Capitulo 5
La marcha nupcial continuaba resonando en el aire, su melodía solemne y majestuosa llenando el espacio y marcando el inicio de un momento trascendental. Las notas suaves y elegantes flotaban en el ambiente, tejidas con anticipación y emoción. La música, interpretada por un conjunto de cuerdas, seguía su ritmo pausado pero constante, guiando con reverencia a Allison en su camino hacia el altar.
Con pasos pausados y elegantes, Allison avanzaba, sosteniendo el hermoso ramo de peonías en manos nerviosas. Aunque las miradas curiosas de los presentes se posaban sobre ella, Allison buscaba bloquear el mundo exterior y centrarse en el hombre sonriente que la esperaba al final del pasillo. La melodía suave de la marcha nupcial la envolvía en una atmósfera de solemnidad y emoción.
La decoración que la rodeaba reflejaba una elegante simplicidad, con toques que añadían un toque único. Cada detalle, desde los arreglos florales hasta los adornos sutiles, contribuía a crear un ambiente íntimo y personal. Delante de Allison, Shieru sostenía con entusiasmo un cojín que guardaba los anillos, símbolos de su compromiso, entregados días atrás.
El pequeño se acomodaba al lado de sus abuelas, observando con ojos brillantes cómo su madre tomaba la mano del hombre castaño para dar inicio a la ceremonia.
—Te ves deslumbrante —susurraba Ernesto, tomando la blanca mano de Allison mientras avanzaban hacia el sacerdote.
Allison respondía con una sonrisa, un intercambio de miradas que fusionaba el azul y el gris en un momento de profunda conexión. Mientras los presentes prestaban atención a la ceremonia, la pareja se sumergía en sus pensamientos, reflexionando sobre cómo el destino había transformado sus sueños.
Ernesto tomaba el anillo de oro con las iniciales "Sra. Claire", un símbolo arraigado en la historia familiar. Sus dedos temblorosos pero decididos deslizaban el anillo por el dedo de Allison, sellando un compromiso que trascendía el momento presente.
—Allison —susurraba, su voz cargada de emoción y promesas. Sus ojos se encontraban en un instante lleno de significado, mientras los presentes observaban con cariño y admiración.
—Te amo y te amaré, daré todo de mí para que nuestra felicidad florezca en cada primavera —continuaba Ernesto, sus palabras llenas de autenticidad y pasión—. No te faltará nada, cuidaré de ti y de nuestra familia hasta el último aliento.
El corazón de Allison latía con fuerza, sintiendo un pequeño pellizco de emoción. Ella tomaba el anillo que una vez perteneció a su difunto suegro y lo deslizaba con ternura por el dedo de Ernesto.
—Yo prometo amarte, ser leal y sellar en mis labios nuestros secretos y promesas —susurraba Allison, sus palabras llenas de significado y determinación.los votos de ambos eran cortos pero con un gran significado para ambos.
Los ojos de Ernesto y Allison se encontraron, sus miradas cargadas de amor y promesas. Después de intercambiar sus votos con palabras que resonaban en sus corazones, un silencio sereno llenó el aire, como si el universo mismo estuviera conteniendo el aliento para presenciar este momento especial.
Con delicadeza, Ernesto acercó suavemente su rostro al de Allison, sus labios buscándose con una mezcla de anticipación y devoción. El mundo parecía desvanecerse a su alrededor mientras sus corazones latían al unísono, una conexión inquebrantable forjada en aquellos votos que habían compartido.
El primer roce de sus labios fue suave y tierno, como un pétalo rozando otro en una primavera eterna. El beso no era solo un encuentro físico de labios, sino un encuentro de almas que se entrelazaban en un momento atemporal. Los labios de Ernesto se movían con una suavidad que transmitía cuidado y protección, mientras que los de Allison respondían con igual ternura y pasión contenida.
Sintiéndose llena de emociones que nadie más podría provocar en ella, los aplausos los rodearon mientras sonreían a sus pocos invitados, la mayoría siendo familiares y unos cuantos amigos en los que confiaban o no tomaron importancia a la presencia del niño junto a Sol.
Ambos se habían conocido un abril hacía más de 4 años; sin embargo, sus vidas habían estado conectadas desde siempre, y ahora nada podría separarlos ni dañarlos.
