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23

—Entonces... ¿cómo te fue con Momo? —Jihyo observa fijamente a Sana cuando hace aquella pregunta. La japonesa no se inmuta, ella sigue con su atención puesta en su computador portátil moviendo sus dedos sobre las teclas.

—Bien —esa no es la respuesta que quiso escuchar. Cuando Nayeon le habló sobre Sana y Momo saliendo juntas no pudo evitar preocuparse, no después de estar ahí para Sana cuando sucedió todo lo de su confesión y posterior rechazo.

Sabe que probablemente se esté preocupando de más; al final, las dos son adultas y saben lo que hacen, pero teme como puedan terminar las cosas. Son sus amigas, y lo último que quiere ver es otro corazón roto.

—¿Eso es todo? —vuelve a insistir. A pesar de estar en una biblioteca, Jihyo no deja de hablar. Quedaron en reunirse en este lugar para pasar el sábado juntas: Jihyo necesitaba una computadora gratis que pueda usar para terminar su trabajo, y Sana un espacio para tener paz y tranquilidad. Lástima que una de ellas no está consiguiendo lo que busca.

La nipona suspira bajando solo un poco la pantalla para observar mejor a la persona delante suya—. ¿Hay algo en específico qué quieras preguntar?

—Tú lo sabes.

—No, no lo sé —Jihyo sabe que debe ser directa cuando ve el rostro de su amiga tornándose en uno serio.

—¿Estás bien con ver a Momo a solas?

—Es mi amiga —responde arrugando su frente en el proceso: ¿por qué estaría mal pasar tiempo con ella?

—Sí, y también la persona que te gusta —esas son las palabras que Sana no quería volver a oír. No en voz alta—. ¿De verdad eso está bien para ti?

Sana muerde el interior de su mejilla antes de que un "sí, estaré bien" salga de sus labios. Está consciente de que no puede mentirle de esa manera a Jihyo, no cuando fue ella quien la encontró hecha un desastre debido a eso. Todavía recuerda perfectamente aquel día; había pasado una semana de su confesión y Momo la había evitado como si tuviera la peste; aún cuando estaban las cinco juntas, Momo, al verla, huía. Puede vivir sabiendo que no le corresponde, pero pensar que arruinó su amistad, y a su vez la de su grupo, hizo que se sintiera fatal. Por esa razón, aquel sábado terminó fusionándose con su cama mirando uno que otro documental para distraerse. Se tuvo que levantar cuando escuchó el timbre de su departamento pensando en la comida a domicilio que pidió, pero, para su mala suerte, cuando abrió la puerta se encontró a Jihyo.

La coreana entró sin esperar una bienvenida mientras explicaba su repentina aparición: los últimos dos días había notado algo raro entre las niponas; ya sea el no verla juntas como antes, o percatarse de las tontas excusas de Momo para desaparecer justo cuando Sana se unía a sus conversaciones. Por esa razón habló con Nayeon y Jeongyeon, quienes estuvieron de acuerdo con su creciente preocupación de que algo había ocurrido. A partir de eso, Jihyo les dijo que se ocuparía de Sana, y por otro lado, la pareja irían a darle una visita a Momo.

Cuando terminó de hablar, Sana ya se encontraba sollozando de nuevo debido a que preocupó a sus amigas, y se intensificó cuando Jihyo extendió sus manos invitándola a un abrazo qué sabía que necesitaba.

Para Jihyo, ver a Sana llorar es algo normal; lo hace hasta por la muerte del personaje más olvidable y menos importante de una serie, pero esa fue la primera vez que la vió llorar de esa manera. Su rostro no mostraba una pena o una tristeza pasajera, era un dolor puro que no podía entender, así que no la soltó por el resto de la tarde hasta que se calmó y estuvo lista para hablar.

Por todo lo sucedido aquel día, Sana entiende la preocupación de Jihyo.

—Estamos bien —se lo dice sin titubear para dejarla más tranquila—. Momo y yo hablamos sobre ello en su momento. Me pidió disculpas por haberse alejado. Pensó que necesitaba un tiempo, pero le aseguré que no era lo que quería. Desde entonces, no me ha evitado. Lo hemos arreglado —a pesar de haber dicho aquello, el entrecejo fruncido de Jihyo no desaparece—. Deberías seguir con tu proyecto antes de preocuparte por algo tan banal.

—Es importante para mí; ustedes dos son mis amigas, y las quiero mucho, no deseo volver a verlas separadas —admite. Sana supira en medio de una sonrisa mientras acerca una de sus manos a la mejilla abultada de Jihyo.

—¿Desde cuándo eres tan linda? Es sorprendente verte actuando así —la molesta apachurrado entre sus dedos aquel pedazo de piel.

—No me toques —intenta ocultar su rubor a la par que aleja la mano contraria.

—¿Acaso Tzuyu es celosa? Dudo que le moleste que toque tu rostro —ahora es su turno de molestarla, pero la mención de ese nombre hace que Jihyo se tense.

Ni siquiera tiene ganas de seguirle el juego a Sana, al contrario, ahora parece más dispuesta a continuar su importante proyecto que vale una tercera parte de su calificación dejando a su amiga algo confundida por el repentino cambio de actitud. Sin embargo, lo deja pasar. Solo por esta vez.

A un lado de la computadora, Jihyo tiene un cuaderno donde hizo, y sigue haciendo, anotaciones para guiar de una mejor manera la realización de su trabajo. Pero un punto malo sobre ella es que la concentración no es su fuerte, y varias veces Sana la descubrió distrayéndose dibujando pequeños garabatos en la esquina de las hojas.

Jihyo intenta centrarse lo mejor que puede en la pantalla, recobrando información mientras escucha a través de sus audífonos su canción favorita del momento. Mientras escribe un dato que le servirá para más adelante, el espacio blanco en la esquina de la página la llama. Dándose un momento para relajarse después de tanto trabajo, el cual debe admitir que le aburrió, comienza a dibujar siluetas de lo primero que se le ocurre. Mueve la punta de la pluma tratando de sacar aquello que acapara su mente, pero cuando se da cuenta que los trazos van formando unos ojos de ciervo característicos, no duda en cerrar el cuaderno de golpe. Ahora mismo piensa que se está volviendo loca.

—¿Está todo bien? —era imposible que Sana no se diera cuenta de su acción escandalosa. Además, parece como si hubiera visto un fantasma.

—Sí, todo bien —responde huyendo de su mirada. Vuelve abrir el cuaderno, pero esta vez ignorando aquella página.

—Escuché de Nayeon que tienes problemas con Tzuyu —Jihyo lleva la mirada a su amiga, quien sonríe de lado victoriosa por captar su atención. No tenía planeado sacar el tema, pero a veces se pregunta que tanto le afecta a la coreana todo ese asunto—. Dijo que se te dificulta demostrar cuan verdadera es tu relación falsa —«que irónico suena cuando Sana lo dice así»︎, Jihyo resopla.

—Pues que cotilla es Nayeon. Eso es algo sin importancia.

—¿Así? Dijo que te mirabas muy preocupada.

—¿Preocupada? ¿Yo? —recordando que siguen en una biblioteca, ríe en bajo por lo divertido que suena aquello para ella. Sin embargo, cuando termina, se queda en silencio por unos segundos antes de hablar con una mueca—: ¿Qué puede significar qué han pasado dos semanas desde que la ví? A veces pienso que ya estoy desempleada.

—¿Eso es lo qué te angustia? —asiente a regañadientes, pues no quería aceptarlo tan fácilmente—. ¿Has intentando mandarle un mensaje?

—Por supuesto que sí, pero es más de lo mismo. Solo me responde que está bien y si necesita mi ayuda, me llamará. El último que me respondió fue hace cinco días.

Sana se pregunta si Jihyo será consciente de que lleva la cuenta del tiempo que ha pasado desde la interacciones que tuvo con Tzuyu. Es... sorprendente viniendo de ella.

—¿Y has intentando ir a verla? —aquella pregunta deja a Jihyo en un largo silencio.

«Ir a verla...»︎, se repite para si misma. ¿Cómo no lo había pensando antes?

—Eh... no. De hecho, ni siquiera había pasado por mi mente —es honesta. El visitarla es un gran plan, después de todo sabe donde vive, pero se pregunta si estará bien hacerlo. ¿A Tzuyu le gustará?

—Pues deberías si tanto piensas en ella. Probablemente Tzuyu te diga que "todo está bien" para no preocuparte.

Jihyo ni siquiera se detiene para discutir sobre el "si tanto piensas en ella"; al contrario, se puso a meditar lo último que dijo. ¿Y sí su amiga tiene razón y Tzuyu en realidad está pasando por uno de los peores momentos de su vida? O algo parecido...

—Será mejor si espero a que ella me diga algo —niega con su cabeza para borrar la cantidad de escenarios que ha creado llegando de sorpresa al departamento de la taiwanesa. No quiere actuar de manera impulsiva y terminar molestándola.

«Pero y sí... ¡no! Será mejor que me ponga a trabajar»︎. Con aquello en mente, Jihyo regresa su atención en la computadora para tratar de distraerse de esos nuevos pensamientos que la hacen dudar.

Por otro lado, Sana nota como se sobreesfuerza para huir de lo que realmente quiere, así que, compadeciendose, le da un pequeño empujón.

—Ve a ver a Tzuyu. Guardaré el archivo de tu proyecto y lo pasaré a mi computadora para que mañana vayas a mi casa y lo termines —al terminar de decir aquello, se da cuenta que Jihyo la ve como si estuviera presenciado la mismísima resurrección de Jesucristo. Sin exagerar.

—¿Harías eso por mí? —pregunta con ojos brillosos, conmovida por la acción.

—Ahora mismo te lo estoy pidiendo. Estoy harta de ver tu cara de perrito abandonado.

—¡Y-yo no tengo esa cara! —protesta. ¿O sí? Cree que ahora empieza a entender porque Nayeon y Jeongyeon se dieron cuenta rápidamente que algo le pasaba.

—Solo vete de aquí, tienes cosas que hacer —Sana da por terminada la discusión. Jihyo asiente con una sonrisa que está amenazando con llenar todo su rostro.

La ve guardar sus pertenencias dentro de su mochila para despedirse con un rápido abrazo, no sin antes susurrarle un "gracias". Sana la ve irse; y con la mejilla recargada en su mano a la par que suelta un risita nasal, solo puede pensar en una cosa: «es una tonta. Se preocupa por los sentimientos de los demás pero no se ha puesto a pensar en los suyos»︎.

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Jihyo se tardó un poco más de lo planeado en llegar al departamento de Tzuyu y todo porque quiso hacer una parada antes. Sí algo ha aprendido de su madre, es que es de mala educación llegar con las manos vacías a un lugar sin ser invitada. Por eso, cuando pasó cerca de un restaurante de postres, no dudo en ir a comprar un pequeño pastel circular de chocolate. Podrá no conocer del todo a Tzuyu, pero algo en lo que puede apostar es en su amor por aquel ingrediente.

«¿Debería enviar un mensaje?», Jihyo se pregunta a la par que entra al edificio con la mirada en su celular. Se detiene en el vestíbulo cuando observa al portero hablar con un hombre mayor. No logra escuchar nada desde su posición, pero nota su frustración ante las negativas que recibe del guardia. Después de unas palabras más, él hombre suelta un gran suspiro dejando espacio para que Jihyo avance. Sin conocerlo, la coreana siente lástima por él: realmente luce abatido.

—Buenas tardes, vengo a ver a Chou Tzuyu. Yo, eh... soy Park Jihyo.

Se siente chiquita en su lugar con la mirada de desconfianza que le da, supone que por su actuar torpe, ¿pero pueden culparla? Aún se sigue preguntando sí fue buena idea haber venido.

—¿La está esperando?

«Definitivamente no lo hace». Jihyo niega con su cabeza como única respuesta, limitándose a observar como el hombre busca algo en su libreta. ¿Será qué Tzuyu pidió qué la añadieran a la lista negra, prohibiendole estrictamente el paso?

Por alguna razón, no lo duda.

—Deme un momento —ahora ve como toma el teléfono a su lado, teclea rápidamente un número y espera algunos segundos tras aquello—. ¿Señorita Chou? Oh, perdón por molestarlas, es solo que alguien busca a la señorita Chou... no se preocupe, es alguien más. Su nombre es Park Jihyo... bien, yo se lo comunico.

«"¿Molestarlas?" ¿Tzuyu está con alguien más?»︎, fue lo único que se le quedó a Jihyo de todo lo que alcanzó a escuchar. Y siendo sincera, aquella noticia no le cayó demasiado bien. «¿Será por eso qué no me ha hablado? ¿Habrá conocido a alguien más? Si es así, ya no me necesita»︎.

—Me dijeron que puede pasar.

—Muchas gracias —hace una pequeña reverencia antes de iniciar su trayecto hacía el elevador para así subir al piso de Tzuyu.

En el camino, su mente sigue repitiendo una y otra vez si es correcto seguir con el plan. ¿Se supone qué ahora tiene qué llegar e interrumpir el momento entre Tzuyu y aquella persona desconocida? ¿Con qué derecho?

«No importa. Tocaré, pediré ver a Tzuyu, y cuando me asegure que esté bien, me voy»︎. Las puertas del elevador se abren y camina con seguridad hacía el departamento de la taiwanesa. Una vez que se encuentra delante de su puerta, alza la mano para tocar, pero antes de que sus nudillos hagan contacto, de nuevo el pensamiento de "es una mala idea" aparece.

«¿Qué estoy haciendo?»︎, Jihyo frunce el ceño, como si acabara de entrar en razón. Desde la biblioteca hasta este momento parece como si hubiera estado en modo piloto, actuando por puro impulso. «¿Desde cuándo, y por qué, me preocupo así por ella?»︎. Negando con su cabeza, da media vuelta dispuesta a irse, pero al momento de darle la espalda a la puerta y haberse alejado dos pasos, la oye abrirse.

—¿A dónde crees qué vas? —da un saltito en su lugar cuando escucha una voz. Jihyo se gira asustada, como si la hubieran atrapado en pleno robo a un banco lujoso. Bajo el marco de la puerta la observa Dahyun y, honestamente, nunca se había sentido tan feliz de ver a alguien.

—¿Dahyun? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Pasando el rato con Tzuyu. Se aburre mucho en su departamento —responde escogiendose de hombros—. Pero no cambies el tema: ¿por qué huías?

Escuchar aquellas palabras hace que Jihyo ría de forma nerviosa ya que se siente descubierta—. ¿Huir? ¿Yo? —pregunta señalandose.

—Sí, tú —insiste—. Desde que llamaron y dijeron que estabas aquí, no dude en que te dejaran pasar. Corrí hasta la puerta esperando tu llegada, y cuando te vi dandote la vuelta por la mirilla, supe que tenía que actuar.

—¿Así qué tú fuiste la qué me dejó pasar?

—Sí, ¿no acabo de decirlo?

De forma inconsciente, Jihyo deja que el aire abandone sus pulmones. «Espera... ¿eso fue un suspiro de alivio?»︎, y aquello la escandaliza más.

—¿Qué te sucede? —Dahyun arruga el entrecejo al ver a la novia falsa de su amiga actuar de una manera rara. Parece como si tuviera una lucha interna muy... intensa.

—¡Nada! Solo me alegro que hayas contestado tú. Si hubiera sido Tzuyu, seguro seguiría abajo esperando —se acerca en un andar torpe, fallando en disimular sus acciones—. Yo, eh... vine porque me preguntaba si estaba todo bien con ella.

Dahyun trata de esconder su sonrisa, por lo que la jala hacía el interior del departamento y la conduce por el pasillo que ya había sido explorado antes por la coreana.

—¡Por eso me caes tan bien! —la escucha mientras va empujando su espalda—. Tzuyu ha sido muy terca al no hablarte para que vinieras, ¡y eso que le rogué! Así que me alegra que seas una persona dispuesta a dar el primer paso —«supongo que esa es una cualidad de Sana, no mía»︎ piensa cuando se detienen en la sala de estar.

—¿Pasó algo malo?

—Nada que no se pueda arreglar simplemente ignorando —responde dejándola un poco más tranquila, aunque no estará en paz hasta ver a Tzuyu.

Jihyo se remueve ansiosa en su lugar cuando Dahyun le da un rápido vistazo de arriba-abajo. «¿Qué tanto me ve?»︎, se pregunta.

—Te ves desesperada —Jihyo no sabe si debería ofenderse o no ante esa observación—. Ella está allá, ve a verla. Estoy segura que le darás una gran sorpresa —sigue la línea de su dedo hasta dar con el ventanal donde, días antes, observó la lluvia. Al otro lado, en el balcón, puede ver la espalda de Tzuyu; parece ocupada.

—Gracias. Por cierto, traje esto —le extiende el empaque transparente donde se encuentra el pastel de chocolate apetitoso—. Pensé que le gustaría a Tzuyu —añade, aunque esta vez actúa más tímida, acariciando su brazo en el proceso.

—Le encantará —Dahyun afirma, esta vez sin poder ocultar su sonrisa—. Prepararé café. Las espero aquí dentro —la ve meterse a la cocina, por lo cual Jihyo reanuda el camino hacia su objetivo principal.

Abre de manera muy lenta el ventanal, evitando alertar a Tzuyu de su llegada. Cuando da un paso fuera, el frío aire la golpea y la melodía de una canción clásica también. Se acerca a paso silencioso, solo para darse cuenta que toda la atención de su contraria está puesta en aquel pequeño cactus que le regaló la última vez que se vieron. Aquello, indudablemente, la sorprendió. No esperó ver a Tzuyu tan entusiasmada; más bien, pensó que vería un escenario donde encontraría al pobre cactus seco.

—¿Qué te parece? ¿Te gusta este lugar? —Tzuyu le pregunta a la planta mientras parece tratar de sacarla de la maceta. Por los guantes que lleva puestos y la bolsa de sustrato nueva a un lado suyo, Jihyo deduce que la cambiará por una de mejor calidad.

—Es bonito, pero en los próximos días es muy probable que le deje de gustar —hace acto de presencia, a lo que Tzuyu responde con un chillido tras un salto qué la aleja un metro de Jihyo.

—¡¿Jihyo?! ¿Qué haces aquí?

—Vengo a salvar al pequeño "Hyo". Los cactus odian el frío y, según el clima, la temperatura seguirá bajando —responde cruzándose de brazos. Tzuyu la ve con una ceja alzada, por lo que decide ser más directa—. Puede morir.

—Oh —susurra mientras ve al cactus qué se encuentra entre sus manos.

—Sí. Oh—. Jihyo da un paso hacía Tzuyu, pero se detiene cuando la ve retroceder hasta que su espalda toca el ventanal. Aquello la deja extrañada, pero no dice nada al respecto—. ¿Acaso es Satie? —cambia de tema señalando a la pequeña bocina que tiene sobre una mesita de madera.

—Un día lo puse y me di cuenta que le gustaba —responde encogiendose de hombros. Jihyo la ve por unos segundos antes de soltar una carcajada—. ¿Qué es lo divertido? ¡Leí que a las plantas les gusta la música!

—Es solo que Hyo tiene unos gustos muy interesantes. Supongo que en eso se parece a ti —no sabe en que momento se empezó a tratar al pequeño cactus como el primogénito de Tzuyu, pero le parece graciosa la situación.

—¿Debería sentirme halagada?

—Claro, fue un cumplido. Eres... encantadora —no quiso decirlo tan así, pero no tenía otra palabra que pudiera describir lo que piensa de Tzuyu en este momento.

Por otro lado, la más alta responde rodando sus ojos y soltando un pequeño bufido de frustración, pues sabe perfectamente que si habla para burlarse, terminaría delatándose debido al temblor en su voz.

—¿Quieres cambiarlo de maceta, verdad? Déjame ayudarte —al ver las manos extendidas de Jihyo, decide dárselo al instante. No tuvo que pensarlo mucho; de hacerlo sola a tener de ayuda a alguien con más experiencia en este clase de cosas, la respuesta es clara.

—Aún no me has dicho porque has venido —vuelve a sacar el tema. Aunque la respuesta es clara, le hormiguea las palmas de sus manos a la expecta de escuchar aquella respuesta salir de los labios de Jihyo.

—¿La razón que te di no fue convincente? —le pregunta mientras se asegura de despegar correctamente la tierra de la maceta. El no oírla es suficiente respuesta—. Solo estaba preocupada. Pensé que podrías estar pasando por un mal rato.

—Creí que te había dicho que estaba bien, no tenías que venir para comprobarlo —le asegura quitándose los guantes para pasárselos y así no pueda lastimarse.

—Lo sé, pero aún así quise hacerlo. Estaba preocupada, ¿acaso no escuchaste esa parte? —se gira hacía ella con severidad en su rostro, pero Tzuyu no puede tomarla en serio cuando está agarrando al pobre cactus del cuello. Sí es que tiene uno.

—Estás lastimando a Hyo —le reclama señalando su mano. Jihyo ni siquiera se molesta en responderle y regresa su atención a las raíces de la planta, inspeccionando que todas se encuentren en un buen estado—. Regresando al tema, no quise que nos viéramos porque, ahora mismo, no tengo forma de pagarte, pero lo arreglaré pronto. Eso creo... —susurra lo último tratando de no oírse angustiada por la posibilidad de no resolver sus asuntos.

—Espera. ¿Me estás diciendo qué no nos vimos por qué no puedes pagarme? —Jihyo repite incrédula: «¿en serio todo el distanciamiento fue causa de ese pequeño inconveniente?»︎. Tzuyu solo atina a asentir—. Aquello no es un problema, aún así pude haber venido.

—Claro que es un problema, después de todo, esa es la razón por la cual estás aquí —al escucharla, Jihyo inmediatamente la ve—. Este es un trabajo, nada más.

Aquello es como un golpe de realidad. Lo que dijo Tzuyu es cierto, todo lo que hace a su lado es para recibir un pago y cumplir su objetivo de comprarse una nueva computadora. Debería empezar a repetirse más aquello, ya que, por alguna razón, cada vez que ve el rostro de Tzuyu, lo olvida.

—Tienes razón, discúlpame por venir sin avisar —al menos está contenta de no haberla molestado con su intromisión. Jihyo coloca el cactus dentro de la nueva maceta, sobre la grava, y añade sustrato hasta asegurarlo—. Ya quedó.

Tzuyu se acerca, asomándose por el hombro de Jihyo para ver la planta. Parece como si siempre hubiera estado allí—. Gracias, algo en mí me dice que hubiera hecho un desastre.

—Me alegra ayudar —se encoge de hombros, entregándole la maceta en el acto.

—Seguiré tu consejo y lo llevaré dentro, no quiero que deje este mundo tan rápido —antes de entrar a su departamento, Tzuyu se detiene unos segundos hasta que decide mirar a Jihyo—. No me malinterpretes, puede que te haya pedido no preocuparte de más, pero... es bueno verte —fue lo último que le dice para después desaparecer tras el ventanal.

Jihyo se queda allí, sola, aguantando las frías temperaturas del exterior, pero, aún con eso, encuentra molesto las capas de su propia ropa, haciéndola sudar frío por la nuca. No fue hasta que dirige la mano a su rostro, que se da cuenta de lo sorprendentemente cálido que se siente. Cuando menos lo espera, la melodía cambia a una que conoce a la perfección: Je te veux. Que apropiado.

Chasqueando la lengua, Jihyo se dirige a la pequeña bocina y la apaga, susurrando para si misma un—: Maldito seas, Satie.

