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6

—¿Justin?

Una voz me sacó de mis divagaciones. Casi salté del susto, mi corazón latía a millón por milisegundos y sin querer el álbum de fotos en mi pierna cayó al suelo.

—¡Ay, por Dios! —exclamo como si hubiera visto al payaso de It—. No me digas, tranquilo. Yo no he visto nada —enunció de forma exagerada.

Fruncí mi ceño mientras trataba de recoger las fotos regadas en el suelo y el álbum. Me di cuenta que noto el bulto en mis pantalones, pero yo ignoré el pequeño detalle. Estaba súper irritado.

—¡Cassie me acabas de matar del susto! —No pude evitar gritarle.

—Pero, pero, pero..¡Pero tú estabas haciendo cochinadas mientras que yo limpiaba! ¡No es justo!

¿Cochinadas? Ni que me hubiera masturbado, bueno, solo estaba algo sensible.

—Cassi yo.. —Suspiré en resignación—. Yo solo estaba limpiando está habitación y bueno, encontré este álbum y solo lo estaba viendo—dije en mi defensa.

—Entonces eso —señaló con disimulo mis pantalones.

—Estoy muy susceptible el día de hoy, ¿captas? —enuncie casi rechinando los dientes.

—Sí, sí, tranquilo Justin, no te preocupes. Solo ayúdame con el patio. No es como que sea mi problema —Se encogió de hombros restándole importancia—. Pero igual te aseguro que yo no he visto nada, aunque solo te informo que excitarte con una foto de un álbum es...un fetiche muy inesperado que desconocía de ti.

—¿Ya terminaste de limpiar la cocina y la sala? —pregunte pasando por alto el tema.

—Estaba casi segura de que si no hubiera subido te habrías masturbado, es...

—¡Cassie! —grité fuera de mis casillas, ofuscado—. ¿Limpiaste o no? Y no cambies el tema —mencione con dureza, escudriñando su cara.

—Sí, sí limpie —confirmó rodando los ojos.

—Bien —Me levanté de la cama y puse el álbum de fotos en el lugar en el que estaba—, quédate limpiando esta habitación y yo voy a sacar la basura. Cuando termines bajas y me das una mano con el patio.

No pase desapercibido la cara asqueada que puso.

—¿Quieres sacar la basura? —ataque hosco, asqueado también—Te recuerdo que tus queridos amigos dejaron condones usados y muchas cositas.

—Ya, ya, ya entendí. —Se rindió, pero seguía comportándose un poco reacia.

Por sus gestos, podía saber que no le hacía gracia limpiar en general el desastre de sus amigos.

—¡Pues perfecto! Entonces voy a bajar —No perdí el tiempo en salir de la habitación.

Baje las escaleras en vía al patio, tenía que terminar de limpiarlo todo.

O al menos dejarlo presentable.

(...)

—Me estoy muriendo —formuló y me tiro en el sofá, no sin antes sacar la foto que guarde en el forro de mi teléfono—. Cassie —llame su nombre con cautela.

—¿Qué?

—Lleva esto contigo. —Le entregué la foto atento a sus reacciones.

—¿Fumaste marihuana? —hablo sin querer—. Esta es...

El gesto de asco que tenía hablo por sí solo.

—No, y toma la maldita foto Cassandra. La vas a necesitar —declare enfurruñado, pero siendo estoico ante las posibles consecuencias en el futuro.

Veremos si ella me es útil en algún momento.

Ella observó la foto primero y después a mí —Justin mira, sé que no debía decir eso en la madrugada ¿Bien? Pero no entiendo porque esta foto... —de repente su cara palideció, y su mirada en mí tembló—. No me digas que...

«Quizás creyó que Iris tenía que ver con uno de esos negocios de Humphrey y yo. En realidad, ella y los Brown son un caso investigado aparte, su relación es nimia». Negué impasible, pero por dentro ofendido por la insinuación tan grave de Cassie. Nunca involucré a mi familia en cuestiones mías, mucho menos le tocaría un pelo a Iris, pero mi prima si bien me amaba y respetaba, también reconocía que había motivos con gran peso para que se asustara.


—Cassandra Müller, te estoy diciendo que tomes la maldita foto, porque no es nada de lo que piensas, esta es la persona de la cual vas hacerte amiga. —Enarqué una ceja viéndola fijo hasta que la tomara.

Y así Cassie me arrebató la foto de las manos sin esperar.

«La curiosidad mató al gato, pero a esta la mato el chisme».

—Bien —asintió obediente—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Hazla, la vas hacer igual —dictamine agotado por culpa de la actividad física extensa.

