38 y 43 años

JungKook observaba a Jin durmiendo pacíficamente. La luz de luna que se filtraba por la ventana le daba un aspecto casi mágico a la silueta del alfa y Kook se preguntó cómo, a pesar del tiempo, Seok Jin se mantenía tan hermoso y sublime como hace años atrás, cuando eran adolescentes.

Delineó con sus dedos el suave rostro de su esposo, mirándolo más embobado que antes. El alfa era cada día más atractivo. Como si los años pulieran su belleza en vez apagarla.

Acarició con sus yemas los labios apetecibles y suaves de su esposo antes de darle un suave beso.

Beso que se convirtió en uno apasionado cuando el mayor comenzó a corresponderle para tumbarlo y colocarse sobre el omega.

—Pensé que dormías.

—Lo hacía, pero tus caricias me alertaron de que había un travieso omega que no estaba durmiendo.

—Aproveché el momento para contemplar a mi bello alfa.

—¿Acaso te gusta acosarme mientras duermo?—preguntaba dando pequeños besos en las mejillas del menor.

—Mm, en ocasiones.

Kook se estaba dejando llevar por esos dulces labios que lo tranquilizaban con tan solo un ligero toque.

—Mm, no te castigo porque admito que a mí también me gusta acosarte cuando duermes.

—¿De verdad?

—Por supuesto, es difícil dejar de admirar tu innata belleza—Jin le acarició la mejilla con suavidad mientras lo miraba—. A veces me pregunto como un omega tan perfecto como tú se enamoró de un alfa como yo.

—Es curioso, yo me he preguntado siempre como un alfa tan dulce y cariñoso se fijó en un omega celoso y peleador como yo.

—Es que este omega es alguien muy tierno y amable.

—Pues este alfa no se queda atrás.

Ambos sonrieron antes de besarse amorosamente.

—Kookie, eres lo mejor que me pasó en la vida, no sabes cuánto me alegra haberte conocido.

—Jinnie—el menor sonrió con las lágrimas estancadas en sus ojos—, te amo tanto.

—Yo también te amo, Kookie, por toda la eternidad.