Parte única
Y entonces las luces delanteras se apagaron. La imagen perfecta del caos urbano. El shock, el miedo ajeno le daba un ambiente perfecto, y un stéreo casi hecho pedazos pero todavía tocando le daba un plus.
Todos corriendo de aquí para allá, unos sin saber qué hacer, otros acercándose con intensiones mórbidas, ¿y quién no? Era una desastrosa pero, sin duda, maravillosa escultura nocturna.
Chaeyoung transitaba entre medio de los cuerpos cálidos pero asustados que ponían en práctica su lado más humanitario. Ella cruzó la calle principal sin problemas y siguió su rumbo, sin mirar atrás, hacia el metro. Quince, veinte minutos, no importaba el tiempo, llegaría.
Con el metro abandonando la estación a sus espaldas, el trayecto a su destino se redujo a una tímida distancia que la invitaba a avanzar.
"Club de baile ochentero" pensó siempre que debió llamarse el local, o al menos el segundo piso. Un error del propietario que seguro no lamentaría nunca, sus altos ingresos lo constataba.
Las escaleras tenían pinta de ser la mejor opción hoy, no sabía por qué, ni tampoco lo pensó, pero las subió. Puertas giratorias, alfombras de un rojo vino y unas velas terminaron de guiarla a la segunda planta, a la nostálgica música de una época en la que siempre lamentó no haber nacido. Pero era contagiosa sin lugar a dudas. Si querías pasar una buena noche, te lo estabas perdiendo.
Otra noche de clásicos imperdible para gente con buen oído y ritmo en la sangre. Así lo había sentido la joven de ojos felinos hace ocho años, la primera vez que había pisado el club, sí, bastante tiempo ya, pero la experiencia era la misma.
Fue entonces que la vió.
Chaeyoung no se preguntó que hacía ahí. Era una pregunta más que tonta viéndola bailar entre el montón de personas allí presentes. Lo que sí llamó su atención fue su inmutable y jovial belleza de semidiosa, era como si los años no hubieran pasado para la chica de cabellera negra.
No podía desconectar su mirada de ella y en el fondo de su corazón sabía que estaba mal aunque también desconociera el motivo. Continuó admirándola desde lejos y se preguntó si reiría así siempre, si aquel sitio seguiría teniendo el mismo valor para la ella, si era feliz con alguien más. Pero, sobretodo, se preguntó si ya se había deshecho del vestido que usó esa noche tan especial.
No parecía ser consciente de que Mina, su punto de atención, la había visto ya y que ahora una lágrima descendía por su mejilla.
Su hermosa amada lloraba por ella y aun así se veía preciosa. Ahora sentía que podía ser una desgraciada, una completa bastarda sin vergüenza y enamorarse una vez más de su chica. Por unos segundos la pelicula de su vida se reprodujo delante de sus ojos y se vió a sí misma con el gran amor de su vida. Ambas se enamoraban repetidamente, se casaban y tenían veinte niños, entonces bailaban incansablemente toda la noche sobre una nube de sueños.
"Qué descarada", pensó de sí misma. Y lo esperó, esperó a que Mina le diera una bofetada, que fuera hacia ella y le reclamara por qué la había engañado cinco años atrás. Luego huiría. Esperó y cuando Mina caminó en su dirección, ésta solo pasó de largo.
Indiferente de la chica pálida a su derecha, Mina pidió un tequila en la barra y se lo bebió de un trago. No fue suficiente, dos sí, dos tragos quemaron su garganta, su cerebro y encendieron su cuerpo al máximo. Una oleada de electricidad activó su cuerpo y lo puso en función.
Casi corriendo y algo descuidada regresó a la pista de baile. Sentía el fuego correr por sus venas y le gustaba, necesitaba bailar con frenesí para ahogar esa dolorosa llama en su corazón. ¿Dolor? No, no era esa la palabra, su cuerpo solo pedía a gritos desgastar esa adrenalina que la estaba volviendo loca.
