CAPITULO 4
CAPITULO 4
FECHA: 5 de noviembre 2038
HORA: 20:29:08
— ¿Quién tuvo la idea de traerme a esta fiesta?
Bufó Alexandra observando su copa de vino casi vacía.
—Carl sugirió traerte —habló Markus con voz tranquila—. Dijo que sería buena idea que te despejaras un rato de todo el trabajo que has tenido estos últimos días.
—Pero Markus fue el que insistió más en que vinieras con nosotros.
La castaña se les quedo viendo por unos momentos. Era más que claro que ambos se habían puesto de acuerdo para traerla, aunque si, si le estaba sirviendo como distracción del problema que tenía con su jefa, al menos había pensado que la fiesta sería más emocionante, pero resultó ser que solo había gente tratando de averiguar el valor de cada una.
—Pues la regaron —soltó para después darle un ultimo trago a su copa—. Si me disculpan, iré por mas vino. Tal vez, así me divierta más.
— ¿Cree que no debimos traerla, Carl? No parece muy feliz de estar aquí —observó como la castaña se acercaba a un mesero a lo lejos.
—No te preocupes, Markus. Tal vez no lo veas, pero en verdad le gusto salir un rato. Es bueno tomar aire de vez en cuando.
El moreno miró por unos momentos al mayor, tratando de analizar bien sus palabras. Aun se le dificultaba un poco entender con exactitud las actitudes de la castaña, pese a que ya llevaban años de que el llego a la mansión, algunas actitudes de ella hacían que su programa no encontrara ninguna solución. Hubo en ocasiones en las que le dijo a Carl sobre este pequeño fallo, pero el mayor simplemente le sonrió de vuelta y le dijo que todo estaba bien. Por alguna extraña razón, Alexandra Meyer le causaba fallas en su programa que no podía arreglar.
—Vaya, vaya. Veo que al fin encontró su diversión en esta aburrida fiesta —soltó Carl divertido.
Markus volteó hacía la dirección en la que miraba el mayor y se encontró con una escena nueva para él. Alexandra se encontraba charlando con un hombre, parecían tener una agradable conversación por la sonrisa que estaba mostrando la castaña y las repentinas risas que soltaba.
Nombre: Morgan, Drake
Nacido el 27/05/2013 // Escultor y Pintor
Antecedentes penales: ninguno.
—Es Morgan Drake —comenzó a contar—. Es uno de sus admiradores.
—Pues parece que ahora está admirando otra cosa ¿no era acaso ese joven que decían que era popular entre las jóvenes de ahora?
—Es el —confirmó—. Pero no creo que sea un hombre que se adapte a los gustos de Alexandra.
Carl volteó a verlo divertido con una ceja alzada.
—Los opuestos se atraen, Markus. Puede que ese muchacho o algún otro que tampoco encaje en sus gustos, puede llegarle a gustarle. Los sentimientos humanos son bastante complicados, mucho más de lo crees.
Aquellas palabras hicieron que Markus guardara silencio, observando aún la conversación de la castaña. Alexandra tenía que admitir que el hombre era bastante atractivo y simpático, al fin había alguien en esta fiesta que no pensaba en el dinero.
— ¿Qué se siente ser un agente?
—Como una patada en el trasero —bufó con una sonrisa—. Pero tiene su lado bueno, aunque no lo creas.
El hombre rio ante el comentario.
—Te entiendo. También pienso eso a veces cuando voy a esculpir o a pintar -—tomo un trago de su copa—. Pero al final, es algo que nos gusta y aceptamos.
La castaña asintió ante el comentario. Aunque era lindo hablar con Morgan, había alguna razón, algo dentro de ella que la hacía sentirse aburrida, sabía que el hombre era atractivo y había escuchado que las mujeres se volvían locas por el cada vez que lo veían, pero a ella solo le parecía un atractivo sin gracia.
—Bueno, fue lindo hablar contigo -coloco su bebida sobre la mesa—. Pero me están esperando en mi mesa, así que...
—Tranquila, está bien. Fue lindo charlar contigo.
—Hasta la próxima, Morgan.
Justo cuando estaba a punto de alejarse fue detenida por él.
—Espera, tienes algo aquí —señalo arriba de su cabeza.
—¿En serio? —con sus manos trato de quitárselo disimuladamente—. ¿Ya está?
Morgan sonrió ante las acciones de la castaña así que se acercó más a ella.
—Déjame ayudarte.
—No es necesario.
Ambos voltearon hacia atrás ante la repentina voz.
— ¿Markus? —preguntó confundida ante la llegada del moreno.
— ¿Es tu androide?
Alexandra asintió aun confundida, no era propio de Markus interrumpir entre una conversación.
—Alexandra, Carl me mando para notificarle que es la hora de irnos.
La castaña volteo hacía Morgan.
—Tengo que irme, fue un placer conocerte.
—Digo lo mismo.
Justo cuando Alexandra estaba a punto de caminar hacía Markus, este se dio la vuelta y emprendió su camino con la castaña detrás tratando de seguirle el paso. Cuando por fin logro alcanzarlo se dedicó solamente a verlo de reojo extrañada, aun mantenía su rostro neutral como de costumbre, pero lo que más le llamo su atención fue su led que usualmente era azul, ahora mismo se encontraba de color amarillo, pero por un momento pudo jurar que lo había visto de color rojo.
—Y yo que creía que esto se iba a poner más interesante.
— ¿De qué hablas? —preguntó tomando su abrigo.
—Nada, nada. Es hora irnos a casa.
Markus ayudo a Carl con su silla para salir del salón. La joven Meyer los siguió por detrás, mirando con curiosidad una última vez al moreno que aun mantenía su led en amarillo y que no le había dirigido la palabra en todo el camino. Estaba claro que algo ocurría y parecía que Carl lo sabía perfectamente. ¿Se había perdido de algo?
— ♤ —
21:42:05
—Lo único bueno de hoy fue la lluvia —dijo la castaña con una sonrisa dejando su abrigo en el perchero de la entrada.
Cada vez que llovía, esos eran los mejores días para Alexandra. Ya que le traía una calma al ver como las gotas caían por la ventana mientras tomaba un buen café o chocolate caliente, cada vez que eso pasaba le fascinaba poner una película y verla hasta tarde, la mayoría de las veces, por no decir siempre, Markus se quedaba con ella y le hacía compañía cuando acaba sus deberes. Desde entonces se habían vuelto sus momentos favoritos desde que llego el androide.
—Esa fue la fiesta más aburrida en los últimos 25 años —se quejó frunciendo el ceño—. Cada vez que voy a una, me pregunto a mí mismo: ¿Qué diablos hago aquí?
—Vamos, no te quejes. Es algo bueno que ambos saliéramos un poco de nuestras cuevas, porque si no a este paso nos convertiremos en vampiros —dijo con burla mientras le quitaba el abrigo a Markus de sus manos para colgarlo al lado del suyo—. ¿verdad, Markus?
—Exacto, también es una oportunidad que tiene de ver a quienes admiran su trabajo —apoyó agarrando el abrigo de Carl para colgarlo.
—A nadie le importa el arte —resoplo.
—No digas eso, también había gente que de verdad estaban ahí por tu trabajo —trató de consolar la castaña.
—Lo dice la jovencita que si se divirtió, aunque sea un poco en esta fiesta.
—Solo platique un poco con él, no exageres. No era mi tipo.
Los tres se adentraron hacia la sala principal.
—Tomemos un trago. Tanto alboroto me ha provocado mucha sed.
— ¿Whisky solo como siempre?
—No deberías tomar tanto, te recuerdo lo que te dijo el doctor —le recordó Alexandra dejándose caer en el sofá.
—Soy un anciano, si la edad no me mata que lo haga el alcohol. Lo que pase primero —soltó sin más.
—Pero ya sabe lo que opinaría el doctor —dijo mientras comenzaba a servir la bebida.
