Capítulo 23
—Lili, ¿cómo está tu marca? —preguntó Jennie, por la noche, cuando estaban ellas dos solas.
Habían pasado una linda tarde con Jisoo, Lisa se había distraído de todo, había reído mucho, disfrutando de comida y compañía que le gustaba, así que fue uno de sus mejores momentos.
La omega se quitó la remera del pijama, dejando al descubierto su torso, que no estaba para nada mal.
Jennie evitó mirar hacia otro lado que no fuera la marca, no le era difícil, y en verdad nunca le había prestado atención a lo demás.
Se acercó a ella para poner el ungüento, la zona estaba de un rojo oscuro, y no dentro de mucho estaría de un negro o de un gris azulado muy feo, dependía de su avance.
Quizás la parte triste de todo, es que la joven enfermera medio enamorada sabía todo lo que sufriría la pequeña en los días, y su final.
Y no sabía cómo iba a reaccionar a algún dolor como aquel, ver sufrir a alguien que quieres.
—¿En qué piensas? —preguntó al notar su ceño fruncido, y el pequeño mohin que se marcaba en sus labios. En cuanto dijo eso, Jennie abrió sus ojos con sorpresa y negó—. Eres como un libro abierto, Jennie, dime, ¿es por lo de hoy? Sé que no es lo más lindo que te rechacen... Lo siento —tomó la mano que tenía libre de forma ligera, apenas tocándola con suavidad.
Jennie sonrió con cierta vergüenza, sus mejillas estaban rosadas, negó, se apartó de ella para cerrar el ungüento y dejarlo en la mesa de luz.
—No es nada, Lili, no te preocupes —se acercó para acariciar sus mejillas con sus pulgares.
Si algo había aprendido era que hablar de los síntomas casi siempre sólo generaba estrés y terminaban ciertamente paranoicos, no podía decir si de alguna manera los aceleraba, pero sí lo volvía todo un poco peor.
Por eso era mejor finjir que no pasaba nada.
—Jennie, te quiero, en verdad te quiero —dijo, mirándola a los ojos con sinceridad.
—Yo también te quiero, Lili —sonríe complacida—. Pero es tarde y podremos querernos más mañana. ¿Dormimos?
Lisa hizo un puchero.
—Vamos a dormir —repitió la mayor, se levantó para apagar las luces del cuarto y después volver a entrar al nido, la rubia se acomodó sobre su pecho de nuevo, escuchando sus tranquilos latidos como si fuera una canción de cuna, la
castaña dejaba caricias en su cabello que la llevaron a dormir profundamente, con una ligera sonrisa en sus labios.
Huyeron de la realidad hacia el mundo de los sueños, donde recuerdos olvidados revivieron frente a sus ojos y los sintieron en su propia piel, en su nueva vida.
Lejos de ser diferente a su situación real, esperando un recuerdo lindo de libertad, separado a su mundo actual, Lisa se sintió aún peor porque se vio sola, en lo que a sus ojos era una especie de tienda como las de los campamentos, hecha de pieles gruesas y sostenidas por fuertes ramas acomodadas en forma de cono para crear lo que en realidad, era su casa, y la de su Jennie también.
Se removió y sintió su cuerpo doler, soltó un quejido mientras se acomodaba boca arriba sobre lo que debía ser su cama, se sintió frío, la marca en su cuello ardía horrores, respiraba con cierta dificultad porque su pechos dolía al elevarse también.
Estaba sufriendo, esperaba que pasara pronto, de la forma que sea.
Una luz entró al lugar y cerró sus ojos con fuerza, escuchó pasos acercarse, y al ver de nuevo, se encontró con aquellos ojos.
—Hola, pequeña —murmuró Joohyun, en voz baja y suave, que siempre la había tranquilizado, la beta dejó un beso sobre su nariz, haciéndola sonreír.
—Hola —murmuró con una sonrisa, y sus mejillas tomaron algo de color.
—¿Crees que puedas comer algo hoy? —preguntó la mayor, acariciando su rubio cabello.
La omega negó.
—Encontré de las fresas que te gustan, al menos intenta comer algunas —dijo—. Debes mantenerte fuerte-
—Joohyun... No voy a lograrlo.
El astillado corazón de la beta se rompió un poco más.
—Sooyoung, tienes que mantenerte positiva y con la cabeza bien en alto, eres fuerte, debes seguir.
Lisa rió con cierta burla.
—¿Cuándo escuchaste que una omega con el lazo roto sobreviviera? —preguntó, con burla—. Créeme que me encantaría quedarme, y pasar mil lunas contigo... —buscó su mano, entrelazando sus dedos—. Lamento mucho haber priorizado a una pareja sobre ti... Una pareja puede terminar mal, una compañera es para toda la vida... Si no lo hubiera hecho... O si hubiera esperado un día más, no estaríamos pasando por esto, lo siento.
—Pequeña... —Joohyun mantenía su voz dura para no romperse frente a ella—. Dime, con sinceridad, ¿estás sufriendo mucho aquí?
La omega se tomó unos segundos para pensarlo, antes de sonreír con la misma burla con la que se estaba tomando todo, sus manos fueron hacia el cuello de su ropa, estaba usando el saco negro de Joohyun, aquel que siempre le había gustado, era cómodo, calentito y olía a ella, lo bajó hasta mostrar completamente sus hombros, dejando a la beta sin palabras al ver la marca, completamente negra, se había esparcido una mancha violeta alrededor de esta, como un hematoma enorme que la rodeaba, que llegaba hasta sus clavículas, su nuca y cerca de su cuello.
