7.5
Ahí fue que, por cosa de él o mía nuestras miradas se encontraron... Como si se tratara de la primera vez.
Como las aguas serenas de un río, pero al mismo tiempo fuertes y desenfrenadas, esa era su esencia, un destello verdoso fragante, tan claro como el agua e imparable como las corrientes de los ríos. No sé cuánto tiempo pasó, que sorprendidos nos perdimos en la otra parte, disipando palabras y absortos en esto que teníamos, algo que no podíamos explicar.
—¿Iris?
La magia del ambiente se dispersó, aparte mis ojos de él en menos de segundos, estaba confundida, muy confundida. Esa conexión inmensa y profunda que sentí desvaneció como si fuera una ensoñación, como una mala jugada que el destino quiso hacerme. Justin miró a Bruce, quien había llamado mi nombre, como si le lanzará dagas por los ojos, yo aproveché la oportunidad para levantarme e ir a saludar.
La reacción de ellos fue la esperada, se mostraban sorprendidos y a su vez alegres como siempre, cuando me tocó saludar a Justin estuve algo reacia hacerlo, pero al fin y al cabo accedí, lo que no esperé fue que una tal "Sabrina" lo abrazara de repente. Sin embargo, este quitó sus brazos tan veloces como lo hizo.
—Quítate Sabrina —escupió este con irritación—. Estoy por saludar a una amiga.
—¿Pero bebé? —En su cara se vislumbra la confusión. Ella soltó su agarre en cuanto vio su estado de ánimo y retrocedió haciendo un mohín.
Él se acercó a mí, lo suficiente para abrazarnos ¿Cuánto tiempo había pasado? Diría que unos tres años, pero él había cambiado, no era como lo recordaba. Pero seguía siendo el mismo...
El mismo imbécil de siempre.
—Arcoíris —dijo el estúpido apodo básico que me decía desde niña.
Desde que se fue, había olvidado cuánto me enfurece que me llamara así.
—Imbécil. —Sonreí y sin pensarlo dos veces lo abracé.
Justin me rodeó con sus brazos igual, nos dimos un fuerte abrazo de oso, solo por esta vez, por mis recuerdos y por tanto tiempo que no lo veía, me permití abrazarlo sin restricción, solo una vez. No iba a volver hacer esto de nuevo.
Todo fluyó natural e incluso nos sentamos con ellos, y al parecer los chicos hicieron caso omiso a nuestro abrazo excepto Sabrina, que se mostraba muy disgustada conmigo, pero no hizo nada que pueda molestarme, hasta que se le ocurrió la maravillosa idea de realizar comentarios o cosas que solo ellos sabían y conocían, en pocas palabras, Sabrina buscaba hacernos estar fuera de lugar y excluirnos de a poco.
Suspiré, mientras contenía mis quejas, en otra situación me iría y listo, pero no podía hacerlo así nomás, estábamos acompañando a los chicos mientras comían sus helados, incluso mi hermana se veía entusiasmada hablando con ellos, aunque no sabía ni un poco de esas salidas y personas que Sabrina mencionaba.
Esta chica de nombre Sabrina se aferró al brazo de Justin justo ahora como una garrapata, la situación se me hacía incómoda de ver, ya que sentía que no existía necesidad para que ella hiciese eso, no albergo interés en él romántico.
Justin todo ese rato que aguante no participó en la conversación de los chicos más que asentir y reírse por sus ocurrencias; de esas cosas que decía Arce y Sabrina más que todo, yo fui igual, no tenía ganas de hablar y aunque odiaba admitirlo, me puse a pensar que esto era un sueño, ya que, a diferencia de mis expectativas, el encuentro no fue tan mal como lo imagine, me daba pánico considerar en verle, pero el sentimiento de hoy fue todo lo contrario.
Tenía nostalgia, una de esas en las que sientes que el mundo se detiene mientras te sumerges en los recuerdos.
Tampoco huí como una cobarde o me desmorone, me mantuve firme y calmada, por milagro.
—Ya vengo. —Me levanté de mi asiento para ir al baño, le eche un vistazo rápido a Justin, quien fue el único que noto que me iba por un momento, pero al mismo tiempo se encontraba lidiando con la dificultad de poder salvar su propio brazo, que fue atrapado por las garras de Sabrina.
Moje mis manos con el agua, estaba gélida, la sensación fría en la piel de mis manos me regaló tranquilidad, desde que llegué me encontraba algo tensa, pero era porque Sabrina se comportó hostil hacia mí.
