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La noche de Londres nos bañó en nuestra llegada, cumpliendo con exactitud con la fecha indicada en la bitácora. Sin perder tiempo el pequeño bote descendió del Illusion cargado con cuatro hombres y yo. Las luces del puerto relucían en la oscuridad arropando al frío mar. San y Jongho remaban con fuerza y rapidez cubriendo con eficiencia la escasa distancia que separaba nuestro Bergantín del puerto de carga.

ㅡ¿Llevas la pistola?  ㅡComentó Hongjoong tanteando la parte de atrás de mi vestido para asegurarse ㅡ¿ Y la daga? ¿Dónde está? ㅡUna de sus manos se coló bajo mi falda para sentir el pequeño objeto de metal que iba amarrado a mi muslo.

ㅡYeosang te cortará las manos ㅡRió Wooyoung rompiendo el silencio de la noche ㅡ "Anda a tocar el falo de Mingi si quieres, pero no toques a Mile " ㅡ Habló el rubio remedando la seriedad con que Yeosang decía las cosas.

Una mirada cortante salió disparada desde los ojos del capitán hasta Wooyoung, seguida de una amenaza de muerte. El bote volvió a quedar en silencio mientras todos repasábamos en nuestras cabezas el plan que apenas unos minutos antes Hongjoong nos había develado.

Era fácil, al ser mercancía solo una persona estaría esperando en el puerto (era lo que normalmente se acostumbraba), llevaríamos el bote hasta el lugar indicado y si preguntaban por el barco diríamos la verdad "El Illusion está muy dañado por la tormenta seria bueno que otro barco ayudase a remolcarlo".  Allí comenzaba lo difícil; el hombre nos llevaría a otro lugar para esperar la nave que remolcaría la nuestra. Según Hongjoong esto tomaría un día o dos por lo que seguro nos ofrecerían quedarnos a dormir; debíamos negarnos en rotundo y mantener a hombre en el puerto el mayor tiempo posible. La información vendría enseguida sin necesidad de esperar un día para remolcar al Illusion.

ㅡ¡Hagan señas! ㅡOrdenó Hongjoong encendiendo las lámparas ㅡTraten de que sean claras para que no nos perciba como amenaza ㅡDe nuevo observó a Wooyoung de forma poco amigable.

Los chicos remaron algunos metros más hasta anclar al muelle de carga. Tal como decía la bitácora nos esperaba un solo hombre vestido de uniforme perteneciente a la corona. Con educación nos ayudó a desembarcar poniendo especial cuidado en mi. Al principio pensé que la imagen de pirata tan propia de Hongjoong nos delataría, pero Seonghwa había hecho un gran trabajo dándole un aspecto decente.

ㅡBuenas noches ㅡSaludó una vez todos nos encontrábamos en tierra ㅡ ¿Por que no ha arribado el barco que trae la mercancía?

ㅡOficial ㅡHabló nuestro capitán haciendo alarde de sus modales ㅡLe pido disculpas por el inconveniente, una tormenta ha dañado gran parte de la nave ㅡExplicaba con agilidad y refinamiento ㅡEl cargamento está intacto, pero necesitamos ayuda para traer el barco hasta el puerto. Si no es una molestia, como el capitán me veo en el deber de pedirle una embarcación para remolcar mi nave. ㅡSus palabras salían con tal seguridad que hasta el más suspicaz le hubiera creído ㅡSe lo agradezco de antemano.

El hombre silbó y de una caseta cercana al lugar salió un chico de unos doce años. La orden de oficial fue clara: el chico debía irse a buscar ayuda y volver como una respuesta favorable.

ㅡ¿Por qué han traído a la dama? ㅡ Preguntó mientras me observaba fijamente ㅡ¿Acaso se siente mal la señorita?

