17
Jihyo y Tzuyu habían llegado a una cafetería cerca de la universidad después de huir como dos amantes cuyo amor es prohibido. El tiempo que transcurrió desde que ocuparon una mesa hasta ahora lo pasaron en silencio teniendo de compañía el ajetreo de las personas a su alrededor.
Los pedidos que ordenaron ya se encuentran frente a ellas; mientras Tzuyu tiene un capuchino aún sin tocar, Jihyo sorbe su frappe de oreo con tanta tranquilidad que sorprende, pues pareciera que no tiene la mirada endurecida de la taiwanesa sobre ella, y sumando sus brazos y piernas cruzadas mostrando un porte intimidante, Tzuyu podría doblegar a cualquiera que tuviera en frente.
A cualquiera, menos a Park Jihyo.
—Entonces...
—Entonces, ¿qué? —la forma indiferente con la que actúa Jihyo ante la situación logra desesperar a su contraria: ¿acaso no dimensionó lo qué hizo?
—¿No me pedirás una disculpa por esto? —señala con su pulgar el gran ramo de rosas que ocupa la silla a su lado. Jihyo, quien se encuentra al otro lado de la mesa, suelta una risa por lo ridículas que suenan sus palabras.
—¿Por qué lo haría? ¿Acaso no fue un lindo detalle? —la sonrisa ladina hace que una vena salte en la sien de Tzuyu: «¿me está provocando?».
Tzuyu no sabe como explicarle a Jihyo que su ingenioso plan —notese el sarcasmo— no fue para nada gratificante como ella lo cree. Aunque, eso sí, no puede contradecir que aquello sumó puntos a su farsa cuando la mitad de sus compañeros observaron el espectáculo catalogado por Tzuyu como la "vergüenza del año". La menor no pudo soportar tener la mirada curiosa de todos sobre ella, así que cuando apareció Jihyo de sorpresa preguntándole que le había parecido todo, Tzuyu no lo dudó y se la llevó lejos hasta terminar en este lugar.
—No te diré que me parece lindo y que no de tu "gran" detalle —rueda los ojos antes de llevar a su boca una de las galletas que pidieron como aperitivo.
—Si fue lindo o no para ti, al menos espero un agradecimiento por el esfuerzo —se inclina hacía Tzuyu al recargar sus brazos en la mesa—. A diferencia de ti, en vez de recibir flores, lo único que consigo son rumores falsos de mí en Twitter —Tzuyu se atraganta con la galleta al escuchar el reclamo de Jihyo que no se hizo esperar.
«No perdió tiempo en echarmelo en cara». Tzuyu tose observando a la coreana recargarse en su silla portando una expresión victoriosa: claramente le divierte todo esto.
Es por esa razón que Tzuyu se mostró sorprendida de ver a Jihyo en su universidad con un ramo de flores para ella. Al no recibir disculpas directas, la menor pensó que estaba enojada y lo que menos buscaba sería verla (con mucha razón). Así que encontrar a Jihyo haciendo tal acto hizo que Tzuyu no supiera describirla si como alguien gentil que puede llegar a perdonar todo o una persona cruel que disfruta hacer sentir mal a los demás realizando ella buenas acciones.
—¿Sabes? Pudiste haberme preguntado a mí antes de pedir la opinión de desconocidos en internet —prosigue.
—Respondeme algo, Jihyo: ¿tú le preguntarías a tu pareja sí te es infiel? —el tono de Tzuyu viene cargado de incredulidad debido a lo ingenua que llegó a escucharse diciendo aquello.
—Eh... ¿sí?
«Es tonta». Tzuyu niega con su cabeza a la par que suelta un suspiro decepcionada: esperó más viniendo de ella.
—Aunque, seamos sinceras, no tendría que hacerlo porque ¿quién me engañaría? Soy genial.
«No, no es tonta, es egocéntrica». Tzuyu hasta perdió el ánimo de seguir discutiendo después de oírla.