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—¡Es delicioso! —fue la reacción inmediata qué tuvo Jihyo cuando le dió un trago al café preparado previamente por Dahyun. La de tez pálida, quien se encuentra sentada al otro lado de la mesita, sonríe de lado con su ego en lo alto—. ¿Cómo aprendiste a prepararlo tan bien?

—Es un proceso ultra secreto de la cafetería donde trabajo. Deberías visitarnos, te vas a seguir sorprendiendo.

—Sin duda me verás allí, me tienes que pasar la ubicación después —acepta sin dudar, aunque se pregunta si acaba de ser víctima de una promoción.

—Y no te olvides de llevar a tus amigas. ¡Entre más, mejor! —Dahyun parece emocionada cuando lo dice, pero Jihyo no parece darse cuenta de ello.

—Claro, tengo a dos amigas que son pareja y estoy segura que les gustará volver esa cafetería su nuevo lugar de citas —le asegura con una sonrisa, pero esta rápidamente desaparece cuando ve el rostro decaído de Dahyun. ¿A dónde se fue toda la emoción? ¿Dijo algo mal?—. ¿Qué pasa?

—Nada —trata de disimularlo esquivando su mirada, pero Tzuyu, quien se encuentra disfrutando del pastel de chocolate acostada en su sofá, no pudo aguantar el pobre intento de Dahyun y lo despistada qué puede ser Jihyo.

—Estoy harta —se pronuncia dejando el plato sobre la mesa, llamando la atención de las dos presentes—. Dahyun quiere que lleves a tú amiga Sana a la cafetería, eso es todo.

—¡Tzuyu! —protesta, casi yéndose encima suyo, pero la taiwanesa logra esquivarla con rapidez.

—¡No puedo soportar tus formas de conseguir su número que no llegan a nada, solo sé directa!

Mientras las dos siguen discutiendo, Jihyo le da otro sorbo a su bebida, procesando la nueva información que llegó a su mente. «¿Dahyun está interesada en Sana? Oh, no»︎.

—¿Te gusta Sana? —pregunta frenando la batalla campal entre las dos amigas; Dahyun es la primera en actuar recomponiendose en su lugar con un ligero rubor en los pómulos.

—Gustar es una palabra fuerte, ¿no crees? Ja, ja, ja —su nerviosismo no pasa desapercibido, por lo que la ceja alzada de Jihyo hace que agache su mirada sintiéndose acorralada—. Yo le diría "me llamó la atención".

—Desde que la vió en ese restaurante no para de hablar de ella y... —Tzuyu no puede seguir avergonzada más a Dahyun ya que tapa su boca con la ayuda de sus dos manos.

—¡No es necesario que des detalles! —nuevamente le reclama.

Jihyo acaricia su barbilla analizando la situación como si fuera el problema matemático más complicado de la historia; no sabe como decirle las siguientes palabras sin decepcionarla en el acto.

—Ella... no creo que esté interesada en conocer a alguien —es sincera. Su palabra, nuevamente, termina con el enfrentamiento que sucedía frente suya.

Dahyun se aleja de Tzuyu, dándole una oportunidad de respirar, observando fijamente a la contraria—. ¿Está saliendo con alguien más?

Jihyo niega con la cabeza—. Peor.

—Oh —Dahyun pronuncia, casi sin aire. Se está dando una idea de lo que sucede mediante lo dicho por Jihyo.

—Sí, oh —Tzuyu le sigue, sintiéndose mal por su amiga. Realmente cree que sí le interesa aquella chica, así que ahora mismo debe estar sintiéndose desanimada.

Las tres se quedan un rato más en un extraño silencio, solo con el sonido bajo de la televisión de fondo. La primera en moverse es Dahyun, quien se levanta de su asiento.

—Esto se volvió incómodo, pero está bien, lo tenía que intentar.

—Lo siento. Sí no hubiera alguien, definitivamente te ayudaría.

—No te disculpes, Jihyo, lo entiendo —hace una ademán para restarle importancia—. Tengo que ir al baño, en un momento regreso.

La coreana la sigue con la mirada hasta que la ve esfumarse tras adentrarse en otro pasillo del departamento. Suelta un pesado suspiro, sintiéndose mal de no poder ayudar a Dahyun. Le gustaría que Sana se enamorara de otra persona, pero no cree que esté dispuesta, ahora, en conocer a alguien con esas intenciones. Además, no quiere sentir que la presiona.

—¿De verdad no hay manera de qué Dahyun pueda acercarse? —Tzuyu pregunta, jugueteando con el pastel en su tenedor.

—Sí la hubiera, sería la más emocionada. Dahyun es genial, a Sana le gustaría, pero... está enamorada de alguien más. No quiero que se use a Dahyun para olvidar a esa persona.