— ¡Pues que me bese el culo! —Alexandra rio ante el comentario del mayor—. Tengo la edad suficiente para elegir mi medicamento.
— Y yo también tengo la edad suficiente como para ya dejar de pedirle permiso para salir.
— Lo dice la que corría asustada cada vez que veía a Chucky.
La joven Meyer fingió rascarse su ceja, pero con el dedo del medio en dirección al mayor, haciendo que este soltará una risa. Markus sin querer también rio ante el gesto de Alexandra. A la castaña le fascinaba estos momentos divertidos que compartían los 3, sin problemas ni quejas, siendo solamente ellos tres. Se sentía en verdad que tenía una familia y no podía evitar llenarse de una gran nostalgia. Pero las risas duraron poco hasta que algo captó la atención de Alexandra.
-—¿Olvidamos apagar la luz del estudio?
Los dos hombres voltearon hacía la puerta donde en efecto, las luces se encontraban encendidas extrañando a los presentes.
—No, estoy seguro que las apague —hablo rápidamente dejando el vaso sobre la mesa.
Alexandra se levantó en silencio del sofá colocándose en medio de ambos. Sin duda alguien había entrado a la casa.
—Llama a la policía —ordenó.
—Habla el androide de Carl Manfred, avenida Lafayette 8941. Al volver a casa vimos las luces encendidas. Tal vez alguien irrumpió.
—Una patrulla va en camino.
—Vayamos a ver.
Alexandra agarro su bolso y de este saco su arma por precaución. Se posicionó frente a los dos.
—Detrás de mí.
Con arma levantaba y con paso silencioso caminó hacía la puerta, jamás había tenido que usar su arma fuera de su trabajo y menos esperaba tener que usarla en la casa, pero si era alguien peligroso y que pusiera la vida de Carl o Markus en peligro, no dudaría en usarla. Cuando la puerta se abrió se sorprendió al ver de quien se trataba.
—Miren quien llego ¡La querida hija adoptiva de mi papá! —exclamó con sarcasmo Leo volteando hacía atrás.
Alexandra bajo su arma al ver de quien se trataba ¿Qué rayos estaba haciendo aquí?
—Que mierda, Leo...
Detrás de ella aparecieron Carl y Markus.
— ¡Y no podía faltar el muñeco de mi papá! —soltó en voz alta.
—Leo ¿Qué crees que haces?
El castaño se quedo en silencio por unos momentos. Era de noche, se introdujo en la casa cuando no había nadie y sin avisar, creo que era algo claro lo que estaba haciendo. Alexandra suspiro cansada frotándose su cien, lo único que le faltaba al hombre era venir a robarle a su propio padre, sin duda alguna lo metería en una celda por al menos 72 horas, tal vez así podría enseñarle una lección de una vez.
—Como no me ayudas tú, me ayudo yo solo —se explico enojado—. Es increíble lo que algunos pagan por esta mierda
— ¡No lo toques! —gritó Carl irritado.
—Igual, todos me pertenecerán tarde o temprano. Tómalo como un adelanto de mi herencia.
Sin paciencia ya, Alexandra se acercó rápidamente al castaño tomándolo por su camisa, ocasionando que este comenzara a forcejear.
— ¡Suéltame, idiota!
—Te he tenido una gran paciencia estos últimos años solo porque eres su único hijo —apretó más su agarre con furia—. Pero has cruzado la línea, imbécil. Te irás ahora mismo por las buenas o por las malas. Tú decides.
— ¡Alexandra, Leo!
— ¿Por qué? ¿Acaso una simple huérfana me echara de la casa de MI padre? La única que sobra aquí, eres tú, no yo. -escupió con rabia, apartando su agarre, haciendo que el arma de esta cayera lejos de ellos-. Solo porque tus padres no te quisieron ¿quieres tomar al mío? Eres alguien que no debió ni siquiera nacer.
Alguien que no debió nacer.