Chaeyoung se cuestionó por qué seguía ahí, por qué no se iba, huía, que era lo que mejor sabía hacer. Pero justo en ese momento lo sintió. La electricidad de Mina había creado un "campo electromagnético" y ahora la llamaba, no literalmente pero sí se sintió increíblentemente atraída a ella. La electricidad de su amada se había apoderado de ella y la había convertido en un metal que luchaba por resistirse al imán que danzaba atrayéndola.
No, Mina no bailaba sola, todos querían ser su pareja de baile y ella los usaba hasta demostrarles que no estaban a su nivel. Performaba como nadie, pero ahora no se hallaba en su estudio de baile sino en un cuarto iluminado nada más que por velas y acaparando la atención de toda la gente a su alrededor. Uno por uno pasaban frente a ella, algunos ofrecían caballerosamente sus manos a modo de invitación y otros solo se colaban para conseguir su atención.
Pero así como llegaban Mina los despedía. Nadie podía llevarle el ritmo correctamente y eso la frustró. Bueno, pensó que nadie hasta que alguien tomó su mano y se puso a bailar a la par suyo: Chaeyoung.
Con estilo y gracia innata movían sus cuerpos simétricamente mientras de fondo sonaba 'every little step' de Bobby Brown. Durante sesenta segundos fueron solo dos almas disfrutando de compañía mutua, dos luces convergiendo bajo una bola de boliche en una fiesta en el cielo. Sesenta segundos de un deja vú eterno y solo uno consiguiente bastó para que Mina bajara de nuevo a la Tierra.
Deteniendo lentamente sus movimientos miró inexpresiva a Chaeyoung como si no le importara en lo absoluto.
—¿Por qué volviste?
Tres palabras y las mismas que Chaeyoung se estuvo repitiendo incesantemente los últimos siete días en medio de sus fantasiosas tardes de relajo y divina ociosidad.
Se rejocijó por dentro también. No creyó que volvería a escuchar su melodiosa voz.
—Nunca me fui.
Mina no comprendió y alzó una ceja en respuesta.
—Lo que quise decir fue que, aunque físicamente me haya ido, mi corazón siempre permaneció aquí. Siempre estuve aquí.
—Busan debe ser muy aburrido.
—No realmente. La aburrida soy yo.
—Aun así...
—¿Puedo invitarte un trago? Tengo mucha sed.
Y Mina también, aunque se esmerase en negarlo para mantener su orgullo, la verdad es que se estaba muriendo por beber algo frío que ayudara a calmar sus peligrosos impulsos. No bebería por Chaeyoung de todos modos.
—Aún mantienes el ritmo.
—Soy coreógrafa profesional.
—Lo sé. Solo quise romper el hielo.
—No tienes que hacerlo, este trago no durará mucho.
—También lo sé, por eso provecharé cada segundo —Y sonrió, enseñando el hoyuelo que en un tiempo lejano le era irresistible a cierta persona—. Entonces... ¿Sigues viniendo aquí con frecuencia?
—No. Solo cuando quiero pasar el rato —Mina ni siquiera la miró cuando le respondió, prefirió fingir que no era Chaeyoung con quien hablaba, que se trataba de una voz desconocida y parecida pero hasta ahí. Eso hirió a chica más baja como si leyera sus pensamientos y el hecho de que el sitio que una vez significó el más importante de sus vidas se había convertido en un club que Mina concurría para "pasar el rato" le dolió el triple.
Con ojos dolientes y curvando sus descascarados labios en una tenue sonrisa la contempló dándole un sorbo a su cóctel. La miraba y no daba crédito de cuánta belleza podía caber en una persona, era irreal deslumbrarse una vez más con tal beldad. Porque sí, alguien como Mina había nacido para deslumbrar a todo ser que posara su mirada en ella. Así fue como conquistó a Chaeyoung.
—¿Aún lo recuerdas? La noche que nos conocimos.
—Tengo muchas cosas que recordar.
Chaeyoung no quiso sentirlo como un golpe. Sabía que no tenía ningún derecho a esperar a que Mina guardara aquel día entre sus dorados recuerdos, aunque para ella se mantuvieran tan vívidos como los colores de la primavera.