—Simplemente es de presentarlas como amigas, y después ver como se van desarrollando las cosas. No lo sé. ¿Debe haber algo que se pueda hacer, no? —pregunta soltando las ideas al aire. Jihyo la observa, cuestionando la necesidad de su acompañante para lograr juntarlas.

—¿De verdad quieres actuar cómo cupido? ¿Tú? —la forma incrédula en como lo dice, ofende un poco a Tzuyu. ¿Qué tiene de malo?

—A Dahyun realmente le gusta, así que pensé que podría hacer algo para ayudarla ya que tengo la confianza en pedírtelo —responde dejándose caer, abatida, en el respaldo del sofá. Nada está saliendo según sus planes—. Solo quería regresarle un poco de todo lo que ha hecho por mí —confiesa.

Jihyo ve el perfil de Tzuyu mientras esta se cruza de brazos; entiende ese sentimiento de estar en deuda con otros y tener la necesidad de compensarlo de alguna forma. Dios sabe cuanto quisiera regresarle todo la ayuda que sus amigas le han brindado. Solo por eso, entiende a Tzuyu.

—Yo... puedo intentar preguntarle si quiere conocer a alguien más —habla, dudando aún de sí está haciendo lo correcto.

—¿De verdad? —asiente lentamente con su cabeza—. Eso era todo lo que buscaba —respira con alivio.

—Pero si me dice que no...

—Dahyun tendrá que rendirse, lo entiendo.

—Sí dice que no, Dahyun tendrá que empezar solo como una amiga —corrige, y acto seguido levanta su mirada para conectarla con la de Tzuyu—. Y después, quien sabe —añade encogiendose de hombros.

Sin quitar sus ojos de Jihyo, y tratando de ignorar como el ambiente se está volviendo más pesado y le cuesta respirar, acepta—. Sí, quien sabe —al decirlo, no entienden porque, pero aquellas palabras no se sienten dirigidas hacía Dahyun y su complicada situación.

—Me tengo que ir, ya es tarde —Jihyo carraspea saliendo con éxito de aquella extraña ensoñación en la que se vieron envueltas.

—¿Tan rápido? —fue solo un susurro, pero aún así logra escucharlo. Cuando Tzuyu se da cuenta de lo que dijo, rápidamente se levanta tratando de disimular su descuido y la mirada confusa de su cómplice—. Digo, ¿tan rápido pasa el tiempo? Ja, ja, ja. Seguro tienes muchas cosas por hacer, espero no te hayamos quitado tanto tiempo —continúa mientras la encamina hacía la puerta del departamento.

—Para nada, fue divertido verlas —admite. Las dos se detienen bajo el marco sin saber que hacer a continuación. Para las dos, es fácil encontrar la forma de despedirse de las personas, pero esta vez se quedan quietas sin mover un músculo, preguntándose porque se siente tan extraño el tan solo hecho de imaginar decirse adiós.

>> Bueno... espero verte pronto. A ti y a Dahyun —añade con rapidez, logrando que tartamudee por su desliz.

—Claro, yo también lo espero —Tzuyu reprime su sonrisa cuando la ve actuar tan nerviosa.

—Y me alegra que estés bien. Perdón sí fui un poco exagerada viniendo hasta acá.

—Está bien, tu preocupación te hace... encantadora —al oírla usar su mismo cumplido, Jihyo no puede evitar reírse.

—Sí, supongo que sí —dicho eso, camina hasta alejarse unos metros del departamento—. Sí necesitas algo, puedo ayudarte con lo que sea. Aunque eso ya lo sabes —«eso fue lo que nos unió»︎, es lo que piensa.

—Lo sé, gracias por la oferta —Jihyo no le responde, en cambio le da una última sonrisa antes de seguir su camino, mirando hacía atrás solo para confirmar que Tzuyu aún la sigue viendo aún cuando se sube al elevador y las puertas de este se cierran.

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Jihyo llega al vestíbulo con la mirada en su celular. Sabe que sí tiene que preguntarle a Sana sobre "conocer a alguien más", antes que nada debe resolver un tema.

Al salir del edificio hacía la vereda, el mensaje de Momo confirmando que se encuentra en su casa llega simultáneamente. Aquello la hace suspirar de alivio. Hoy, sí o sí, tiene que enfrentar a su amiga.

—Disculpe, señorita —cuando Jihyo gira su cuerpo hacía el llamado, ve acercarse al mismo hombre que vió discutiendo con el guardia. ¿Estuvo esperándola todo este tiempo? Aquello le resulta... extraño—. Perdón sí te molesto, pero escuché qué conoces a Chou Tzuyu. ¿Eres su amiga, acaso?

