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d r e a m i n a d r e a m

Antes de que Kenta se de cuenta ya han llegado a la pequeña laguna que está oculta entre los árboles, en el bosque cercano al castillo. Se lamenta ya que pasó todo el camino imaginando cómo sería tomar la mano de Sanggyun para pasear juntos; planeó cómo tomarla y al final llegaron al sitio y resulta que nunca tomó la mano de su querido Sanggyun. Tal vez le vendría bien dejar de imaginar las cosas y hacer algo, decir algo, pero Kenta es realmente un príncipe miedoso. 

Decide acercarse a la laguna mientras Sanggyun acomoda las cosas que trajeron, no es que no quiera ayudarlo pero su curiosidad por ver la laguna es más grande, también se trata de que no puede estar en sitios así sin ponerse de curioso a meter sus manos o sus pies en el agua, antes de introducir sus manos se queda observando su reflejo, no está complacido con lo que ve y no es que su rostro le parezca feo, para nada, pero le molesta el hecho de que se ve infantil así ni siquiera él puede tomarse en serio. 

—Mi príncipe —le llama Sanggyun y Kenta mete su manos al agua para no ver más su reflejo—, ¿Qué haces? —pregunta al llegar a su lado. 

—Nada importante —dice rápidamente y se pone de pie. 

Sanggyun le mira dudoso pero Kenta arruga la nariz y mueve su cabeza de forma adorable logrando así despistarlo y de paso sacarle una sonrisa de esas que adora. 

—Ya arreglé la manta —le dice y Kenta lo abraza por la cintura, sorprendiendolo. 

—Eres precioso —dice Kenta confiado hasta el segundo en que la última sílaba sale de su boca, luego de eso esconde su rostro en el pecho de Sanggyun.  

Las risas del explorador le calman un poco la vergüenza a Kenta y recupera poco a poco su confianza mientras Sanggyun le acaricias los cabellos. 

—Ya, está bien mi príncipe, pero tú eres el más precioso en el reino —le dice Sanggyun cuando Kenta se despega de su pecho. 

—Pero tú t-

—Shhh —dice y pone su dedo sobre sus labios.

Los ojos de Kenta se quedan observando el dedo de Sanggyun, acción que hace que su cara se vea muy graciosa y tierna. Sinceramente para Sanggyun el 99% de las cosas que hace Kenta son tiernas y es que lo ve con buenos ojos, con esos que proyectan un abrazo con solo una mirada. 

—Tengo una idea mi príncipe —le dice, quitando por fin su dedo de la boca de Kenta haciendo a su vez que este deje de contener la respiración—. Hoy hace un día muy bonito, un poco caluroso pero perfecto y creo que deberíamos nadar en la laguna.

—¿Nadar en la laguna? —cuestiona con duda Kenta pero antes de que pueda decir otra cosa Sanggyun se comienza a desvestir ahí frente a él. 

Sanggyun se desviste frente a él, sus dos ojos lo ven todo, en serio todo y no quiere ver más, siente que no debe así que aparta la mirada. 

Ya, pero Sanggyun se quitó la ropa frente a mí, él quería que lo viera, piensa Kenta y está por darse media vuelta para observar a Sanggyun otra vez sin embargo se detiene a medio camino porque No, no, no, él no quiere que lo vea solo se quitó la ropa pero él no sabe que lo estoy viendo todo, como demasiado todo, no, soy el peor lloriquea dentro de su propia mente. 

El príncipe para de regañarse internamente cuando sus pantalones y zapatos se ven mojados por culpa del agua que ha salpicado Sanggyun al meterse de clavado en la laguna, es entonces cuando levanta la mirada y la fija nuevamente en Sanggyun, quien junta sus manos y recoge agua para mojarse más el cabello, él es más que precioso y los ligeros rayos de luz que pasan a través de las hojas de los árboles parecen pertenecerle a su piel y no al sol que los observa con curiosidad desde arriba y lejos. Kenta ya no siente deseos de mirar a otra parte del cuerpo de Sanggyun que no sea su rostro porque la felicidad está ahí y la felicidad en Sanggyun lo enamora porque no hay nada que le siente mejor. 

—Te estoy esperando, príncipe —dice Sanggyun y salpica otra vez a Kenta. 

Con cierta duda Kenta se saca todo menos la ropa interior, Sanggyun lo mira siempre a los ojos y eso hace que no esté tan nervioso porque admite que no tiene el cuerpo más bonito del mundo y que está más bien demasiado pálido para el gusto de cualquiera, por esa misma razón se mete rápido al agua para no preocuparse tanto por todo eso. 

—No sabía que te ibas a querer meter en la laguna. 

—Yo no venía con esas intenciones pero no está mal hacer las cosas solo porque sí. 