«Como si yo fuera una amenaza».
Al salir ellos ya consumieron sus helados y seguían charlando. La animosidad notoria en el ambiente me entusiasmó.
En cuanto me acerqué Justin fue el primero en percatarse, sus ojos estudian, recorren sin disimulo, detallando mi físico, ni un milímetro de mi cuerpo pasó desapercibido, incluso cuando me senté no paro de escanearme, desatendiendo a Sabrina quien me envía veneno a diestra y siniestra, Drake con astucia comenzó hablarle a ella, distrayendo su atención de Justin, esté captando la indirecta no dudó en moverse de su asiento y estar lo más cercano posible a mí.
Me trague un suspiro desalentador, observo mis uñas pintadas de azul marino, lo incierto de este encuentro me tenía pensando mucho, aspiraba que no me trajera más desgracias que no pudiera soportar.
—No has cambiado —susurró.
—¿Perdón?
—Por un momento creí que...cuando te volviera a ver, no te reconocería, pero no parece ser ese el caso —Me adentro en un tema de conversación. Y yo me paralice al instante, eso que dijo resonando en mi cabeza.
—¿Y de qué forma iba a cambiar? —Moví mi larga melena castaña con reflejos cobrizos a un lado de mi hombro, con un atisbo de sonrisa crédula—. ¿Pero quién lo diría? Ya no eres el mismo mocoso de hace tres años —Me apoyé en la mesa, mientras le hacía una revisión rápida a Justin, el aludido solo enarcó una ceja, fingiendo estar ofendido—. Ahora estás a un nivel decente para una chica —Bien, extrañaba decirle estos comentarios venenosos a Justin.
Y no me malinterpreten, no soy una víbora que destila veneno por todos lados, es solo que así nos llevábamos nosotros.
—Tan sensata Arcoíris, sigues siendo así de modesta con tus cumplidos —apuntó con un tono irónico—, ocultando en el fondo las palabras que con honestidad quisieras decir —Puse los ojos en blanco. Y él se inclinó lo suficiente para sentir su respiración rozando parte de mi cara, cada vello de mi cuerpo se erizo—. Aunque admito que no solo me gustaría contemplar salir de tu boca "estos humildes cumplidos", ya que desatar el infierno siempre ha sido uno de tus mejores pasatiempos, por no decir tu especialidad —Sus dedos tocaron los míos, regalando calidez a mis nudillos—. ¿Verdad?
—¿Qué crees que estás diciendo? —Arrugue mi frente, mi consciencia captando la indirecta de Justin, unas oleadas de sensaciones me embargaron, la ya conocida vergüenza me azotaba.
—¿Qué crees que te digo? —Subió y bajó ambas cejas pobladas, riéndose entre dientes.
—No me regreses la pregunta, pesado.
—Lo mismo va para ti.
Mordí mi labio inferior disgustada por esta discusión, parecíamos niños de preescolar, por otra parte, era muy obstinada para cederle la victoria o razón a él.
Justin, el imbécil número uno de mi vida, mi némesis desde tiempos memorables, sonrió como si nada, sacando ese gesto divertido y travieso que solo yo tenía la oportunidad de ver seguido en el pasado.
«Y ahora».
—¿Soy un nivel decente para ti entonces, Iris? —Esa pregunta me desconcertó.
—¿Cómo?
—Tú misma confesaste que según estoy a un nivel decente ahora, eso significa que no te soy indiferente y que al igual que yo, tu repaso sobre mí, indagando y considerándome es porque hay un interés de por medio —Me puso en contexto, aún con eso seguía embobada con cada palabra que salía de su boca—. Tus comentarios, si bien son imprudentes esconden algo de verdad en ellos, desbordando sarcasmo y sinceridad camuflada en insultos, no son más que un reflejo de tus verdaderos pensamientos o sentimientos —finalizó y se removió en su asiento, aguardando por mi pronta respuesta.
Abrí mi boca y la volví a cerrar buscando que contestar, mis mejillas calentándose por la interpretación que le di a eso, sabiendo que el imbécil.
«¿Qué mierda?».
—¿No vas a responder?
Me di una cachetada mental, obligándome a salir de mi estado enmudecido.
—No tengo nada que decirte, así que ya cállate —dictaminó para conservar la dignidad magullada que me quedaba, él usó mis propios comentarios en mi contra, no debí confiarme demasiado.
