13 y 18 años

A veces me pregunto qué tendrán tus ojos que no los puedo dejar de mirar.

O que tendrán tus manos que me hacen desear tus caricias.

Siento que eres un atractivo misterio que amaría descubrir, una incógnita interesante por las que muchos querrían morir.

Y es que eres un pequeño tesoro, repleto de joyas preciosas y secretos importantes.

Eres el significado de mi vida y de mi muerte.

Eres la razón de cada día y cada noche.

Eres la sonrisa de mi rostro, la felicidad de mi corazón.

Eres mi conexión a la realidad y la causa de mi locura.

Eres cada latido de mi corazón y el oxígeno que respiro.

Eres la energía de mi alma, el tiempo de mi vida.

Eres todo lo que me rodea, todo lo que me hace sentir.

Eres todo por lo que me siento humano, todo por lo que me siento especial.

Eres Jeon JungKook, mi omega destinado, el amor de mi vida.

Tú eres mi Kookie.

El chico que me sonríe cada vez que me ve.

El chico que me abraza sin motivo.

El chico que me anima cuando mi día ha sido un desastre.

El niño berrinchudo que odia verme  con alguien más.

El niño caprichoso que ama las caricaturas de Marvel.

El niño mimoso que finge tristeza para que lo abracen.

Eres el pequeño con el que sueño cada noche, al que amo cada día.

Eres todo lo que quiero y más de lo que merezco.

Eres el omega perfecto para este alfa inseguro.

Eres mi pequeño conejito Kookie...

—Hyung ¿qué está escribiendo?—preguntaba JungKook bajando las escaleras de su casa somnoliento.

Seok Jin alzó la mirada, recordando el favor que le hacía a los Jeon de cuidar ese día a su pequeño.

Guardó la libreta en su mochila y se acercó a Kook para cargarlo y subir las escaleras con él.

—Debes cambiarte Kookie y luego bajar a desayunar ¿sí?

—Mm, sí Jinnie hyung—murmuró medio dormido.

Y Jin sonrió ante lo tierno que era su Kookie conejito.