Kenta asiente dándole la razón y Sanggyun se acerca para mojar sus cabellos. La sensación de comodidad pronto se esparce por todo su cuerpo y se combina con la calidez que le transmiten los detalles cuidadosos de Sanggyun, algunas veces lo trata como un niño pequeño pero eso está bien, todo lo que Sanggyun le hace está bien. Decide no quedarse quieto con la mirada perdida y también se dedica a tomar agua para dejarla caer en los cabellos de Sanggyun aunque pronto este detiene su acción y comienza a dejar caricias en el cabello del príncipe, casi por donde termina el cuello y comienza su cabeza, donde más cortos están sus cabellos. 

Después de un rato ambos se dedican a flotar y a hablar, de todo y de nada, de cualquier cosa que pasa por la cabeza de Kenta y que por alguna razón no se puede guardar, es que con Sanggyun le nacen las ganas de decirlo todo, tanto que si el explorador quisiera podría decir que es un hablador pero lo cierto es que solo pasa con él, que es solo él la persona que le da la seguridad para hablar de todo y lo mejor es que siente que Sanggyun quiere que lo haga. Seguramente todo se debe a que Sanggyun será aquel especial en el futuro, aquella persona de la que te llegan sus palabras a la mente y luego todos los recuerdos y valdrá la pena sentarse a recordar por él, será el de los recuerdos que van sobre todos los recuerdos. 

—Yo te ayudo —dice Sanggyun al salir de la laguna, extendiendo una mano hacia el príncipe que sigue en el agua—. Es tiempo de comer. 

Kenta se aferra a la mano de Sanggyun y logra salir sin problema del agua pero no la suelta luego de eso, ni disminuye la fuerza en su agarre, lo quiere así un tiempo más y eso es exactamente lo que pasa mientras se observan fijamente. Tal vez a Kenta su imaginación le está jugando una broma pero siente algo distinto y lo confirma por la forma en que Sanggyun se aferra fuerte a su mano también, es algo que siente en la punta de la lengua y está frente a su nariz pero no se deja llevar por ello, no. 

Aún tomados de las manos hacen su camino hasta el césped, no ocupan la manta para no mojarla pero no creen que tarden mucho en secarse. Sanggyun se encarga de sacar la comida que trajeron y Kenta sin querer se queda viendo sus clavículas, siente ganas de decirle que es sexy porque Sanggyun lo es y bastante, pero se lo calla y no lo hace porque le de vergüenza (que sí le da) sino porque a su vez está más encantado con la forma de Sanggyun de hacer las cosas, de separar la comida, de encargarse de servirle a él y de pronto ya no importan las ganas que tiene de poner sus manos en los hombros de Sanggyun y acercarse, se siente mejor y se siente lleno con sólo verlo siendo... él. 

—Adoro este día —dice Kenta realmente feliz—, y a ti. 

—Yo también adoro haber escapado de nuestros deberes, bonito —dice tocando una de las rodillas de Kenta—, y a ti, también te adoro a ti. 

—¿Qué crees que estén haciendo en el castillo? 

—No sé, no importa, este día se trata sólo de nosotros —dice Sanggyun y Kenta da un gritito de emoción en su mente—. Abre la boca —dice sosteniendo los palillos frente a Kenta. 

El príncipe se sonroja pero Sanggyun insiste sacudiendo ligeramente los palillos así que Kenta abre la boca y recibe lo que Sanggyun le da. 

—No tienes que hacerlo. 

—Pero quiero —dice Sanggyun sonriente mientras toma un onigiri que también acerca a Kenta—, anda, come más. 

Y de esa forma Sanggyun hace que Kenta pruebe y coma todo, al príncipe no le toma más de tres bocados adaptarse y ya luego están sumergidos en otra conversación en la que hace pausas sólo para que Sanggyun lo alimente. También intenta hacer lo mismo pero es un poco descuidado y antes de que Sanggyun pueda recibir el bocado a Kenta se le rompe el trozo de tortilla por la presión que hace con los palillos por el nerviosismo y la comida termina en el pasto, se siente frustrado hasta que Sanggyun le toma la mano donde tiene los palillos y hace que entre ambos escojan otro trozo de comida, ambos también lo guían a su boca y cuando Sanggyun traga rompe en risas que sonrojan a Kenta hasta que luego se echa a reír de igual forma. 

—Eres tan dulce, tan Sanggyun —le dice Kenta cuando ya están secos y acostados sobre la manta, cuando se han acabado toda comida.

—Mi nombre ahora es un adjetivo —comenta gracioso el explorador. 

—Sí —responde con seguridad Kenta—, no hay palabras suficiente para definir todo lo que eres, ni palabras suficientes para decir cuanto te quiero, pero te ofrezco un te amo —dice en uno de sus arranques amorosos—, te los ofrezco todos. 

Sanggyun se queda en completo silencio y solo busca la mano de Kenta para dejar caricias. El príncipe se pregunta si dijo mucho, le preocupa un poco pero no se arrepiente, tendría que se un tonto para arrepentirse de decirle cosas lindas a una persona tan linda y pura como Sanggyun. 

—A veces no sé como responder a lo que dices, siento que no lo merezco. 

