Capitulo 3
La Gran Vía, una de las calles más importantes de Madrid, estaba llena de actividad y movimiento. La bulliciosa energía de la ciudad se manifestaba en el constante flujo de personas que iban y venían, sumergidas en sus propias vidas y preocupaciones.
En medio de ese torbellino de actividad, Allison observaba desde el ventanal contemplando la tarde. En unas horas, aquella nota saldría a la luz y su relación con Ernesto sería revelada, no solo en aquel país donde se habían ocultado durante tanto tiempo, sino que llegaría incluso a los rincones más lejanos de donde habían escapado.
Los recuerdos y pensamientos se agolpaban en su mente mientras las emociones la inundaban. Desde que conoció a Ernesto y construyó su nueva vida, habían luchado incansablemente por mantenerse ocultos. Sin embargo, había llegado el momento de enfrentar la situación de frente. A veces, la mejor forma de evadir a un cazador es caminar delante de él, confundirlo, desorientarlo.
Allison sospechaba ligeramente quién podía estar detrás de la investigación sobre su persona. Deseaba que fuera su padre y no alguien más. Había aprendido a ser astuta, a moverse en las sombras, pero también sabía que no podía huir para siempre. La única forma de romper las cadenas del pasado era confrontando sin revelar más de lo necesario.
Por ahora, el público y quien estuviera detrás de ella solo sabía su nombre y la hermosa relación con el primogénito Claire. Quien leyera aquella nota conocería una historia de amor perfecta: una joven latina de buena familia buscando hacer su propio nombre, como Soledad Claire dio con sus diseños por accidente, reclutando y ella misma presentó a su hijo. Un romance con el que cualquiera soñaría, sin embargo, solo era una mentira... Nada de lo que se contaba en esos párrafos había sucedido en realidad.
Siente un dolor en su pecho mientras una lágrima amenaza con resbalar por su rostro. Limpia rápidamente, nadie más se encuentra en su oficina más que aquellos maniquíes con los diseños de la próxima temporada. Lleva una de sus manos a su pecho, donde está el último regalo de Ernesto, aquel hermoso collar con sus iniciales que cambiarán, siendo un recordatorio de quién es antes de ser Allison Claire. Las luces de la ciudad comienzan a brillar mientras la tarde se desvanece, y Allison sabe que el tiempo se agota, que su mundo perfecto construido con Ernesto está en peligro si aquel artículo no detiene a la persona que la investiga.
Nadie debe saber de aquel pequeño, piensa Allison con determinación. No desea exponer a su hijo, ni tampoco que sea relacionado con aquellas personas que aún les reservan un lugar en sus recuerdos. Es un deseo profundo, una necesidad visceral de proteger a su hijo de los peligros y las sombras que han perseguido su propia vida.
No merecen ser parte de la alegría de aquel pequeño, ni reír con sus travesuras para después corregirlo. Allison siente un nudo en su garganta al recordar los primeros meses de embarazo, y el primar año de vida de su pequeño, las marcas invisibles que la han acompañado a lo largo de los años. Aquel niño merece mas que ser desconocido por su sangre.
Suspira mientras cierra la cortina de aquella ventana, dando un último vistazo a su oficina. Mañana sería un día cansado si todo sale como tenían previsto. La sensación de responsabilidad pesa en sus hombros, pero también sabe que está tomando las decisiones correctas para proteger a su hijo y preservar la felicidad que han construido.
Se ajusta el collar con sus iniciales que Ernesto le regaló, sintiendo la calidez de su significado. Es un recordatorio de un amor sincero, y aunque a veces siente que falla al recordar aquel pasado, se esfuerza por ser la mejor versión de sí misma para él.
Cierra la puerta de su oficina con determinación y camina por los elegantes pasillos hasta llegar al estacionamiento, donde la camioneta la espera. Saluda al chofer de turno con una sonrisa y luego se despide del guardia de seguridad, quien avisa a través de la radio que Allison ha salido del edificio.Al subir a la camioneta, siente un respiro de alivio. Aunque el peligro parece acechar en cada esquina, al menos por ahora ha logrado mantener su identidad oculta y a salvo. Mira por la ventana mientras la ciudad de Madrid pasa a su alrededor, y sus pensamientos vuelan hacia el futuro incierto que les espera.
—Haremos una parada, donde siempre —indica al hombre al volante, quien asiente cambiando de ruta y desactivando el GPS mientras avanzan hacia una zona algo olvidada en la ciudad. Finalmente, se detienen frente a aquel viejo edificio, cuya apariencia contrasta con los edificios modernos que lo rodean.
Allison observa el edificio con una mezcla de emociones mientras baja de la camioneta. Este lugar tiene un significado especial para ella, su lugar seguro durante un tiempo hasta que su vida volvió a lo que siempre fue. El chofer espera pacientemente mientras Allison se dirige hacia la entrada del edificio.
Al entrar, el ambiente se siente nostálgico. El edificio parece haber sido tocado por el tiempo, conservando los recuerdos de lo que una vez fue. Sube al tercer piso y camina hasta el número 11, donde una vieja puerta de madera es abierta por Diego, el menor de los Claire.
Diego la saluda con una sonrisa cálida pero una mirada llena de seriedad. Aunque es el hermano menor, Allison sabe que Diego es tan protector y cuidadoso como Ernesto.
—Hola, llegas tarde pero nuestro invitado sigue aquí —dice Diego, dando un paso atrás para permitirle el paso.
—Hola, Diego. Lamento la demora —responde Allison con una pequeña sonrisa mientras entra al apartamento.
La decoración del lugar evoca una sensación de familiaridad y calidez. A pesar de ser un espacio reducido, está meticulosamente organizado para aprovechar al máximo cada rincón. Una pequeña cocina se integra armoniosamente con el comedor, compartiendo un espacio que cumple múltiples funciones. Los muebles están cubiertos por sábanas blancas, a excepción de la pequeña mesa del comedor donde un hombre de mediana edad los observa con atención. Su mirada es seria y evaluadora, como si estuviera analizando cada detalle de la situación. Allison siente una ligera incomodidad ante su escrutinio, pero sabe que es necesario, aquel hombre ha trabajado años para los Claire y es el único al que le pueden confiar el secreto.
Allison suspira mientras se sienta en una de las sillas vacías, sacando de su bolso un pequeño sobre amarillo con dinero que había retirado de su cuenta personal esa mañana. Con cuidado, coloca el sobre sobre la mesa y lo empuja hacia el hombre, quien lo recoge y lo examina con un gesto imperturbable. Los billetes son contados con precisión, asegurando que la cantidad acordada sea la correcta. Mientras Bian verifica el dinero, Diego toma un folder de información de la mesa y se lo entrega.
El ambiente en la habitación es tenso mientras Bian revisa los documentos con atención. La información sobre los posibles sospechosos ha sido recopilada minuciosamente, cada detalle es importante para asegurar que el problema se resuelva de la manera más efectiva posible.
Allison observa la expresión de concentración en el rostro de Bian, preguntándose si podrá realmente hacerse cargo de aquel asunto. La incertidumbre la abruma, pero también confía en la reputación y habilidades de Bian. Ha trabajado con los Claire durante años y ha demostrado ser alguien en quien pueden confiar en situaciones delicadas como esta.
El tiempo parece detenerse mientras Bian continúa revisando los documentos. Cada segundo que pasa se siente como una eternidad, y el peso de la situación se hace más intenso. Finalmente, Bian levanta la vista del papel y se aclara la garganta, rompiendo el silencio tenso que ha llenado la habitación.
—La información aquí es detallada y útil —comenta Bian, su voz firme y tranquila a pesar de la gravedad del asunto—. Parece que estamos tratando con alguien que sabe cómo moverse en las sombras y no dejar rastro. Sin embargo, estoy seguro de que podemos encontrar la manera de descubrir quién está detrás de esto.Pero puedo asegurarte que el Señor Abner no es, él hubiera llegado por sus propios medios a ti—
Allison asiente con gratitud, sintiendo un poco de alivio al descartar la posibilidad de que su padre esté involucrado. Aunque la incertidumbre persiste, saber que Abner no es parte de esto le brinda cierta tranquilidad.
—Confío en tu juicio, Bian. Si no es mi padre, entonces debemos enfocarnos en otras posibilidades. Necesitamos descubrir quién está detrás de esta investigación y detenerlos antes de que descubran la verdad.
Diego, con los brazos cruzados, interviene con una mirada pensativa.
—Si no es el papá de Allison, ¿quién podría ser? —pregunta el menor de los hermanos Claire mientras mira su reloj. Sus autos no podían estar apagados por más de una hora, o llamarían la atención.
Allison asiente, compartiendo la inquietud de Diego. La pregunta de quién podría estar detrás de esta investigación se mantiene como un enigma que deben resolver lo antes posible, se suponía que nadie mas sabia que era de su vida hasta que la noticia a la prensa saliera a las 6 de la tarde, faltando media hora para ello.
Antes de que puedan continuar la conversación, el teléfono de Allison comienza a vibrar sobre la mesa. Ella mira el dispositivo con sorpresa, notando una llamada entrante. La pantalla muestra un número familiar, el de Ernesto. La preocupación se refleja en los ojos de Allison; su prometido desconoce por completo lo que Diego y ella están tramando en ese momento.
El ambiente en la habitación se vuelve aún más tenso. Las palabras de Bian y la revelación sobre el verdadero padre del niño aún flotan en el aire, añadiendo una capa adicional de complejidad a la situación. Allison siente un nudo en el estómago mientras mira el teléfono que sigue vibrando en la mesa. La mirada de Diego se desvía entre Allison y el teléfono, compartiendo la preocupación que se refleja en los ojos de su amiga y cuñada.
—¿Bueno?–Allison contesta nerviosa mientras se muerde el labio superior.
—¿Dónde están y por qué desactivan su ubicación? —se escucha la voz de Ernesto con un tono enojado a través del teléfono.
Allison comparte una mirada rápida con Diego, quien asiente y sale del departamento apresuradamente para dirigirse hacia su auto estacionado frente al chofer de Allison. Rápidamente, el chofer vuelve a encender el GPS de la camioneta.
—Necesito respuestas, si el se entera que tiene un hijo estamos acabados —contesta Allison mientras toma su bolso y se apresura a despedirse del investigador, quien sale antes que ella del pequeño departamento.
La declaración de Allison corta el aire con urgencia mientras se apresura a recoger sus pertenencias y despedirse del investigador Bian, quien sale apresuradamente del pequeño departamento. La gravedad de la situación se cierne sobre ella, y la preocupación en su mirada es palpable.
Diego observa a su cuñada bajar, mientras ella parece envuelta en una acalorada discusión telefónica con Ernesto. La tensión en el aire es palpable, y Diego se apresura a subirse rápidamente a la camioneta, esperando a que Allison haga lo mismo. Siente la urgencia del momento y comprende que deben regresar a casa lo antes posible para enfrentar la situación que se está desarrollando.
Mientras la camioneta comienza a avanzar por las calles de Madrid, las palabras de Ernesto llegan a través del teléfono, como un eco distante y distorsionado. La voz de Ernesto suena mezclada con risas infantiles al fondo, lo que añade un matiz extraño a la conversación.
—Allison, él no se enterará —responde Ernesto, su voz intentando transmitir tranquilidad a pesar de la tensión—. No creo que ni siquiera nos recuerde.
Las palabras de Ernesto parecen calmar ligeramente a Allison, aunque la preocupación sigue reflejada en su rostro. Ella asiente con pesar, como si estuviera tratando de convencerse a sí misma de que todo estará bien.
—Lo sé, Ernesto. Pero necesitamos asegurarnos de que nadie más descubra nuestra verdad. No podemos permitir que esto salga a la luz —responde Allison con un tono determinado.
El ambiente en la camioneta se vuelve tenso, cargado con la gravedad de la situación. El tiempo corre en su contra, y la sensación de urgencia aumenta con cada minuto que pasa. Diego sigue concentrado en la carretera, sus ojos fijos en el camino mientras escucha en silencio la conversación entre Allison y Ernesto.
—Vamos de camino a casa. Necesitamos hablar en persona, analizar todas las opciones —dice Allison, su voz transmitiendo la necesidad de tomar decisiones importantes lo antes posible.
Desde el otro extremo de la línea, la voz de Ernesto responde con un tono apreciativo pero cargado de ansiedad.
—Aqui los espero, y dile a Diego que la próxima vez que contacte a Bian se asegure que no sea del teléfono de la casa, puede ser peligroso– Menciona Ernesto antes de colgar al notar la camioneta aparcando en la entrada de la casa.
Ernesto se queda de pie en la entrada, su expresión seria y tensa. Las luces de la casa iluminan su rostro, resaltando su determinación mientras espera a que Allison y Diego salgan de la camioneta. La tarde está tranquila, pero la sensación de peligro se cierne en el aire. mientras el pequeño de la familia es enviado a buscar al gato de la casa, asegurándose que aquello lo mantendrá entretenido.
Allison y Diego se miran brevemente antes de abrir las puertas de la camioneta. Salen con precaución, conscientes de que cada movimiento que hagan podría ser observado por el mayor quien los mira con una expresión seria, cambiando su semblante a uno mas relajado cuando la castaña lo abraza.
Ernesto recibe el abrazo de Allison con gratitud, permitiendo que su tensión se disipe momentáneamente en ese gesto de afecto. Sus brazos la rodean con firmeza mientras cierra los ojos brevemente, inhalando su fragancia y sintiendo el calor reconfortante de su cercanía. Un fugaz destello de tranquilidad pasa por sus pensamientos antes de que la realidad de la situación regrese a su mente.
Diego se les une, completando el abrazo familiar. Los tres se mantienen así por un momento, buscando consuelo y fortaleza en la unión de su familia. Ernesto susurra unas palabras tranquilizadoras, tratando de transmitir esperanza a través del contacto físico.
Después de liberarse del abrazo, Ernesto mantiene una mirada seria pero determinada en su rostro. La sensación de peligro sigue presente, pero también hay un fuerte sentido de unidad entre ellos.
—Bienvenidos a casa —dice Ernesto en un tono suave pero firme.
Allison asiente con una pequeña sonrisa, agradecida por el apoyo de su pareja y cuñado notando en la pequeña mesa del recibidor la revista de la tarde,
—Karen eligió muy buenas fotos– Sonrie Allison un momento al tomar aquella revista, la forma en la que se daba el reporte daba a entender que habían sido descubiertos por paparazzis de Ernesto y no que la familia preparado aquello con antelación, desviando cualquier distracción que llevara a quien la investigaba al niño
Ernesto sigue la mirada de Allison hacia la revista en la mesa del recibidor y asiente con aprobación.
—Sí, fue una buena elección. Parece que los reporteros cayeron en nuestra trampa —comenta Ernesto, su voz reflejando una mezcla de satisfacción y alivio. La estrategia de desviar la atención hacia Shieru, el gato de la casa, parece haber tenido éxito pues a lo lejos en el patio trasero se veia al niño junto a una de las mucamas buscar al gato tras los arbustos.
Diego también sonríe mientras observa la revista, comprendiendo el ingenio detrás de la táctica. Se acerca a la pequeña mesa y toma la revista en sus manos.
—Tendremos que agradecerle a Karen por su colaboración en esto. Sin duda, ha logrado desviar la atención de lo que realmente estamos planeando —comenta Diego, con una mirada de complicidad hacia su cuñada y su hermano.
Ernesto se acerca a Allison y le toma la mano, apretándole suavemente como un gesto de apoyo. La tensión del momento se atenúa ligeramente en ese contacto.
—Tienes razón, Diego. La mayoría de las veces estos casos se desvanecen con el tiempo. Pero debemos ser precavidos y asegurarnos de que no subestimemos la situación. No podemos dejar nada al azar —responde Ernesto, su tono reflexivo mientras considera las posibles ramificaciones de la investigación en curso.
Diego sale de la casa y su figura desaparece rápidamente en el exterior. Allison y Ernesto quedan solos en la sala de estar, enfrentando juntos el dilema que se avecina. Ernesto libera la mano de Allison y pasa su brazo alrededor de su cintura, atrayéndola hacia sí para un abrazo reconfortante.
—Después de la boda, la señora Claire y yo deberíamos tomar unas vacaciones solos–
El abrazo de Ernesto envuelve a Allison en un gesto de calidez y seguridad mientras enfrentan la difícil situación que tienen por delante. La mención de la boda y las vacaciones propuestas por Ernesto traen un destello de alivio a los ojos de Allison, y una pequeña sonrisa se forma en sus labios.
—Estoy segura que a ella le encantará —responde Allison, entre risas al referirse a ella en tercera persona.
El ambiente se llena de un momento de ligereza gracias al comentario de Allison, y Ernesto sonríe ante su respuesta.
—Oh, definitivamente. No me cabe duda de que Allison Claire estaría emocionada por unas vacaciones en solitario —responde Ernesto, entrando en el juego y utilizando también la tercera persona, lo que provoca una risa compartida entre los dos.
La risa disipa un poco la tensión en el aire, recordándoles que, a pesar de los desafíos que enfrentan, todavía pueden encontrar momentos de alegría y complicidad juntos. Se miran el uno al otro con amor y determinación, listos para afrontar lo que sea necesario para proteger a su familia y mantener su vida en paz.
El momento compartido entre Allison y Ernesto se llena de complicidad y amor. A pesar de las amenazas y la incertidumbre que rodean su situación, encuentran consuelo y fuerza en su conexión mutua. El sonido de risas ligeras y el ambiente relajado contrastan con la seriedad de la conversación que tuvieron momentos antes. Mientras se abrazan, se sienten unidos en su determinación de proteger a su hijo y preservar el amor que han construido.
Después de un momento, se separan lentamente, aunque sus manos siguen entrelazadas como un recordatorio constante de su apoyo mutuo. La sala de estar se siente llena de la energía compartida entre ellos, un refugio en medio de las amenazas externas.
—Sabes que haré todo lo nesesario para que nadie arruine nuestra familia ¿verdad? —pregunta Ernesto en voz baja, buscando el contacto visual con Allison. La seriedad en su expresión es evidente, pero también hay determinación en su mirada.
Allison asiente con convicción, sosteniendo la mirada de Ernesto con intensidad.
—Sí, lo sé.-
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