

—Bueno, si necesitas ayuda en eso sabes que puedes preguntarme —se ofreció Jungkook, sintiendo cómo de pronto sus orejas se calentaron cuando vio directamente los grandes ojos de la chica que estaban atentos a él con un brillo hermoso.

Como todos unos chicos nerviosos y tímidos, ambos rompieron el contacto visual mirando de pronto hacia otro lado. Esty sentía latirle el corazón con rapidez y sus manos sudar frío muy asquerosamente. Jungkook tuvo que aclarar su garganta como si algo estuviera estorbándole, porque en realidad no sabía exactamente qué hacer ahora.

Esty se adelantó, yendo a la cabeza del tema inicial.

Con las manos sudorosas, se aferró a la tela de sus jeans con tal de limpiarse y entonces esconder el nerviosismo que causaba una simple mirada.

—S-sígueme, creo que debe estar despierto.

Ella abrió la puerta y mostró por fin al pequeño canino que convalecía en su cama, arropado con una manta calentita. Aquel par de orbes cansinos miraron a la loca chica que lo había rescatado, siendo ahora acompañada de otro humano completamente diferente a Johi. De todas formas, su emoción por volverla a ver hizo que levantara la cabeza e intentara mover la cola a pesar de que le dolía un poco.

—Hola, pequeño —saludó Jungkook, a pesar de que sabía que parecía algo tonto hablarle a un animal.

Esty se enterneció hasta la médula al escuchar al chico que le revolvía los circuitos. Era muy tierno cuando él no se daba cuenta.

—Sin duda, se ve mucho mejor aunque no lo haya visto antes —mencionó Jungkook, quien se había acercado a la cama para acariciar al cachorro—. Es un Beagle, si no me equivoco.

—¿Ahora eres veterinario?

—No, pero puedo notarlo en sus ojos. —Y al mismo momento de decirlo, miró de nuevo a Esty.

Hablaba sobre el cachorro, ¿cierto?

Claro, el enamorado corazón de Esty no podía seguir ilusionándose de esa manera con palabras que tenían otro sentido. Desvaneció el sentimiento con una sonrisa fingida para aligerar el silencio que habían dejado.

Aunque amaba pasar tiempo con Jungkook, al final del día quedaba un vacío en su pecho. Ser correspondida no lo consideraba una opción en su caso, Jungkook era demasiado guapo y talentoso para fijarse en alguien como ella. Debía bastarle el tenerlo como amigo y nada más. Ganaría experiencia con el tiempo para esconder mejor su decepción, eso era lo que se decía internamente.

Después de haber visto y revisado al canino, los chicos fueron a la pastelería para entonces comenzar a escribir en sus cuadernos. Esty disponía de unas horas libres antes de entrar a su turno de trabajo, así que llegaría temprano y ahí mismo harían sus tareas de la universidad.

Kim Oksook fue la primera en recibirlos con una gran sonrisa. Jungkook le tenía un gran cariño desde que la había conocido por Esty.

Cuando Jeon se enteró dónde trabajaba Esty, sus antojos cambiaron al desconocido sabor que ofrecía esta pastelería. Desde el primer bocado, acudió con frecuencia al nuevo lugar con tal de ver a la amiga que había hecho. El solo observar a Esty a lo lejos ya le alegraba el día. Así fue como conoció a Oksook, quien lo había pillado mirando a la chica detrás del mostrador.

La anciana Oksook había vivido ya mucho tiempo y pudo reconocer de inmediato lo que decía aquella mirada. Con una sonrisa, interrumpió los pensamientos de Jungkook al llevarle su orden. Como un buen joven educado, Jungkook reverenció desde su silla para agradecerle y devolverle también una sonrisa. Oksook se presentó y supo entonces que Esty no exageraba cuando hablaba sobre él.

—Hola, chicos —recibió la señora Kim a los jóvenes que habían entrado a su pastelería—. Siéntense, siéntense. ¿Quieren que les traiga algo?

Sí, ella estaba al tanto de lo que hacían ahí, Esty le había contado. Le agradaba bastante Jungkook que hasta rezaba en su interior con que él algún día se diera cuenta de la forma en que su amiga lo veía.

—Señora Kim, ¿no debería estar descansando? —recordó Esty, alzando sus cejas en advertencia.