Esas palabras hacen que Kenta salte de su sitio y se acerque a Sanggyun, no lo planea pero termina arriba de él y lo toma por él rostro aplastando sus mejillas y su boca, haciendo que la cara de Sanggyun sea chistosa e impidiéndole el habla. 

—No digas eso otra vez —balbucea rápido y fuerte—. Lo mereces, lo mereces, lo mereces y te amo, te amo, te amo, ahora di que lo mereces. 

Sanggyun se señala el rostro, haciendo que Kenta note que no puede hablar nada por la forma en que lo tiene. 

—Solo asiente —le dice pero ni siquiera espera a que Sanggyun lo haga porque él mismo lo mueve—. Tú eres el mejor, nadie es como tú, eres bueno y te amo, eres especial y todo lo que haces es especial, la forma en que hablas, tus palabras son un soplo ligero del viento y la forma en que haces las cosas, todo se vuelve especial y agradable, te amo. 

El agarre de Kenta se mueve de la cara de Sanggyun a sus hombros y el chico no dice de inmediato nada porque está conmovido por lo que le dice Kenta, porque no sabe como responder, porque Kenta es muy Kenta y eso le parece bien. 

El rostro de Kenta se acerca al suyo, de una forma casi intimidante y ya no puede ni buscar palabras. En cuanto a Kenta, él solo está muy metido en el momento y solo piensa en una cosa y es en que ama a Sanggyun y que él merece saberlo y merece que lo amé y ya está, lo merece mucho. 

—Oye bonito, ¿viste justo dónde estás sentado? —atina a preguntar Sanggyun y el rostro de Kenta se vuelve un poema. 

No me podía sentar ni un poco más abajo ni un poco más cerca de su ombligo, soy un idiota, se grita mentalmente mientras entra en pánico y busca que hacer y cómo dejar de pensar en donde tiene su trasero. No sabe que hacer y a sus impulsos y a su mente les apetece apretar el rostro de Sanggyun otra vez, dejar un beso en sus labios y salir corriendo a donde está su ropa. 

Se pone los pantalones y antes de que pueda recoger su camisa Sanggyun lo agarra desde atras y dan una vuelta, que termina dejándolos en el suelo. Kenta se cubre el rostro por instinto, le apena ver a Sanggyun en ese momento. 

—Eres un caso, Kenta —dice entre risas Sanggyun—, gracias por quererme tanto pero tú también eres especial, ¿lo sabes no? 

—Sí —murmura dudoso Kenta, tiene recuerdos sobre el adjetivo especial que no le gustan. 

—Especial de los buenos, de los mejores —dice Sanggyun quien ya se ha levantado para colocarse la ropa al igual que Kenta. 

En príncipe no dice nada y sigue con los ojos tapados hasta que Sanggyun se termina de vestir y le pincha con el dedo por donde están las costillas. 

—Será mejor que te vistas, no falta mucho para que comience a anochecer y no quiero que vayas a pescar un resfriado. 

El príncipe no responde y en cambio toma el dedo de Sanggyun con su mano y lo mira fijamente, cuando Sanggyun le da una sonrisa cálida sabe que todo está bien así que se levanta y busca su camisa mientras Sanggyun se dedica a recoger la manta del césped, Kenta se apresura al colocarse la camisa para ayudar a Sanggyun a recoger todo, no dicen mucho mientras lo hacen pero Sanggyun tararea su canción favorita y el ambiente se siente adorable. 

El cielo se tiñe de rosa para cuando se encaminan de regreso al castillo y por decisión silenciosa toman el camino largo. Sanggyun no le permite llevar nada haciendo comentarios graciosos sobre que es un príncipe y no debe hacer nada que lo pueda lastimar. Para el momento en que el castillo entra en su campo de visión, el cielo ya se ha oscurecido por completo y no se lo esperan pero las luciérnagas aparecen entre los árboles. 

—Que bonita forma de terminar el día —comenta Sanggyun y se acerca a Kenta para pasarle el brazo libre sobre los hombros. 

—Bonito eres tú —dice Kenta y Sanggyun sacude su cabello—, pero sí, el día se puso de nuestro lado para que fuera el mejor aunque extrañé a los pollitos. 

—Pero tú eres como uno —bromea Sanggyun y Kenta lo pellizca —, hey eso dolió. 

Kenta se muerde el labio preocupado y decide solucionarlo besándose la mano y luego pasando esa mano por donde pellizcó a Sanggyun. 

El pelinegro levanta las cejas ante la acción pero cuando ve lo concentrado de Kenta en eso solo sonríe.

—Ya no duele, lo curaste, príncipe.

—Lo sé —responde muy seguro Kenta y se apega más a Sanggyun—. Me gustaría que este día no terminara nunca.  

—Pero así no pueden venir más días como este —dice Sanggyun, siendo la voz de la razón. 

Lo poco que les queda de camino Kenta se la pasa pensando en eso que dijo Sanggyun y antes de que los guardias vengan a abrir las puertas para ellos y el mundo deje solo de ser de dos Kenta abraza a Sanggyun.

—¿Y serán nuestros días felices?

—Lo serán, sólo de los dos.  









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