Ella rodó los ojos otra vez, por mi respuesta directa.

—Cretino —insulto sacándome una sonrisa arrogante—. ¿Por qué te interesa tanto esta chica? —Su claro interés fue en aumento.

—Creo que no es tan difícil para deducirlo por ti misma —nótese el sarcasmo—. Es importante para mí.

—Sí, ya veo —Repiqueteo sus dedos sobre su celular pensativa—. Igual esto es extraño.

Me mantuve en silencio. Unas gotas de agua corrieron por mis mejillas por el cabello húmedo, y Cassie me escudriñaba con la mirada.

—Creo que como tu prima y la que va a llevar a cabo tu deseo, debería conocer la razón de dicho pedido —argumentó sin amainar las dudas.

—¿Cuál razón? —Me crucé de brazos sin comprender, no era tan complicado hacer lo que le pedía.

—De porque me pides eso exactamente —se sinceró.

«Es un secreto».

Era obvio que no iba a decirle la verdad a Cassie, pero conociéndola sería peor no decirle, que darle por lo menos, información la cual entretenerse.

De todas formas, ella ya se comprometió.

Un bostezo emergió de lo profundo de mi interior—. La respuesta es sencilla, la conozco lo suficiente para conocer que nuestra relación no es normal —Tome mi celular en busca de publicar algo en las redes sociales.

—¿Qué clase de relación tienen? —Me observo expectante, sin entender en absoluto—. No puedo evitar sentir dudas por esta petición tuya..

Pensé por unos segundos antes de decirle cualquier cosa que la convenciera y a la vez aclarara sus dudas.

—Amistad —alegue tosco, transcurrió un intervalo de tiempo, en los cuales Cassie me examinaba con su mirada—. Solo somos amigos —agregue por su expresión dubitativa.

—¿Y entonces porque carajo tengo que ser amiga de ella si ya son amigos? —protesto irritada, más confundida.

—Porque nuestra "amistad" para ser más específico, no es para nada normal —espete sintiendo el golpe de la cruda realidad.

—Define normal —demandó inquisitiva, oyéndose despiadada, su mirada revela que no está convencida con mis palabras.

—Eh, pues.. —Mire alrededor tratando de buscar el término correcto para esto, pero nada, no había palabras que describieran semejante relación tan extraña y cambiante como un camaleón—. ¿Tener una relación con alguien sin que quiera dejarte sin descendencia?

Entre tiritando a la camioneta, era una suerte que tenía un impermeable para así no usar el de Jeremy, ya que incluso se ofreció a prestármelo.

—Maldición, hace un frío de puta madre. —su voz tiembla a causa del frío.

Parecía un chihuahua.

—Esa boca...

—Sí, sí, sí...—me interrumpió tiritando aun—. ¿No me digas que ahora no puedo decir groserías? —inquirió.

Nos observamos mutuamente en silencio sin decir nada al respecto, en mi interior admitía que me estaba volviendo una aguafiestas, pero en parte no tenía idea de que esto iba a suceder, sumando que después de mucho tiempo... Pisaría otra vez un bar, en especial Moon bar.

Estaba consciente de que era menor de edad, pero estos problemas se esfumaron cuando eras amiga de ciertas personas, además que era algo exclusivo y yo tenía acceso a ese lugar desde hace tiempo gracias a Collins.

Quizás ya no me relacionaba con ellos por decisión propia, pero podía hacer uso de ello aún.

—Ay, ¿Sabes qué? —hablé mientras lanzaba mi traje impermeable al asiento trasero—. Arranca el maldito auto —Solté mi larga melena que amarré en una cola de caballo—. Vámonos, que la noche es joven.

—¡Así se habla carajo! —exclamó Jeremy extasiado por mi actitud.

Al llegar Jeremy me arrastró por todo el bar. Bebí un vodka mientras Jeremy me presentaba a unos de sus amigos, ellos quedaron en particular encantados conmigo, mientras que yo solo les sonreí modesta y amable, sin ninguna intención de involucrarme con ellos.

Y hay una razón del porqué de mi exclusión. En efecto, Moon Bar era el sitio que solía frecuentar con mi círculo social más íntimo, fiestas, reuniones, punto de encuentro, para pasar el rato, ligar, negocios, etc.

Dentro de unos tres meses cumpliría dieciocho, inaudito que goce de ingreso en un bar, no era problema entrar gracias a Christian, quien facilitó mi entrada y salida al bar privado, mis padres cuando se enteraron me afrontaron enfurecidos, resultando el lio del año, pero ellos como desenlace accedieron que continuara mis salidas en el bar acompañada de mis amigos.

