II
Llevaba casi un mes prisionera en aquella bodega húmeda. Cada que despertaba me decía a mi misma "hoy te lanzan por la borda" pero a medida que avanzaba el tiempo era más probable que en vez de matarme me vendieran.
Sentada en mi oscura esquina pasaba el tiempo contado los bordados de mi vestido; solo en una porción pequeña de la falda había llegado en encontrar al menos veinte flores de hilo de oro. Hecho de seda ligera de color celeste, incrustado con pequeñas perlas que adornaban el cinturón; aquel liviano vestido de primavera costaba más que mi vida ¡y yo lo estaba usando para sentarme en el sucio suelo de un barco pirata!. De vez en cuando me cuestionaba sobre a quién pertenecían mis ropajes, era lo mejor que tenía para no aburrirme; algo tan caro podía ser vendido por una buena cantidad y la persona dueña de de ese objeto seguro valdría muchísimo más.
Me alimentaban, me daban de beber y me dejaban salir a tomar la luz del sol una vez al día. Al principio pensé que eran órdenes del capitán, que él era un hombre educado y simplemente hacía alarde de sus cualidades como caballero; pero la realidad era muy diferente.
Wooyoung y Yeosang se turnaban para traerme una cesta de comida cada mañana, si el tiempo sobraba se tomaban un momento para sentarse a mi lado y conversar. El castaño era callado, por lo que casi siempre dejaba los alimentos y se iba. Pero el rubio gustaba de charlar de forma animada y en una de nuestras conversaciones dejo entrever el por qué de aquel trato tan cordial hacia mi.
—Ese vestido es muy bonito —Pronunció con la boca llena de comida —Hay un motón de esos en el camarote de Hongjoong. Dice que los venderemos cuando lleguemos a Martha's Vineyard —El rubio parecía animado por desembarcar en aquel lugar —¿Te lo dio el capitán? —Dirigió sus ojos al techo de forma pensativa —No, seguro que no...Hongjoong solo te hubiera dado un camisón y diría "La ropa ligera es amiga del mar, no tendrás que lavarla si la usas para nadar" —Habló casi gritando.
—Yeosang me dejó escoger entre varios —Mi voz sonaba disminuida en comparación al volumen de Wooyoung —El capitán lo envío a revisarme las orejas.
—Eso explica muchas cosas —Rió muy fuerte abriendo la boca y mostrando los dientes —Cuando organizamos toda esa mierda en esas malditas y pesadas cajas Yeosang dijo que el cofre de la hija del duque era su favorito —Por un momento su ceño se frunció pensativo — "Estos son vestidos que solo puede usar una señorita hermosa " — Remedó con tono serio y mirada neutral propias del castaño —Y... Yo creo que hasta él notaría que tu eres una señorita hermosa.
—No soy una señorita, Wooyoung —Sonreí con tristeza —Soy una ladrona, hija de gitanos, que se ha embarcado como polizón en un barco pirata para que no le cortaran la mano —Fue la primera vez que confesé algo de mi vida a Wooyoung —Si fuera una Señorita, tu capitán no me hubiera mandado a matar
—¡No puede matarte! ¡Le perteneces a Yeosang! —Se levantó de golpe borrando de su rostro cualquier pizca de diversión —¡Yeosang no te mataría o dejaría que Hongjoong te lanzara por la borda! —dudó por un momento de lo que iba a decir —Él... Él sabe lo difícil que es huir del destino.
Todo eso de tratarme como persona y no como prisionera era por él. Sin embargo no se debía a que Yeosang me hubiera reclamado como suya, sino a que él y Wooyoung habían echado suertes para decidir cual de los dos sería el encargado de matarme o dejarme vivir. Por un lado me sentía feliz porque podía aferrarme a algo para estar segura, pero por el otro veía borroso y confuso todo lo referente a lo que pasaría conmigo.
Quería confiar en él porque Wooyoung decía que era un hombre bueno; sin embargo no podía hacerlo. Yeosang estaba con los piratas y eso automáticamente lo convertía en uno de ellos. Sentía que detrás de su ropa limpia, excelentes modales y educada forma de hablar se escondía un monstruo capaz de matar, robar y traficar.