—Fue una noche de marzo, diez de marzo. Recuerdo que mis hermana me sacó casi en pijama de casa y me llevó con ella y sus amigas a celebrar su cumpleaños. No sé como terminamos aquí pero... Terminé hechizada con la música.
Igual que en una película, la escena retrospectiva de aquella parte de sus vidas barrió todo a su paso y se reprodujo en piezas como un rompecabezas.
Otra vez, aunque le atravesara el pecho como una daga, no pretendía que Mina lo recordara pero al menos iba a exhibir esas piezas de su corazón una última vez.
—Yo no sabía bailar, era un desastre, y mi atuendo no ayudaba. No me sentía cómoda y quería irme. Pero entonces... te vi. Como una niña tú... Tú bailabas tan alegremente. Antes de esa noche nunca había visto a alguien moverse con tanta confianza y seguridad de sí misma. Y yo... me sentí inmediatamente atraída hacia ti, deseé ser yo tu compañera de baile. Cinco minutos después ya me encontraba bailando contigo. Me transmitiste esa confianza y seguridad y aprendí a bailar pero, sobretodo, a disfrutarlo.
Mina odiaba el creciente dolor en su pecho, buscaba y no hallaba explicación lógica para sentir culpa alguna, al fin y al cabo no fue ella quien había arruinado todo. ¿A dónde quería llegar Chaeyoung?
—Bailamos por horas y con cada minuto transcurrido más me ibas envolviendo, más me ibas gustando, más me iba sintiendo parte de ti. Recuerdo que te lo hice saber y tú dijiste que te sentías igual. A las tres de la mañana llamé a un taxi y me ofrecí a acompañarte a tu casa.
"Ya no sigas", suplicó mentalmente la chica de mechones negros.
—En la puerta no quisiste que me marchara y me besaste, nos besamos, y en ese momento supe que eras tú la indicada, mi estrella, mi guía, el faro de mi vida.
—Chae...
—Fue la mejor noche de mi vida —La interrumpió, causando todo tipo de revuelo dentro de la joven coreógrafa—. Sé que estábamos bebidas pero es imposible para mí olvidarlo. Nuestros besos, tu suave y embriagante piel, la calidez de tu cuerpo y tus manos acariciando mi cabello al despertar.
Mina quedó sin palabras, no tanto por la confesión sino por la rareza desconocida que le sonreía con sufrido alivio. No la había observado con detenimiento mientras bailaban y ahora quiso llorar, pues no era ella, no era Chaeyoung, no era la chica fuerte y vivaz que con una sonrisa solía iluminar todo su mundo y liberaba mariposas en su vientre.
Ahora la oscuridad bañaba sus ojeras. Sus labios, esos que solían ser tan atractivos, ahora estaban grises y resecos como los de un soldado herido. Su maltratado y descolorido cabello le cargaban años encima que le pesaría a cualquiera que la viera. Lejos había quedado la imagen de una saludable Chaeyoung.
—¿La mejor noche de tu vida? Es muy temprano para decir eso. Aún te faltan muchas personas por conocer.
—Lo mismo dijiste aquella vez en la playa cuando te declaré mi amor y dije que eras la persona más hermosa en la faz de la Tierra. Luego mencionaste algo de la semaforización... Creo que podías medir la actividad de las personas...
—No. Se mide los impulsos nerviosos. Al igual que un termómetro que mide la temperatura de un cuerpo para determinar que tiene fiebre a los 36°, el semáforo puede medir el grado de impulsos no solo de un cuerpo sino de la mente. Así, como los colores rojo, amarillo y verde nos indican avanzar, esperar y detenernos, podemos usar esas mismas señales para darle una interpretación de control a nuestros sentidos e impulsos. Con el rojo mantienes la calma y el control de tu vida. Ser paciente y sobretodo feliz con uno mismo es la mejor opción. Con el amarillo tienes que pensar mejor las cosas, más lentamente y con la mente abierta a todas las soluciones posibles porque estás tan inseguro que necesitas comprensión y tiempo a tu favor. Y con el verde te tuerces. Tu mente está tan cerrada que la única salida es abstraerte de todo, del resto, de ti, del mundo. El verde es el paso al final. Vaya, hace mucho que no lo explicaba.
