—Jennie, ¿qué hice? —preguntó Lisa por tercera vez, se sentía rara por dentro, sentía que había hecho tanto pero no recordaba nada.

Kim se veía nerviosa, ruborizada, con su estetoscopio, revisaba sus pulmones y su pulso, controlaba que su respiración estuviera normal, con la omega sentada en la cama y ella sosteniéndola mientras pasaba el frío tambor por su espalda, prácticamente la estaba abrazando, su brazo rodeaba la cintura de la rubia, Lisa apoyaba su mejilla en el hombro de la beta, mientras sus manitos se aferraban a la tela de sus mangas para sentirse algo mejor.

Le había llevado un vaso de gaseosa fría, que había tomado de a sorbos mientras la enfermera hacía todo lo otro.

Jennie suspiró con alivio al corroborar que todo estaba bien, finalmente apartó el estetoscopio, dejándola en su cuello, acomodó la ropa de la chica y se apartó para mirarla a los ojos, acercó una mano a sus mejillas para limpiar las pequeñas lágrimas.

—Te despertaste muy agitada, Lisa, estabas llorando muy mal —dijo, su tono era bajo y tranquilo—. Y tenía miedo de que cambiarás a tu loba y te lastimaras, porque eso lo haría peor.

—No lo hice —murmuró, su mano fue hacia la que Jen tenía en su rostro, buscando algo de contacto y de cariño, se sintió mejor cuando la beta tomó su mano y entrelazó sus dedos.

—No, en vez de eso, me besaste —la mirada de la mayor era tímida.

Lisa abrió sus ojos ampliamente, alzando sus cejas.

—No, yo no... Lo siento...

—Ya me pediste disculpa, ya está, por favor, deja de disculparte —pidió.

Lisa se volvió a esconder en su hombro, apretó sus manos unidas, Jennie apoyó su mejilla sobre la cabeza de Lisa, acarició ligeramente su cabello con esta al frotarse.

—Lis, está bien, en serio, no me molestaré ni te dejaré sola.

—Pero... Con sólo hablarlo, lo del beso, te molestaste y te fuiste. ¿Y ahora qué? ¿Renunciarás? Lo siento...

—No, Lisa, no, mi pequeña —afirmó un poco más el abrazo, pegando más sus cuerpos—. No haré eso, no me alejaré, por favor... Me quedaré contigo, sólo si me lo permites, Lisa, no volveré a hacer algo de eso de nuevo, créeme.

Lisa controló sus lágrimas, y alzó la vista para mirarla, con su ceño ligeramente fruncido.

—Lo de las narices, ¿lo hiciste tú? ¿De verdad? ¿Eso pasó?

Jennie de sintió nerviosa a morir y soltó lo primero que pasó por su cabeza.

—¿Recuerdas el beso esquimal y no ese beso?

La rubia pensó que era adorable cuando entraba en pánico, llevó su mano libre a la mejilla de Kim, y acercó su rostro para juntar sus frentes y narices, de nuevo.

—Hazlo de nuevo.

"Te salió bien lo de ser virgen, Jennie", se burló su loba.

—Lisa, mi loba me está peleando y no me gusta —hizo un leve mohín mientras volvía a frotar sus narices.

La omega rió.

—¿Qué te dice? —pregunta, con gracia.

—Cosas feas que no puedo decir en voz alta.

—A ver —separó ese beso para ir hacia la oreja de Jennie—. Lobita de Jennie, deja de molestarla, ella es muy buena conmigo y me cuida muy bien, me hace sentir mejor y es un ángel, no merece que la molestes, déjala tranquila.

Jennie sonrió cuando su loba no contestó nada.

—¿Siempre es molesta?

—No, en realidad era muy tranquila, nunca me molestó, casi no hablaba, pero... Desde que te conoce no deja de hablarme y tirar comentarios molestos, cosa que no hacía antes. ¿La tuya hace algo así?

—Está todo el tiempo diciendo que eres linda y que le gustas.

Jennie apretó sus labios en una especie de sonrisa nerviosa, y bajó su vista para no sentir tanta vergüenza al verla.

—Está muy diferente también a como era antes. Con Jungkook... Nunca dijo eso, nunca estuvo tan encantada con él como lo está contigo, digamos que sólo lo aceptaba... Yo lo quería más que él, lo quiero, pero mi loba solamente lo aceptaba, sin más, aceptaba cada cosa que hacía pero tampoco le pedía nada... No es lo mismo contigo, entonces no sé a dónde estuviste todo este tiempo, Jennie, pide cosas y le gustas y sí que te quiere.

La beta no supo qué responder, se sentía tan halagada y hermosa por dentro al tener tantas palabras bonitas de tan bonita chica.

—¿Qué te pide tu loba? —preguntó luego de varios segundos en los que Lisa se había encargado de admirarla.

—Pide amor y cada vez que haces algo por mí se siente bien, y siente que lo cumple. La estás mimando demasiado.

—E-Estoy haciendo mi trabajo —los ojos de Jennie la esquivaban.

—Eres linda.

—E-Eso ya lo habías dicho.

—Pues eres linda.

—¿Puedes, no sé, parar? ¿Por favor? Porque m-me pone nerviosa.

Lisa rió, su risa era alegre, y pura, como si fuera la de una niña, como si no hubiera nada malo en el mundo, era una lástima que fuera efímera porque podría escucharla toda su vida.

—De todas formas yo no... Volveré a hacerlo, no te besaré de nuevo, lo siento —dijo Lisa, y su tono se había hecho serio de repente, Jennie afirmó el agarre de sus manos unidas—. Creo que es muy pronto como para hacer esas cosas, y no quiero quedar mal, Nini.

Jennie sonrió por el apodo.

—Está bien, Lisa, te comprendo, y en verdad yo... Estoy aquí por trabajo y no me parece algo muy profesional tampoco.

La rubia asintió, lo entendía, y también estaba de acuerdo a pesar de que le dolió.

—Pero sé que en tus casos, necesitas amor, pequeña, así que con todo respeto, seguiré con esos mimos de los que tu loba y tú necesitan.

Lisa sonrió mínimamente.

—Estoy de acuerdo.