Por supuesto que esto fue una estrategia para controlarme, les convenía saber mi paradero, con quien, que hacía y que no, también porque es muy privado, exclusivo, no habría personas metiches que consiguieran arruinar mi imagen ni la de mis padres, lo que tanto les inquieta a mis progenitores, su imagen.

Poseía restricciones como no beber, esa regla siempre estuvo con Christian y permaneció intacta con mis padres, no tenía problemas con ello, con el tiempo no volví al bar, ya que no contaba con estabilidad mental para olvidar y divertirme, corrí suerte de disponer beneficios todavía en Moon Bar.

—¡Ven, Iris! —Jeremy me llamó alegre. Sentado desde una mesa con unos amigos mientras bebían alcohol a muerte.

Yo en cambio, estaba en la barra pidiendo una bebida no tan fuerte para mí.

—¡Ya voy! —dije y recibí mi bebida del bartender.

Tomé un pequeño trago de mi bebida cuando me dirigía algo emocionada a donde estaba Jeremy con sus amigos, pero como siempre, mi torpeza tenía que cagar todo.

—¡Lo siento mucho! —exclamé observando mi hermosa blusa color coral manchada por el alcohol.

Mis ojos se movieron con velocidad examinando qué tan grande era la mancha y joder, parecía un niño de tres años por cómo había quedado mi blusa favorita, menuda mierda.

Pero eso no era todo.

—Yo de verdad —Empecé a buscar con desesperación un pañuelo en mi bolso—. Lo siento mucho, de verdad —Sonreí con nerviosismo sin alzar la mirada. Joder, era imposible que no haya metido un puto pañuelo en el bolso—. No lo había visto y...

—Ahórrate las disculpas —su tono cargado de molestia no pasó desapercibido, es entendible, pero fue muy grosero a la vez.

—¿Qué? —Me detuve en el acto.

Mis manos se detuvieron y por inercia alcé mi cabeza, que se mantenía gacha por buscar un maldito pañuelo. Abrí los ojos demás, el desconocido frente a mí porta una sonrisa desdeñosa, una mirada intensa que perfora mi rostro, no está borracho, pero su simple manera de verme me ponía los pelos de punta. En pocas palabras, es amenazante.

¿Lo peor? Es que de por sí es atractivo. Tiene una cabellera castaña y con reflejos color caramelo, sus ojos son negros o quizás un café muy, pero muy oscuros.

—Dije que lo sentía —me defendí entre dientes—. No fue...

—¿Quieres disculparte? —Sonrío maléfico—. Entonces cómprame una camiseta nueva, ahora —ironizó.

Estupefacta, apenas asimile su ironía, una camiseta, quiere que le compre una camiseta.

—Está bien —acepte sin ánimos de discutir.

—¿Todo en orden?

La voz de Jeremy me sacó de mis pensamientos, y él sostuvo con una mano el hombro del desconocido.

—Jeremy... —murmure su nombre anonadada.

Jeremy, quien había aparecido de repente detallo al desconocido escéptico, su mano estaba posicionada en el hombro de él, a simple vista se vería como una acción amigable, pero considerando a mi querido amigo, esto no era para nada una acción amistosa.

El chico con quien me había tropezado, miró la mano de Jeremy y después a mí. Al cabo de pocos segundos Jeremy lo soltó y se presentó como si nada.

—Soy Jeremy, ¿Y tú? —No se molestó en decir su apellido.

—¿Es tu amigo? —pregunto ignorando a Jeremy.

Mis ojos viajaron entre ambos, como una cancha de ping pong.

—Si —Quedé aturdida, me obligué a reaccionar—. Jeremy él es... —Mi mirada se volvió por fin hacia el desconocido, puesto que no tenía la menor idea de su nombre a estas alturas.

—James —pronunció seco al percatarse porque lo miraba y extendió su mano a Jeremy, quien con pesadumbre estrecho—. Mi nombre es James Derrick —Le dio un apretón de manos a Jeremy justo como él.

El ambiente no era el mejor y por suerte, el ahora conocido James decidió marcharse por la santa paz. Pero claro, no sin antes lanzarme una mirada inquisidora que me hacía entender que lo volvería a ver. O eso supongo.

Pero siendo honesta, es improbable que nos volvamos a encontrar.

—¿Qué te dijo ese idiota? —expresó Jeremy con un tono que vislumbra su disgusto.

—Nada. —Suspiré. No deseaba arruinar más la salida de lo planeado.

—¿Nada? —reprocho desconfiado—. Por Dios, nada es lo que yo tengo de heterosexual ahora, Iris. —masculló por mi evasión.

—Ya te dije que no es nada Jeremy, solo fue un accidente y bueno, estaba algo molesto porque ensucie su camiseta —respondí diciendo la verdad a medias.

Ese tal James me daba mala espina, pero no se lo diría, es obvio que solo eran sospechas ridículas por situaciones pasadas.

Lo importante es ser cuidadosa y mantenerme al lado de Jeremy mientras sigo en Moon bar.

—Eso no justifica tu mal humor —Me escudriño con la mirada—. Algo más debió suceder para que se estuvieran asesinando con la mirada y si ese hijo de..

—Basta —lo interrumpí cansada—. Te dije que no quería problemas hoy, además que vine con la condición de que me ibas a presentar a una persona en especial —alegue persuasiva, para que él desistiera.

—Sí, pero quería que también te la pasarás bien —se defiende haciendo un puchero.

—Lo sé. —Sonreí.

Cuando llegamos a la mesa Jeremy no tardó en pedirme una bebida, pero yo me sentía avergonzada, mi blusa estaba manchada y no tenía con que cambiarme, agregando que apestaba a alcohol y eso me desagrada.

Los amigos de Jeremy hicieron caso omiso a eso, ellos estaban muy entretenidos alcoholizándose y Jeremy pues...estaba besándose con un chico, su nombre creo que era Johan, sí, era Johan Olson.

No me sorprendía que estuviera liado con un chico, solo que en situaciones como estas mientras tú eres la única sin unos tragos demás, sola, apestando alcohol, con una persona que no te quita la mirada de encima y con la gran posibilidad de que tengas que conducir tú...

Pues me sentía cansada de solo pensarlo.

Y también temía que Jeremy se me fuera a escapar con el chico y me dejara sola, aunque creo que estando borracho, pasado de tragos o sobrio, él sabía que lo iba asesinar si me hiciese aquello, sí, no estaba tan loco para cometer ese error.

Cerré mis ojos e inhale profundo, no sé cuánto tiempo había pasado, pero a este punto era probable que Jeremy me hubiera mentido para traerme acá.

Sí, la muy rata me engaño.

—¿Iris?

Una voz femenina captó mi atención, por lo cual abrí mis ojos, mis párpados pesaban un poco debido al sueño que se hacía presente cada vez más en mi cuerpo, ya que estaba aburrida y sola era obvio que eso me iba a suceder.

—¿Eres Iris?

—¿Si? —Centré mi vista en ella.

—Hola, soy Lía Harper. —Sonrió como si de una niña pequeña se tratase. Ella se sentó a mi lado y me extendió su pálida mano.

Estaba extrañada, este no era como cualquier día o noche.

Y diablos, estoy hablando con muchos desconocidos el día de hoy.

—Soy Iris Brown —me presente y acepte su apretón de manos. Al cabo de unos segundos se formó una sonrisa en mi rostro.

—No pensé que fueses a venir —dijo sin quitar la sonrisa de su cara.

«¿Qué?».

—Espera —Ella dirigió su mirada almendrada a Jeremy, quien se encontraba todavía devorando la boca de Johan—. ¿Él no te dijo nada al respecto? —Regreso su vista hacia mí.

—Al contrario —Suspire rendida—. No sé el porqué, pero él me arrastró aquí por ti.

—¿Por mí? —Se rió estruendosamente, al cabo de un minuto se señaló a ella misma. —¿De verdad crees que es por mí? —formuló tratando de contener la risa, pero sin éxito—. ¿O por él? —señaló entretenida.

Vi hacia donde señalaba ella, la vista increíble que teníamos era digna de una película pornográfica.

—Creo que ya aclaré algunas interrogantes, por ahora —Carraspeo y fijé mi atención en ella—. Bueno..Jeremy me dijo que querías conocerme.

—Sí —afirmó sin titubear—. Estaba curiosa por ti y porque deseaba hablar contigo —Sus ojos brillan un intenso interés, curiosidad, ansiedad y nervios.

¿Por qué tanto interés en mí?

—¿De verdad? —Me crucé de brazos, extrañada—. Gran número de personas que se acercan a mí,  siempre lo hacen con dobles intenciones...

—Veo que eres muy desconfiada, bueno esperaba que fuese así desde el inicio, me decepcionará si fuera al contrario —concreto con una sonrisa ladina.

«Si supieras que alguna vez fui todo lo contrario».

Acaricié mi muslo izquierdo, el cual nadie nunca sabría el porqué.

Lía Harper seguía parloteando mientras que yo me mantenía en completo silencio.

—La verdad, te imagine diferente —confesó impertérrita, no reflejando intenciones escurridizas—. Es increíble cómo te involucraste en este tipo de cosas a una corta edad Iris ¿Pensaste en hablar con Bacheli para solucionarlo? ―indago cuidadosamente, a flor de piel con expectativas.

—Sé que soy joven, pero no ingenua —declare sarcástica, avisando con certeza mi visión del asunto—. Si te refieres por lo de él, pues te llevarás la sorpresa que no tenía ni una puñetera mierda que él era ese tipo de persona.

—¿Ese tipo de persona? —Me observo expectante.

—Sí, pero ¿cuál es tu intención para decirme esto? ¿En qué te conviene? —Entrecierro los ojos con desconfianza.

Ella tal vez creyó que era influenciable o fácil de manipular.

—Solo quería darte un consejo y conversar.

—¿Segura que no querías darme a entender otra cosa? —contraataque con precisión.

Lía Harper se enmudeció, un atisbo de incredulidad demostró por haberla acorralado.

Ella permaneció en silencio y habló otra vez —Bien, la cagué al decirte eso —Jugó con sus manos con una visible incomodidad—. No vine a ofenderte y mucho menos a quedar en malos términos —aclaró su garganta—, la verdad es que con lo que dije al respecto al principio, es que no te ves a como me dijeron.

—¿Cómo me describieron? —profundice cautelosa.

—Pues para empezar yo pensé que...

—¿Qué tenía la apariencia de una drogadicta? —concluí por ella y reí—. ¿O quizás de una puta? —mencione lo último como un chiste, riéndome de aquellos rumores creados por imbéciles del instituto, que, aunque supieran que son mentiras, algunas veces dolían.

Lía se calló sopesando todo, y volvió a retomar la conversación de nuevo.

—De hecho, me dijeron que consumías drogas o te encargaste de venderlas, no lo sé con exactitud, pero nada perdía intentando hablar contigo. Además, sé que tú eres su ex y puede que tengas un contacto con él, ya sabes, existe esa posibilidad, ¿no? —dijo con rapidez, casi en un balbuceo.

—¿Qué? —Me quedé helada en el sitio.

«¿Qué clase de mierda está soltando?».

—Sí, la razón por la que vine es sencilla —Se enderezó en su sitio—, mi hermano desapareció y él es el único que sabe dónde está.

Mi cara debió ponerse pálida, blanca como un papel, para que Lía me mirara preocupada, pero no dijo nada, no era el momento para estar preocupada por mí.

—¿Por qué? —pregunte deseando jamás escuchar esa respuesta, quería, no, rogaba porque no fuese lo que creía—. ¿Por qué él sabría dónde está tu hermano?

—Porque mi hermano trabajaba para él —sentenció impávida, sin un gramo de alteración en su tono, fría, directa y solemne.

No.

Esto no puede ser, él me prometió que...

»—Te lo juro mi amor, te lo prometo por mi propia vida que jamás te decepcionaría. —Sostuvo mis manos con fuerza, no queriendo dejarme y yo, anhelando con los destrozos de mi alma no tener que alejarlo—. Nunca me iría con él, no destruiría tu confianza, no acabaría con ese brillo de esperanza en tus ojos instantánea cuando me ves llegar, yo...«

Trate de deshacer el nudo que se formó en mi garganta en vano, puesto que miles de ideas y suposiciones se formaron en mi cabeza. Lo odio, aborrezco el caer en las mentiras, engaños y falsedades, desprecio a mi yo del pasado por ser tan endeble, ilusa, ingenua.

«Me mintió.

"Se convirtió en lo que siempre me juro no ser, en eso que él mismo rechazó desde el inicio"».

—Yo no tengo la menor idea de cómo es su vida actual, en qué clase de situaciones está entrometido él, créeme que lo nuestro se terminó hace mucho, incluyendo la comunicación y contacto entre nosotros —explique con malestar, mi estómago buscando expulsar el poco alcohol en mi sistema.

Ella me observó desilusionada, parecía que el ápice de esperanza en sus ojos se esfumó para dejarla desolada por dentro, la entendía perfectamente, pero no podía hacer nada.

No había nada que yo pudiera hacer e incluso si lo hubiera, por su bien y quizás el mío, era mejor no meter las narices donde no debíamos.

A fin de cuentas, este mundo está podrido hasta la médula y una humilde chica no podría hacer nada para cambiarlo, ¿cierto? Porque...

Para ellos no sería tan difícil eliminarla.

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