Capítulo 4
Las risas se escucharon por toda la sala, provocando que los que no reían entonces lo hicieran. No era una fiesta como tal, sino una reunión pequeña que con la ayuda de Johi se había realizado para celebrar el desenlace de uno de los tantos conciertos que BTS daría próximamente.
Todos se encontraban felices, incluso Hoseok y Jin que parecían no tener ningún roce entre ellos. Johi, que todavía se encontraba ahí con su amiga, también se sentía un poco suelta y relajada pues hacía ya dos días que había hablado con Hoseok y no había ocurrido nada que alterara su mente.
—¿Alguien quiere un trago? —Yoongi alzó la botella de vino en una clara invitación para seguir festejando.
Los rostros de los chicos irradiaban emoción y sentimiento. La sorpresa de ARMY los había enternecido y hasta algunos derramaron unas cuantas lágrimas por ello, llegando a la decisión final de hacer del color morado el color característico entre ellos y su querido fandom.
Celebrando aquel acontecimiento, Yoongi, Namjoon, Jin, Jimin y Johi, bebieron una segunda copa.
Esty, Taehyung, Jungkook y Hoseok estaban platicando y riendo en una plática animada que mantuvieron en cuanto se juntaron. No bebieron, de hecho, estaban tan agotados que era seguro que si se quedaban por más tiempo sentados en los sofás se iban a quedar dormidos. A pesar de eso, la atención de Hoseok se mantuvo viva desde el primer instante en que vio a Johi luego de tan largo tiempo. Dos días él lo consideraba demasiado sin verla, mucho más cuando encima del escenario él no podía distinguirla entre todas las personas en el auditorio. Lo que le tenía sonriendo con más ganas, además de la sorpresa de sus fans, era justamente la bella sonrisa que Johi tenía esa noche.
Hoseok estaba seguro de que había encontrado el amor verdadero, de que aquella chica extranjera era su todo pero que todavía ella no se daba cuenta. Era frustrante no poder tratarla como él sentía que se lo merecía, conocía un poco de ella y entendía que requeriría de tiempo para poder hacerla sentir amada pero sin que ella creyera que era débil.
Con un poco de alcohol en su cuerpo, Johi era más liberal y suelta. Hasta su cuerpo lucía más blando, sus brazos largos se movían con soltura y la tensión que sostenían sus hombros parecía haber desaparecido.
Su risa, no tan escandalosa como la de su amiga, resonaba con dulzura en los oídos de Hoseok. Sonrió como un tonto enamorado. Estaba perdido; perdido de amor.
Y no era el único que disfrutaba de la compañía de Johi; aunque este todavía sentía una carga en su corazón, creyó que era el momento para poder hablar con ella. Jin, tomó el último trago de su copa, para entonces encaminarse hasta donde Johi reía con los chicos.
Hoseok no se dio cuenta de lo que pasaría hasta que vio cómo la sonrisa de la chica que quería tanto se desvaneció en cuanto Jin se le acercó. Su propio corazón se sintió a la defensiva y deseó que Johi no le diera aquel asentimiento. Pero... ¿Quién era él para elegir por ella?
Los observó alejarse un poco, haciendo como que irían a tomar algún aperitivo de la mesa.
—Johi yo... —Comenzó Jin en un intento fallido de valor.
—Sé de lo que quieres hablar —prosiguió Johi, evitando el contacto visual con su amigo porque sentía que no podía verlo; no todavía.
Las emociones de la noche estaban causando estragos en Jin, justo en el centro de su estómago. Los nervios, el amor, la euforia y muchos más se le retorcieron dentro de sí.
—Lo lamento —declaró ahora sí. Buscó con su mirada la atención de su amiga, pero esta lo evitaba—. Yo... Yo lamento haberte besado de esa forma.
Johi comprendió que no lamentaba el hecho de que la hubiera besado, si no que la tomó por sorpresa cuando lo hizo. Su pecho se oprimió al pensar en que quizá ella y él ya no deberían seguir siendo amigos con tal de no herir sus sentimientos.
—Sí, uhmm, está bien... —Estaba atrapada como alguien en un campo de batalla: rodeada de sus opresores sentimientos. No sabía qué decir o qué añadir.
Johi se llevó una mano al cuero cabelludo y rascó en una seña directa de que su cabeza trabajaba rápido para responder y, que, al mismo tiempo no obtenía una respuesta clara.
