19 y 24 años

JungKook jugó con sus manos nervioso cuando entraron a la habitación donde debería llevarse a cabo su noche de bodas.

Estaba nervioso, indudablemente lo estaba. Pero no por miedo o dudas, sino por ansias y bueno, puede que sí por algo de miedo. Aunque no el miedo de si dolería o no, sino ese de que posiblemente no lo hiciera bien o arruinara el momento con su inexperiencia. Eso era lo que le tenía inquieto también.

—Kookie.

—¿Sí, Jinnie?

—Si lo deseas podemos dejar la noche de bodas para otro día. No quiero que te sientas obligado a hacerlo—decía el mayor abrazando al pequeño por la cintura mientras le acariciaba el rostro dulcemente.

—Jinnie, yo quiero hacerlo, solo tengo un poco de miedo.

—¿Miedo de qué, mi amor?

—Yo...no quiero arruinar el momento con...mi falta de experiencia...en el sexo...Solo eso.

—Kookie, yo tampoco soy experto, también es mi primera vez pequeño. Así que no tengas miedo, cielo, no arruinarás nada, solo aprenderemos juntos a amarnos.

Kook lo miró tímidamente a los ojos para luego sonreír y, sonrojado, arrojarse a besar a su esposo.

La dulzura del principio lentamente fue convirtiéndose en pasión y desespero, más de parte de JungKook ya que Jin quería tomarse su tiempo para el acto.

El alfa sonrió al sentir las manos del omega bajo su camisa y las tomó suavemente para besarlas.

—Tranquilo, mon ange, tranquilo—susurró comenzando a besar el rostro del menor para descender hasta su cuello, soltando lentamente las delicadas manos que tenía entre las suyas.

Kook sintió que se derretía con cada toque y cada beso. Sintió su amor aumentar por su alfa y a su omega pedirle que se dejara tomar de una vez, que lo necesitaba. Pero en esos momentos, JungKook no podía hacer más que dejarse llevar por las placenteras sensaciones.

Las caricias y los besos subieron de intensidad con cada segundo que pasaba, lo que los llevó a que se deshicieran de sus ropas prenda por prenda. Y aunque al principio Kook se sintió cohibido al estar completamente desnudo frente a Jin pronto eso desapareció cuando el mayor le susurró palabras de amor al oído.

Seok Jin lo trató como el delicado ángel que era Kook en todo momento. Cada caricia era dedicada con el más fino cuidado, dañar la belleza de su piel o apagar el brillo de sus ojos era lo que no deseaba. Por eso lo tocaba como si en cualquier momento se fuera a romper, como si Kookie fuera un fino cristal invaluable. Su mayor tesoro.

Incluso en el momento culmine fue lo más cuidadoso que pudo. Aunque su pequeño derramó un par de lágrimas que él limpió con besos.

La habitación se llenó de sus sonidos, sonidos que se transformaron en su melodía favorita. Melodía erótica que deseaban repetir muchas veces más cuando el amor los desbordara y no encontraran otra forma de manifestar todo lo que sentían.

—Te amo, Jinnie.

—Te amo Kookie, por toda la eternidad.

Y el beso que se dieron auguró una noche de bodas que no terminaría pronto.