3 y 8 años

Jin llegó del colegio cansado. Había corrido casi ocho cuadras para evitar que los alfas de siempre lo molestaran como cada día. La última vez no había tenido suerte y término en un contenedor de basura. Al menos se había vuelto más rápido y había evitado terminar oliendo a papa podrida.

Suspiró, tenía un amigo alfa con el cual hablar en los recesos, pero era un año menor y no coincidían en sus horarios como para volver juntos a casa. De ser así al menos su amigo podría defenderlo como siempre, a pesar de que no quería darle problemas. Aunque NamJoon generalmente no lo escuchaba mucho y siempre terminaba por protegerlo de los imbéciles que lo molestaban.

Pero bueno, no tenía que seguir con esos pensamientos. Debía sonreír para no preocupar a su madre.

—¡Ya estoy en casa!—exclamó cerrando la puerta.

}Escuchó pasos acercarse a él velozmente. Pasos que sonaban pequeños y suaves, diferentes a los de sus padres. No supo de quien eran hasta que lo vio.

—¡Hyung!—exclamaba feliz JungKook mientras corría hacia el mayor.

Jin sonrió, dejando su bolso de escuela a un lado para recibir el abrazo del pequeño omega que prácticamente se colgó a él.

—¡Bienvenido hyung!—decía el pequeño entre sus brazos mientras reía alegremente.

—Gracias por recibirme, Kookie.

Aún con el niño en brazos, Jin tomó su bolso para colgarlo en el perchero cercano. Pero cuando iba a hacerlo apareció su madre, junto a la señora Jeon, para ayudarlo en su tarea.

—Cielo, qué bueno que llegaste, JungKookie no dejaba de preguntar por ti.

—Es cierto, en cuanto te escuchó no dudo en zafarse de mis brazos para ir corriendo hacia ti. Mi hijo te aprecia mucho, Jinnie.

—¿De verdad?—le preguntó al pequeño que no tenía planes de soltarlo.

—¡Sí! Kookie quiere mucho a Jinnie hyung.

Y fueron esas dulces palabritas las que mejoraron completamente el horrible día que Seok Jin había tenido.

—Yo también te quiero mucho, Kookie.