Aquellas palabras dejaron por completo en blanco a la castaña. Por años había tratado de suprimir aquellos pensamientos y sentimientos con respecto a sí misma que ahora escucharlo de alguien más fue como un valde de agua fría. Tenía razón y eso era lo que más le molestaba, una de las pruebas era que ni siquiera aquella persona se había dedicado a mandarle aunque sea un mensaje o darle una visita, lo ultimo que supo de él fue en las noticias y nada más. No se había percatado que sus manos habían comenzando a temblar, tampoco lograba descifrar si era por todo el enojo o por la gran tempestad de emociones dentro de ella. Markus al observar la escena su led se había puesto en amarillo, no le agradaba para nada el cómo Leo había tratado a la castaña con aquellas palabras tan hirientes.
—Markus, aléjalo de ahí ¡Sácalo de aquí! —ordenó Carl exasperado.
No tardo ni dos segundos en acercarse a Leo, no sin antes de verificar primero a Alexandra si se encontraba bien.
—Escuche, ya llamé a la policía. Es mejor que se vaya, antes de que se meta en más problemas.
—Siempre me dices que me vaya —soltó indignado—. ¿Qué pasa, papá? ¿No estoy a la altura? ¿No soy perfecto como esta PUTA COSA O COMO TU QUERIDA HIJA? -exclamó dando pasos amenazantes hacía Markus, pero Alexandra se colocó en medio de ambos evitando que Leo se atreviera a tocarlo.
— ¡No más! ¡Vete ahora mismo! ¡Ahora! —se acerco como pudo tratando de alejar a su hijo, pero este lo empujo lejos de él.
— ¿Qué lo hace tan especial, eh? ¿Qué tiene que yo no?
— ¡Te han dicho que pares de una puta vez, imbecil!
Un fuerte golpe se escucho por toda la habitación. La mejilla de Alexandra había comenzando arder y tonarse de un color rojizo por la fuerte abofeteada, sus rodillas habían comenzando a doler puesto que el golpe la había tomado desprevenida que ocasionó que cayera al suelo sorprendida. Colocó su mano sobre su mejilla, pero al apartarla había un poco de sangre en ella. Sin embargo, eso no detuvo la furia de Leo, quien ahora le había dado un fuerte empujón a Markus al ver como este había tratado de ayudar a la castaña.
—A ver ¡muéstrame lo que puedes hacer!
—Markus, no te defiendas ¿entendido? —ordenó Carl con voz cansada, colocando su mano sobre su pecho.
Alexandra notó como la respiración del mayor había comenzando a dificultarle un poco, así que ignoró como pudo su dolor y se levantó a toda prisa en dirección hacia Carl.
—Oye, oye ¿estas bien? -—preguntó preocupada sujetándolo por ambos hombros.
El solamente le asintió con dificultad tratando de respirar con normalidad, pero pequeños dolores en su pecho comenzaron a surgir, preocupando aún más a la castaña.
—Anda, ¡golpéame! ¿Qué esperas? ¿Te crees hombre? ¡Actúa como uno! —lo empujó con brusquedad haciéndolo tambalear—. ¿Qué te pasa? ¿Acaso eres un puto?
— ¡BASTA, LEO! —gritó como pudo Carl.
— ¡Tenemos que llevarte al hospital! —exclamó con desesperó, si seguía un minuto más aquí algo malo le pasaría a Carl, justo cuando trato de levantarse para llevárselo, la mano del mayor la detuvo negando ante la idea, no podía irse—. ¡Carl!
— ¿Tienes miedo de pelear, perra de mierda? A ver, déjame igual como le deje el rostro a esa puta —soltó con rabia comenzando a darle varias bofetadas.
Cuando Leo por fin detuvo sus golpes esperando que alguno le fuera regresado, Markus se apoyo en la mesa de trabajo de la habitación, recordando rápidamente como el hombre había golpeado a la castaña en la cara sin piedad alguna. Su led se había puesto rojo al recordar aquello.
