𝘰𝘯𝘤𝘦
Miró las amplias llanuras, sentado cómodamente sobre aquel corto acantilado, admirando como los primeros rayos de luz iluminaban el territorio y cambiaban ligeramente los tonos de verde de la naturaleza, un par de árboles solitarios cada tanto, los cachorros jugaban entre ellos, correteando libres y felices.
— ¿Tan temprano y ya aquí? — preguntó, una voz grave y familiar, al voltear encontró a Sunghoon, pero claro que aquel no era su nombre, no en esa vida, tal como él no era Sunoo.
Neul se sentó a su lado y el Omega se apoyó en él, acomodando la cabeza sobre su hombro, su abrigo hecho de piel, negro al igual que su cabello, siempre le había resultado cómodo.
— Neus dijo que yo soy el sol de la manada y tengo que despertar con el sol del mundo.
—Mi hermano no sabe de qué habla, sigue siendo un cachorro lleno de cursilerías.
— A mí me pareció tierno.
— Eres hermoso y brillante, pero nadie puede brillar cuando se madruga— dijo el Beta, y el rubio rio, principalmente porque le parecía absurdo que lo dijera si él también había madrugado—. Bich, ayer te quedaste hasta tarde, ¿Cuánto has dormido?
— Ni un aullido de luna— dijo, negando, a lo que recibió una mirada de reproche del pelinegro, Neul alzó las cejas como preguntando si hablaba en serio—. Me quedé con Neus toda la noche, no dormimos.
— ¿Haciendo qué? — preguntó el Beta en tono chismoso.
— Haciendo esto— Bich tuvo que girarse un poco para mostrar la marca, pobremente cicatrizada, por ser tan reciente, de tan solo un par de horas.
El Omega no notó ese algo que se rompió en los ojos del Beta, tal como el Beta no lo notó tampoco en los del Omega.
— ¿Ya te uniste a él? ¿No es muy pronto? Ni siquiera era tu destino, o eso dijiste.
— Ya hace como mil lunas que me presenté, no puedo estar soltero, sino, me quedaré sin un mate, Neul— el Omega tenía lágrimas en sus ojos.
— Fueron dos ciclos, no mil lunas, serán... ¿Veinticinco? ¿Treinta como mucho?
— Neul... — el Omega tomó la mano que el Beta estaba usando para contar, quedando pequeñas y siendo envueltas fácilmente por las manos del mayor—. Ya soy un adulto, lo soy desde que me presenté y hasta ahora ... Sólo sigo siendo un Omega esperando un destino que nunca llegó y pues, ya es hora de que tenga crías y esas cosas, no voy a estar aquí para siempre.
— Pero no es esta la forma en que quieres que sea— murmuró el pelinegro.
— No tengo opción, es lo que esperan de mí, soy un Omega al final de todo, Neul, para esto vengo al mundo y puedo hacer que la manada crezca, y que perdure, ya soy muy grande, ¿Cuánto más voy a esperar? No puedo permitirlo, y el resto de la manada tampoco.
Neul apartó la vista, suspiró, asintió y se rindió, todo al mismo tiempo y el Omega hizo casi lo mismo, volviendo a mirar el paisaje, sus manos seguían unidas, en un gesto normal para ellos, pero con un anhelo oculto.
Ambos no eran nada más que compañeros, tal como los Alfas estaban para liderar, los Omegas para dar vida, los Betas eran destinados a acompañar.
Cada vez que nacía un Alfa o un Omega, se les asignaba un compañero, un Beta, quién sería su mejor amigo, su cuidador, en el caso de los compañeros de Alfas, debían quedarse con ellos hasta su lecho de muerte, y en batalla, dar la vida por ellos.
Los compañeros de los Omegas eran distintos, se quedarían con ellos hasta que consiguieran pareja, después se irían, y los acompañarían si su Alfa faltaba, si necesitaba protección de más, pero casi siempre se separaban en cuanto el Omega conseguía un Alfa que lo cuidara.
Y ese era el caso ahora, y Neul alzó la vista hacia él y pensó que ya era tarde para confesar sus indebidos sentimientos hacia el hermoso Omega, así que se guardó las palabras de nuevo y miró al paisaje junto con él.
Era en ese silencio, entre ese sentimiento de arrepentimiento de ambos, que un aullido los dejó en alerta, junto con toda la manada, miraron a lo lejos a los lobos correr hacia donde estaban, los cachorros se escondieron y de inmediato, los Alfas de la manada se acercaron al frente.
Aún de lejos, escucharon los aullidos del lobo que iba al frente, fueron tres aullidos en total, lo que llevo a todos a sentir miedo, sabían el código.
Una invasión a su territorio, una inevitable pelea.
— Hermano— escucharon ambos, voltearon, pero Neul no lo dejó ver bien, nada más allá de una cabellera castaña—. Cuídalo.
El Omega tuvo que levantarse para verlo, el Alfa, sonrió de forma honesta hacia él, aunque no fue el nombre de esa vida el que pensó primero, tampoco el que surgió de sus labios.
— Volveré antes de lo que crees, cachorro.