—Voy a hablar con total sinceridad. Lo que hice estuvo mal, lo reconozco; y es cierto, debí confiar en ti y hablarlo primero, por esa razón te pido disculpas —Tzuyu es alguien honesta, algo que entra en contraste con su invento de relación falsa, pero dejando eso de lado, muy pocas veces ha fingido una disculpa y claramente esta no es una de esas ocasiones, por eso espera que sus sentimientos se transmitan satisfactoriamente a Jihyo.
Sin embargo, ver a la coreana ladear su cabeza para observarla minuciosamente de arriba-abajo no le da un buen presentimiento.
Tzuyu desvía su mirada a la decoración del local mientras toma de su capuchino en un intento de distraerse de los ojos chocolatosos de Jihyo y lo nerviosa que la ponen.
—¿Debería perdonarte así de fácil? —aquella pregunta le hace fruncir el entrecejo.
—¿Acaso tendré qué hacer algo para obtener tú perdón? —dice entre dientes denotando desacuerdo con aquella condición.
Tzuyu espera por una respuesta que tarda mucho en llegar. Jihyo se queda en silencio después de la pregunta y la taiwanesa empieza a odiar aquella mirada suya que no parece querer despegarse de su rostro. «¿Qué tanto me ve?», es en lo único que piensa dándole otro trago a su capuchino. Pasaron segundos antes de ver un movimiento; Jihyo lleva su dedo índice hacía la comisura de su labio dándole ligeros toquesitos señalandolo.
Aquel gesto simple hace que las orejas de Tzuyu se calienten entendido lo que pide.
—¡N-no te besaré! —chilla escandalizada por su atrevimiento.
—¿Eh? ¿De qué hablas? —Jihyo inclina la cabeza expresando su confusión, pero después suelta una carcajada al captar el malentendido—. No, no me refiero a eso —toma una de las servilletas colocadas en el centro de la mesa antes de extender su brazo hacía el rostro ajeno, donde se da su tiempo para limpiar el resto de espuma del café.
Tzuyu contiene la respiración al ver a Jihyo concentrada en el área de su boca; sí antes no soportaba que observara tan fijamente su rostro, ahora es peor. Por alguna razón la cuesta guardar la compostura.
—Puedo hacerlo yo misma —interviene cubriendo con su mano la de Jihyo para detenerla. El toque de sus pieles hace que esta última regrese de la ensoñación en la que entró al momento de empezar a limpiar los labios de melocotón de Tzuyu.
—Sí, claro —Jihyo se recarga en su asiento observando a su contraria terminar de quitar cualquier rastro de espuma, preguntándose que le pasó por su cabeza para tener esa iniciativa de limpiar sus labios. «Este día se está llenando de sorpresas».
Las dos se sumergen en un incómodo silencio que es difícil de ocultar. En un intento de regresar al ambiente que tenían antes, Jihyo le da vueltas a su cabeza para encontrar un nuevo tema de conversación hasta que recuerda lo que había hablado hace una semana con Tzuyu.
—¿Has pensando en lo qué te propuse? Sobre manejar la relación a mi modo.
—Que bueno que sacas ese tema. Y para responder tú pregunta: sí, lo he pensando mucho.
Jihyo se remueve en su asiento, ansiosa de escuchar la respuesta de Tzuyu. —¿Y qué decidiste?
—Sí dejaré esta relación falsa en tus manos, al menos quiero poner unas condiciones —la señala con su dedo índice haciendo que alce sus manos a la defensiva.
—Oye, ¿por qué siento qué no confías en mí?
—Porque no lo hago.
—Auch —Jihyo dramatiza tocando el área de su corazón—, eso dolió.
—No seas tonta —Tzuyu gira sus ojos tratando de reprimir una sonrisa—. Solo me gustaría que me dijeras cuando vayas a hacer algo que invanda mi espacio personal —le pide.
—Tzuyu, ¿sabes por qué los villanos predicen los movimientos de los héroes? —la taiwanesa no sabe como contestarle: «¿qué tiene qué ver aquello con las condiciones de nuestra relación falsa?». A falta de una respuesta, Jihyo habla—: Porque siempre que van a hacer uno, antes gritan el nombre de su ataque. Si te dijera lo que voy a hacer, entonces lo evitarías.