Era de mañana cuando desperté, habían pasado quizás dos días desde que descubrí que era una pertenencia... Algo así como un objeto. Entre la oscuridad de la bodega se coló la luz proveniente de la parte superior del barco, resonaron los pasos sobre la madera y el canto de las gaviotas llegó lejano anunciando que estábamos cerca de pisar tierra. Con la poca iluminación que proveía la pequeña apertura de la guardilla vislumbre la delgada figura de Yeosang; estaba descalzo y llevaba consigo la cesta junto con una de las cajas.
—Le he traído ropa limpia — Pronunció serio dejando las cosas a mi lado —Colóquese lo que guste y si es de su agrado puede subir a la cubierta.
Dentro de la cesta había pescado hervido y algo de arroz, así como agua limpia, caldo humeante y una cuchara; a su lado la caja de madera mostraba un par de vestidos ligeros. Devoré la comida sin preocuparme de mis modales, tenía mucha hambre desde que había embarcado en el Illusion; aunque eran simples, aquellos alimentos tenían un gusto que reconfortaba... Sabían a hogar.
Una vez con la barriga llena me dispuse a revisar las ropas que Yeosang había escogido. Todo aquel reguero de tela seguramente hubiera sido un vestido demasiado sencillo para una dama de sociedad, pero para mi cada pieza era más de lo que podía usar. Forrar mi cuerpo con algo tan caro era una situación que me disgustaba, por lo que solo tome el camisón que iba debajo de una de las prendas.
De nuevo el marinero se dio la vuelta para dejar que me vistiera; pero esta vez era un poco distinto, podría decirse que el aire estaba cargado de incomodidad. Mientras dejaba caer cada prenda sucia sentía como mi corazón se aceleraba llegando incluso a cohibirme un poco al momento de quedar completamente desnuda frente a él. En un segundo que apenas duró un respiro su rostro giró un poco sobre su hombro en un ademán de querer ver más allá; sin embargo rápidamente volteó apenado volviendo a observar detenidamente la pared. Aquel sutil movimiento llamó mi atención; pero para cuando lo mire, él ya estaba de nuevo en su posición inicial dando un par de golpes suaves sobre su frente en señal de que se sentía apenado.
Esa cosa de tela era demasiado complicada en comparación con la ropa sencilla que estaba acostumbrada a usar. Las mangas tenía puños con volados que me estorbaban ¡y el dobladillo debía doblarse!; era una idea tonta doblar un dobladillo. También habían botones que sujetaban la parte de abajo de la falda de forma prácticamente inútil. Todo aquello me quedaba grande; la falda me arrastraba, las mangas cubrían mis manos y eso lo volvía algo incómodo. En la parte trasera tenía alrededor de diez botones que se disponían en fila por la columna vertebral; traté de cerrarlos pero solo lo hice con la mayoría.
—Necesito ayuda —Dije bajo esperando que Yeosang no me escuchara —No puedo cerrar la parte de atrás.
—Deje que la ayude —Se acercó a mí con esa calma que lo definía —Dese la vuelta por favor.
Hice lo que Yeosang me decía, giré mi cuerpo mientras él se acercaba. Con cuidado abrochó cada uno de los botones que faltaban; lento y con parsimonia fue cerrando aquella incómoda prenda. Podía sentir como su respiración se tornaba pesada; de vez en cuando sus dedos temblaban un poco y él trataba de no rozar mi piel cuando eso sucedía. Notaba claramente como su nerviosismo pasaba hacia mi; con la mano sobre el pecho le decía a mi corazón que se calmara. No entendía porque tanta ansiedad por solo cerrar un par de botones. Pero allí estábamos, respirando con dificultad en una situación inversa a la que podría desencadenar ese tipo de reacciones.
—Listo —Dijo dejando escapar un suspiro —Salga a la cubierta, el día esta muy bonito.