No sabía que, en estos años separados, las neuronas de Justin habían comenzado a funcionar con normalidad. Era muy perspicaz e inteligente.
—Eso es muy injusto de tu parte.
—¿Por qué? —bufo con hastío—. Si quisiera podría hacerte callar, y más que eso ¿Pero sabes algo? No quiero, porque estoy cansada de malgastar saliva en ti en una conversación sin sentido —Fui mordaz, como intento de desistir en el escabroso rumbo en el que nos dirigimos.
—No creas que eres la única capaz de callar con palabras... —agrega susceptible a las reacciones de mi rostro, que cambiaba con lo que me decía, teniendo un efecto devastador desagradable—. ¿Pero te doy un dato? Hay maneras mucho más peligrosas y tentadoras de silenciarme —pronunció con lentitud, desquiciando mi mente, en busca de procesar esto y refutar.
«¿Qué quería decirme con esto?
Un momento, ¿Es lo que creo que es?».
—Yo no...
—Unas en las cuales las palabras no son necesarias, las advertencias, las amenazas y mucho menos —Me señaló con un brillo maquiavélico y depredador, que me causó tragar en seco—. la ropa ―expone sin pudor.
«Esta bromeando. Sí, de seguro quiere molestarme».
La indignación se apoderó de mí, pero en un santiamén unas estruendosas carcajadas interfirieron en la discusión acalorada de nosotros, que catalogamos como "conversación", fulmine a Justin con la mirada, quien entretenido me lanzo un beso en el aire socarrón y yo tan amorosa, le saque el dedo medio como la adolescente madura que soy.
Bruce vio sin querer que le saque el dedo medio y casi se ahoga con su saliva, los demás lo imitaron y nos observaron fijo.
—¿Todo bien? —preguntó, sarcástico, ocultando lo gracioso que le causaba, y nosotros dos asentimos como niños.
—¿Seguros? —intervino de la nada Drake, con un amago de sonrisa—. No se estarán matando, ¿verdad? —añadió intuyendo nuestros comportamientos.
No es un secreto para nadie que nosotros somos el infierno en la tierra si nos dejaban juntos, una maldita combinación explosiva y arrasadora. Es cuestión de convivir por lo menos tres segundos y ya estamos discutiendo, peleando y querer hundir al otro.
—No —dijimos al unísono.
Los chicos y mi hermana se dieron miradas furtivas, llenas de convicción, algo que Sabrina le pareció desencajar por completo. Un rato después ya debíamos irnos.
—¿Quieren venir con nosotros? —preguntó Jake amablemente. Al parecer él quería que fuéramos a su casa como aquellas veces, creo que lo propuso más que todo por Arce, porque su hermanita y la mía son mejores amigas.
Arce no dijo nada, sus ojitos de cachorro lo decían todo, supongo que quería que yo diera mi aprobación primero, ya que esta salida se debe gracias a mis padres y a mí.
—Bien, no tengo problemas —acepté sin protestas.
Y así llegué al hogar de Jake, que tenía una playa privada, perfecta para hacer fiestas. Pero hoy solo es una humilde y agradable reunión de reencuentro entre amigos.
Arce en cuanto vio a Michelle se fue con ella, yo por supuesto me quedé con los chicos y la hostil Sabrina, pero esa es la peor parte, al ver que mi hermana menor se fue aprovecho para decir ciertos comentarios sin filtros, claro, fue muy astuta y no dejo ver su desagrado hacia mí, solo eran palabras inocentes de una chica bonita.
Asqueada de su odio me escabullí, ya había venido a este lugar muchísimas veces, lo conocía a la perfección y lo mejor, es que Jake mismo me dio permiso de andar por allí sin problemas.
Camine por el rompeolas, la brisa pegaba contra mi cara y mi cabello se movía como las olas del mar, desde este punto ya estaba alejada de todos, así que podía desestresarme. Me senté y me quité mis zapatillas, para poder mojar mis pies, ya que se sentía satisfactorio eso.
Repase por mi cabeza todos los sucesos de hoy, rememorando el infortunio de esta mañana, de solo recordarlo me erizo la piel, pero no deje que eso me perturbara más.
Ahora el verdadero problema es quién y el porqué.
¿Y si fue Lía? La verdad, creo y también no que fuera capaz, hasta ahora nadie más conociéndome lo haría, por mucho que me odie, pero tampoco lo podía dar por hecho.