Tzuyu abre la boca para contradecirla, pero nada sale de su boca que pueda usar como defensa: parece que Park Jihyo tiene un punto. Ella no es fan del contacto físico y mucho menos si viene de alguien tan expresiva como lo es ella. Si Jihyo un día se le acercara diciendo "voy a abrazarte", ella saldría corriendo.
—Puede que tengas razón, pero estaría bien que me previnieras si vas a hacer algo como... darme un beso —decir aquellas últimas tres palabras fue tan difícil para ella, y más porque deseó que la tierra se la tragara cuando Jihyo comenzó a reírse al escuchar su declaración.
—No te preocupes por eso, Tzuyu, no tengo intenciones de besarte —es honesta, y aquella sinceridad suya hace que la menor endurezca su mandíbula: «¿qué quiere decir con eso? ¿Acaso no soy una persona besable?», es una de las cosas que pasan por su cabeza.
No es como si le quitara el sueño que Jihyo no quiera besarla, pero se pregunta el porqué. ¿Acaso no había dicho antes qué era bonita?
—No pongas esa cara —sus pensamientos son interrumpidos por Jihyo, quien parece darse cuenta de su cuestionamiento—. Es solo que únicamente beso a personas que me gustan, y que yo les guste. Así que de eso no tienes porque preocuparte —le asegura—. Entonces, ya que todo quedó dicho, ¿qué prosigue? —una sonrisa crece en Tzuyu mientras se pone de pie y se inclina hacía la coreana.
—Como desde ahora te tomarás aún más en serio la relación, sé buena novia y lleva estás flores hasta mi departamento —el pedido viene con unas ligeras palmaditas que Tzuyu le da en su mejilla.
—Estás bromeando, ¿no? —la sonrisa ladina que se había formado en su rostro cae estrepitosamente cuando la taiwanesa no parece expresar ni siquiera una pizca de diversión.
—No, no lo hago. Es solo que el grandioso ramo fue tú idea, así que hazte cargo —dice a la par que solicita la cuenta.
—Pero-
—Sin peros —la interrumpe—. Además, mi departamento queda muy cerca de la universidad, así que llegaremos rápido a pie —a pesar de decirlo con una sonrisa encantadora, Jihyo no encuentra nada agradable en sus palabras.
«Malvada», es lo que piensa mientras se pone de pie para cargar el gran ramo, perdiendo un poco el equilibrio en el acto. Por otro lado, Tzuyu suelta una pequeña risita al verla, pues esta se ve más pequeña al lado de todas esas rosas que sostiene.
—¿Sabes? ¡Es imposible caminar con éstas flores tapándome la vista! —Jihyo chilla cuando ya se encuentran unas cuadras lejos de la cafetería. Lo único que puede observar es el asfalto o el cielo nublado: ninguna de las dos vistas es algo que disfrute ver. Hasta se sorprende que todavía no haya chocado contra una persona o una farola.
Tzuyu, quien ya está cansada de estar escuchando sus quejidos desde hace cinco minutos, suelta un bufido para después detenerse y que su acompañante la alcance. —Eres tan ruidosa —es lo que le dice rodeando el brazo ajeno con el suyo. Jihyo se sorprende por el repentino contacto que la hace sentir segura—. No dejaré que te pase algo, así que sigue caminando.
Jihyo ni siquiera le responde, ella asiente con su cabeza esperando que Tzuyu lo haya notado mientras emprenden nuevamente la marcha. Las dos están seguras de que cualquiera pensaría que son pareja al verlas caminando así de juntas, y aún con aquello en mente, no hacen ningún movimiento para separarse.
—Por cierto, ¿Jihyo? —Tzuyu la llama, sonando repentinamente nerviosa.
—¿Sí?
—Yo, eh... —se aclara la voz antes de continuar—, no te lo dije antes, pero gracias por las flores. Nadie me había regalado unas antes, así que... gracias.
Ahora mismo Jihyo detesta el ramo que le impide ver la expresión que tiene ahora mismo la taiwanesa al decir aquello, pero a la vez agradece que esté, ya que así Tzuyu no se dará cuenta de la gran sonrisa que va creciendo en su rostro.
—No hay de que, Tzuyu.
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