—La verdad no me gustaría que nuestra relación de amigos se vea afectada —aclaró Jin—. Si es posible, me gustaría que hiciéramos como que nada ocurrió y te prometo que no lo haré de nuevo.
Johi no se había dado cuenta de que había estado reteniendo el aire hasta que Jin acabó de hablar. Exhaló con gran alivio y, aunque no era posible olvidar el beso, le alegró saber que Jin estaba arrepentido de haber metido la pata y que reconocía que tampoco quería arruinar su amistad.
—Oh, Jin, gracias por decírmelo. Realmente no quería que dejáramos de ser amigos pero estaba asustada de que llegáramos a esa decisión.
—Johi, sé que lo que hice estuvo mal y por eso te pido perdón. No quisiera perderte y... —Jin se detuvo analizando las palabras que diría a continuación—... aunque tú solo me veas como un amigo, prefiero tenerte así a no tener nada de ti.
Johi entendía a lo que se refería, le había pasado algo similar veces pasadas cuando gustaba de un chico pero este no correspondía sus sentimientos. Y aunque quizá fuera egoísta, quería seguir teniendo a Jin como su amigo aunque él tuviera que retener sus sentimientos románticos.
Conmovida, se acercó a Jin para regalarle un abrazo con el cual le demostraría el cariño fraternal que habitaba en ella y el perdón que le proporcionaba al inquieto corazón de Seokjin. Tal vez las cosas no serían igual entre ellos, pero al menos se seguirían teniendo el uno al otro; eso era a lo que se aferraban ambos.
Hoseok no entendía bien la situación que estaba viendo, mucho menos lo que significaba el abrazo que presenciaba; sin embargo, por algún extraño motivo, dejó de inquietarse al observar el rostro de su amada que poco a poco había recobrado la sonrisa que le había visto minutos atrás.
• • •
Encendió y volvió a apagar su celular sin tener todavía una respuesta al mensaje que le había enviado Hoseok. No quiso contestar de inmediato pero le estaba costando todavía más esperar. Johi estaba libre el sábado. Johi estaba nerviosa por culpa de Hoseok. Johi incluso hasta arregló su cabello antes de bajar del auto sabiendo que el mismo hombre que le había escrito estaba a punto de verlo.
La advertencia de su amiga resonó para sus adentros pero reunió el coraje necesario para hacerle llegar la respuesta a Hoseok no por un mensaje de texto sino por voz, y en persona. Estaba segura de que Esty brincaría de emoción cuando esta le contara los hechos a los cuales todavía trataba de no retractarse.
No pudo conversar demasiado con los chicos como en otras ocasiones, pero a pesar de eso supo que Hoseok estaba a la expectación de cualquier cosa que le indicara que Johi estaba nerviosa y a su vez ansiosa por hablar con él, a solas.
El momento se dio cuando tuvo la oportunidad de visitar el estudio de Hoseok. Por cuestiones de trabajo, sí o sí iba a verlo ese día y no se permitió aplazar la respuesta para luego.
Johi se detuvo unos cuantos segundos antes de tocar la puerta hasta que se decidió al fin.
—Pase —dijo Hoseok quien estaba atento a la computadora.
La seriedad que solía tener cuando prestaba toda su atención a algo se esfumó en cuando observó a la persona que había entrado. Fue imposible para él no ocultar su radiante sonrisa. Todavía no podía acostumbrarse a que la chica de la cual estaba enamorado solía andar de aquí para allá a sus alrededores.
—Hola —esta vez fue Johi quien saludó primero al ver que Hoseok se había quedado mudo—. Traigo estos papeles que me han pedido que te entregara.
Hoseok sentía que Johi estaba ahí no solo por la entrega de documentos; podía apostar todo lo que tenía convencido de que Johi le diría algo con relación a la cita.
—Muchas gracias —agradeció de todo corazón Hoseok, levantándose para poder tomar los papeles.
Ese breve instante en el que sus dedos intencionalmente rozaron el dorso de ella, fue la palanca que activó entre ellos un contacto visual lleno de todo tipo de emociones. Ambos con los brazos extendidos sujetando las hojas impresas, se vieron mutuamente por unos tortuosos segundos hasta que fue Johi quien, al verlo a los ojos, creyó que no sería capaz de decirle lo que con excusas ella misma se había encaminado hasta su estudio.
