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Capítulo 20

—¿Cómo te trata Jennie, Limario? —preguntó Jisoo, estaba sentada en el sillón de la ventana, Lisa no la había dejado acercarse al nido, ni siquiera a un metro de la cama, pero la había dejado tomar su mano de lejos, estirando su brazo a más no poder para saludarla.

No era por su parte humana, su loba se sentía incómoda y rara, ese espacio era personal y exclusivo de una persona en particular y no era la azabache, no quería alterar el olor ni el orden de esta.

Así que había tomado distancia, se había acomodado lejos, Lisa permaneció en la cama, dentro del nido, abrazando una almohada, mientras mantenía una conversación en un tono normal que no coincidía del todo con su actitud instintiva de autoprotección.

—Ella es un ángel conmigo —murmuró—. ¿Nunca... Has encontrado a alguien que sabe exactamente qué hacer y qué decirte, para hacerte sentir bien?

Jisoo sonrió con los labios apretados, asintiendo.

—Algo así, Lis. Me alegro que te esté cuidando bien.

—Ella es muy agradable también... —continuó hablando, sus ojitos estaban perdidos en el exterior de la ventana, donde una pareja de pájaros jugaban y se perseguían, haciéndola sonreír—. Es como las cantidades justas de consideración, amor, cuidado, amabilidad y... Humor, humor de mierda a veces, y ella intenta ser una pervertida de vez en cuando, pero es de lo más inocente del mundo —rió.

—¿Pervertida?

—Es que... Hizo un chiste de que la tenía grande, pero le dices que es linda y ya se pone toda roja y avergonzada —rió en un tono agudo y sonó como un alegre balbuceo de bebé.

Jisoo sonrió también, aunque por dentro quería abofetear a ambas y decirles que se casaran de una puta vez.

—En serio me pregunto, Soo... Por qué no la conocí antes —el tono de Lisa había cambiado a uno melancólico—. Antes de esto... Antes de Jungkook... Y quizás así no me sienta culpable.

—¿Culpable de qué?

Lisa se removió en la cama y buscó las palabras por un momento, porque no podía decir simplemente "Porque me gusta más de lo que me gustaba Jungkook", porque le parecía que quedaba mal.

—Hace tres días que Jungkook no está, y lo amé y lo amo, Soo, aún lo amo... Y Jennie es completamente diferente e incomparable a él pero, considerando la mierda que me siento por dentro, ella puede hacerme sentir mejor, mejor de lo que Jungkook me hizo sentir en su mejor momento... Y creo que la quiero, Soo... Pero no puedo hacerle esto a Kookie, porque él no se lo merece porque no hizo nada malo y yo... Siento que lo estoy traicionando cada vez que lo recuerdo y estoy con Jennie a mi lado... ¿Entiendes?

Jisoo vio a su mejor amiga en una seria encrucijada, y era su parte humana, con su fuerte concepción de lealtad y gran amor que sentía hacia Jungkook quien la hacía sentirse así.

Jungkook nunca había sido en verdad una mala persona, fue quien la había ayudado a salir de una familia disfuncional, le había dado la confianza y las palabras de amor que nunca había recibido de pequeña, le había sido siempre fiel, la amaba sinceramente y la había cuidado bien, como todos, tenía sus errores, como su concepción alfista-pero-no-tanto de dejarla en casa y converserla con palabras amables de que no estudiara, ni trabajara de algo que no sea ser ama de casa, lejos de eso, hacia de esa casa un hogar, la hacía tener un lugar y algo que amar.

No eran en verdad muy cariñosos, ni muy melosos, el mayor efecto que demostraban en público era tomarse de las manos o un pequeño beso si estaban o muy emocionados o muy ebrios, pero según lo que decían, eran sus formas, nunca los habían juzgado.

No eran la definición de un amor enorme y especial, único y perfecto, no eran como esas parejas de las películas románticas y por eso siempre supieron que no eran predestinados, pero funcionaban bien juntos, eran un exelente equipo, e igual se amaban.

Eso Jisoo lo sabía, pero igual no le veía la gracia de salir con alguien que no fuera tu destino, de conformarse con algo que está bien, y no aspirar a aquello que estaba hecho para ti.

Con Jennie, Jisoo veía a la perfección, notaba y hasta sentía que eran una pareja totalmente distinta eso, era una conexión enorme y emocional, natural, destinada y con fuertes raíces en sus lobas, quienes desde el primer momento en el que se vieron lo hicieron notar, y era maravilloso, algo que no le ocurría a todos.

Eran totalmente diferentes, dos amores distintos.

—Lisa, tienes la suerte de que dos personas en tu vida te aman sinceramente.

La omega frunció el ceño con esas palabras, Jisoo era de decir cosas raras a veces, o al menos eso pensó siempre.

Aunque con todo lo que estaba ocurriendo desde la llegada de Jennie a su vida, los sueños raros, esa sensación inexplicable que tenía a su lado y todas las cosas que habían hecho, sentía una bruma en su mente y en su corazón.

—Tres, si me cuentas a mí, tu mejor amiga la rara —habló Jisoo, en tono muchísimo más gracioso que antes.

Lisa rió y asintió.

—Sí, Soo, también te amo —dijo, asintiendo—. Y no eres rara, eres especial

—Eso sonó peor.

Lisa volvió a reír.

—Soo, ¿tienes uno de tus consejos tipo "galleta de la fortuna" para mí? —preguntó.

Jisoo hizo una mueca, pensando, miró sus ojos por largos segundos.

—Ya te diste cuenta de las cosas, ya lo sabes todo, ya sabes qué hacer, puedes estar segura de ello.

Manoban se la quedó mirando largos segundos.

—Odio tus consejos de galleta de la fortuna, Unnie.

Jisoo rió y sólo asintió.

—Limario, ¿qué tal si hacemos menos consejos raros y más "vamos a comer"?

Lisa hizo un mohin y negó.

—No quiero ir a ver a mi madres... Me hacen sentir horrible y no puedo pasar malos ratos... —se abrazó a sí misma en una bolita.

—Estoy yo y está Jennie para defenderte. Para eso me llamaron, para más refuerzos.

La menor negó.

—No eres sólo un refuerzo-

—Ya, lo sé, pero me necesitas para eso también, Lis —dijo la alfa—. Vamos, debes comer algo igual. ¿Puedes venir, por favor?

Lisa suspiró y terminó por levantarse, saliendo del nido y de la cama, tomó la mano que Jisoo le ofrecía para sostenerse, su amiga se pegó a ella para llevarla hasta la mesa, donde Jennie terminaba de poner los platos y Seungwan ya estaba acomodando la comida en bandejas para llevarla, el olor a carne recién hecha, junto con el arroz con kimchi, la recibieron.

Jennie le dedicó una leve sonrisa y Lisa fue directo hacia ella, tomó su mano y apoyó su frente en el hombro de la castaña, aspirando el suave aroma a madera.

Quizás la sentía más que otros, porque en verdad era tan sutil que pasaría totalmente desapercibido a menos que lo olieras directamente de ella, o de sus prendas.

—¿Te sientes bien, Lisa? —preguntó Jennie, la
omega asintió—. Genial, pequeña, siéntate, te serviré la comida.

La rubia se separó suavemente y se sentó, dejando la silla junto a ella reservada para la beta.

Cuando se acomodaron todas en la mesa, esta quedó en un silencio incómodo, pero Jennie unió sus manos debajo del mantel, haciéndola sentir más protegida y acompañada, Jisoo se puso junto a su otro lado, pero no quiso perturbar a la pareja, así que conservo la distancia.

—Lisa, Seungwan tenía algo que decirte —dijo Taeyeon, mirando a su esposa, quien alzó una ceja—. Y yo también, tenemos algo que decirte.

Jennie acarició su mano con su pulgar, para hacerle saber que estaba allí, Lisa sintió la misma ansiedad de cuando era joven y sus madres le decían que tenían que hablar con ella.

—Sabemos que no fuimos las mejores madres nunca —comenzó la peligris—. Y que podrías haber hecho muchísimas más cosas en tu vida, pero creo que no ayudamos a que eso pasara, y al final no podemos culparte de cosas que nosotras también participamos.

—Me hubiera gustado mucho que las cosas fueran diferentes entre nosotros, Lisa —dijo Seungwan.

Lisa frunció el ceño.

—Ustedes no hacen las cosas para que sean diferentes. ¿Creen que pueden tratarme mal y después recibir qué? Ya bastante buena soy con ustedes, más de lo que ustedes fueron conmigo.

Ambas asintieron.

—Lo sabemos, Lisa —siguió Taeyeon—. Pero no queremos pelear, no queremos romper más lazos de los que ya están rotos... Queríamos hacer las paces contigo y estar bien, por al menos una vez.

Lisa apretó sus labios y asintió.

—¿Son buenas conmigo sólo porque ya estoy muriendo, no? ¿Y todos los años que hicieron sentirme una miseria donde los dejo?

—Lili, cálmate, te hará mal —Jennie se volteó hacia ella, acercándose más a la omega, quien negó.

—P-Pero-

—¿Recuerdas lo que te dije? Eres mejor que ellas —susurró—. Y por eso puedes perdonarlas, decir que sí y que queden conformes y ya dejen de molestarte.

Lisa tardó unos cuantos segundos, en los cuales unas lágrimas escaparon y Jennie las limpió con suavidad, hasta que asintió, alzó la vista primero a los amables ojos gatunos de la castaña y luego hacia sus madres.

—Las perdono, pero igual, quiero estar en paz en mis últimos días y que se vayan de aquí en cuanto termine el almuerzo.

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