Acepté su invitación y subí a tomar la luz del sol. El cielo azul se extendía infinito acariciando el mar, mientras las olas rozaban tranquilas los costados de la nave; el agua estaba quieta y el barco anclado. Busqué a Wooyoung con la mirada pero no lo encontré; el navío parecía estar vacío.
Seguimos caminando por la cubierta mientras Yeosang me contaba que los demás hombres habían bajado a nadar, le pregunté por qué él no había ido pero se limitó a encogerse de hombros. Sin embargo se acercó al bote que estaba a un costado de la nave y desenrollando la cuerda me ofreció llevarme hasta donde estaban los demás
El ruido de los gritos de alegría resonó apenas el bote tocó el agua. A un costado del navío los piratas nadaban y jugaban a lanzarse agua como si de niños se tratase. Yeosang colocó nuestro bote cerca del de ellos y mientras yo me lanzaba al agua él se quedó arriba protegiéndose de mojarse.
—¿Ya pensaste que harás con esa mujer? —Preguntó el capitán —Han pasado más de treinta días y tu sigues sin darme respuestas.
—¿Que va a hacer?! —Respondió un castaño que se veía casi como un niño —¡Hongjoong, es obvio! —Me sorprendió que llamara al capitán por su nombre —¡Matarla! Todos saben que una mujer en un barco trae mala suerte.
—Jongho, veo que tu y tú hermano comparten un solo pedazo de seso — Rió el capitán —Yeosang a diferencia de ti, no es un gorila —Se sumergió por un momento en el agua y cuando salió su rostro estaba limpio — Es un hombre de modales, con una crianza excelente. Él no destriparía a una dama.
Todos rieron y corearon juntos "Hermanos Choi un solo seso". En el agua se veían menos hostiles, dejaban transparentar una imagen que nunca le hubiera asignado a un pirata. De los ocho hombres que allí se encontraban a cuatro ya los conocía; ahora sabía que el chico mejillas regordetas y ojos brillantes se llamaba Jongho. También suponía que uno de los otros era Mingi, aquel que había sido regañando por el capitán durante mi primera noche en el barco.
De todos el más cambiado era el capitán; sin la mugre en la cara y despojado de sus pesadas ropas era casi irreconocible. Con la nariz muy fina, la cara delgada y los labios estirados en una gran sonrisa; quedaba al descubierto que era muy joven al igual que sus hombres. Todo su rostro relucía bajo la luz del sol con el brillo propio de la niñez; este aspecto infantil era resaltando por el hecho de que era un tipo pequeñito de facciones y cuerpo menudo. Otro que también se veía afectado por el agua era San. Aquel hombre que había visto como fiero y de carácter hostil ahora nadaba alegremente con Wooyoung entonando canciones en un idioma extraño. Sus ojos pequeños se achicaban y sus mejillas revelaban hoyuelos cada que sonreía; de vez en cuando soltaba una carcajada melodiosa provocada por los comentarios Wooyoung, el cual correspondía riéndose aún más fuerte abriendo toda la boca. Bajo ese lente San se veía como un joven animado y de carácter dulce.
—Entonces... ¿No piensas tomar una decisión? — Hongjoong se dirigió de nuevo a Yeosang —Si no dices pronto lo que quieres hacer, tendremos que dejarla en Martha's Vineyard
—¿Iremos a Martha's Vineyard ? —La voz grave de uno de los hombres resonó asombrada —¿Y tu quieres deshacerte de esa mujer? — Aquel era el mismo hombre que había visto en el puerto, ese que me ofreció una moneda de oro —¿Es que no tienes nada en la cabecita Hongtontito? —Rodeó al capitán con uno de sus brazos y le golpeó en la cabeza.
—¡Arg Mingi! —Gritó el capitán, un sonido estridente pero no enojado —¡Soy el capitán, no un bebé! —Empujó al de la voz ronca alejándose lo más que pudo de él —¿Que vamos a hacer con ella? No somos traficantes, no pienso venderla. Aquí no es necesaria, por lo que es mejor dejarla en el puerto.
—¿No querías la bitácora de aquel capitán Inglés? — Inquirió Mingi con astucia levantando una ceja con picardía —Estuviste chillando por eso desde que dejamos Martha's Vineyard la última vez —Algo de burla se filtró en sus palabras mientras agitaba la cabeza para sacudirse el cabello —Atacó un barco y seguro va a estar en el puerto para vender su mercancía.
—Luego de esto irás a la cofa. Dile a Yunho que puede descansar —El capitán salpicó agua al rostro del de ojos pequeños — Aunque...no entiendo a qué te refieres.
—¡Cabeza de rata! ¿Acaso no es obvio? — Sonrió Mingi acercándose lentamente a donde yo estaba —No hay nada que un buen par de tetas no puedan conseguir —Mientras decía esto sus ojos bajaron hasta mi pecho y de allí volvieron a mis ojos —Y este par podría ser de mucha ayuda.
Una vez en el barco la brisa marina secaba nuestras ropas mojadas. En la cubierta uno de los hombres se quejaba en voz baja mientras usaba un trapeador para secar cada sitio por donde pasábamos. Aquel tipo de mirada dura parecía mostrar una gran devoción al capitán; siendo así que, cuando este le gritó que se detuviera lo hizo sin reclamarle (cosa que no hubiera hecho cualquiera de los otros tripulantes). En la cofa Mingi seguía gritando insultos a Hongjoong pero este parecía perdido en sus pensamientos. Caminaba de un lado a otro mandando con mal humor a cada uno de sus hombres, los cuales apenas escucharle se quejaban pero no desobedecían.
A mi lado Yeosang era el único que parecía pasar desapercibido ante la furia del Capitán, no obstante él mismo guardaba en su rostro algo de molestia. De vez en cuando fruncía el ceño de mala manera hacia la cofa; pensé que el castaño guardaba algo de celos debido que Mingi había tomado una decisión sobre mi cuando yo era de su propiedad y el alto no tenía derecho a decir que hacer conmigo.
—Te daremos comida, ropa y un lugar donde dormir —Se dirigió a mi solemnemente el capitán — Te protegeremos con nuestras vidas, pero necesito que me demuestres que podemos confiar en ti —Prosiguió su discurso acercándose lentamente — Si cuando desembarquemos en Martha's Vineyard me traes la bitácora del capitán inglés podrás navegar con nosotros y tener una vida mucho mejor que la de una simple ladrona.
El capitán me había dado tiempo para pensar en sus palabras. Era de noche y el viento comenzaba a azotar las velas del barco. Desde mi pequeño rincón los ruidos de escuchan lejanos y aterradores; las ráfagas aullaban como mujeres fantasmales que se colaban por las uniones de la madera. Aún no le había dado una respuesta al capitán; abrazando mis piernas intentaba tomar una decisión razonable, quedarme en un lugar desconocido o navegar con los piratas asaltando barcos y jugándome la vida. Mientras Flotaba en mis cavilaciones los fuertes pasos de Wooyoung resonaron por sobre el viento.
—¡Puedes subir a cubierta! —Exclamó respirando con dificultad —Yeosang ha dicho que ya sabe que hacer contigo —Prosiguió con duda y entusiasmo mezclados en su dulce voz — Harás lo que diga el capitán ¿sabes que significa? —Con un brinco de alegría extendió sus brazos hasta rodear mi cuerpo — ¡No tendremos que abandonarte en el puerto! ¡Viajaras con nosotros!
—Suéltala ya, Wooyoung— La voz de Yeosang rompió la alegría del momento, las palabras salieron de su boca impregnadas de molestia —Solo te dije que la buscaras, no que te pegaras a ella como sanguijuela.
Aquel comportamiento era muy poco común en el castaño, incluso las palabras que usó parecían sacadas un discurso del capitán. Serio como estaba, me tomó del brazo apretando con suficiente fuerza como para sentir presión pero sin llegar a lastimar. No sabía que pasaba por su mente, su rostro no dejaba transparentar nada más allá de una pequeña molestia.
La noche era clara pero ventosa, todo mi cabello quedaba revuelto en el viendo y esto parecía llamar la atención de mi acompañante; cuando en un punto Wooyoung nos dejó pude observar como Yeosang se quedaba absorto en el movimiento de mis rizos en el aire. Recorrimos solos gran parte de la cubierta permaneciendo en silencio hasta volver a bajar en la zona de los camarotes.
—Ahora este es nuestro... Su cuarto —desviaba la mirada al hablar —Esta es su cama y aquí puede poner su ropa — Señaló una caja que se encontraba al lado de la cama más lejana a la puerta.
—¿Nuestro? —Pregunté, esas palabras habían opacado toda la frase — ¿Esto era tuyo? ¿Estoy invadiendo tu espacio ? —Aquello me apenaba bastante, no quería ser una carga, no quería incomodarle
—Comparto esto con Mingi, Seonghwa y Jongho...bueno con cualquiera de ellos que no este haciendo guardia —Se encogió de hombros —No hay más camarotes y usted es mía ahora —Volvió a hablar con la frialdad de siempre —Debo buscarle un lugar en el barco. No se preocupe por mi, yo montaré guardia cada noche.
Insistí muchas veces para volver a la bodega pero fue imposible convencerlo; incluso cuando salí corriendo tratando de imponerme por sobre su voluntad llamó a Mingi para que me cerrara el paso. Finalmente y después de mucho pelear decidimos compartir la cama. Sabía que él no quería hacerlo, siempre actuaba de forma reservaba cuando se trataba de acercarse a mi; mantenía una distancia prudente, trataba de no tocarme y giraba el rostro si por error se veía un poco de mi piel. Quería tenerlo cerca; no podía entender porque, pero algo dentro de mi se revolcaba de emoción al pensar que dormiría junto él.
—Jongho hará guardia esta noche —habló Hongjoong cruzando de brazos en el umbral de la puerta —Mingi se quedará en la cofa como castigo — Una sonrisa llena de malévola diversión se dibujó en su cara — Descansa hoy, mañana puedes montar guardia si quieres.
Aquella conversación colocó a Yeosang muy nervioso. Con dificultad se sentó sobre el escritorio que se encontraba en un rincón tratando de no dañar nada; pero en lugar de ser cuidadoso dejó caer un tintero que se posaba en la orilla. El objeto resonó en la madera rompiendo el tenso silencio que por segundos nos ahogaba, rodando hasta quedar bajo la cama y dejando un rastro oscuro tras de si. Aún de pie en medio de la habitación lo veía jugar con sus manos y echar su cabeza hacia atrás, de vez en cuando un suspiro se escapa de sus labios.
Yo también estaba nerviosa. El bamboleo del barco se confundía con la ansiedad que corría por mi sangre produciendo cosas raras en mi estómago. Nunca había estado tan asustada de dormir junto a un hombre.
—Puedes acostarte en tu cama —Pronuncié con voz temblorosa— No me importa dormir en el suelo...Después de todo así he dormido casi toda mi vida.
—Ya le dije que la cama es suya —Giró su cabeza de forma que podía verle el perfil —Puede usarla. Wooyoung dijo que me permitiría dormir con él.
—¡Maldición! ¿No lo entiendes? ¡No pienso usar la cama! — Exclamé aún mirando a Yeosang, notando que en su sien se dibujaba un lunar rojizo.
Con rapidez dejó su puesto sobre la mesa, pasando a mi lado y dirigiéndose a la cama. De nuevo mi corazón se aceleró para decirme que huyera, pero lo ignoré haciéndole entender que debía confiar en que Yeosang no haría ninguna locura. Con rigidez se subió a la litera y comenzó a quitarse la botas, luego retiró su chaleco dejándolo a un lado. Yo había ganado esta batalla.
—¡Ahora esta es nuestra cama! Comparta mi lecho —Exclamó Palmeando el colchón —Por favor venga a dormir, ya es algo tarde.
Así fue como termine literalmente acostándome con un pirata. Mi lado el más cercano a la pared, su lado el borde de la cama...de nuestra cama.
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