Estaba más pálida de lo normal y de un tono casi gris, sus ojos estaban cansados y las ojeras envolvían sus ojos color cielo, estaba más delgada y sumamente débil, parecía que el más leve tacto la terminaría de romper.
—Sooy-
—No —alzó sus manos frente a ella—. No, no lo toques, en serio duele muchísimo —pequeñas lágrimas se asomaban en sus ojitos—. No se lo deseo a nadie, Joohyun... —su respiración comenzó a costar más conforme las ganas de llorar la fueron llenando, tosió para aclarar su garganta, pero sólo hizo a su abdomen doler, se notó en su ceño fruncido.
Joohyun bajó la vista, evitando mirarla para que no le doliera a ella también.
La beta acomodó su ropa, la abrigó lo suficiente y pensó en irse y no regresar hasta que la rubia ya no estuviera en este mundo, no quería ver más dolor, no quería sufrir con ella, pero era completamente inevitable, estando o no a su lado le iba a doler igual, y no podía hacerle eso al mayor amor de su vida.
Joohyun se quedó a su lado, aplastó las fresas que había encontrado, haciendo un puré, y ofreciéndole a la menor, quien lo comió sólo para complacerla, pero tal como todo lo que había intentado comer desde el día anterior, lo terminó devolviendo.
Rendida y aceptando que en verdad, la omega no iba a mejorar, Joohyun se recostó a su lado, hizo un nudo para las dos, dejó que Lisa apoyara su cabeza en su pecho, mientras dejaba caricias en sus mejillas, en sus cabellos, suaves besos cada tanto.
Y con un sentimiento horrible, de que sería el último día, Manoban despertó de golpe y con las ganas de llorar aún en el fondo de su garganta.
Lisa seguía allí, a su lado, su ceño estaba fruncido, y temblaba, el sudor se notaba sobre su rostro, Kim colocó el dorso de su mano en la frente de la rubia, sintiendo la temperatura ya elevada.
Con un suspiro, Jennie se levantó de la cama, había llegado al momento donde ya comenzaba a levantar fiebre, sabía que comenzaría a empeorar cada vez más y más rápido hasta el momento final.
No se había apartado un metro de la cama que escuchó un lloriqueo, volteándose hacia Lisa, sintió a su loba llamarla en su interior, mientras lo humano seguía pasándola mal entre sueños y sus temblores aumentaban.
Se volvió a acercar a ella, acariciando su cabello.
—Lili, tranquila, pequeña... Ya vuelvo —dejó un beso sobre su coronilla y al volver a marcharse la loba no lloró.
Fue hasta la sala, para buscar entre sus bolso, el pequeño kit de medicamentos que tenía para todos los síntomas que pudieran pasar, buscó la pastilla que era para la fiebre, un vaso de agua y regresó con la omega, quien respiraba agitada por la fiebre.
—Lili~ —cantó a su lado, se sentó junto a ella, dejó el vaso y la pastilla en la mesa de luz para hacerle mimos con sus manos en su rostro, y moverla un poco para que reaccionara—. Pequeña, ya volví... Despierta, hermosa, tengo que algo que te hará sentir mejor.
La omega parpadeó y Jennie tomó sus mejillas para girar su rostro hacia ella.
La ayudó a sentarse en la cama, esperó a que pasara la pastilla y luego la abrazó, Lisa mantenía su rostro oculto en el cuello de la beta, mientras ésta dejaba mimos en su espalda y miraba la marca, que por la oscuridad, no sabía muy bien como estaba, pero estaba casi segura que había oscurecido un poco más.
—¿También soñaste eso? —preguntó, siendo estas, sus primeras palabras desde que había despertado.
Jennie se tomó un momento para pensarlo bien y preguntándode si se refería a aquello.
—Sí... Sí, Lili.
Lisa seguía sintiendose mal, había vivido en carne propia todo aquel dolor que había cargado su vida pasada, sólo podía pensar que pronto, le pasaría a ella también.
—Jennie... Es real, eres tú —murmuró la menor, y sin saber bien por qué, comenzó a llorar lentamente—. Ya es demasiado, los sueños, ellas, tú y yo... Y la leyenda, todo junto, todo está aquí.
Kim la abrazó de forma delicada pero con firmeza, dejó un beso sobre su frente.
—Sí, pequeña, soy yo —murmuró—. Es real, lo es.
Lisa buscó su mano, y la apretó con fuerza, meintras lloraba un poco más.
—¿Qué vas a hacer cuando... Ya sabes? —murmuró Lisa, sorbió su nariz.
—Quiero salvarte —murmuró Jennie, con las mejillas rojas con algo de vergüenza—. Tengo que marcarte para eso, y unirme a ti... Es el destino, somos predestinadas a eso, Lisa.
—¿Quieres eso? El destino es una cosa, pero... ¿En verdad quieres, Jennie?
—¿Cómo que si quiero? —preguntó de forma retórica, con una sonrisa—. Claro que quiero, pequeña, te quiero demasiado... No lo dudes. ¿Y tú? ¿Quieres? No lo haré si tú no quieres, Lisa, no haré nada con lo que no estés de acuerdo. ¿Quieres que me una a tí?
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