— ¡Ay, claro, claro! Olvide que no eres una persona de verdad —dijo con sarcasmo al verlo darle frente—. ¡Solo eres un INUTIL PEDAZO DE PLASTICO! —lo sostuvo fuertemente de su ropa-. Óyeme bien. Te voy a destruir y aquella huérfana la echare de esta casa, entonces solo quedaremos papá y yo. Te voy hacer mierda y a nadie le va a importar. ¿Sabes por qué?
— ¡Markus! —gritó Alexandra.
El moreno sin poder soportar un segundo más de los insultos y maltratos constantes del hombre le dio un fuerte empujón al castaño mandándolo por completo lejos de él y haciéndolo caer al suelo, no sin antes de golpearse la cabeza con una de las máquinas de Carl
El mayor quedó paralizado al presenciar la escena, salió rápidamente de esta y como pudo se tumbó al suelo y comenzó arrastrarse hacía su hijo que había comenzando a sangrar por la nariz, y sus ojos se mantenían abiertos. Alexandra como pudo se acercó igual al cuerpo de Leo tratando de verificar su estado.
—Leo...-sollozó- Mi pequeño.
—Carl, Alexandra...yo... —balbuceó Markus desconcertado tratando de acercarse a ellos, pero detuvo su paso al ver las lágrimas del mayor.
Alexandra aun no podía creer todo lo que había pasado de un momento a otro las cosas se tornaron malas, pero era clara una cosa, culparían a Markus de todo esto. Cuando por fin volteó a verle, pudo ver una expresión que jamás había visto en el rostro del moreno, miedo.
—Markus, debes irte ahora —ordenó Alexandra, no quería que se fuera, pero era la única manera de que estuviera a salvo—. Te destruirán si te quedas aquí.
El moreno por primera vez sintió terror en sí mismo, no quería dejarlos, no podía. Así que se arrodillo desesperado.
— No, por favor. No quiero dejarlos, por favor, no me obliguen —suplicó desesperado—. No me obliguen a dejarlos, no puedo.
El sonido de las sirenas de la policía se comenzó a escuchar a lo lejos, no faltaba mucho para llegaran. Alexandra se levantó y fue hacía Markus para levantarlo, con cada segundo que pasaba estaba perdiendo tiempo para escapar, no quería eso.
—Markus, al fin puedes sentir la vida que fluye en ti y tienes que disfrutarla ahora —dijo con voz apacible, pero con un toque de desesperó —. Para eso te tienes que ir ¡AHORA!
Markus la sostuvo de su brazo, no quería apartarse y no planeaba hacerlo. Se negaba. Dos policías aparecieron por la puerta con arma alzada, Alexandra notó como estaban analizando la situación así que, con un empujón, alejo al moreno de ella y corrió hacía los dos policías, se metería en grandes problemas por lo que estaba apunto de hacer, pero si eso le daba oportunidad de salvarlo, lo haría sin dudarlo. De una patada desarmó a uno de los oficiales haciendo que el otro le comenzara apuntar con su arma hacía ella. Un movimiento de su codo y un golpe en el estomago hicieron que lo mandaran al suelo. Pero un fuerte golpe repentino en su nuca la hizo caer al suelo aturdida, al parecer el otro policía había logrado recuperarse rápidamente y termino golpeándola con su arma.
—¡Alexandra!
Markus al ver como se encontraba en el suelo, estaba decidido a correr hacía ella para ayudarla.
—¡MARKUS! —gritó Carl con preocupación al ver lo que trataba de hacer.
-— ¡No te muevas!
Un disparo fue lanzado y el cuerpo de Markus cayó suelo.
—No...Markus.
Aquella escena fue lo ultimo que pudo observar antes de desmayarse.
Bueno, no les mentire, cuando lo estaba jugando a mi si se me murió Carl :"""v, pero al volver a jugar esa parte, vi que el otro final de ese capítulo era con Leo lastimado, así queeeee pues opté por ese xD que se joda Leo y viva Carl.
Se acercan los problemas!!!!! Sin duda vendrán muchas cosas.
Pero todo eso se sabrá conforme vayan saliendo los capítulos :^ así que paciencia.
Sin más que decirles, nos leemos hasta el próximo capitulo!!!
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