—Aish, no pasa nada, no se me va a caer la mano con traer una orden. Ya, pidan lo que quieran, la casa invita.

Jungkook rió por la pequeña riña entra aquellas dos mujeres. Pero se le congelaron las comisuras cuando ambas voltearon a verlo intentando descifrar qué era lo gracioso.

—Por el momento me encuentro bien, señora Kim —dijo él, un tanto apenado—. No se preocupe.

—Bien, los dejaré, pero no se van a ir de aquí sin haber comido siquiera un muffin. Especialmente tú, jovencito. —Señaló Oksook al pelinegro.

Todo fue risas hasta que Jungkook notó algo diferente en la anciana que caminaba hacia la cocina: su paso era más lento, había rigidez en sus hombros como quien soporta dolor y su tos era más constante de lo habitual. Sabía que su salud no era la mejor, que estaba teniendo problemas con ello; y aún así, la señora Kim seguía sin perder su carisma. Jungkook se sentía como un pequeño cuando estaba con ella, le recordaba a su difunta abuela que por fallos de su imperfecta memoria comenzaba a olvidar cómo era tener una abuela. Las fotografías no podían traer las experiencias de él siendo un bebé mientras su abuela materna le apretujaba las mejillas; había evidencia de que alguna vez fue amado y querido como un nieto, pero no podía recordarlo.

Pensar en Oksook como su abuela, le apretujaba el corazón al imaginar lo doloroso que era verla envejecer. Era el precio que su cariño cobraba y, lo único que no quería recordar de su abuela, podría pasarle con la Señora Kim.

Estaba demasiado nostálgico ese día que no notó la atención que Esty le daba, admiró cada detalle que cualquiera podría pasar desapercibido: como los lunares que lo adornaban, la forma adecuada de su nariz, los labios de bebé, tan suaves y delicados a la vista, pero sus ojos, oh, cielo santo, asemejaban contener constelaciones porque siempre se encontraban brillantes. A pesar de no ser tan agraciada, como ella misma pensaba, agradecía tener la dicha de conocer a alguien tan hermoso como lo era Jeon Jungkook.

El suspiro de enamorada debió salírsele demasiado audible como para llamar a toda la ciudad. Bueno, quizá no tan así. Pero fue suficiente para tener ese par de ojos oscuros y brillantes mirándola aunque fueran unos segundos; su mundo se detenía cuando sucedía.

—¿Lista para quemar neuronas? —Jungkook preguntó, evadiendo su melancolía y sonriendo para Esty. No necesitaba decir nada con respecto a Oksook pues sabía que Esty se encontraba igual de preocupada con respecto al tema de su salud.

—Hasta que humeen nuestros cerebros —afirmó Esty, animada.

•••

Johi sentía que la comida se le regresaría si seguía dando vueltas en el cuarto de baño. Tomar una ducha con agua caliente no le bastó para deshacer los nudos que se acumulaban en su cuerpo.

¿Por qué el tiempo había pasado tan rápido? ¡Ya era sábado! ¡SÁBADO! Y estaba a unas horas de verse con el chico que la tenía yendo y viniendo de aquí para allá enredada en una toalla. Todavía no se veían y los nervios ya la estaban consumiendo.

Se detuvo frente al espejo, viendo su rostro limpio en busca de algún defecto. Estaba tratando de averiguar por qué estaba tan ansiosa por aquella cita, ni siquiera en sus relaciones pasadas fue así. Y eso era lo que más le inquietaba, ¿qué tenía Hoseok que lograba aquello?

Sí, eran amigos. Sí, él era muy enérgico. Y sí, él era un sol. Y aunque se conocían desde hace año y medio, todavía faltaba aquello que ni ellos mismos habían descubierto de sí mismos.

"Concéntrate, Johi" se dijo mentalmente a la vez que tomaba valor para seguir preparándose.

Su amiga Esty moría de emoción por verla lista, motivo por el cual cada cierto tiempo iba y le tocaba la puerta del baño. No quería ejercer presión pero sabía que Johi necesitaba cierto empujón en la vida. Mucho más si se trataba sobre Hoseok, su excelente pretendiente.

¡Por Dios, era un excelente partido! No quería ver sufrir más a su amiga por culpa de una mala elección en personas. Al conocer a Hoseok, y al ser la única fuente cercana de información para él, se hicieron buenos amigos con el fin de animarlo a declarar sus sentimientos y a su misma vez intentar convencer a Johi de darle una oportunidad. Quién sabe, quizá y esta vez podría ser diferente.

Aunque Esty tuviera buenos deseos y las mejores intenciones para su amiga, al final quien terminaba decidiendo era Johi. Lo único que tendría que hacer era no rendirse y seguir dándole ánimos a Hoseok para que él tampoco lo hiciera. Era una gran tarea pero su motivación era la felicidad y bienestar de su amiga.

—Me voy, si necesitas algo puedes escribirme o llamarme —avisó Johi una vez terminó de ponerse linda.

—Vete, vete... no vaya a ser que llegues tarde —apuró Esty, casi empujándola con tal de que se adelantara a la puerta—. No te preocupes por mí, tú disfruta de la noche que es joven —sonrió ella, aunque de inmediato se retractó al imaginar demasiado—. Okay, no demasiado DEMASIADO.

Johi se echó a reír un poco para aligerar su propia tensión.

—Tranquila, no lo voy a devorar. —Sonrió ella con sus labios llenos, dejando una nota de picardía—. Aunque puede que pruebe un bocado.

—¡Johi! —gritó escandalizada su amiga antes de que ella pudiera salir del apartamento.

La chica que iba a la cita salió riendo a causa de lo que platicaba con su amiga en broma. Siempre le daba risa cómo Esty actuaba un tanto inocente con respecto a temas que la hicieran poner tímida, sobre todo cuando le mencionaba el nombre de Jeon Jungkook.

Tal vez su mañana no fue la mejor, pero la noche prometía hacer un cambio.

El chofer que su tío había dispuesto para ella recibió la dirección que ella le dijo. No tardaron más de 30 minutos para llegar cuando el auto frenó frente al bar Charles H.

—¿A qué hora gusta que pase por usted? —preguntó el chofer cuando Johi hizo el amago de bajar.

—Yo te aviso, solo mantente al pendiente.

Con eso, Johi bajó, cerró la puerta del auto y caminó a la entrada de uno de sus bares favoritos. Necesitaba un trago, era lo que tanto quería para poder relajarse un poco. El trabajo y la universidad la estaban exprimiendo demasiado y la angustia por el futuro que le deparaba no ayudaba en lo más mínimo. ¿Sería capaz de dirigir toda una compañía? El solo pensarlo le hacía punzarle las sienes.

—Hey, por aquí —el llamado vino desde la barra, donde un apuesto coreano la estaba esperando.

Sus preocupaciones cambiaron en ese instante y ahora su única inquietud era revisar que su atuendo estuviera presentable. Para los ojos de Hoseok, ella era perfecta usando hasta pijama; sin embargo, verla tan linda con su par de botas negras con tacón, la falda corta de cuadros pequeños y estilizados, con camisa blanca y el elegante abrigo marrón, era como ver a la diosa Afrodita personificada.

Johi se cohibió por dentro al darse cuenta de cómo Hoseok la admiraba desde donde él estaba de pie. Porque sí, Hoseok tuvo que levantarse del taburete para poder apreciar a aquella hermosa mujer que acababa de entrar y a la cual tenía como dueña de su corazón. Tal vez se estaba adelantando demasiado o era muy ingenuo para ilusionarse con pequeñas muestras de parte de ella, pero era imposible negar el sentimiento tan fuerte que lo dominaba.

—Te ves muy hermosa, Johi —dijo Hoseok luego de salir de su estupefacción, con una sonrisa gigante que demostraba cuan feliz le hacía verla—. Tienes un buen gusto, el bar es acogedor a pesar de que no suelo frecuentarlos.

—Gracias, tú no luces nada mal —admitió Johi, esperando no ser tan obvia al observar cómo detallaba su belleza varonil. Tomó asiento a su lado, en la barra, recargando sus codos sobre la madera para mantenerse firme y no caer ante la provocación de girarse para observarlo con demasía—. Es uno de mis bares favoritos, tienen buenas bebidas aquí.

—¿Qué desean tomar esta noche? —el barman interrumpió, atento a la orden de los jóvenes.

Johi fue la primera en ordenar pues Hoseok se lo permitió ya que todavía no tenía en mente qué tomar debido a que no era muy fan del alcohol.

—Un vodka, por favor.

—¿Sería todo? —preguntó a ambos, viendo que el chico seguía sin pedirle algo.

—Vodka con soda, por favor —habló Hoseok, ayudando a sus papilas gustativas a imaginar el sabor de la combinación. Probablemente así no sabría tan mal.

El barman se retiró con una sonrisa de comercial para preparar las bebidas, dejándolos solos.

—¿Paladar sensible? —cuestionó Johi, sonriendo un poco y atreviéndose a girar un poco para quedar frente a él.

Hoseok se rió por sus sosos gustos, cubriéndose la boca con la palma de mano por la pena.

—Algo así —admitió él—. Sigo sin poderme acostumbrar a las bebidas fuertes, pero me gusta la cerveza.

—Te faltó añadir "Sprite" —dijo Johi, dejando que su habitual flirteo la motivara a sonreír.

Hoseok le dio la razón con un asentimiento de cabeza. Sus entrañas cosquillearon de emoción al darse cuenta de que Johi sabía ese detalle de él, se preguntó repentinamente si había más cosas que ella conocía sobre sus gustos y preferencias. Ni siquiera cuando era un adolescente se ilusionó tan de pronto con una simple frase. Sí, y lamentablemente por ese "defecto" es que había sido lastimado por chicas que decían amarlo. Aunque se aferraba a la fantasiosa idea de qué tal vez podría ser diferente con Johi, siempre existía la probabilidad de que se equivocara nuevamente.

El barman llegó con las bebidas listas y las dejó sobre la barra para que los jóvenes degustaran de ellas. El hombre no dijo nada pero pudo notar la forma en que aquellos dos se miraban, tal vez el alcohol fuera el pequeño empujón que necesitaban para terminar en los brazos de uno y del otro como solía ver en su horario laboral con parejas desconocidas. Siendo completamente sincero, aquello era más entretenido que tener que presenciar peleas maritales ajenas. Bueno... el alcohol tenía sus ventajas y desventajas.

—Cuéntame algo sobre ti, Johi —comenzó Hoseok con agallas para iniciar con la verdadera cita.

Johi saboreó el vodka en su lengua, bufó una sonrisa irónica y devolvió el vaso a la barra.

—¿Algo sobre mí? Medio Seúl sabe muchas cosas sobre mí, me impresiona que tú todavía no.

—No me refería a eso. —Hoseok logró que Johi tuviera su atención. Ella lo miró no comprendiendo lo que quería decir—. Cuéntame cualquier cosa que nadie más conozca; sea desde cuál es tu color favorito a cuál es tu más grande deseo. Quiero conocer a la Johi real.

Un nuevo y extraño sentimiento se coló dentro de Johi, experimentándolo por primera vez. Hoseok estaba mostrando genuino interés, algo que jamás había recibido por parte de sus antiguos romances. Confiaba en que Hoseok no era del tipo que mentía, ni mucho menos de aquellos que les encantaba divulgar información con tal de alimentar su ego o ganar dinero.

—Me encantan los caballos —habló por fin luego de una gran pausa—. A decir verdad, soy una amante de los animales, aunque no lo parezca. Me gusta el café en todas sus presentaciones. También amo a los bebés. Si tuviera la oportunidad, me gustaría formar una familia numerosa aunque tenga miedo del futuro. No soy fan del picante aunque sea mexicana...

Hoseok escuchó con fascinación cada palabra suya, admirando como sus labios esponjosos se movían conforme hablaba y su bello rostro gesticulaba a la par. Medio Seúl podría creer conocer a Paredes Johi, pero Hoseok tenía la dicha de ser el único que escuchaba lo que realmente nadie conocía; si ella se lo permitía, él estaba dispuesto a escucharla por una eternidad.

Johi se sintió tan cómoda a su lado que pidió una segunda y tercera ronda de vodka. Hoseok no tomó más, en realidad, lo que lo tenía mareado no era la bebida sino el escuchar a la chica de la cual estaba perdidamente enamorado. Su efecto era embriagante y tuvo que reprenderse mentalmente varias ocasiones en las que sus ojos no paraban de observar los labios de la fémina. Caray, era demasiado rápido para pensar en un beso y de eso era consciente.