A menos que a esa persona no le importe las consecuencias con tal de conseguir lo que busca, y si Lía Harper perdió a su hermano, un ser querido, es una razón válida y motivación más que suficiente para arremeter contra alguien que ella considere que puede tener información de su hermano.
El problema es que ella no ganaría nada con esto, no le puedo proporcionar una información que no tengo.
Por mucho que lo planteara no concilio visualizar a un sospechoso, Lía podría ser... no estoy segura, continúo dándole vueltas a este asunto sin hallar respuestas.
«Qué estrés».
—Estoy estresada —solté en desahogó, pensando que estaba sola. Y me di cuenta que no porque él se sentó a mi lado y ni siquiera me tomé la molestia de abrir mis ojos, es obvio que es Justin.
—¿Quieres que te ayude a quitar el estrés?
Dudé por unos instantes, no sabía en podía ayudar, pero no creo que vaya a ser un problema en que lo intente, de todas formas, es solo estrés y ansiedad.
—¿Entonces no importa la manera? —inquirió.
—No, no importa —negué e hice un ademán de que no importa, no creía que eso fuese a molestarme, puede que fuera un masaje de esos para quitar el estrés.
—Bueno, no digas que no te lo pregunte.
De repente un par de manos me empujaron, provocando que cayera en el agua, a muchas personas les encantaba lanzarse a nadar desde el rompeolas ¿El por qué? Es porque tenía profundidad, no mucha para ser peligrosa, pero si para los que no sabían nadar.
Y yo no sé nadar.
Mi cuerpo se hundió en el agua y yo no pude evitar moverme en frenesí y sorprendida por cómo acabé sumergida en la playa sin traje de baño, de paso, sin saber nadar.
—¡Ayúdame pedazo de idiota! —grité en descontrol, agitando mis piernas y brazos para no ahogarme según yo.
Justin me miró y como si nada me lanzó al agua lo que parecía ser un flotador, que para ser honesta es inservible, por lo cual ignore y no lo agarre.
—¡Sácame! —le volví a gritar y este me sonrió, como si hubiera planeado esto con anticipación, o más bien, esperaba que esto fuera a suceder.
—Espera, antes de eso necesito que me digas tu fecha, hora de nacimiento y lugar en que naciste. —Él sacó su teléfono de su bolsillo y se dispuso a escribir.
No sé qué hace, pero no me gusta nada que viniera de él a este punto.
—¡¿Para qué mierda necesitas eso?!
—Ufff, esa boca está peor que una cloaca. —Sacudió su mano sobre su boca, un gesto parecido como los niños en el preescolar cuando te decían "fuchi, hueles a violín".
—¡Ayúdame! —exclamo con los sentimientos a flor de piel.
—Bien, bien, te ayudaré, pero primero dame esos datos, son muy importantes —agregó acariciando su barbilla, como si fuera algo de suma importancia para él.
Sollocé desesperada y agitando mis manos en el agua con desesperación, en este momento parecía lo más patético del mundo verme a mí y pensé que si existen las cinco maravillas del mundo, pues debe de existir las cinco burradas más grandes del mundo.
—¡Joder! ¡¿Para qué necesitas eso?! —exclame otra vez con exasperación—. ¡Sácame de aquí!
—Fácil, no me acuerdo en qué día naciste, pero tienes pinta de que eres un leo o escorpio —espetó.
Chille con rabia e impotencia, mientras me movía con más fuerza.
—Corrección, ahora pareces más a un Aries —cito con un ligero sarcasmo en sus palabras.
—¡Ahhhhh! —grité sin contenerme y procurar no ahogarme—. Nací en Reino Unido, Inglaterra, en Wokingham, Early a las 10:15 AM el dieciséis de abril del año dos mil.
Una sonrisa pícara se ensanchó en su rostro, tal como un niñato que consigue lo que quiere a costa de berrinches.
—Perfecto, muy bien, supongo que ahora puedo ver qué tan compatibles somos.
—¡Sácame ahora!
—Espérate, respira y agárrate del flotador que te lancé desde hace rato, hay que ver que te desesperas más de la cuenta, ¿No es así Arcoíris?
—¡Imbécil! ¡Pedazo de basura! ¡Rata inmunda de cloaca y mutante de dos patas, sácame de aquí! —insulté entre gritos y el agua entrando a mi boca por mis movimientos bruscos.
—Arcoíris ya te dije, espérate un momento, estoy poniendo tus datos en la página —anunció con el ceño fruncido mientras escribía rápido en el teléfono como si fuese un mensaje de texto.
—¿Qué mierdas es eso? —bramé, escupiendo el agua salada que entró a mi boca—. ¡¿Pretendes vender mis órganos en el mercado negro ?!
—Calma, ya se están cargando tus datos en la página para la carta astral.
—¡Vas a vender mis órganos! ¡¿No?! ¡Narcotraficante!
—¿Qué? —preguntó, sin contexto—. ¿Desde cuándo vendo de esos polvos?
—¡Rata marihuanera! —insulté, otra vez, descarriada con todas mis fuerzas.
Justin dejó de verme como si fuese un espécimen y siguió observando su teléfono relajado.
—Ohhh... Tienes luna en Virgo, que feo —comentó ajeno a la situación.
—Bueno, ya que he visto tu carta astral ahora supongo que sigue la sinastría, vamos a ver qué tan compatibles somos.
—¡Mueve tu culo y sácame Justin! —Siguió ignorando mis gritos olímpicamente.
—Lo sabía, los dos somos muy compatibles. —Él sonrió divertido y encantador, como si un puto signo o lo que sea que estuviera observando dijera algo de "ser compatibles".
Para este momento, lo único compatible que tenía con él era que estábamos vivos, pero me iba a encargar de que ya no fuera así, en cuanto salga lo iba a matar.
Pero de repente él puso sus zapatos y teléfono en un lugar más alejado, se quitó la camisa y se lanzó al agua, salpicando por completo mi cara y casi hundiéndome de nuevo el muy descarado.
Enfurecí y lo recrimino con una mirada asesina.
—¡Ni se te ocurra venir a mí! —le demande en un intento vago de alejarme, pero fue en vano, no sé nadar y él sí.
—¿No dijiste que te sacará? —contraataca con una sonrisa engreída, tomando mi cintura sin mi permiso—. No lo malinterpretes Arcoíris, así es más fácil sacarte.
«Imbécil».
Al ver la cercanía que teníamos, no lo dude, le metí un codazo en su pecho bien formado y moví mis piernas para patearlo, pero él fue más inteligente e impidió esa acción moviendo mi cuerpo a otra dirección, mi espalda tocaba su pecho y yo sabiendo que no podía hacer más nada, detuve mis movimientos agresivos, tampoco quería ahogarme y menos con él.
Su agarre en mi cintura fue un poco más fuerte que antes, el silencio reinó entre nosotros, lo único que se escucha son nuestras respiraciones pausadas y yo en ese instante, sólo podía sentir.
Su piel descubierta y brazos en mi cintura bajo el agua, era imposible no pensar en lo incómodo e irónico de la situación. Yo tenía ropa, por supuesto, pero eso no me impedía notar la diferencia de un torso descubierto a uno que en el principio no lo estaba, por inercia mordí mi labio inferior por los nervios.
Tenía algo de miedo, pero era soportable, lo bueno es que él no se atrevería nunca de hacerme algo, o así me convenzo a mí misma para no reaccionar de alguna forma extraña.
Él no me sacó del agua y parecía que no iba hacerlo.
—Si fuera por mí, me quedaría así. —Su nariz húmeda hizo contacto con mi hombro descubierto, lo cual dio como resultado un escalofrío en todo mi cuerpo, enterró por último su rostro en mi cuello. Por un segundo, me sentí desfallecer.
El aire caliente que salía de sus labios me estremeció en un santiamén, no me movía o decía nada, tampoco cuando confesó las siguientes palabras.
—Te extrañé.
Sus gruesos labios se pegaron por menos de un segundo en mi cuello, después se separó de este como si nada hubiera pasado, pero la zona en la que había sentido sus labios se sentía caliente y estimulada, eran como cosquillas, entre el agua, la humedad, y la poca ropa que separaba nuestras pieles me confundía, pero a la vez llevando a un juego peligroso y aterrador.
Me da miedo y tal vez, era yo la única que veía este momento como algo serio. Quizás es una simple broma de él para después burlarse.
—Justin —articule su nombre sin recurrir al "imbécil" como siempre lo había hecho, esta vez, no era ambiente para ser tan borde.
—¿Si?
—Sácame del agua, por favor —pedí con serenidad.
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