—Eh, yo me tengo que ir, tengo clase en unas horas —se despidió Johi, evitando todo contacto con él debido a los nervios que de pronto cosquilleaban en sus entrañas.
—Oh, está bien —pronunció con una pizca de decepción en su interior. Creyó entonces que no era capaz de conocer tan bien a Johi como pensaba—. Te veo luego, cuídate.
Ella pudo notarlo, lo hacía, y por lo tanto le estaba costando demasiado salir de ahí sin haberle dicho nada sobre la cita. La guerra entre sus propios sentimientos le impedía actuar como era debido y se daba cuenta de que, por ende, lastimaba a Hoseok.
Sin dejar que las emociones negativas la consumieran, sacudió su cabeza en un intento de esfumarlas, se aferró al pomo de la puerta antes de cerrarla y giró el rostro para ver de nuevo, mas no por último, a Hoseok.
—Sábado a las 9:00 PM, en el bar Charles H —dijo Johi antes de cerrar la puerta con rapidez para tomar una gran bocanada de aire mientras se recargaba sobre la puerta, procesando lo que había dicho.
Jung Hoseok se quedó estático y la chispa de esperanza que él mismo había apagado volvió de nuevo a encenderse muy adentro de su pecho. Sus comisuras se extendieron conforme repetía en la mente las palabras de Johi. Comprendió de inmediato a qué se refería la chica con aquello, no necesitaba darle demasiadas vueltas porque al fin y al cabo era claro que había tenido razón desde un inicio, aunque dudó un poco.
¡Tendría una cita! Era seguro.
Tanto Hoseok como Johi sintieron una extraña sensación de afán por que llegara aquel día, el día de su cita.
Incluso la llamada entrante del tío de Johi, no logró desconcentrar su mente sobre lo que había acabado de suceder. Su día había comenzado con esa emoción que cosquilleaba en su estómago y no paró a pesar de acabar de ver al chico del que se negaba tener sentimientos por él.
Y así como ella todavía no comprendía del todo sus sentimientos, su amiga Esty vivía constantemente con la capacidad de no entender los suyos propios; no sabía si lo que sentía por Jungkook sería pasajero o era demasiado real que le costaría soltarlo cuando llegara el momento.
Odiaba sentir su corazón latir fuerte cuando siquiera escuchaba el nombre de Jungkook, aborrecía tener que estar pensando en él día tras día; el desprecio al sexo masculino era debilitado por una única persona, y ese era Jungkook. Esty amaba los personajes ficticios, no le molestaba mostrar su lado tierno cuando se trataba de hablar sobre ellos; sin embargo, su manera de pensar era que nada podía ser igual en la realidad a como lo que imaginaba cada que leía un nuevo libro. O al menos, no para su realidad.
—Ve con cuidado, Esty —recordó la señora Kim al despedirse de la chica que ya iba a casa.
El día había sido ocupado para Esty. Asistió a sus clases de arte luego de tratar de revivir las plantas secas del balcón que había en su apartamento, fregando los platos y, para cuando tenía los dedos como pasas por el agua, se echó andar hacia la universidad para después comenzar su jornada laboral. Estaba cansada y sus pies exigían un descanso.
—Tranquila, si alguien intenta hacerme algo le juro que le clavaré este bolígrafo en el cuello. —Esty mostró la única arma de defensa con la que contaba esa noche.
Los rostros de las dos mujeres sonrieron a pesar de sus diferentes motivos de cansancio.
Incluso así, Esty le regaló un fuerte abrazo a su jefa como acostumbraban despedirse. Se sentía privilegiada de que Oksook la tomara en cuenta en trabajos muy importantes de la pastelería, había aprendido muy bien de ella y estaba dispuesta a seguir teniendo el honor de aprender de la anciana.
Con el rostro y algunas prendas de su vestimenta llenas de harina y azúcar, Esty se fue a casa sosteniendo en un puño su "arma mortal". La inseguridad de ir sola por la ciudad solo hacían que pensara en cientos de maneras posibles de morir en el trayecto. Tener tanta imaginación no era muy bueno en esos momentos. Aparentemente se mantenía serena, pero realmente sus sentidos se agudizaban y la mantenían atenta a lo que pasara a su alrededor.
El chirrido de unas llantas frenar, seguido de un coro de cláxones, hizo mirar a Esty la espantosa escena de un auto dándose a la fuga luego de haber atropellado a un inocente animalito.
—¡Hijo de...! —Esty corrió a donde el semáforo se mantenía en rojo.
Ninguna de las personas en los demás autos se bajaron a verificar el estado del animal, ni siquiera a pesar de el llanto adolorido del pobre perro. Tenían miedo, así como Esty también lo sentía. Pero ella corrió con la mochila golpeándole la espalda en cada zancada hasta donde yacía el perro herido.
El semáforo cambió de color y algunos autos tenían el apuro de irse, sin embargo no podían arrollar también a una humana.
Un pequeño canino que había sido atropellado en las patas traseras, aullaba de dolor. No era común que en las calles de Seúl habitaran tantos animales sin dueño, pero para la mala suerte de aquel cachorro, le había tocado sufrir tanto apenas a su corta edad. Esty verificó rápido al cachorro y con el corazón latiéndole a mil por hora, se atrevió a sostenerlo con la mayor delicadeza posible entre sus brazos, alejándolo por fin de la autopista.
No era la culpa del animal el no saber cruzar la calle, ni de no contar con un dueño; las cosas sucedían sin cuidado y muchos sufrían la desgracia de no contar con cariño y protección. El destino no deparaba nada bueno a los animales callejeros, el cachorro que llevaba Esty en los brazos era la prueba.
El edificio donde vivían las chicas estaba estrictamente prohibido a los huéspedes llevar mascotas sin antes tener el consentimiento de los vecinos. Claramente Esty iba a infringir la ley pues no podía ir de apartamento en apartamento justo en medio de la noche, sabiendo también que la prioridad en ese momento era atender las heridas del animal.
—Tranquilo, pequeño, ya casi llegamos —calmó Esty al animal, aunque este no le entendiera absolutamente nada.
La chica de cabello corto y oscuro, mentalizó la plática que tendría con Johi al llegar al apartamento. Los nervios le hacían caminar como en una maratón y, al mismo tiempo, dar caricias al canino que había dejado de chillar un poco. Faltaba una calle más y entonces estarían en casa. Confiaba en que su amiga le ayudaría, pero también sabía que le diría algo al respecto sobre las reglas del edificio.
No había tiempo para sermones esa noche. De hecho, Esty estaba preocupada por cómo meter al animal a su apartamento sin que nadie lo notase. Recordó que llevaba una amplia mochila y que, aunque la comodidad no fuera la mejor para el cachorro malherido, al menos funcionaría para pasar desapercibida.
Antes de llegar al edificio, se sentó en una banca para meter al perro en su mochila. Este al mover sus patas emitió un chillido que puso en alerta a Esty, la situación se estaba complicando pues el animal estaba demasiado lastimado y cualquier movimiento dentro de la mochila con algunos cuadernos y libros no ayudaría a que este no sintiera dolor.
Esty pensó, y pensó tanto que pudo sentir la migraña aparecer en su cabeza. El ruido de la ciudad, la preocupación por el cachorro y las luces de los autos no ayudaban mucho, así que sin pensarlo demasiado, se quitó la chaqueta y envolvió al canino con ella, haciendo que este no moviera demasiado las patas magulladas. Sacó los libros y cuadernos de su mochila para ampliar el espacio dentro, acomodó al perro en la mochila y se aseguró de que estuviera lo más cómodo posible.
Llevando los libros y cuadernos en los brazos, entró al edificio con cientos de nervios por ser descubierta en su misión. Agradeció no tener compañía en el ascensor.
De puntitas y en silencio, entró al apartamento como un agente encubierto.
—¿Qué estás tramando? —preguntó Johi en cuanto vio a su amiga llegar en sospechoso silencio.
Esty no contestó nada al instante, sino que fue a dejar sus libros sobre la mesa para tener las manos libres y entonces así ayudar al pobre animal que llevaba en la mochila. Los nervios la estaban consumiendo y su preocupación era bastante notable que alertó a la propia Johi.
Ella misma se acercó a Esty para ver mejor lo que le ocurría, mas no se percató de que la chica que estaba de rodillas frente al sofá estaba comenzado a revisar un perro al cual no conocía y lucía en mal estado.
