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27

Jihyo se pregunta que pasó por su mente cuando aceptó verse con el padre de Tzuyu. Ahora siente que está haciendo algo ilegal; cree que es por el hecho de que Tzuyu nunca la dejó entrar en esa parte de su vida; nunca le dió detalles de sus padres, y cuando los mencionó alguna vez de forma vaga, siempre habló con voz indiferente, como sí no les importara. ¿Está haciendo bien en involucrarse en asuntos familiares cuándo Tzuyu no se lo pidió? Aquella pregunta sigue martillando su cabeza haciéndola doler.

Solo espera que esto termine bien, después de todo, lo hace por Tzuyu.

—Entonces... ¿Jihyo? —al escuchar su nombre, asiente—. Iré directo al punto: mi hija no quiere verme, ¿cierto?

—No creo que sea así —y no miente. Tzuyu nunca le ha dicho que es lo que piensa de él, pero no debe odiarlo, ¿verdad? Es su padre. Jihyo nunca odiaría a su madre por más que las cosas entre ellas se pongan tensas.

—Eres amable —sonríe, o parece que lo hace, sus comisuras no logran elevarse lo suficiente como para considerarlo.

«Luce triste»︎, de eso está segura Jihyo. Desde que lo conoció aquel día, parece que no ha cambiado de expresión. No es como si estuviera pendiente de ello; de hecho, Jihyo no tiene el hábito de prestarle atención a los gestos de las personas, pero no puede evitar notar la forma en la que el hombre delante suya se desenvuelve. Ahora entiende de dónde sacó Tzuyu aquella forma de actuar —a veces— tan elegante.

Además, no es antipático, y eso le alegra. Primera diferencia que encuentra entre Tzuyu y su padre.

—Siento haberte arrastrado a esto —continúa colocando sobre la mesa sus codos, causando que su saco beige se arruge. El perfil ordenado desaparece por completo—. Utilicé un método... drástico para hablar con ella, pero no funcionó. Estoy seguro que, de alguna manera, su madre la ayuda, así que lo único que conseguí es que mi hija me odie. Por esa razón es que pido tú ayuda.

—Entiendo —Jihyo observa como del bolsillo de su elegante traje saca de forma cuidadosa una cajetilla de cigarros. Cuando pone uno entre sus dedos, sabe que tiene que intervenir—. Eh... no se permite fumar aquí —señala detrás de él dónde hay un obvio letrero de "no fumar". ¿Cómo no lo pudo ver cuándo llegaron al restaurante?

—¡¿De verdad?! Oh, ya veo —sus hombros vuelven a caer al igual que su cabeza—. Tampoco dejan fumar aquí. Primero mi hija me odia, y ahora parece que soy repudiado por simplemente fumar. Siento que el mundo está en mi contra —dice guardando su cajetilla sin ningún ánimo.

—¿Deberíamos salir de aquí?

—Oh, no, no, no. Por favor, no me hagas caso. Además, aún no has terminado tú café y yo tampoco —señala las tazas a la mitad. Jihyo había olvidado por un momento de su bebida, la cual, seguramente, ya está fría—. Por cierto, ¿quieres pedir algo?

—Estoy bien. Comeré después en casa —niega con rapidez cuando le extiende la cartilla.

—Ya veo... —el padre de Tzuyu se inclina sobre la mesa llevando las manos a su cabeza, viéndose abatido. «¿Cómo puede ser posible qué se ponga así de triste por rechazarlo?»︎, Jihyo suspira.

—Aunque creo que pediré este pastel, se ve delicioso —dice señalandolo con la punta de su dedo.

—¿De verdad? —al momento de oírla, levanta su rostro resplandeciente—. Disculpe, me gustaría pedir algo —continúa llamando la atención del camarero que pasa.

A Jihyo le sorprende lo feliz que puede llegar a verse el padre de Tzuyu. Es un rostro muy diferente al de la taiwanesa, como sí lo único parecido que tuvieran fuera su cara ovalada.

—Un pastel de fresa, y una hamburguesa de queso para mí, por favor. ¡Con mucho queso, ponle todo el queso que puedas! —pide con entusiasmo para después agradecer sin dejar de mostrar su dentadura.