ㅡCaprichos de mujeres ㅡHabló Wooyoung con su efervescencia de siempre ㅡUsted sabe cómo son. Dijo que el aire del barco era muy pesado ㅡSacudió su mano de forma despectiva ㅡLe explicamos que el aire era igual aquí pero ella insistió.

Sabía lo que hacían, estaban bajando la guardia del oficial. Era una buena forma de alargar nuestro tiempo en el muelle, dándole margen a Yunho de bajar el otro bote y esperarnos a mitad de camino si las cosas se complicaban.

La conversación se extendió un poco más hasta que volvió el muchacho con la respuesta. El remolque llegaría en la mañana y la mercancía estaría al medio día en el muelle de carga. El chico se fue y Hongjoong ofreció al hombre llevarlo a ver el cargamento. Ahora comenzaba el verdadero plan.

De nuevo San y Jongho tomaban los remos y nos conducían lentamente hacia el Illusion. A mi lado Hongjoong hablaba sobre cualquier cosa que le pareciera interesante; cuando quería nuestro capitán podía dejar de ser un bacalao y convertirse en un hombre culto.

Por fortuna no tuvimos que recurrir a Yunho. El oficial parecía creer todo lo que Hongjoong decía; eran hombres de mundo y podían mantener una conversación interesante. De vez en cuando se dirigían a mí para saber mi opinión, pero yo no sabía nada del comercio en Manila o de la venta de especias en Macao.

Llegamos al Illusion y partimos de inmediato al camarote del capitán con la excusa de tomar algo. Todo marchaba sobre ruedas pero aun así me sentía ansiosa ¿que haríamos si aquel hombre no sabía nada? ¿Y si estaba armado? ¿Si algo salía mal?

En el camarote todo pasó muy rápido Hongjoong cerró con llave la puerta. Wooyoung y San trataron de retener al hombre pero el rubio no hizo un buen agarre. Con velocidad el oficial tomó impulso y golpeó directo a la cara de Wooyoung; algo dentro de mí se escapó furioso y, aunque Jongho ya estaba tratando de retenerlo junto San, me abalancé como fiera uniéndome a la lluvia de puños que caía confusa sobre aquel hombre.

ㅡSolo es una palabra ㅡPronuncié en tono juguetón apoyando mi revólver en el cuello del tipo ㅡEsta es la forma pacífica. Si no hablas los monos de allá van a sacarte las palabras a golpes ㅡCon mi mano libre tomaba el cuello del chaleco del hombre sobre el cual estaba sentada ㅡ¿Dónde está el general Abercromby?

ㅡEs información confidencial ㅡ Repitió por cuarta vez aquella noche ㅡMi protocolo me impide decirlo.

Apreté el gatillo pero ninguna bala salió; seis recamaras una munición, era algo así como presión psicológica (según Hongjoong). El hombre se veía tranquilo ya que estaba entrenado para eso. Dirigí el cañón del arma hacia su miembro, disfrutando de cómo el miedo se filtraba en sus ojos impasibles.

Aquel interrogatorio no sirvió de nada; el oficial no habló y lo único que sacamos en claro fue que estaba solo en la guardia de esa noche. Mejor para nosotros, nadie lo estaría esperando.

Hongjoong se mantenía tranquilo recostado contra la puerta. Varias veces explicó a nuestro prisionero los pros y contras de darme la información a mi o a los chicos. Cada sobresalto que daba el oficial cuando apretaba el gatillo se reflejaba en Hongjoong como una sonrisa; una mueca que borraba la bondad de su rostro y lo convertía en la cara del peor de los monstruos, un adefesio cínico sacado directo del infierno.

ㅡSe necesita más que una zorra gitana para hacerme hablar ㅡ Profirió con asco nuestro prisionero escupiendo sobre mi cara.

Hongjoong y Wooyoung se pusieron rígidos, la hostilidad se escurrió por sus venas. Con agilidad el capitán pateó la silla donde estaba sentado el hombre y pisó con fuerza su cabeza cuando tocó el piso; No me dio tiempo siquiera de reaccionar y darle por mí misma su merecido a aquel tipo.