Jihyo observa de pies a cabeza a la persona trajeada delante suya; claramente, siente cierta desconfianza de su llegada debido a su interés en la taiwanesa: ¿qué pasa sí Tzuyu es una deudora? No quiere meterse en problemas: suficiente tiene con el tener que fingir ser su novia. Lamentablemente no puede ignorar el hecho de que oyó que Tzuyu la dejó pasar a su departamento, así que muchas opciones no tiene.

—¿Por qué debería responder? —pregunta a la defensiva, tratando de ocultar que el porte elegante y formal del hombre la llega a intimidar un poco.

—Perdón mis modales, no me presenté —acto seguido se quita los lentes de sol dejando ver una mirada gentil con unas pequeñas arrugada en los costados de sus ojos, aquello solo consigue que las defensas de Jihyo bajen. No se ve como un tipo malo, de eso está segura—. Mi nombre es Chou Jian, el padre de Tzuyu.

—¿El padre de Tzuyu? —Jihyo no puede evitar repetir sus palabras sin disimular ni un poco su sorpresa.

—No quiero adelantarme, pero por tú reacción puedo asegurar que es la primera vez que escuchas de mí.

—No es eso, simplemente me sorprendió verlo —observa sus pies apenada. Aunque, ¿alguien la puede culpar? No lleva mucho conociendo a Tzuyu (tal vez un poco más de un mes), y la noche de su pijamada improvisada no obtuvo mucha información sobre sus padres, solo respuestas vagas, así que, lo último que esperaba, es que apareciera uno.

—Eso es bueno, pensé que se había olvidado de mí —su risa no es para nada divertida. Jihyo cree que solo lo hace para ocultar lo que realmente siente al pensar en ello—. Estoy preocupado por ella, últimamente la he llamado pero no responde ninguno de mis mensajes. Solo quiero saber si está bien.

Jihyo nota como su semblante se oscurece en cada palabra que dice. Parece que realmente le afecta que Tzuyu lo esté ignorando, y aquello la enoja un poco: ¿por qué le haría eso a sus padres? Y luego la realidad la golpea: «tú también haces lo mismo»︎. Parece que al final son más parecidas de lo que pensó.

—¿Eres cercana a mi hija? —su pregunta la distrae de sus pensamientos.

—Podría decirse —responde de forma evasiva. «Ni siquiera la conocía cuando acepté ser su novia»︎.

Sí, eso sería algo difícil de explicar.

︎—Sé que apenas me conoces, ¿pero podrías ayudarme a qué mi hija acepte verme?

—No sé si sea lo correcto —responde. Algo en ella le dice que Tzuyu no estará muy contenta si se llega a enterar que habló con su padre. «¿Por algo lo ignora, no?»︎. Cree que todos tienen sus propios motivos para comportarse de cierta forma.

—Por favor, estoy desesperado, solo quiero verla otra vez —a Jihyo se le hace un hueco en el estómago cuando aquel hombre se ve al borde de las lágrimas—. Solo pido una oportunidad. Ayúdame —suplica haciendo una reverencia. Aquella acción fue suficiente para ella, no puede seguir viéndolo así.

Aquel hombre frente suya es un padre, ¿qué tan malo puede ser ayudarlo? Además, el recordar cuan solitario se ve el departamento de la taiwanesa la empuja a tenderle una mano. No quiere ser una entrometida, pero fue sincera cuando pensó en ayudar a Tzuyu con lo que pudiera.

Jihyo solo desea estar haciendo las cosas bien.

—Está bien, por favor no haga eso —le pide haciéndolo regresar a su postura recta, viendo hacía los lados esperando que otro gente no hubiera visto la escena—. Intentaré ayudarlo.

—¡¿De verdad?! Muchas gracias, eres muy amable —todo rastro de tristeza en su rostro desaparece al instante y una gran sonrisa crece en sus labios, dándole un aspecto más radiante—. Quiero hablar sobre Tzuyu, ¿crees qué puedas ahora?

—No, ahora no pueda, lo siento. Tengo planes —responde.

—No te preocupes. Ten, contactame lo más pronto posible —dice teniéndole una tarjeta de presentación. A Jihyo le sorprende demasiado que cargue con una de esas tarjetillas.

—Está bien, lo llamaré —le asegura observando sus datos.

—Por cierto, ¿cuál es tú nombre? —Jihyo se pone roja de la vergüenza al darse cuenta de lo maleducada que fue al no presentarse en seguida.

—Mi nombre es Park Jihyo. Perdón por no presentarme antes —dice en medio de una pequeña reverencia. La risa de aquel hombre la hace relajarse un poco.

—No te preocupes, Jihyo —dice—. Al contrario, gracias por ayudarme. Eres una verdadera amiga.

Jihyo no entendió lo que quiso decir con esas palabras, las cuales sonaban con una connotación más profunda. El hombre no dijo nada más después de aquello, solo se despidió antes de dirigirse a su auto e irse. Jihyo observa una vez más la tarjeta de presentación, preguntándose todavía si esto es lo correcto.

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