—Y me impresiona como la primera vez que me lo contaste. Mina.
—¿Hace cuánto volviste a Seúl?
—Hace una semana. Conseguí un pequeño departamento y me instalé temporalmente allí.
—¿Tu familia lo sabe?
—No, así que estaré agradecida si no se lo dices a mi hermana. Luego de renunciar a mi trabajo se la ha pasado diciendo que me veo muy solitaria y deprimida.
Y su hermana no estaba lejos de la realidad, al contrario, con sus comentarios se aproximaba a la realidad de Chaeyoung como nadie más. Pero, al igual que otras personas, solo vió el principio de su detrimento. No sabía que había vendido su departamento en Busan antes de regresar a la capital, nadie estaba al tanto de lo constantemente sola que sentía desde hace años, que no tenía verdaderos amigos, que no disfrutaba de hacer absolutamente nada, que sus días se volvían cada vez más grises, que después de renunciar a su empleo lo único que hacía era ir a la playa a esperar el ocaso.
Mucho menos sabían que actualmente todo había empeorado en la vida de Chaeyoung. Que la única compañía que tenía eran los ratones que caminaban y mordisqueaban las paredes de su vacío y sucio departamento a cualquier hora del día, a nadie le importaba cómo se sentía por dentro.
—Cualquiera pensaría eso.
—Disculpa mi mal aspecto.
—No te disculpes, no es de mi incumbencia.
Seguía actuando indiferente pero ni Mina creía del todo sus propias palabras. Ver a esta Chaeyoung le producía sentimientos pero ninguno que deseara sentir en su corazón, sino lástima, extrañeza, tristeza y un profundo dolor.
La observaba más en detalle y la sensación de querer aferrarla a ella se volvía una necesidad. Pero no, no quería hacerla sentir miserable como Chaeyoung lo había hecho con ella hace años.
—Probablemente tampoco lo recuerdes, pero una vez me hiciste prometer que si volvía a ver a mi ex novia no debía darle importancia, que ahora te tenía a ti y que debía sonreír con la frente en alto. Que tú y yo...
—Tienes razón, tampoco lo recuerdo.
—Entiendo. Yo solo... quería que supieras que hace un tiempo la vi después de mucho tiempo y... y que sonreí como tú dijiste. Sonreí pero no volteó... Ella se veía tan feliz con su esposo y su bebé.
Mina frunció el ceño, no entendía a dónde quería llegar Chaeyoung rememorándole descaradamente el pasado.
—¿Quieres que te diga qué recuerdo yo? —Soltó con reproche, bebiendo de un trago lo que quedaba de su cóctel— Recuerdo las veces que dijiste que me amabas, las promesas de que viviríamos juntas, que nos casaríamos en la playa, que formaríamos una familia y que seríamos muy felices. Te revelé mis mayores temores y sueños, confié en ti como nunca lo había hecho con nadie. Y tú...
—Mina...
—Me hiciste creer que te quedarías pero te fuiste.
Fue Chaeyoung quien calló esta vez. Estaba en lo cierto, cada palabra que Mina había usado para recriminarle era pura verdad. Quería llorar pero no tenía fuerzas.
—Siempre pienso en ello. Fue el mayor error que cometí en toda mi vida.
—Te vi en dos eventos hace tres años y en uno hace un año y medio. Cuando me veías salías huyendo. Creí que también hoy lo harías.
—También yo lo creí. No sé por qué siempre huyo.
Mina esperó que saliera algo más de su boca, que se disculpara por todo el daño que le había hecho, por sus falsas ilusiones, que se arrodillara y rogara su perdón, pero nada de eso sucedió. Su orgullo se había adueñado nuevamente de ella y ahora estaba convencida de que Chaeyoung no sentía ni una pizca de arrepentimiento.
Decepcionada llevó unos mechones detrás de su oreja y tomó su bolso, lista para irse.
—Espera por favor.
—No te engañes, no te importa si me voy.
—¿Quieres bailar?
—¿Qué?
—Esta mañana me levanté y lo primero que vino a mi mente fue este lugar, lo muy especial que sigue siendo para mí y quise venir. Miré el reloj todo el día y cuando marcó las seis sentí que no podría. Desconozco el tiempo que me llevó abrir la puerta y salir a la calle. Fue tan difícil que realmente sentí que no lo lograría. ¿Lo he logrado? ¿Estoy aquí? ¿Llegué a tiempo?
—Chaeyoung, estoy en una relación. No vino hoy pero estamos conviviendo.
—También lo sé. Las vi en las ocasiones que mencionaste.
—¿Qué más sabes?
—Sé que he llegado tarde y que te mereces a alguien mejor que yo.
Mina arrugó su entrecejo. La fuerte opresión en el pecho no la dejaba respirar correctamente y sus ojos llorosos la delataron. Se sentía fatal pero sabía que Chaeyoung se hallaba peor y eso la hacía enfadarse consigo misma. ¿Ella era la responsable de su malestar?
—¿Alguna vez me amaste?
—Eso mismo le pregunté a ella cuando me dejó y se fue con otro.
—Yo te lo estoy preguntando a ti.
—Pero nunca tuve una respuesta.
—Adiós, Chaeyoung.
Soltando un resoplido de decepción, Mina iba a marcharse pero, una vez más, fue tomada sorpresivamente de la mano y llevada hasta el centro de la pista de baile. Le exigió a Chaeyoung que la soltara pero ésta última se hallaba inmersa en su propio mundo, uno donde Mina volvía a ser su compañera de baile y disfrutaban de lo que más les apasionaba hacer: bailar.
La más alta estaba roja de la rabia hasta que consiguió soltarse, aunque no irse. No pudo hacerlo. Se mantuvo ahí de pie mientras las lágrimas iban cayendo por sus mejillas, en la espera de que Chaeyoung volviera en sí. Pero cuanto más la miraba sentía que su estado empeoraba, que con cada minuto perdía parte de su lucidez. No lo había detectado antes y la culpa la invadió por completo.
—¿Por qué me engañaste?, ¿por qué luego te fuiste? —Soltó entre sollozos.
Chaeyoung detuvo sus movimientos.
—¿Por qué me rompiste el corazón?
—Porque te amaba.
Mina se abstuvo de abofetearla. En su lugar, se limitó a limpiarse las lágrimas.
—Cuando descubrí que mi, en aquel entonces, novia me era infiel la aborrecí con toda mi alma. Pero cuando se fue me aborrecí más a mí por no poder lograr que se quedara conmigo, la había incluido en todos mi planes a futuro que... cuando se fue fue como empezar de cero. Todo lo que había construido se había deshecho de un soplido. Cuando se fue no solo empacó sus cosas sino la mitad de mi vida.
—Chaeyoung...
—Meses después te conocí y... y me enamoré perdidamente de ti. Me preguntaste si alguna vez te amé y la verdad es que cada día de mi vida te he amado. Te amo más que a mi misma y por eso tuve que dejarte ir. Yo... creí que podría ser feliz pero siempre pensaba en ti y en la posibilidad de hacerte infeliz con mis miedos. Me sentí tan incapaz, insuficiente, sentí que mi corazón ya no servía para amar a nadie y lo privé de hacerlo antes de que te lastimara. Antes de romperte el corazón en un futuro preferí hacerlo cuando todavía estaba a tiempo, así podrías encontrar a alguien mejor. Por eso me embriagué cuando me viste con esa desconocida, de otra forma no habría podido engañarte. No hubiera soportado verte llorar y por eso tomé el primer vuelo a Busan.
—Basta.
—Huí, igual que en las posteriores ocasiones en que nos encontramos por casualidad. Mina, no llores.
Chaeyoung usó sus pulgares y quitó las calientes lágrimas que inundaban los ojos de su amada. Incluso después de casi una década la hacía llorar, era una miserable.
