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Miércoles, están a dos días del fin de semana pero realmente Kenta lo siente muy lejos con todo el trabajo que tiene, desde el lunes todo de siente como demasiado y al pasar los días no aligera la carga con cada cosa que tiene que hacer y con todo lo que falta en la infame lista de deberes reales. Todo esto sin dudas es el resultado de escapar de los deberes durante una semana entera por no sentirse emocionalmente bien pero no puede abrir las puertas y decirle al reino "lo siento, me sentía como tapete maltratado y mi cabeza me estaba consumiendo, pero ya estoy aquí, hola, por cierto" tenía que suspirar, ponerse la corona y resignarse a trabajar horas extra.
Ahora el príncipe se encuentra moviéndose rápidamente hasta la entrada trasera del castillo luego de haber pasado dos horas recibiendo papeleo de los miembros de su corte, tarea muy importante porque no puede perder detalle de nada, él siempre hace la revisión final y de haber algún error en algún plan de acción la culpa recae en él, la última persona que aprueba todo.
—Tus mejillas están rojas —le dice Longguo, que aparece de la nada a su lado.
—Vine prácticamente corriendo, en unos minutos salen las donaciones de pollo de esta semana y apenas llego a tiempo para comprobar todo.
—Hablando de eso, ¿no te da remordimiento? digo, hace pocas semanas jugabas con esos mismos pollos que ahora están saliendo para que las personas se los coman y haces esto cada semana, despedirte de pollos con los que jugaste —dice Longguo y Kenta siente que le va a dar un ataque de asma en ese momento.
—Tú —llama a uno de los trabajadores que está cargando con el pollo—. Llévatelo, no lo quiero ver —le ordena y el pobre muchacho se queda mirando a Longguo—. ¡Ya! —grita Kenta y el muchacho deja su trabajo para tomar a Longguo y llevárselo a la fuerza—, ¡y no lo dejes volver! —le grita molesto.
Observa la caja que el muchacho dejó y se apresura en tomarla para cargarla él mismo ya que los demás trabajadores están ocupados. Pesa más de lo que se espera y tiene que usar todas sus fuerzas.
—Príncipe, yo puedo tomar esa cuando acabe con esta.
—No, hay que seguir el horario, el horario —el horario, se repite una vez más en voz baja luego de decirle eso a otro de los muchacho.
A duras penas la apila con las demás cajas pero no se ha tardado así que el horario sigue en pie y aún tiene tiempo para revisar que cada papel en las cajas indique el número correcto. Son cosas que sinceramente no hace falta que haga pero que no puede dejar de hacer porque le entra ansiedad de que puedan salir mal las cosas en el último momento. A su lado incluso se encuentra el chico con esa tarea y junto a él se encarga de revisar todo y de despachar todo cuando solo falta un minuto.
—Buen trabajo como siempre, Dowoon —le dice y el muchacho sonríe—, y necesito que me des el nombre del chico que se llevó cargado a Longguo como si fuera un saco, tengo que darle algo extra, tal vez un pollito y que lo tiñam de su color favorito.
—¿Un pollito, príncipe? —pregunta Dowoon inseguro y Kenta lo mira fríamente.
—Sí, ¿por qué?
—Por nada, mi príncipe —responde ligeramente preocupado el chico—, príncipe, sus manos...
Kenta se mira las manos y nota como se ha lastimado por cargar aquello tan pesado sin guantes, no es nada serio así que no sé sorprende mucho y se olvida rápidamente de ello cuando recuerda que tiene programada una reunión con dos personas que vienen desde Busan.
—Más tarde vengo a que me des el nombre del chico, me tengo que ir ahora —le dice a Dowoon y a este apenas le da tiempo de hacer una reverencia de despedida.
El príncipe camina rápidamente hasta las cocinas, se topa de lejos con Sanggyun que va cruzando por un pasillo que lleva hasta un jardín y quien además trae a su pug entre los brazos y le saluda desde lejos, Kenta intenta decir algo pero no tiene tiempo para hablar así que solo sonríe y sigue con su camino dejando a Sanggyun con una sonrisa chueca sobre el rostro. En tres días casi no se han visto y el explorador puede contar con solo una mano los minutos que han hablado y a pesar de que Sanggyun fue la persona que más estuvo a su lado durante la semana mala tampoco era mucho tiempo porque a veces Kenta se encerraba solo hasta la noche.
—Luego vendrá a saludarnos, Dodo, seguro que sí —le dice al perro pero la verdad es que las actividades que estaba realizando Kenta no disponían de él por los momentos.
La reunión de Kenta se da durante el almuerzo por lo que ordenó que prepararan platillos típicos de Busan y por lo que tampoco puede almorzar junto a los demás. Se extiende dos horas completas ya que a pesar de que ambos jóvenes representantes le han caído de maravilla, Minhyun y Minki, la propuesta que le tienen no lo termina de convencer y se encuentra con la pesada tarea de rechazar cortésmente todo, es una tarea que no le gusta mucho y que se le complica demasiado.
Sanggyun vuelve a ver a Kenta luego de almorzar, aunque sólo alcanza a ver como se encierra a responder correspondencia de reinos vecinos y aunque se asoma a saludarlo Kenta no le dedica ni una mirada y se encuentra muy ocupado y concentrado como para decir gran cosa por lo que Sanggyun le deja cuando lo ve repetir las cosas de las cartas para si mismo sin estar al tanto de su alrededor. Kenta solo mira a la puerta una vez que ha sido cerrada y se repite mentalmente las palabras de Sanggyun, sintiéndose tonto por no ser igual de dulce que siempre con él y resignandose porque no puede ir detrás de él. Una de las cartas pone que uno de los reinos aliados tiene ciertos problemas luego de severos daños a pueblos enteros en ese reino causados por fuertes tormentas y que necesitan de una ayuda.
—Ayuda, ayuda, ayuda —repite Kenta mientras redacta una carta de respuesta—, ayuda, ayu-
Da un manotazo a la mesa, no le gusta cuando comienza a repetir palabras para verificar lo que hace y además un dolor que le recorre la mano le recuerda que se había lastimado anteriormente.
—Me olvidé de esto —se dice cuando se ve las manos rojas y ligeramente hinchadas—, soy un tonto.
Un suspiro se le escapa y busca entre sus cosas un pequeño calendario que le regaló Sanggyun, justo arriba el mismo coloca «días sin lastimarme sin querer» y ese mes había logrado, según el calendario, dos semanas enteras sin sufrir alguna lesión por torpeza pero ahora Kenta tenía que tachar esa racha y esperar que el día siguiente pueda comenzar una nueva.
Cuando termina, guarda el calendario y sigue trabajando en la carta, luego de ella tendrá que encargarse de ordenar que se envíe un grupo de ayuda y materiales para los daños, de solo pensar en toda la logística se siente aún más cansado y con ganas de golpear al próximo que diga que ser príncipe y dar órdenes es fácil.
Se esfuerza en escribir rápidamente pues la respuesta tiene que ser rápida y para hoy mismo quiere que esa ayuda salga del castillo, las demás cartas pueden esperar, la mayoría son formalidades de otros reyes y príncipes que no le caen del todo bien, desearía que todos fueran como Xukun, pero casi todos están chapados a la antigua y son definitivamente mayores que se creen superiores a él por ser un poco joven.
—Quiero hacer esto rápido —se dice y un bostezo abandona su boca—, pero también quiero hacerlo bien.
Decide tomarse el tiempo adecuado en hacer cada cosa, no quiere cometer errores en algo tan importante pero a medida que va trazando las letras en la larga carta sus ojos comienzan a picar y a cerrarse. Antes de que el mismo príncipe lo sepa se queda dormido sobre la carta finalizada a la que estaba por colocarle el sello real.
(...)
—Kenta —le llaman y sus ojos comienzan a abrirse—. Mi príncipe, despierta.
El sello que el príncipe estuvo sosteniendo durante todo su sueño cae de sus manos cuando se endereza y pasa sus manos por sus ojos. Sanggyun está a su lado y mantiene una mano sobre su espalda mientras le mira preocupado pero Kenta no le devuelve la mirada y solo observa los papeles regados sobre la mesa.
Con nerviosismo Kenta se saca un reloj de bolsillo del interior de su chaleco y cuando ve la hora le da dolor de cabeza.
Durmió durante tres horas.
Perdió tres horas de forma irresponsable.
El príncipe recoge el sello rápidamente y lo coloca sobre la carta, son la seis de la tarde y claro que puede enviar a alguien con la carta a esas horas, es el príncipe y se hace lo que diga, pero se siente mal de tener que estar apurando las cosas por algo que es su culpa y tiene que dar las indicaciones de todo lo que se llevará al reino que necesita de su ayuda pero si la ayuda sale a esa hora no llegará temprano y a primeras horas como él lo quería, es que ni siquiera podrá salir rápido ahora porque por lo menos se necesitará una hora para que todo se prepare, para que por lo menos un escuadrón de ayuda se prepare como se debe.
—Príncipe Kenta, te estoy hablando —le dice Sanggyun en un tono más fuerte cuando nota como Kenta se rasca con fuerza el brazo izquierdo—. Creo que deberías descansar un poco o tomar aire.
La atención de Kenta por fin cae en Sanggyun y entonces le sonríe como si nada pasara y le pasa sus manos por sus hombros con cariño.
—Tengo muchas cosas que hacer Sanggyun, me quedé dormido y ahora debo dar órdenes de aquí para allá y correr de aquí para allá y son muchas cosas —repite y se muerde el labio—, no necesito aire, necesito hacer esto —se pone más nervioso cuando repasa mentalmente todo lo que debe hacer y entonces tiene que quitar la vista de los ojos de Sanggyun—. No te preocupes por mí, anda con Donghan y Dodo, en serio no te preocupes por mi.
Sanggyun arruga la nariz y Kenta quiere golpearse mentalmente porque la verdad es que no ha visto a su querido explorador ir de aquí para allá con Donghan últimamente, lo ve solo con su pug.
—Y te quiero Sanggyun, en serio no te preocupes por mi —le dice, tratando de poner una sonrisa en el pelinegro—. Te quiero —repite pasando sus manos una vez más por los hombros de Sanggyun y cuando las baja a sus propias rodillas el explorador se las toma.
—¿Qué te pasó? —le pregunta cuando ve como las tiene—, ¿No te duele, Kenta?
—No tengo tiempo de pensar en eso, así que no duele, me lo hice temprano pero está bien —comenta viéndose la manos y haciendo que Sanggyun las suelte—. Debo enviar esta carta —dice intentado levantarse pero Sanggyun no lo deja.
—Yo me encargo de ello, en un rato —le dice tomando la carta—, deberíamos ir a curarte las manos primero.
—No, Sanggyun, la carta es primero, es para un reino que tuvo problemas con una tormenta y ayuda también, tengo que hacer eso, ordenar todo —le dice, esta vez mirándolo pero Sanggyun se siente como si no lo hiciera porque los ojos de Kenta se ven perdidos.
El príncipe sigue diciendo detalles sobre lo que sucede pero cada vez su voz se corta más, también trata de arrebatarle de nuevo la carta a Sanggyun pero el explorador no deja que la tome y solo se arrepiente un poco cuando Kenta se clava las uñas en el antebrazo sin darse cuenta, es por la ansiedad que le provoca la situación.
Sanggyun deja la carta sobre la mesa y toma a Kenta de las muñecas y se empuja hacia su cuerpo para luego envolverlo en un abrazo. Kenta le repite al oído que está bien pero no devuelve el gesto que Sanggyun tiene con él y su corazón martillea tan fuerte que Sanggyun puede sentirlo.
—No te has explicado muy bien sobre la situación, pero entiendo que hay gente que necesita ayuda y tú eres un príncipe que quiere hacer lo correcto —le dice Sanggyun con tranquilidad aunque eso sea lo que menos tiene al ver a Kenta así—. Tienes mucho que hacer y que ordenar igual que en los últimos días, las semana pasada no dormiste mucho y en lo que va de esta seguro que sí un poco más pero no lo suficiente como para cubrir el cansancio de todo lo que has hecho —le recuerda lentamente y hace una pausa para acariciar la espalda de Kenta.
—Ya, pero ig-
—Shh, aún no termino. Quieres hacer cosas buenas y correctas y esa cosas hay que hacerlas de forma adecuada y me parece que por ahora no puede ser —Sanggyun siente que Kenta está por quejarse y lo abraza más fuerte—. No cuando estás así, lo que haremos será salir y entregar la carta para que sea enviada de inmediato, luego te vamos a curar las manos y tomaremos aire, descansarás y después de eso te ayudaré a responder el resto de la correspondencia normal, eso es lo que haremos por esta noche.
El abrazo de Sanggyun por fin es correspondido y Kenta oculta su rostro más en el pecho de Sanggyun.
—Después de eso te acompañaré a dormir y mañana a primera hora ordenamos de la mejor forma la lista de los recurso y la ayuda humana que enviarás, será menos de un día lo que vas a esperar Kenta, solo un poco de tiempo para que puedas hacer las cosas de la forma en que de verdad quieres, de la mejor.
—De verdad estoy bien y mis manos casi no duelen —dice bajito Kenta cuando se separan.
El explorador no responde, solo le sonríe delicadamente y lo toma de la muñeca para guiarlo hasta afuera.
Hacen lo que dijo Sanggyun, entregan la carta primero para que a Kenta se le aligere un poco la mente y luego se lo lleva hasta su habitación después de pedirle a una de las amas de llaves que le lleve lo necesario para curarle las manos al príncipe.
Una vez en la habitación del explorador, Kenta se recuesta abrumado en la cama mientras Sanggyun acerca una silla a la misma y comienza a tratar las manos de Kenta con sumo cuidado.
En ningún momento mientras Sanggyun le cura las manos se atreve a mirarlo diractamente pero una vez que termina y ve que Sanggyun también se encarga de las marcas que hizo con las uñas siente la necesidad de hablarle y explicarle.
—Fue sin querer —dice levantando el torso—, fue sin querer, Sanggyun, perdón.
—No me pidas perdón, ven aquí —dice Sanggyun palmeandose las piernas para que Kenta se siente.
En otras circunstancias el príncipe se hubiera sonrojado y su cabeza se hubiera llenado de muchos pensamientos que lo pondrían rojo, pero en esta situación no es así y Kenta de siente incluso muy triste cuando se sienta en las piernas de Sanggyun.
—Fue sin querer —repite y luego se lo repite en voz baja para él mismo.
—Te creo, príncipe —responde Sanggyun dejando más caricias sobre la espalda ajena—. De verdad te creo.
—Perdón —insiste nuevamente Kenta y deja caer su rostro en el hombro de Sanggyun.
—No hace falta pedir perdón —le dice Sanggyun suavemente mientras deja que Kenta se refugie en él una vez más.
Porque Sanggyun siempre está para Kenta. Siempre. Sanggyun es su refugio.
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