ㅡ¡No te mato solo porque te necesito! ㅡGritó apoyándose con toda su fuerza sobre el cráneo que estaba bajo su bota ㅡAlguien debió enseñarte a tratar con las mujeres. Y si no fue tu sucia madre, yo mismo me encargare que esa lección entre bien en tu cabeza ㅡLevantó su pie y pateó con brusquedad al oficial.

ㅡ¿Entonces eres tú quien se la coge? ㅡRió con sarcasmo desde el suelo ㅡ Te comprendo amigo, yo también me revolcaría con una Puta como ella.

El pequeño pie de Hongjoong apretó más fuerte la cara del oficial, una mueca de dolor se dibujó en su rostro debido que nuestro capitán tenía el talón de su bota justo sobre su ojo. Todo aquello pasaba rápido, sin dar tiempo a moverse; como superpuesto a aquella escena San dejó su lugar para descargar su rabia con el cuerpo de nuestro prisionero.

ㅡ¡No te trajimos para que llames puta a nuestra hermana! ㅡExclamaba con dificultad mientras sus puños volaban hacia el cuerpo que yacía frente a él ㅡEstás aquí para hablar. Las ratas como tu sueltan todo con un par de puñetazos.

En vista de que el tipo no hablaba Jongho entró en acción. Con el hombre aun amarrado a la silla asestaban fuertes golpes directo a su cara y abdomen, mientras Wooyoung preguntaba en voz alta donde estaba el General Abercromby.

Aquella tortura brusca se extendió a lo largo de una hora; por momentos la golpiza era tan fuerte que el hombre chillaba como los marranos en el matadero. Incansables los hermanos Choi apaleaban el cuerpo cansado del oficial; San tenía razón, si no hablaba frente a un arma hablaría cuando no pudiera soportar los golpes.

A mi lado la mano de Hongjoong se posaba sobre mi hombro diciendo "Tranquila, aquel maldito está mintiendo" podía ver en sus ojos que se sentía más ofendido que yo por las palabras dichas por el oficial. Su mano libre de cerraba en puño molesta por tener que contenerse y dejarle todo el trabajo a sus tripulantes.

El hombre comenzó a toser y la sangre manchaba el piso del camarote, cada parte de su cuerpo convulsionaba adolorida; pero aún así sus verdugos no se detuvieron hasta escuchar lo que buscábamos.

James Abercromby se había comprometido con una Americana de nombre Louise, esa mujer estaría viajando en un cómodo barquito hasta Europa. El Aquilla zarparía mucho después de nuestra llegada a Londres y con suerte el hombre que buscábamos estaría allí. De nuevo los deseos de Hongjoong se veían lejanos, pero ahora teníamos la certeza de que estábamos en el camino correcto.

ㅡTiren esa mierda por la borda ㅡ Ordenó Hongjoong dando una última patada al cuerpo cansado del oficial ㅡNadie extrañará a una rata que se pierde en una noche de guardia ㅡDe nuevo su pie impactó contra el cuerpo ㅡSi alguien pregunta por ti les diré que te has ido a revolcar con una puta gitana.

Dentro de aquella mueca cínica del rostro del capitán bailaba oculto ese brillo infantil, el mismo que adquiría cada que pensaba que recuperaría su relicario. Jongho y San levantaron al hombre inconsciente del suelo ensangrentado e hicieron lo ordenado. El cuerpo del oficial no flotó (Jongho le había amarrado sacos de arena a sus pies) en cambio se perdió en la profundidad al igual que los barcos caídos en batalla.

Otra vez esa mezcla agridulce de algarabía y culpa corrió por mis venas quedando opacada por el abrazo efervescente de Hongjoong; nuestro capitán ya podía comenzar a trazar su mapa del tesoro, aquel que le devolvería una parte de su amada madre.

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