6 y 11 años

El pequeño JungKook estaba nervioso y asustado. Estaba tan nervioso y asustado que no podía dejar de abrazar con fuerza su peluche de oso. ¡Pero es que no podía evitarlo! Mañana empezaría su primer día de primaria. Ya dejaría atrás los juegos y las canciones para empezar a ser un niño grande. Aprendería a sumar, restar y a resolver ejercicios tan complicados como los que su hyung resolvía.

Por eso estaba aterrado. ¿Qué pasaba si no era bueno para las matemáticas? ¿Y si había niños malos que lo molestaban? ¿Qué pasaba si dejaba de ser un niño pequeño para ser uno grande? ¿Su hyung dejaría de quererlo? ¿Ya no lo mimaría como antes? ¿Dejaría de ser Kookie para empezar a ser JungKook?

Esas últimas preguntas de verdad que afectaban al menor. No podía imaginarse al alfa tratándolo de manera diferente sólo por empezar la primaria. Eso le rompía su pequeño corazoncito. Lo que menos deseaba era que su tierno hyung cambiara su forma de ser porque él ya había crecido.

Tantos malos pensamientos lograron que el omega comenzara a llorar, empapando en lágrimas a su lindo osito que escuchaba sus sollozos. Solito en su cuarto, sentado en su cama y pensando en lo mucho que deseaba que su mami, su papi o su hyung lo abrazaran para hacerlo sentir más seguro.

Siguió así, no supo por cuanto tiempo, hasta que la puerta de su habitación fue abierta y la dulce voz de Jin se escuchó.

—Kookie, ¿qué pasa pequeño? ¿Por qué lloras?

No dudó en acercarse a él y abrazarlo. Su pequeño omega se veía muy mal por algo que desconocía, por eso quería intentar hacer algo para alegrarlo para que esas cristalinas lágrimas dejaran de brotar de esos bellos ojos oscuros.

—Por favor, pequeño, deja de llorar.

—N-no q-quiero...

—¿Qué no quieres pequeño?

—N-no quiero q-que hyung m-me deje d-de querer...

—¿Qué? ¿Por qué pasaría eso, Kookie?

—E-es q-que voy a e-empezar la p-primaria y v-voy a s-ser un n-niño g-grande, ya n-no v-voy a s-ser m-más K-Kookie p-para h-hyung...

—¿Qué? ¡No Kookie! No, no, no, hyung no dejará de quererte por eso, pequeño—con cariño empezó a repartir besos en la cabeza del niño para calmarlo—. Hyung jamás dejará de querer a su lindo Kookie. No importa si te vuelves un niño grande, yo siempre te voy a querer, pequeño.

—¿L-lo p-promete, h-hyung?

—Lo prometo, Kookie, hyung no dejará de quererte nunca, así que deja de llorar y sonríe, a hyung le gusta mucho tu sonrisa—decía el alfa tomando el rostro del omega entre sus manos para limpiar sus lágrimas.

El menor sorbió por la nariz cerrando sus ojitos, hasta que Jin colocó un pañuelo para limpiarlo y deshacerse de esa molestia.

—Hyung, ¿qué es eso?—preguntó al ver un peluche de conejo rosado en una de las piernas del mayor.

—Oh, esto es para ti, un regalo por ser un niño grande.

La sonrisa de conejito, según Seok Jin, de JungKook le hizo saber al mayor que todo rastro de tristeza había desaparecido.

Y supo cuan feliz estaba cuando se enteró al otro día de que Kookie había ido al colegio con el bonito conejo rosado al que apodo JinKookie.