—¿Esty? ¿Qué hiciste? —Johi se echó de rodillas al suelo también, preocupada de pronto por algo que no podía ser posible.
—¡Yo no lo atropellé, ni siquiera tengo auto! —fueron las palabras que una nerviosa Esty dijo.
Johi se preocupó junto con ella por el estado del cachorro, pero la risa no la pudo contener en ese momento. No era lo mejor que podía ofrecer como consuelo, sin embargo fue irresistible no reírse de las locuras que decía su amiga incluso estando en una situación que requería seriedad.
Esty la fulminó con la mirada, con aquellos ojos de color chocolate intenso, pero se rió un poco aunque la ansiedad la estuviera consumiendo.
Se propusieron dejar para luego los chiste malos y reírse de ellos en otra ocasión en la que ninguna de las dos estuviera con los nervios de punta.
Ambas chicas revisaron al pequeño perro herido que ahora se encontraba en su apartamento. Además de que este estuviera un poco sucio, tenía una secreción ocular debido a una infección en sus ojos. El estado de el pobre cachorro no era buena, ni mucho menos lo estaba ahora que lo acababan de lastimar.
—Está enfermo, Esty —comentó Johi al ver a detalle los ojos nubosos del cachorro.
—Creo que tiene rota la cadera, sus piernas no las mueve y hace el intento de ponerse de pie pero su cadera no se lo permite —dijo Esty luego de un cuidadoso chequeo. Movió su cabeza de un lado para el otro, sufriendo junto con el cachorro—. Deberíamos darle algo de medicamento, aunque sea para que pase la noche.
—Sabes que no puede quedarse tanto tiempo aquí por su condición, necesita verlo un veterinario. Los vecinos no son un gran problema, pero, ¿cómo cuidarás del cachorro si no nos encontramos en casa la mayoría del tiempo? —cuestionó su amiga, desesperanzada de que el cachorro siquiera pasara la noche.
Esty pensó y pensó tratando de encontrar una solución. Johi tenía razón, ellas no podían cuidarlo por mucho tiempo y necesitaba ir a un veterinario, pero ¿cuándo?. Era demasiado noche para
encontrar uno y la atención médica la requería en ese instante. No contaban con auto y, aunque quizá la consulta fuera costosa, Esty estaba dispuesta a pagar con sus ahorros.
Ambas miraron al cachorro lastimado que yacía en su sofá, era hermoso con aquellos tres colores en su pelaje corto. Esty acarició por milésima vez sus manchas marrones y negras, no podía curarlo pero al menos el cachorro dejaba de temblar con su toque. Un sentimiento de frustración se le clavó en el pecho, quería y estaba dispuesta a ayudar al canino, no obstante no podía hacerlo como ella quería. La vida era así de injusta incluso con seres inocentes.
—Le daremos por el momento algo para el dolor, ya veremos mañana temprano qué hacer con él —enunció Johi, poniéndose de pie para ir al baño por el botiquín.
Con una cantidad adecuada y algo de alimento, Esty y Johi le dieron algo de analgésicos para calmar su dolor. Quizá no era el mejor tratamiento pero tampoco era el peor. Solo quedaba pasar la noche en vela supervisando que el cachorro se encontrara bien.
Y gracias a la resilencia de Esty, sacrificó sus horas de sueño para revisar constantemente al cachorro durante toda la noche. No fue hasta la madrugada que su amiga, sin poder conciliar el sueño por que su cabeza no paraba de dar vueltas con relación a Hoseok y sus sentimientos, relevó a Esty para que aquella pudiera dormir un poco.
El tema del cachorro la distrajo un momento, pero al estar en completo silencio y oscuridad, sus pensamientos negativos se hicieron más audibles.
________
Canción: "Will I see you again?" Thee Sacred Souls
Les recomiendo escuchar las canciones de esta historia en la playlist de Spotify bajo el nombre de "Jung & Jeon". Si no les es posible hacerlo, les escribiré al final de los capítulos el nombre de las canciones para si desean escucharlas en otras plataformas musicales.
Estaré trabajando esta semana en el próximo capítulo... quién sabe, quizá y lo lean pronto (lo dice quien tardó más de 1 mes para actualizar🔪💀).
Con asqueroso afecto:
T. D. L. H.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro