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23.

—¿Cómo te trata Jungkook, Jiminie? — preguntó Taehyung, estaba sentado en el sillón de la ventana, Jimin no lo había dejado acercarse al nido, ni siquiera a un metro de la cama, pero lo había dejado tomar su mano de lejos, estirando su brazo a más no poder para saludarlo.

No era por su parte humana, su lobo se sentía incómodo y raro, ese espacio era personal y exclusivo de una persona en particular y no era el peliazul, no quería alterar el olor ni el orden de este.

Así que había tomado distancia, se había acomodado lejos, Jimin permaneció en la cama, dentro del nido, abrazando una almohada, mientras mantenía una conversación en un tono normal que no coincidía del todo con su actitud instintiva de autoprotección.

— Él es un ángel conmigo— murmuró—. ¿Nunca... Has encontrado a alguien que sabe exactamente qué hacer y qué decirte, para hacerte sentir bien?

Taehyung sonrió con los labios apretados, asintiendo.

— Algo así, Jiminie. Me alegro que te esté cuidando bien.

— Él es muy agradable también... — continuó hablando, sus ojitos estaban perdidos en el exterior de la ventana, donde una pareja de pájaros jugaban y se perseguían, haciéndolo sonreír—. Es como las cantidades justas de consideración, amor, cuidado, amabilidad y... Humor, humor de mierda a veces, y él intenta ser un pervertido de vez en cuando pero es de lo más inocente del mundo— rió.

— ¿Pervertido?

— Es que... Hizo un chiste de que la tenía grande, pero le dices que es lindo y ya se pone todo rojo y avergonzado— Jimin rió en un tono agudo y sonó como un alegre balbuceo de bebé.

Taehyung sonrió también, aunque por dentro quería abofetear a ambos y decirles que se casaran de una puta vez.

— En serio me pregunto, Tae... Por qué no lo conocí antes— el tono de Jimin había cambiado a uno melancólico—. Antes de esto... Antes de Yoongi... Y quizás así no me sienta culpable.

— ¿Culpable de qué?

Jimin se removió en la cama y buscó las palabras por un momento, porque no podía decir simplemente "Porque me gusta más de lo que me gustaba Jungkook" porque le parecía que quedaba mal.

— Hace tres días que Yoongi no está, y lo amé y lo amo, Tae, aún lo amo... Y Jungkook es completamente diferente e incomparable a él pero, considerando la mierda que me siento por dentro, él puede hacerme sentir mejor, mejor de lo que Yoongi me hizo sentir en su mejor momento... Y creo que lo quiero, Tae... Pero no puedo hacerle esto a Yoonie, porque él no se lo merece porque no hizo nada malo y yo... Siento que lo estoy traicionando cada vez que lo recuerdo y estoy con Jungkook a mi lado... ¿Entiendes?

Taehyung vió a su mejor amigo en una seria encrucijada, y era su parte humana, con su fuerte concepción de lealtad y gran amor que sentía hacia Yoongi quien lo hacía sentirse así.

Yoongi nunca había sido en verdad una mala persona, fue quien lo había ayudado a salir de una familia disfuncional, le había dado la confianza y las palabras de amor que nunca había recibido de pequeño, le había sido siempre fiel, lo amaba sinceramente y lo había cuidado bien, como todos, tenía sus errores, como su concepción Alfista-pero-no-tanto de dejarlo en casa y convercerlo con palabras amables de que no estudiara, ni trabajara de algo que no sea ser ama de casa, lejos de eso, hacia de esa casa un hogar, lo hacía tener un lugar y algo que amar.

No eran en verdad muy cariñosos, ni muy melosos, el mayor efecto que demostraban en público era tomarse de las manos o un pequeño beso si estaban o muy emocionados o muy ebrios, pero según lo que decían, eran sus formas, nunca los habían juzgado.

No eran la definición de un amor enorme y especial, único y perfecto, no eran como esas parejas de las películas románticas y por eso siempre supieron que no eran predestinados, pero funcionaban bien juntos, eran un exelente equipo, e igual se amaban.

Eso Tae lo sabía, pero igual no le veía la gracia de salir con alguien que no fuera tú destino, de conformarse con algo que está bien, y no aspirar a aquello que estaba hecho para tí.

Con Jungkook, Taehyung veía a la perfección, notaba y hasta sentía que eran una pareja totalmente distinta eso, era una conexión enorme y emocional, natural, destinada y con fuertes raíces en sus lobos, quienes desde el primer momento en el que se vieron lo hicieron notar, y era maravilloso, algo que no le ocurría a todos.

Eran totalmente diferentes, dos amores distintos.

— Jimin, tienes la suerte de que dos personas en tu vida te aman sinceramente.

El Omega frunció el ceño con esas palabras, Tae era de decir cosas raras a veces, o al menos eso pensó siempre.

Aunque con todo lo que estaba ocurriendo desde la llegada de Jungkook a su vida, los sueños raros, esa sensación inexplicable que tenía a su lado y todas las cosas que habían hecho, sentía una bruma en su mente y en su corazón.

— Tres, si me cuentas a mí, tu mejor amigo el raro— dijo Tae, en tono muchísimo más gracioso que antes, haciendo una "V" con su mano a la altura de su mejilla mientras sonreía ampliamente.

Jimin rió y asintió.

— Si Tae, también te amo— dijo, asintiendo—. Y no eres raro, eres especial.

— Eso sonó peor.

Jimin volvió a reír.

— Taehyungnie, ¿Tienes uno de tus consejos tipo "galleta de la fortuna" para mí? — preguntó el Omega.

Taehyung hizo una mueca, pensando, miró sus ojos por largos segundos.

— Ya te diste cuenta de las cosas, ya lo sabes todo, ya sabes qué hacer, puedes estar seguro de ello.

Jimin se lo quedó mirando largos segundos.

— Odio tus consejos de galleta de la fortuna, Tae.

Taehyung rió y sólo asintió.

— Jiminie, ¿Qué tal si hacemos menos consejos raros y más "vamos a comer"?

Jimin hizo un mohin y negó.

— No quiero ir a ver a mi padres... Me hacen sentir horrible y no puedo pasar malos ratos... — se abrazó a sí mismo en una bolita.

— Estoy yo y está Jungkook para defenderte— dijo Tae—. Para eso me llamaron, para más refuerzos.

Jimin negó.

— No eres solo un refuerzo-

— Ya, lo sé, pero me necesitas para eso también, Jiminie— dijo el Alfa—. Vamos, debes comer algo igual, ¿Puedes venir, por favor?

Jimin suspiró y terminó por levantarse, saliendo del nido y de la cama, tomó la mano que Tae le ofrecía para sostenerse, su amigo se pegó a él para llevarlo hasta la mesa, donde Jungkook terminaba de poner los platos y Seokjin ya estaba acomodando la comida en bandejas para llevarla, el olor a carne recién hecha, junto con el arroz con kimchi, lo recibieron.

Jungkook le dedicó una leve sonrisa y Jimin fue directo hacia él, tomó su mano y apoyó su frente en el hombro del pelinegro, aspirando el suave aroma a madera.

Quizás él lo sentía más que otros, porque en verdad era tan sutil que pasaría totalmente desapercibido a menos que lo oliveras directamente de él, o de sus prendas.

— ¿Te sientes bien, Jimin? — preguntó Jungkook, el Omega asintió—. Genial, pequeño, siéntate, te serviré la comida.

El rubio se separó de él suavemente y se sentó, dejando la silla junto a él reservada para el Beta.

Cuando se acomodaron todos en la mesa, está quedó en un silencio incómodo, pero Jungkook unió sus manos debajo del mantel, haciendolo sentir más protegido y acompañado, Taehyung se puso junto a su otro lado, pero no quiso perturbar a la pareja así que conservo la distancia.

— Jimin, Seokjin tenía algo que decirte— Dijo Namjoon, mirando a su esposo, quien alzó una ceja—. Y yo también, tenemos algo que decirte.

Jungkook acarició su mano con su pulgar, para hacerle saber que estaba allí, Jimin sintió la misma ansiedad de cuando era joven y sus padres le decían que tenían que hablar con él.

— Sabemos que no fuimos los mejores padres nunca— dijo el moreno—. Y que podrías haber hecho muchísimas más cosas en tu vida, pero creo que no ayudamos a que eso pasara, y al final no podemos culparte de cosas que nosotros también participamos.

— Me hubiera gustado mucho que las cosas fueran diferentes entre nosotros, Jimin— dijo Seokjin.

Jimin frunció el ceño.

— Ustedes no hacen las cosas para que sean diferentes, ¿Creen que pueden tratarme mal y después recibir qué? Ya bastante bueno soy con ustedes, más de lo que ustedes fueron conmigo.

Ambos asintieron.

— Lo sabemos, Jimin— dijo Namjoon—. Pero no queremos pelear, no queremos romper más lazos de los que ya están rotos... Queríamos hacer las paces contigo y estar bien, por al menos una vez.

Jimin apretó sus labios y asintió.

— ¿Son buenos conmigo sólo porque ya estoy muriendo, no? ¿Y todos los años que hicieron sentirme una miseria donde los dejo?

— Jiminie, cálmate, te hará mal— Jungkook se volteó hacia él, acercándose más al Omega, quien negó.

— P-Pero-

— ¿Recuerdas lo que te dije? Eres mejor que ellos— susurró—. Y por eso puedes perdonarlos, decir que sí y que queden conformes y ya dejen de molestarte.

Jimin tardó unos cuantos segundos, en los cuales unas lágrimas escaparon y Jungkook las limpió con suavidad, hasta que asintió, alzó la vista primero a los amables ojos gatunos del pelinegro y luego hacia sus padres.

— Los perdono, pero igual, quiero estar en paz en mis últimos días y que se vayan de aquí en cuanto termine el almuerzo.

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