«Parece ser que todo lo amigable y sociable que le falta a Tzuyu lo encuentras en su padre»︎, segunda observación de Jihyo. A pesar de que es un hombre adulto, muy probablemente entre los cuarenta y tantos, su sonrisa es extremadamente amistosa.

Solo diez segundos pasaron desde que el mesero se fue y el aura de Chou Jian vuelve a ser deprimente.

—Siento que Tzuyu está muy enojada conmigo. La primera vez que la llamé me contestó y pude sentir un aura asesina mientras me decía que la dejara en paz — suspira, acariciando su rostro en el acto—. Realmente tengo muchas ganas de verla, es mi niña, pero ya ni siquiera me deja escuchar su voz. Yo... tengo algo importante que decirle —por lo poco que ha escuchado de ellos dos, Jihyo cree que tuvo que hacer algo muy malo como para que Tzuyu huyera de él, ¿pero de verdad alguien así de malo puede tener tal expresión de angustia? Se ve que la extraña.

«Probablemente hubo un malentendido entre ellos. Una simple confusión»︎.

—Tzuyu... ¿ella ha estado bien? ¿Cómo le ha ido últimamente? ¿Se ha metido en problemas? —el interrogatorio comienza y Jihyo no sabe como responderle, lo único que piensa es en palabras vagas porque ni siquiera Tzuyu le permite entrar en su vida como a ella le gustaría. Por ese lado, lo entiende—. Tú... ¿cómo decirlo? ¿Están Tzuyu y tú en ese "tipo de relación"? ¿Están... saliendo?

No entiende como simples palabras pueden ponerla tan nerviosa.

Jihyo estira su mano hasta tomar la taza de café y darle un sorbo: «cómo pensé, está frío»︎, y aquello, a pesar de disgustarle, no la detiene en seguir bebiendo. Vuelve a dejar la taza en su lugar, un poco más calmada, pero el ajetreo en su corazón persiste. ¿Qué es lo qué se supone qué debe decir?

—Yo... —lo piensa por un momento mientras la completa atención del padre de Tzuyu está sobre ella—. Sí, estamos saliendo. Soy la novia de Tzuyu —las palpitaciones de su corazón se hacen más notorias, tanto que llega a sentirlo en su garganta.

—Ya veo —sonríe suavemente, dándole su aprobación en el acto; aquello la termina por relajar—. Lo deduje con el simple hecho de verte aquí. ¿Tú quieres lo mejor para mi hija, cierto?

—Yo solo quiero ayudarla en todo lo que pueda —responde agachando un poco la mirada, creyendo que, de esa manera, el sonrojo en sus mejillas va a pasar desapercibido.

Solo espera que Tzuyu también lo vea así.

—Y lo estás haciendo, Jihyo —le asegura—. Necesito encontrar una forma de ver a Tzuyu porque, es innegable, que me odia. La primera y única vez que me respondió el teléfono me dijo que asumiera la responsabilidad de abandonar a una hija y que no lo volviera a hacer con mi hijo, su medio hermano. Como era de esperarse, Tzuyu sigue siendo la misma de antes; sigue pensando que la abandoné.

—¿Y lo hizo? —pregunta sutilmente. La mera posibilidad de que así hayan sucedido las cosas causa que cierre con fuerza los uños debajo de la mesa. Un padre abandonando a su hija, ¿qué tan cruel es para haberlo hecho?

—No, no lo hice —la tensión en su cuerpo desaparece cuando escucha la seguridad en sus palabras—. Todo fue un malentendido. Yo no podía seguir viviendo con su madre, era un ambiente malo para Tzuyu, así que nos divorciamos. Después encontré a alguien más y me casé con ella, pero es demasiado jóven y Tzuyu nunca se acostumbró a su nueva vida, así que surgieron malentendidos que terminaron mal. Al final Tzuyu, o Yuna, mi actual esposa... una de ellas tenía que irse de casa. Así que Tzuyu...

Antes de que pudiera terminar, el mesero llega con los pedidos dejando la mesa en silencio. Justo en el momento adecuado. El pastel apetitoso y con una fresa encima de el, le recuerda a Jihyo los que Tzuyu acostumbra comer con una cara de felicidad. Ahora mismo se pregunta que estará haciendo la taiwanesa: ¿estará feliz, triste o enfadada? Le gustaría saberlo.

