24 y 29 años
24 y 29 años
Jin llegó del trabajo pasadas las diez esa noche. Hacer horas extras era útil para pasar más tiempo con Kookie después, pero era muy agotador.
Dejó su saco colgado en el perchero y fue a la cocina para ver qué le tenía Kook preparado. No quería hacer mucho ruido porque de seguro él ya estaba durmiendo.
Sin embargo, casi se cuelga del techo cuando prendió la luz de la cocina y vio a su esposo ahí.
—Dios, Kookie, casi me da un ataque del susto.
—No me gusta que hagas horas extras en el trabajo, odio estar tantas horas sin ti.
—Lo siento, pequeño, pero sabes que así puedo tomarme más tiempo contigo después cuando el trabajo se calma. Además son bien pagas.
—El dinero es lo que menos me importa, lo único que quiero es tenerte todos los días conmigo aunque sea sólo en la hora de la cena. Al menos así hablaríamos algo y no como en los últimos tres días donde apenas te vi y sólo porque me levantaba a la madrugada para ir al baño.
—Kookie, lo siento.
—No te disculpes, solo has algo al respecto: deja las horas extras—Kook bajó la mirada—. Por favor, Jinnie, de verdad te extraño.
El alfa se conmovió y abrazó a su omega con fuerza para darle un cálido y necesitado beso en los labios. Beso que ambos necesitaban.
Al separarse JungKook fue a servirle la cena mientras Jin se sentaba a esperar.
—¿Y esta taza?—preguntó al notar el objeto blanco.
Lo tomó entre sus manos y observó la frase que tenía en grande: Eres el mejor padre del mundo y parte de la galaxia.
—Para ti.
—¿Para mí? Pero si yo...—y ahí fue cuando comprendió.
Kook volteó sonriéndole dulcemente para luego colgarse de su cuello cuando Seok Jin lo abrazó de la cintura y giró con él. Ambos estaban muy felices de que serían padres. Era una nueva etapa que les alegraba vivir juntos.
—Te amo Kookie, te amo tanto—susurraba el mayor repartiendo besos por el rostro de su pequeño.
—Jinnie, la comida se va a enfriar—decía entre risas el omega al ser mimado por su amado.
—No me importa, no tengo hambre, lo único que quiero ahora es mimarte toda la noche—y cargándolo al estilo nupcial, comenzó a caminar hacia la escalera—. Vamos que hoy estoy a tus pies, príncipe.
Kook sonrió tiernamente y se acurrucó contra su pareja. Esa noche pensaba disfrutar de los mimos al máximo.
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