Al tener un poco más de alcohol en su sistema sin llegar a estar ebria (porque era muy tolerante), Johi fue más liberal y se permitió reír como nunca lo había hecho al lado de Hoseok. Era divertido y nunca interrumpió lo que ella tenía por decir, algo casi irreal. Nunca estuvo en desacuerdo con ella y, aunque no se considerara alguien muy graciosa, mordía su labio inferior cada que Hoseok la veía como si lo fuera.

—Mi hermana está comenzando su emprendimiento en el comercio, siento que podrías llevarte bien con ella. Jiwoo podría ayudarte con lo que sabe para que te sientas más segura cuando llegue tu momento de brillar.

Sugirió Hoseok en una de las tantas conversaciones que habían tenido. Johi se conmovió por el gesto que Jhope estaba mostrándole, su corazón saltó de emoción por llegar a conocer a Jiwoo. Aceptó su palabra esperando con ansias aquel encuentro.

Estar con Hoseok era tan llevadero que no se dio cuenta de que el tiempo corría y lastimosamente debía culminar. No fue hasta que Esty le envió un gracioso mensaje de texto donde expresaba lo entusiasmada e intrigada que estaba por saber cómo le estaba yendo en la cita con Hoseok.

No tenía la menor idea de cómo expresar lo confortable que había sido pasar tiempo con él, ella misma todavía no cabía en la idea de que algo así pudiera haberle sucedido.

—Creo que no me había reído tanto como hoy, gracias —fue sincera Johi, aunque le costaba admitirlo. Tal vez el alcohol le había hecho relajarse demasiado que pudo sacar aquellas palabras, palabras que a Hoseok le vinieron como una caricia en el alma.

—Quien debería estar agradecido por estar contigo soy yo. Gracias por aceptar la invitación.

—Bueno, déjame entonces ser yo quien te invite a una segunda cita. —¿En serio había acabado de decir eso? Johi se sorprendió consigo misma y el coreano a su lado también lo hizo con ella.

—Yo encantado acepto. —Los ojos de Hoseok brillaron de la ilusión.

Con una última sonrisa y ninguna otra palabra más, Hoseok pagó la cuenta y se retiraron del lugar. La despedida fue lo que más le costó a Hoseok, pero sabía que aquella salida sería la primera de muchas... algo dentro de sí lo podía presentir.

—Descansa, Johi.

—También descansa, Hoseok.

Su nombre sonaba tan bien en su voz, era magnífico. Como Romeo enamorado, se fue a casa siendo el hombre más feliz de la existencia. No podía esperar por volver a verla, aunque acabaran de despedirse.

Johi seguía procesando lo que acababa de suceder. Su ensoñación duró desde el momento en que su chofer la recogió hasta que abrió la puerta del apartamento. No quería verse entusiasmada cuando entrara y Esty entonces la acribillara con preguntas de fangirl. Para su consuelo, Esty se había quedado dormida durante la espera.

Mirar a su amiga despatarrada en el sofá mientras se aferraba a su frazada preferida, le causó gracia y ternura. Un tanto cansada por el día largo y emocionante, se ahorró el proceso de ir a la habitación para ponerse el pijama. Se quitó las botas y se acercó al sofá para acurrucarse al lado de su amiga, quedándose de inmediato dormida. Tal vez su cuello se lo reprocharía al día siguiente, pero no le importó demasiado y solo se dedicó a abrazar a Esty aprovechando que estaba dormida.

Ambas durmieron ahí en su pequeña sala de estar, no en la mejor comodidad pero sí estando juntas como sabían que siempre lo estarían.

Esty durmió tranquila al percatarse de que tenía a su amiga con ella, aunque una vez saliera el sol no se esperaba las terribles noticias que escucharía.

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Escuchar "Smithereens" de Twenty One Pilots.


Bueeeeno, vuelvo a aparecer por acá una vez más. Pregunta seria, ¿sí se pueden ver las imágenes en los capítulos? Si es así, ¿qué les parece mi "edición" de infante cursando jardín de niños?

Lo sé, y lamento no ser la mejor autora dando actualizaciones, pero que sepan que no los dejo abandonados. Además, ¡¿QUÉ ONDA CON LAS 400 LECTURAS?! , ¿en qué momento llegué a ser tan famous? Okno, pero ya hablando en serio, gracias por leer y, ya basta de tanta chorrada cursi...

Me despido y me voy, estaré escribiendo el próximo capítulo, solo les advierto que se compren una caja de pañuelos. Chao.

Se despide:

T. D. L. H.

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