—Aún me sigo preguntando porque no la detuve —continúa a la par que masajea su frente—. Aún sigo soñando con aquel momento. Era un día de invierno y estaba nevando. Tzuyu hacía un alboroto como siempre; estaba llorando mientras le gritaba un montón de cosas a Yuna, lastimandola. La casa parecía un campo de guerra. Pasé por mucho para encontrar a alguien con quien volver a casarme y formar una familia feliz, pero nunca pensé que las cosas acabarían de esa forma. Estaba frustrado y sin querer dije algo muy malo. Ni siquiera las palabras eran para ella, pero supongo que debió sonar así porque la expresión de Tzuyu cambió totalmente.

Jihyo aún tiene la mirada en aquel trozo de pastel. Recuerda aquella vez cuando la visitó y le llevó uno, creyendo que aquello podía aligerar su humor si es que se llegase a molestar por su intervención. Le alegró que no fuera necesario; Tzuyu parecía complacida al verla. Ahora, tiene la necesidad de repetirlo. Quiere creer que, al menos, volverá a conseguir esa sonrisa.

—Entonces Tzuyu simplemente desapareció por la puerta. No importa cuanto la perseguí, ella siguió corriendo lejos de mí hasta que no pude alcanzarla —su mirada luce distante recordando aquel día—. Y Tzuyu nunca volvió a casa.

«Esto se está volviendo insoportable»︎. Jihyo corta un pedazo de pastel con ayuda de la cuchara antes de llevárselo a la boca. Luego, Chou Jian vuelve a hablar:

—Quiero vivir con Tzuyu. Eso es lo que necesito decirle.

—¿Eh? —Jihyo se queda helada con el cubierto aún en su boca. «¿Qué fue lo qué dijo?»︎. Mientras traga, ve perpleja al hombre delante suya—. ¿No cree qué todo va a terminar igual? Ya que, por eso...

—No permitiré que vuelva a suceder— interrumpe sabiendo perfectamente a lo que se refiere—. Sé cual fue mi error, y aprendí de el. Quiero empezar desde cero con Tzuyu, solo nosotros dos. Ella es mi princesa y la adoro más que a mi vida, y esta vez no la dejaré ir— después, baja su mirada a la hamburguesa y sus ojos brillan—. Se ve muy rica.

Jihyo observa al padre de Tzuyu tomar la comida con sus dos manos mientras en su mente aún siguen repitiéndose sus palabras. «Quiere comenzar de nuevo, solo ellos dos. Eso significa que...»︎.

—Voy a divorciarme de Yuna— después de limpiar cuidadosamente las comisuras de sus labios con ayuda de una servilleta, habla—. Ya lo hablamos y solo nos falta firmar los papeles. Luego, viviré con Tzuyu. La llevaré de regreso a su hogar, después de todo soy su padre y la amo, no tiene sentido que estemos separados. Por esa razón quiero verla y decirle todo esto.

—¿Habla en serio?

—Sí, hablo muy en serio y por eso necesito tú ayuda —responde antes de volver a darle otra mordida a su hamburguesa.

«Él es el padre de Tzuyu, y regresó por ella»︎, Jihyo observa el pastel incompleto. A pesar de tener personalidades diferentes, actúan igual cuando les emociona algo. Sí lo ayuda como Chou Jian se lo pide, puede que Tzuyu se moleste, pero una oportunidad como esta no debe ser desaprovechada. «Probablemente solo necesiten hablarlo»︎.

—Está bien, pensaré en algo —le asegura. Nunca había visto una sonrisa tan grande como la que le está mostrando ahora él padre de Tzuyu.

—Gracias, Jihyo. Realmente tú quieres a mi hija, ¿no es así? —suelta una pequeña y suave risa antes de seguir comiendo. Por su parte, la coreana no le responde; en cambio, simplemente le da una sonrisa forzada antes de volver a bajar su mirada.

Jihyo busca ayudar a Tzuyu, pero no puede dejar de pensar que es otra acción egoísta de su parte lo que está haciendo.

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