Los aplausos y vítores de los presentes llenaron el espacio mientras la pareja se tomaba de la mano y comenzaba a caminar por el pasillo, saliendo de la capilla y adentrándose en el hermoso jardín donde la recepción les esperaba. El sol brillaba en el cielo, como un reflejo del brillo en sus ojos, y la brisa suave acariciaba sus rostros como una bendición.
Sin embargo a las afueras de la mansión Bian Colston seguía las indicaciones de Diego, buscando al sospechoso que había estado tratando de averiguar sobre Allison, continuando con su tarea de proteger la información y eliminar cualquier amenaza potencial. Con sigilo y determinación, Colston se movía entre las sombras, su entrenamiento y experiencia le permitían desplazarse sin ser detectado por los asistentes a la boda que celebraban con alegría en el interior de la mansión.
A medida que la noche avanzaba, la música y las risas de la recepción llenaban el aire, creando un contraste vívido con la tarea sombría que Colston tenía por delante. Siguiendo las indicaciones que había recibido del castaño menor, se adentro más en el jardín, buscando al sospechoso que había estado tratando de averiguar sobre Allison.
El jardín estaba iluminado por luces suaves y parpadeantes, creando una atmósfera mágica. Las mesas estaban decoradas con flores y velas, y los invitados disfrutaban de la comida y la compañía. el hombre de cabello cano avanzaba con cuidado, manteniendo su mirada atenta mientras buscaba al individuo que podría representar una amenaza para la seguridad de la familia Claire.
La atención finalmente se dirigió hacia un hombre que parecía estar observando discretamente desde la periferia de la celebración. Su mirada se encontraba fija en él mientras capturaba imágenes de manera sigilosa, a pesar de la solicitud expresa de los novios de que no se tomaran fotografías. Los meseros no tenían idea de quién era este individuo de cabello negro, lo cual aumentó la preocupación de Bian. Este era precisamente el individuo que había estado buscando durante toda una semana.
El hombre de cabello canoso se aproximó al sospechoso de manera decidida, arrebatándole el teléfono de las manos. Sin perder tiempo, lo guardó en el bolsillo de su saco, revelando de forma fugaz la forma metálica de una pequeña pistola bajo la tela. Asustando al joven quien no esperaba aquello. —Tu, sigueme ahora— Exclamó Colston mientras le hacía una señal de silencio y le daba la espalda caminando al interior de aquella residencia buscando no ser vistos. El pelinegro asustado al verse descubierto siguió al hombre con duda adentro, entrando a un estudio lleno de libros y cómodos sofás.
En el estudio, el ambiente era cómodo y silencioso, a diferencia de la animada recepción en el jardín. El hombre de avanzada edad lanzó el teléfono del más joven al sofá mientras lo veía con enfado. —¿Quién eres y por qué? —preguntó con voz firme y seria, manteniendo su mirada fija en el pelinegro frente a él. El joven sonrió de manera desafiante mientras imitaba al mayor, sentándose con insolencia en uno de los cómodos sofás del estudio.
—En estos trabajos nunca revelamos a nuestros empleadores, viejo —respondió el contrario con una actitud desenfadada, pareciendo haber recuperado su confianza en un giro inesperado de eventos.
La irritación en el rostro de Bian se profundizó al ser llamado de esa manera, y su paciencia parecía estar agotándose rápidamente. —¡Puedo desaparecerte aquí mismo! —exclamó con enojo, sacando su arma y apuntándola directamente a la cabeza del joven. Sin embargo, para su sorpresa, el pelinegro no pareció inmutarse en lo más mínimo.
—Tan rápido como te deshagas de mí, vendrá otro. Y si este desaparece, vendrá otro después —respondió el joven con un tono desafiante mientras se ponía de pie. Tomó su teléfono con calma mientras sostenía la mirada desafiante de Bian. —Pero también podríamos negociar esto y todos saldríamos ganando.
El cabello blanco de Bian parpadeó al escuchar la propuesta del joven, dudando un momento mientras se asomaba a la puerta del estudio, buscando a alguien del servicio que pudiera llamar a cualquiera de los hermanos o a la matriarca de la familia. Este descuido permitió que el joven actúe rápidamente. Mientras el mayor estaba distraído, el pelinegro tomó una fotografía del pequeño cuadro que se encontraba junto a la mesa, a un costado de los libreros. Envió la imagen a un contacto en su teléfono y luego borró rápidamente cualquier rastro de esa conversación comprometedora.
El joven se puso de pie con una sonrisa autosuficiente en el rostro, observando cómo Bian regresaba su atención hacia él. —No soy un enemigo. Solo estoy haciendo mi trabajo pero nadie puede asegurar que lo haga bien– El mayor lo vio con duda siendo interrumpidos por la presencia de un castaño y una mujer peliroja que los veían con duda.
—El es quien ha estado investigando a la Señorita Allison, Señora– Menciono Colston haciendo una pequeña reverencia para luego mirar a donde se suponía estaba el teléfono pero antes de hablar el joven pelinegro se lo extendió a Sol —Eres inteligente, ¿Cual es tu nombre y para quién trabajas?- Pregunto Sol dándole el aparato a su hijo sin embargo el pelinegro solo sonrió —Quién es mi empleador es lo de menos señora, pero como le decía al señor, si llegan a mi precio no volverán a saber de mi, y puedo hacer que la investigacion pare, decir que no encontré nada y usted y su familia pueden fingir que nunca existi–
—Juegas con fuego —advirtió el castaño mientras abría el teléfono, encontrando fotos pero ningún contacto. Su preocupación aumentó cuando notó una foto reciente de su sobrino, el niño sonreía mientras posaba con Allison. Era una imagen antigua que el joven Frank acababa de tomar del retrato que se encontraba en la habitación. —Como te habrás dado cuenta, el objetivo no es la mujer. Hay gente interesada en si ese niño existe, y ya que ustedes lo ocultan, puedo ayudarlos. Me llamo Frank —contestó el joven, dando su nombre mientras se volvía a sentar.
La tensión en la habitación era palpable. Diego guardó su teléfono en el pantalón y sacó el suyo, marcando el número de su hermano mayor, quien seguramente estaría despidiendo a los invitados.
La tensión en la habitación era palpable. Diego guardó su teléfono en el pantalón y sacó el suyo, marcando el número de su hermano mayor, quien seguramente estaría despidiendo a los invitados.
—Sí, Diego, ¿necesitas algo? —respondió la voz de Ernesto al otro lado de la línea, sonando ligeramente cansada pero alerta.
—Ernesto, tenemos una situación aquí. Hemos encontrado al sujeto que estaba investigando a Allison. Su nombre es Frank, y parece tener información sobre lo que está sucediendo. Dice que está dispuesto a ayudar si acordamos un trato.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Ernesto respondiera con seriedad. —Dale lo que quiera, y que Colston lo siga, ya saben qué hacer. —Diego asintió, a pesar de que su hermano no podía verlo. —Entendido, hermano. —Colgó la llamada y luego miró a Frank, indicando con un gesto que saliera de la habitación.
—¿Cuál es tu precio? —preguntó Diego directamente, manteniendo su mirada fija en el joven de cabello oscuro. Mientras tanto, su madre caminaba hacia el único escritorio, sacando una chequera a nombre de su hijo menor y extendiéndose a Diego.
—¿Así de fácil? El triple de lo que me da el—Dudoso, Frank preguntó mientras extendía el último cheque que le había dado su empleador, revelando el nombre de Derek Mendoza. Esto provocó un brillo en los ojos de Soledad y su hijo.
—Te daré la mitad ahora. Colston te sacará de aquí y en una semana te haremos llegar el resto. —Respondió el castaño de lunares mientras llenaba rápidamente la hoja del cheque.
Frank asintió, aparentemente satisfecho con el trato. Tomó el cheque y se puso de pie, mirando a Diego y Soledad con una mezcla de cautela y expectación. —Espero que cumplan su parte del trato. No quiero que nadie salga lastimado innecesariamente. —Sus palabras llevaban un matiz de advertencia, recordándoles la importancia de seguir su palabra.
—Puedes estar seguro de que cumpliremos. —Diego habló con firmeza, mientras Frank asintió de nuevo y se dirigió hacia la puerta, donde Colston lo esperaba. Sin más palabras, ambos salieron del estudio rumbo al hogar del pelinegro quien confiado mientras le daba su dirección al de mayor edad quien lucia tranquilo mientras en su cabeza peleaba consigo mismo al sentir lastima por el joven a su lado.
Por que hay veces que es mejor observar y callar.
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