— Jungkook-
Aquel mundo extraño fue interrumpido cuando escucho un llanto a su lado, un pedido de auxilio, y su lobo se enojó por quien sea que estuviera asustando a su pareja, y lo siguiente que sabía era que había despertado, y empujado a quien sea que esté molestando a aquel pobre lobo, poniéndose entre medio, listo para pelear si era necesario.
Porque era un Omega, pero estaba lejos de ser un cobarde o de ser débil, y debía cuidar a su destino.
Y en ese momento no pensó en el sueño, pero este volvió después, dejándolo totalmente rojo y extrañado.
— Y eso soñé— dijo Sunoo, mientras tomaba una generosa porción de fideos de su ramen.
Sunghoon de inmediato tomó su mano y lo hizo dejar los fideos.
— Debes ir comiendo porciones pequeñas, te puede caer mal, te puedes atragantar, y no estás para eso, Sunoo— dijo el Beta, el rubio volvió a tomar apenas unos cuantos fideos, para llevarlos a su boca—.... Pues vaya sueño, Sunoo, sí que es un sueño raro.
— Yo... No es la primera vez que sueño algo así... Esta vez fue muy descriptivo, pero... En la noche también tuve unos sueños raros, con la misma pinta que estos.
Sunghoon se sintió algo presionado ahora.
— Pues... Yo también tuve sueños parecidos.
El Omega abrió ampliamente los ojos, bajó el cuenco con el ramen, esperando, su mirada era atentamente y ciertamente adorable, como un niño que espera a que le lean un cuento para dormir.
— Ehhh...
— Dilo.
— Es un sueño raro y borroso, donde estoy con un Omega muy brillante, como si fuera de oro... Y sólo nos encontramos, lo abrazo y después me desperté porque tú marca ardía— lo miró con el rubor a fuego en sus mejillas.
— Pues yo no soñé eso— Sunoo negó, con una mueca.
Sunghoon ahora sintió aún más vergüenza, en parte alivio y en parte decepción.
— En mi sueño soñé que nos besábamos.
— ¿Q-Qué?
— Pues no soñé con alguien brillante, si con alguien igual a ti, igual a este que vi en mis sueños... pálido, pelo negro y ropa negra, y era igual, nos encontramos también. A tu sueño le falta eso, el beso, después es igual.... Pero en el tuyo no se besan.
— Bueno...
— Entonces sí.
Sunghoon asintió, temblaba ligeramente, jugaba con sus manos y estaba muy rojo.
— Oh, Sunghoon, ¿Qué te pone así? — comentó Sunoo con gracia.
— Que no es normal, y lo hablas como si fuera normal y no lo es y- — Sunghoon hablaba rápido negaba, luciendo adorable y nervioso.
— Ya, Sunghoon, respira— Sunoo se acercó a él para tomar su mano, los gatunos y oscuros ojos del Beta se juntaron con los amables y claros del Omega, quien sonreía—. Un beso no es la gran cosa, ¿Por qué te pones así?
— P-Pues porque yo no hago esas cosas.
— ¿Besar?
— Exactamente.
— Sunghoon... ¿Cuántos años tienes?
— Veinticinco, Pero ¿qué tiene que ver?
— ¿Y no besas? — Sunoo alzó las cejas—. Wow, eso no-
— Digamos que los Betas somos más vírgenes que los Alfas y los Omegas— dijo el pelinegro—. Por razones obvias... No tenemos celos, y la sociedad básicamente nos dice que no servimos para nada así que no hay interés en una pareja y bueno, sumado a que soy muy antisocial pues nada se juntó para que, ya sabes...
— Intercambios salivales.
— Eso.
Sunoo rió, acarició el cabello de Sunghoon como si fuera un cachorro, y su lobo se sintió feliz de hacerlo.
— Eres muy adorable, y agradable, Sunghoon, me sorprende que nunca hayas besado a nadie... Eres una buena persona.
— Beta es sinónimo de "simplón", Sunoo— dijo el pelinegro—. No despierto intereses en nadie ni, aunque me ponga un cartel con luces.
— Sí que eres encantador— dijo, con una risa, y Sunghoon no supo qué contestar así que sólo se quedó en silencio—. Sí me lo preguntaran, si saldría contigo, Sunghoon.
Con eso el Beta se ruborizó aún más y lo miró con desconcierto, a Sunoo le dio gracia porque parecía esas imágenes graciosas de gatitos sorprendidos y no pudo evitar reír.
Claro que Sunghoon no se lo tomó por ese lado y sólo pensó que Sunoo se estaba burlando de él, así que suspiró de forma pesada, soltando la mano del Omega y levantándose de la cama, para salir de allí.
El rubio lo miró sin entender, dejando de reír súbitamente.
— ¿A dónde vas?
— Al baño, quiero ducharme— dijo, sin emoción—. Y debería estudiar para un examen muy importante también, así que después me voy a encargar de eso, ¿Necesitabas algo?
Sunoo dudó un momento antes de negar.
— Termina tu ramen tranquilo, no voy a tardar mucho— dijo el enfermero, su tono era bastante serio, y Sunoo comenzó a pensar en donde había metido la pata—. Grita si necesitas algo, ya sabes.
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