19 y 24 años
19 y 24 años
Su madre acomodó mechones de su cabello hacia atrás, para que todo quedara impecable. Arregló su saco y sonrió. Su bebé se veía hermoso con el traje blanco perlado. Se veía como un importante y delicado príncipe de cuentos.
—Definitivamente Jin te va a amar más cuando te vea.
JungKook se miró al espejo, viendo su traje perfectamente arreglado. Sonrió también.
—Él ya lo hace—murmuró a su reflejo.
En ese instante, su padre ingresó al cuarto donde se arreglaba. Lo miró, notando las lágrimas estancadas en sus ojos. Sabía que se pondría así de sensible al saber que su único hijo se casaría y dejaría de vivir bajo su mismo techo.
—Papá, por favor, no llores—pedía dulcemente Kook limpiando los rastros de lágrimas con sus pulgares.
Su padre no era un hombre muy sensible, pero JungKook era su único hijo, el único bebé que tuvo y crio con tanto amor. Ver a tu pequeño hijo el día de su boda, el último día que lo tenías viviendo bajo tu mismo techo, era algo que había roto las barreras sentimentales de su padre y lo ablandó lo suficiente como para mostrar lágrimas por primera vez.
—Algún día entenderás que no es fácil, hijo—dijo emocionado tomando las manos de su pequeño, observándolas—. Aún...recuerdo la primera vez que viniste corriendo a mí porque te habías lastimado uno de tus dedos, tenías dos años. Cuando te puse una "crema mágica" saltaste a abrazarme y me gritaste que era tu héroe. Yo me sentí así durante muchos años, años en los que venías a pedirme ayuda cuando tenías alguna pequeña herida o hacías alguna travesura y no querías que tu madre se enterara. Hasta que comenzaste a crecer y te convertiste en el omega fuerte que eres ahora. Un omega que ya no va a necesitar a su héroe de la infancia porque ahora tendrá a otro que lo protegerá en su lugar—el señor Jeon limpió sus lágrimas—. Solo...espero que no te olvides de tu primer héroe ahora que te casarás...
Kook lo abrazó con fuerza, sus ojos sin contener el llanto.
—Tú siempre vas a ser mi héroe, papá—apretó los labios para no sollozar, solo consiguiendo susurrar—. Te amo.
—Y yo te amo a ti, mi pequeño.
Jin caminaba nervioso de un lado a otro en su habitación. No era que se arrepentía de pedirle matrimonio a Kookie, era sólo que tenía miedo que este se arrepintiera. Sabía que no era un gran alfa, sabía que no era el indicado para JungKook, por eso no sería capaz de culparlo si el omega decidía cancelar todo a último momento.
—Permiso, Jin.
Volteó a ver al señor Jeon que ingresaba a su cuarto. Parecía haber estado llorando, tal vez fue a ver a JungKook.
—Señor Jeon, ¿ha pasado algo?
—Por favor, Jin, ya deja de llamarme señor, dime hyung.
—Ah, lo siento...hyung.
—Ya, está bien—caminó hacia el chico y tomó sus manos—. Solo vengo a hacerte una pregunta: ¿Qué sientes por mi pequeño? lo sé, pregunta tonta ya que he visto como lo miras, pero...necesito saberlo para recordar estas palabras en el futuro. Así que por favor, responde.
Seok Jin sonrió antes de contestar:
—Yo...no puedo describir con exactitud lo que siento del todo por Kookie. Son...muchas cosas hermosas las que me hace sentir. Siempre que estoy con él soy feliz, muy feliz. Me hace sentir tranquilo y me hace pensar que no soy un alfa inútil como muchos me han dicho. Y yo, bueno...siento la necesidad de hacerle sentir todo eso que me hace sentir porque es el omega con el que me imagino toda la vida y aún más.
El señor Jeon sonrió y lo abrazó.
—Es un placer tenerte en la familia, Jin.
Cuando Seok Jin vio entrar a JungKook pudo jurar que vio al ángel más bello y perfecto del mundo. Y bueno, Kook tuvo un concepto parecido al del alfa, aunque para él el alfa siempre fue un ángel. Su bello ángel guardián.
Al momento en que ambos dieron el sí, el menor ya estaba derramando lágrimas por la emoción mientras Jin acunaba su rostro con sus manos.
—Te amo Kookie, por toda la eternidad.
El omega sólo pudo dedicarle una sonrisa, queriendo transmitirle todo el amor que sentía en ese momento.
Y entonces se besaron al mismo tiempo en que todo estallaba en aplausos. Pero ellos ignoraron todo y sólo se concentraron en ellos, en lo que sentían, en el amor desmedido que los unía y en la felicidad desbordante de estar al fin casados.
Definitivamente ese era el mejor día de sus vidas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro