15 y 20 años

En cuanto JungKook recibió todas sus notas (que claramente eran puros dieces) salió corriendo de la escuela. Tenía que ir a buscar a su hyung el cual le había prometido que si aprobaba todas sus materias (algo que ya sabía que pasaría) lo invitaría a tomar un helado.

Al omega le daba igual lo que comieran, él lo único que quería era salir con Jin ya que desde que el mayor había comenzado su vida universitaria sus salidas se habían reducido. Y eso era algo que quería recuperar por lo que ponía de excusa sus notas para eso.

Llegó un poco antes de que su alfa saliera, por lo que tuvo tiempo de arreglarse un poco usando un pequeño espejo rosado, regalo de Jin, que siempre llevaba consigo.

Pero cuando llevaba arreglando su cabello por cuarta vez, escuchó a los alumnos salir. Con rapidez guardó el espejito y levantó su mirada para intentar encontrar al alfa. Lo primero que detectó fue su característico olor y lo segundo que logró fue verlo entre el montón de universitarios de todas las edades y tamaños.

La sonrisa con la cual esperaba a Jin desapareció en ese momento. Su corazón dolió por segundos antes de que su sangre hirviera y, con pasos decididos, se acercara al mayor.

Seok Jin recibía con alegría el abrazo de esa dulce beta. La había ayudado con una materia por la cual se sentía abrumada ya que no la entendía y pronto tendrían un examen de la misma. Y como ella aprobó lo buscó para agradecerle por haberse tomado la molestia de ayudarla a pesar de que casi no se conocían. Luego de lo vivido en secundaria, a Jin le alegraba encontrar personas tan agradables como esa chica.

Pero cuando fue separado bruscamente de ella se asustó, pensando que alguien buscaba hacerles daño. Sin embargo, al ver los ojos oscuros de Kook, se dio cuenta que no estaban en peligro. A pesar de que no entendía la actitud del omega.

—Kookie, quiero presentarte a...

—No me importa, vamos—dijo de forma tosca el menor, comenzando a jalar a Jin lejos de esa chica.

El alfa apenas pudo gritarle un adiós a la beta mientras intentaba llevar el ritmo de Kook. No entendía qué le pasaba, quizás había reprobado alguna materia o algo había pasado en su casa y no quería decirle. Por lo que usando un poco de fuerza, se detuvo y jaló a JungKook hacia él para poder darle un fuerte abrazo.

—No sé qué te pasa Kookie, tampoco es necesario que me digas si no quieres, pero ya no estés así. No me gusta verte así, pequeño.

Y mágicamente, todos los celos y las molestias que había sentido Kook desaparecieron. Su mente dejó de estar nublada por su posesivo omega interior y pudo darse cuenta de la actitud tonta que tuvo momentos atrás.

Correspondió el abrazo, aferrándose al mayor con fuerza y dijo:

—Olvídalo, Jinnie, ya pasó.