11. ¿Marlene?
22 de diciembre de 1981
En tres días sería Navidad, y sinceramente no es que estuviera muy feliz de que hacía once días se cumplían seis años desde la muerte de mi madre y Elizabeth, no podía creer que no tuviera a mi pequeña hermana conmigo.
Este año ella hubiera cumplido 18 años y ya estaría en el Ministerio entrenando para Auror, pero lastimosamente falleció.
A veces extrañaba a mi madre, pero últimamente solo recordaba esa versión que me lastimo, esa versión que no hizo más que castigarme por cualquier cosa que hiciera. No tenía a mis padres para que vieran todo lo que estaba logrando, no tenía a Marlene, y muchas personas de mi familia habían fallecido por culpa de la Guerra.
Una Guerra que tal vez pude haber evitado, tuve que hacer más, tuve que protegerles mejor, el problema es que no podía ir atrás, bueno si podía, pero si lo hiciera tal vez las cosas fueran totalmente diferentes.
Lo bueno es que volvía a tener a Matthew, tenía a algunos de mis hermanos y aún me quedaba familia para protegerla.
Como dije anteriormente, últimamente no paraba de tener pesadillas sobre mi madre, sobre mi pasado, a veces aparecía ella y otras veces aparecía yo sin humanidad.
Era horrible, solía despertarme demasiado temprano y evitaba dormir todo lo que pudiera, aunque no podía dejar que James lo notara porque ya tenía demasiado.
Me encontraba en mi antigua casa, donde todo empezó, era como si todo lo estuviera viendo en primera persona, vi a mi madre bajar enfadada.
—Mamá —susurré. Ella me dio una bofetada haciendo que cayera al suelo, tiro de mí para ir hacia el sótano— ¡No! ¡Mamá para! ¡Perdón! ¡Te prometo que no volveré a hacerlo!
Llegamos al sótano y me tiró al suelo de nuevo, pero este era más duro y logro magullarme la cara.
No me quejé.
Sabía que si lo hacía me iría peor, y era lo que menos quería.
Quería salir de ahí, necesitaba salir de ahí.
No podía moverme, era como si mis piernas no funcionaran, como si mi cuerpo no estuviera en sincronía conmigo.
Mamá se acercó a mí y me agarró del cuello evitando que el aire fuera a mis pulmones, iba a matarme.
Intenté decirle que me soltara, pero la voz me falló.
Tenía miedo.
Me levanté sobresaltada, buscando todo el aire que necesitaba, miré por la ventana y aún era demasiado temprano, vi a James dándome la espalda dormido.
Sabía que ya no podría dormir, así que salí de la cama para cambiarme y salir de la habitación para ver a los niños, una vez que vi que todo estaba bien con ellos decidí salir al jardín para dar una vuelta y poder despejarme un poco.
Estaba volviendo a odiar el sueño, todo había pasado, pero había algo que me atormentaba, tal vez el miedo de volver a mi yo sin humanidad. No quería ni pensarlo, el libro estaba bien escondido.
No quería que nadie supiera de su existencia, porque dudaba que pudieran controlar esa fuerza. El libro te corrompía y no quería que nadie más estuviera tentado. Además, descubrí que yo podía controlarlo y estaba pensando en como hacerlo sin que pudiera afectarme.
Aunque ya tendría tiempo para ocuparme de eso en otro momento.
—Su majestad —giré la mirada para ver como mi consejero se acercaba a mí. Thomas era demasiado querido en mi familia, y había sido muy leal hacia los Stafford y hacia los Berchesan y sinceramente estaba muy feliz de tenerlo en Consejo.
—¿Cuántas veces debo decirte que me digas Lex? —le pregunté con una pequeña sonrisa.
—Perdón —me regaló una pequeña sonrisa.
—¿Qué ocurre?
—Nuestro mensajero trajo un mensaje del hermano de Dumbledore, Aberforth Dumbledore —lo miré confundida, lo único que sabía del hermano de Dumbledore, es que tenía su taberna y estaba alejado de todo los temas de su hermano.
—¿Qué mensaje?
—Es sobre la señorita Marlene McKinnon —abrí los ojos sorprendida, no podía ser cierto.
Marlene estaba muerta.
—¿Qué? —susurré.
—Estuvo cuidando de la señorita McKinnon desde que paso el ataque de su familia, ya que ella había caído en coma y la señorita Meadowes decidió llevársela a Aberforth, pero hace unos días despertó... Eso no es todo, estuvo embarazada de mellizas.
Embarazada de mellizas.
—¿Cuándo dio a luz? ¿Y cómo? —no podía creer todo lo que estaba escuchando.
—Las mellizas nacieron el catorce de octubre, y Aberforth logro mantener a las pequeñas y a la señorita McKinnon con vida.
—¿Alguien más lo sabe?
—Nosotros y Aberforth —asentí.
—Ni una palabra a nadie hasta que pueda confirmar todo, si alguien te pregunta diles que me surgió algo importante en América —él asintió.
—Iré a prepararle todo —asentí y me adentré al castillo para ir a mi despacho, era enorme y en la pared había una gran chimenea.
Había un gran ventanal donde podía presenciar las mejores vistas.
Pero lo mejor ahora sería aparecerme hasta ahí, no tenía muchas ganas de ir por la chimenea. Thomas llegó poco después con un pequeño bolso.
—Nos vemos en pronto —él asintió y yo desaparecí, apareciendo poco después a las afueras de la taberna de Aberforth.
Entré decidida para verlo en la barra.
—¿Dónde está? —le pregunté con el semblante serio, no estaba para perder el tiempo y mucho menos cuando se trataba de mi mejor amiga.
—Primero voy a tener que explicarte todo.
—No pienso escuchar nada, la ocultasteis de su familia. ¿Sabes que ella tenía un hijo? ¿Sabes que a Sirius le afectó mucho su muerte? ¿Sabes que a mí me afectó demasiado su muerte? Marlene es mi hermana, era lo único que tenía aparte de los chicos y algunos familiares. Ella me entendía y estuvo para mí en todo momento. No dejé de culparme por su muerte porque podía haberlo evitado. Y a pesar de saber todo el mundo lo importante que era Marlene para mí, decidisteis callaros.
—La idea fue de Dorcas —le miré.
—Me da igual de quien fue la maldita idea, ella no tenía el maldito derecho de esconder a Marlene después de todo, ella sabía lo importante que era Marlene para mí —estaba molesta, ¿cómo pudieron pensar que escondiendo a Marlene sería una muy buena idea?
—Estás enfadada, y te entiendo, pero no soy el culpable.
—Lo eres por mantenerlo tanto tiempo callado y te agradezco que la cuidarás, pero tenía gente que podría haberlo hecho y me da igual la decisión de Dorcas. Ella no tenía el derecho de arrebatarle a su madre a un niño indefenso. Si tan enamorada de Marlene estaba, debió entender que Marlene iba a estar muy bien con nosotros. Debió saber que todo lo que sufriría, porque si lo hice, y James es testigo de ello.
—Lo siento —yo también lo sentía.
Debí haberlo sabido.
—Yo también siento que no pude descubrirlo antes —era demasiada información para mí, nunca pensé que ella pudiera estar viva.
Creí que ya no la tendría a mi lado y hace nada me dijeron que estaba viva, todo ahora era confuso, no sabía como reaccionar.
Algo parecido paso cuando vi a Matt en la puerta, creí que nunca podría verlo de nuevo, pero ahora lo tenía a mi lado y nunca dejaría que nada malo le pasara, era demasiado importante para mí.
Era mi hermano.
Marlene era mi hermana.
Solo quería verla y abrazarla de nuevo, la necesitaba, necesitaba a mi hermana.
—¿Lex? —su voz, me giré lentamente, asustaba porque creía que era un sueño del que en cualquier momento debería despertar.
Pero no fue así, vi a Marlene a mitad de las escaleras con una sonrisa y lágrimas en sus ojos.
—¿Marlene?
NOTA DE LA AUTORA
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