—¿Así llorabas cada vez que huía? —Preguntó acunando el bello y perfecto rostro de Mina entre sus esqueléticas manos.
—¿Y tú? ¿Llorabas cuando me veías con ella? ¿Te hice pasar un infierno?
—No, porque sé que mereces ser inmensamente feliz.
—Solo he sido inmensamente feliz con una persona. Contigo.
—Igual yo contigo —Acarició su mejilla con suavidad—. Cada momento que viví contigo es un tesoro invaluable. Me esfuerzo a diario para mantener la cordura solo porque no quiero extraviar esos tesoros. Si lo hiciera qué sería de mí.
—Chaeyoung —Detuvo las agradables y ansiadas caricias y posó sus cálidas manos sobre las de la contraria— , dime qué está pasando. Tú... te ves tan mal... Estás tan delgada y pálida. Solo dime y te ayudaré.
—Lo siento.
—¿Cuándo comiste por última vez? —Se alarmó.
—Estoy bien.
—Tus ojos... ¿Cuándo dormiste por última vez?
—Solo necesitaba estar contigo así que ahora soy feliz.
—Perdóname, Chaeyoung —Mina no lo aguantó más y se lanzó a sus brazos como lo estuvo deseando desde hace años—. Todos estos años fue más fácil odiarte y hacer de cuenta que no te amaba en lugar de ir a buscarte y averiguar la verdad. He sido tan orgullosa que ni siquiera sospeché por lo que estabas pasando, que tu corazón no se había recuperado del todo. Dudé y me convencí de que eras lo peor como si no te hubiera conocido lo suficiente para saber que serías incapaz de lastimarme.
—Te hice sufrir.
—Tú también sufriste, sigues sufriendo hasta el día de hoy.
—Mina... Oh, esa canción. Es la misma que bailamos cuando nos conocimos. ¿La bailarías conmigo otra vez?
Chaeyoung estaba lista para un no pero fue Mina quien la tomó de ambas manos y llevó el paso al son de la música. Con movimientos espontáneos, al igual que la primera vez, aunque más moderados, se dejaron llevar por la canción de vuelta al pasado. Sin darse cuenta ya estaban girando sin soltarse las manos, se sonrieron y en un destello de luz fue como si hubiesen regresado a esa noche.
Los ojos de Mina ya no estaban rojos e hinchados a causa del llanto, ahora volvían a tener ese brillo tan especial, tan único y resplandeciente. Sus mejillas se colorearon de un rosáceo tan nítido, mezclándose con el candor de su piel de manera tan pura e inocente que Chaeyoung se lleno de todo tipo de sensaciones.
—Mi hermosa Mina.
Sí, era suya, la misma que casi se desmorona al reencontrarse con la joven Chaeyoung de aquella noche, la chica radiante llena de ritmo y vitalidad que bailó con ella hasta la madrugada, quien la acompañó a casa y a quien besó con descontrolada pasión, quien había dormido a su lado luego de hacer el amor. Su sonrisa había recuperado la inocencia y dulzura de una infanta, rasgos que solían caracterizarla junto al hoyuelo que siempre terminaba guiándola a sus gruesos y apetecibles labios.
Palpó sus mejillas con las yemas de sus dedos e inmediatamente su sentido del tacto se agudizó. Era real, esta Chaeyoung que le sonreía dulcemente y la aferraba a su cuerpo con delicadeza ya no existía solo en sus sueños y felices recuerdos sino que ahora la estaba tocando, percibiendo tanto física como espiritualmente.
—Mi inocente Chaeyoung. Te extrañé demasiado.
—Y yo a ti.
—¿Porqué no me buscaste?
—Siempre fuiste muy inteligente, no creí que me amaras dos veces.
—No solo dos, te amé y te amaré hasta que deje de respirar. Incluso después, te seguiré amando. Chaeyoung, te mentí cuando dije que no recordaba nada de esa noche, lo llevo grabado en mi corazón, en mis estrañas, aún conservo el vestido y los zapatos que usé esa maravillosa noche. Cada momento vivido a tu lado forma parte de mí. Y sé que has estado tratándote mal pero se acabó. Voy a cuidarte a partir de ahora, todavía podemos ser felices juntas.
—Me hace muy feliz que pienses eso.
La más baja sonrió con tanta templanza y enseñando una vez más ese adorable hoyuelo que enloquecía a Mina que ésta última terminó impregnándose en los labios de la contraria sin un mínimo de contención, a ese fuego que la hacía perder la cabeza y que encendía al máximo sus sentidos más líbidos.
El añorado beso fue bajando de intensidad con el pasar de los minutos, Chaeyoung se había entregado con igual fervor a su amada y sabía que necesitaban respirar un momento, por lo que decidió reducir la pasión de sus labios a castos besos llenos de amor.
—Vayamos a mi antiguo departamento.
Chaeyoung asintió.
—Quédate conmigo Chaeyoung.
—Llévame contigo y me quedaré. Quiero quedarme.
La sonrisa que obtuvo como respuesta le expresó todo lo que siempre necesitó saber. Se miró a través de los ojos de su amada y por primera vez después de mucho tiempo, después de aquel tormentoso día en el que empacó y huyó del demonio de haberle fallado al gran amor de su vida, después de hacer regresar al fantasma de su relación con Mina, por primera vez se sintió en completa paz.
—Chae...
Un grito impidió que la joven de cabellera negra terminara de hablar. La pareja giró en dirección a la puerta y por alguna razón desconocida las personas fueron amontonádose allí.
—Iré a ver qué pasa. Espérame aquí, ¿sí? —habló con dulzura.
—Siempre voy a esperarte —Afirmó Chaeyoung cuando Mina ya estaba a un metro de distancia de ella. Mina la miró confundida—. Siempre. Por eso sé muy feliz. Te amo Myoui Mina.
—Y yo te amo a ti Chaeyoung. Enseguida regreso.
La chica de ojos brillosos le expresó con su mirada un ruego de que permaneciera allí, que no se fuera aún, no sin ella. Se apresuró en ir a averiguar lo que sucedía, abriéndose paso entre el grupo de personas amontonado, hasta que vió en la puerta a dos chicos visiblemente agotados y con la respiración agitada.
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó alguien que al igual que Mina recién se acercaba.
—¿Qué no se enteraron? —Uno de los chicos contestó— Hubo un choque múltiple a metros de la estación de Gangnam. Hay ambulancias por doquier.
—Yo-yo lo vi todo —habló el otro muchacho—. Estaba esperando a alguien del otro lado de la calle y-y entonces el semáforo se puso en verde y una chica apareció de la nada. Se paró frente al semáforo y se disparó en la cabeza. Todos los autos que venían en fila chocaron después.
Todos se asustaron ante la noticia y se dispersaron atemorizados, incluyendo a Mina. Una oleada de temblores la recorrió de pies a cabeza y entonces no pensó dos veces en volver con Chaeyoung.
Tal y como se lo había dicho, regresó por ella al centro de la pista de baile pero no la halló. No estaba, no esperó como se lo dijo, se había ido y Mina sintió la desesperación dentro de ella. Miró rápidamente a su alrededor en busca de su amada Chaeyoung pero no la vió por ninguna parte. Pensó en una puerta trasera y en que no podía estar lejos. Pero entonces vió una sombra en el suelo. Giró de inmediato y al no encontrar a nadie detrás de sí su cuerpo de paralizó.
Porque la sombra seguía allí.
Una escalofriante sensación recorrió todo su cuerpo y el palpitar de su corazón se aceleró, cerró sus ojos con fuerza y pavor mientras ataba todos los cabos en su cabeza. Fue entonces que lo comprendió todo.
Al subir levemente sus párpados, percibió al espectro inerte y solitario que se iba alejando de ella. Vió cómo se marchaba hacia el fondo del cuarto hasta desvanecerse con la luz de las velas.
—Chaeyoung...
Espero que les haya gustado. Se me ocurrió este OS escuchando la canción the The Weeknd, la cual por cierto es muy adictiva.
Gracias por leer.
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