16. ¿Deberíamos volver a Londres?
Había pasado unos días y me alegraba saber que todo estaba mejorando.
James y yo habíamos pasado más tiempo juntos, intentando disfrutar un poco del momento y también pasábamos tiempo con los niños.
Después de todo eran nuestros pequeños, así que evidentemente hacíamos varias cosas con ellos y con cada uno, aunque aún eran unos bebés.
Unos bebés que no dejaban de crecer y por mucho que deseara que siguieran como hasta ahora, eso era imposible.
Ya me asustaba pensar en que pasaría cuando fueran más mayores, ¿y si no era lo suficientemente buena? La idea me asustaba.
—Lex —me giré para encontrarme a James con una pequeña sonrisa.
—Pensé que estabas con los chicos —él se acercó todavía más a mí para tomarme de la mano, como siempre hacía.
—Lo estaba, pero también quería saber como estabas. Por mucho que quieras engañarme, sé que algo te preocupa —suspiré pegándome a él para abrazarlo por la cintura.
—Creo que no me acostumbro a esta enorme paz que estoy sintiendo. Es raro que no tenga ninguna preocupación tan importante. Ya sé que ser Ministra y Reina es complicado y hay mucha responsabilidad, pero o es lo mismo que en Hogwarts. Voldemort está muerto y todo lo demás está bien. No tengo que preocuparme por si lastiman a nuestra familia numerosa, porque sé que eso al menos no pasara, al menos todavía.
—¿Acaso mi mujer quiere volver a salvar el mundo? —me preguntó divertido.
—Creo recordar que la última vez fue al revés, ya sabes amor, yo sin humanidad no es una buena idea —los dos caminamos pegados al otro.
Llevaba un vestido negro estrellado y James había optado por ir siempre elegante, según él, para ir a mi altura. Algo que me parecía muy lindo, pero quería que se sintiera cómodo.
Ahora se encontraba vestido con un traje negro, para ir a juego conmigo, y llevaba por debajo de la chaqueta una camisa blanca, desabotonada solo los dos primeros botones.
—No exageres, el mundo sigue intacto, así que, solo quisiste divertirte —volteé los ojos divertida.
—Seguro que sí.
Seguimos caminando en silencio, cada uno en nuestros pensamientos, hasta que yo rompí ese silencio.
—James —él me miró.
—¿Sí amor?
—¿Crees que deberíamos volver a Londres?
Llevaba tiempo pensando en ello, pero sabía que una vez que volveríamos las cosas serían muy diferentes y no quería toda esa presión para mis hijos, ni para James. No quería revivir una y otra vez esa noche.
Pero entendía que el resto de nuestra familia prefería volver, no podríamos retenerlos por nosotros, pero tenía que saber si James también quería irse.
Yo sentía que necesitaba un poco más de tiempo antes de volver a esa dura realidad. No había muchas cosas que me retuvieran en Londres, lo único que viví fueron muchas muertes que opacaron los buenos momentos que tuve.
—¿Por qué lo preguntas amor?
—Porque estoy segura de que los demás quieren irse a Londres en algún momento, y no sé si tú también quieres volver, por eso mismo te lo pregunto.
—¿Tú qué quieres?
—Yo quiero quedarme, por los niños principalmente. Porque sé que una vez que pisemos Londres, todos irán a saber sobre Harry y su cicatriz y solo conseguirán que vivamos esa noche constantemente y no sé si estoy preparada para eso.
Él asintió.
—Es bueno saber lo que sientes Lex, porque es lo mismo que siento yo. No quiero exponer a ninguno de los niños a todo eso y no quiero que nos afecte más de la cuenta. Porque ya nos afecta, y tal vez necesitemos los dos sanar eso para no dejar que nos afecte como hasta ahora. Ellos pueden irse si quieren Lex, pero nosotros podemos quedarnos. Además, mi hogar no es Londres, sois los niños y tú. Así que a donde vayas, los niños y yo iremos —sonreí un poco.
—Pero no los tendremos tan cerca, y tus padres... —él me interrumpió tomándome de las mejillas.
—Mis padres lo entenderán Lex, lo más importante es nuestra familia, la familia que hemos formado juntos, y primero los dos tenemos que sanar para poder volver a Londres. Así que nos quedaremos aquí el tiempo necesario hasta que estemos preparados para volver.
Asentí.
—Bien, lo siento...
—No tienes que disculparte por nada Lex. No has hecho nada malo, es más, yo también quería comentártelo y me alegra saber que ya lo hemos hablado y que hemos llegado a una solución juntos. Además, me encanta estar aquí, aunque es un poco raro todo, nunca pensé que sería el marido de una Reina y Ministra —solté una pequeña risa.
—Tengo mucha suerte de tenerte a mi lado, ¿lo sabes? —él asintió con una gran sonrisa, acariciándome delicadamente la mejilla.
—Creo que eso debería decirlo yo amor. Soy el hombre más afortunado del mundo, porque una hermosa mujer quiso casarse conmigo y tener hijos. Así que te agradezco por esta hermosa familia.
—La cual es un poco grande, ¿no crees? —ni siquiera sabía yo como había accedido a todo esto, aunque tampoco esperaba que pasara lo que nos pasó.
—Qué te puedo decir amor, tengo una muy buena puntería —los dos soltamos una carcajada.
—Viene de familia, porque los dos tenemos en ella casos de mellizos, pero no pensé que tendrías tan buena puntería —él volvió a reír.
—Me falta uno para formar mi propio equipo de Quidditch —reí, los dos sabíamos que eso no pasaría, creo que ya era suficiente.
—Sigue soñando amor.
—Obvio que lo conseguiré amor, aunque luego pensándolo mejor, creo que estamos muy bien como estábamos la verdad. Así que mejor dejemos así nuestra pequeña no tan pequeña familia —esta vez la que rio fui yo.
—Eres un idiota.
—Pero soy tu idiota amor —asentí feliz. De pronto por los ventanales del castillo vimos que comenzó a llover y James me miró divertido.
Ya sabía perfectamente que es lo que se le pasaba por la cabeza. Siempre que llovía, desde pequeños, salíamos a divertirnos, a pesar de que después nos enfermábamos, pero al menos nos recuperábamos juntos. Ahora, siendo más adultos, seguíamos haciéndolo, era algo nuestro.
—¿Te apetece amor de mi vida?
—La pregunta ofende —él rio y se acercó rápidamente para darme un beso en la mejilla y correr hacia el jardín.
Estuve unos segundos en mi lugar embobada hasta que me di cuenta de que James estaba desapareciendo por el pasillo riendo.
—¡James! —él se rio todavía más fuerte y me quité los tacones para correr hacia él.
Los dos salimos dejando que el agua nos empapara y se llevara todos nuestros problemas, como siempre lo habíamos pensado.
Dejé caer ligeramente mi cabeza hacia atrás dejando que las gotas acariciaran mi rostro. Sonreí instintivamente disfrutando del momento. Cuando abrí los ojos para ver a James, lo encontré viéndome con una sonrisa.
—Es lindo verte de esta manera. Es como si fueran una Lex renovada, una Lex tranquila y sin ningún problema bajo sus hombros —y es así como me sentía en estos momentos.
ÉL se acercó a mí, rompiendo la distancia que nos separaba y acuno mi rostro en sus manos con delicadeza.
—Te amé —susurró.
—Te amo —murmuré feliz viéndole a los ojos.
—Te amaré —lo dijo todavía más cerca de mis labios.
—Por siempre —rompí la distancia, uniendo nuestros labios.
No me cansaría nunca de estos momentos con él y mucho menos me cansaría de amarlo.
Nunca podría dejar de amar a James Potter.
NOTA DE LA AUTORA
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