3
Llego a la cafetería puntual, busque con la mirada y localice a la misma chica que hacía unos años corría feliz por los pasillos junto a su hermana; no cambió en casi nada realmente, excepto por su pelo, es más corto, su cuerpo y rostro se volvieron maduros acordé a su edad. Aunque algo en el ambiente que la rodeaba era diferente. Mucho en realidad. En cuanto me avistó, su pesada mirada se dirigió a mí, un escalofrío repentino recorrió mi cuerpo por la forma en que me observaba, analizando cada parte de mi apariencia física.
—Has cambiado —evoco quitándose los lentes de sol, probablemente no quería que alguien la reconociera, la vieran aquí, y pues es entendible. Seguro está súper cuidadosa debido a los Miller.
Me sorprendió cuando accedió venir a la cafetería, lo deduje, ella tomaría las medidas precisas, y así fue por lo que noto. Contemplo sus ojos, son de un fascinante color miel, casi similar al oro; recordando el pasado, un niñato encantado por su hermana que poseía su mismo color exacto de iris.
Pero aquellos ojos de Paulina ya no estaban llenos de vitalidad como antes, ahora solo es... vacío.
—Tú no te quedas atrás. ¿Dónde quedó el hola? —inquirió con un toque de sarcasmo.
Yo enarqué una ceja al repararlo, no le di importancia y me senté, ella sabía a qué venía el reencuentro, por eso la miré a los ojos esperando respuesta.
—Hola —saludé cordialmente y fingí una sonrisa—, ¿cómo has estado estos años? —pregunté por cortesía, a la vez con intrigado.
No supe cómo interpretar su expresión facial impávida, pero si logré captar en su mirada la tristeza, odio y desesperación con la pregunta que le hice, después se repuso como si nada. Ella sostuvo sus manos con fuerza y fijó su atención en sus uñas pintadas, de esmalte azul oscuro.
—¿Fue tan mala la rehabilitación? —pregunte más explícitamente.
Relamí mis labios resecos, estudiando su rostro que cambió en cuanto hice esa pregunta.
Ella miró a diversos lugares, menos a mis ojos, tragó saliva y después respondió con agresividad.
—Eso no fue nada comparado con el infierno que tuve que vivir después —concreto inflexible, repiqueteo sus uñas sobre la mesa absorta en su mente y dijo—: Y en el que sigo estando gracias a ustedes —enunció. Sus labios formaron una fina línea recta, metiendo en lo más profundo sus emociones palpitantes.
A favor de mi suerte, tardó en ocultarlo, entreví su rabia, dolor interno, que de dichos sentimientos se convirtieron en odio puro, el sentimiento lóbrego e inquietante que puede albergar en los corazones de personas.
El resentimiento de Paulina es comprendido hasta cierto punto, excepto que ninguno de nosotros es causante de que su familia la decidiera llevar a rehabilitación porque según ellos padecía esquizofrenia, algo que resultó ser falso. Igual era un niñato sin poder alguno y desconocedor de lo asqueroso que era el bajo mundo, no pude hacer nada al respecto...pero en ese entonces no estaba bien mentalmente igual, así que por eso la internaron.
Ahora si lo veo desde varios puntos de vista, Paulina necesitaba ayuda psicológica. Incluso así no merecía ser dejada atrás por su familia.
—Todo mi sufrimiento es por culpa de ustedes —acusó otra vez, como si fuera una serpiente soltando veneno puro.
—Nosotros no tenemos nada que ver con eso Paulina, yo.. —trate de defenderme.
—No me mientas —me interrumpió mordazmente—. ¡Por culpa de ustedes, es que mi propia familia me deshecho como porquería! —exclamó golpeando la mesa sin contenerse. El líquido de las tasas se desbordó un poco, pero no lo idóneo para manchar toda la mesa por suerte, lo único malo es que ahora teníamos la atención de las demás personas, sus ojos críticos y curiosos en nosotros.
Yo pase una mirada rápida, y de inmediato todos siguieron haciendo sus cosas y nos ignoraron, o eso parecía.
Paulina seguía teniendo ataques de irá.
—No es culpa nuestra lo que sucedió Paulina, tampoco la tuya, sé que no estabas bien —argumente contra su actitud impulsiva, pero consciente que ella solo deseaba a quien arremeter para no cargar con sus actos.
Ella se quedó en silencio por segundos hasta que abrió la boca de nuevo.
—Tu lástima ya no hace falta. Ve al grano Axiel. —Su mandíbula se tensó al decir lo último.
Eso me tomó un poco por sorpresa, pero analizando todas sus acciones y comportamientos anteriores, era predecible que se desesperara. Paulina no planeaba volver a verme.
Parece que no tenía intenciones de decir más nada al respecto sobre su vida, aunque lamentablemente yo ya sabía cada aspecto de ella desde que se fue lejos de los Miller.
En cuanto se fue lejos de esa familia pude dar con ella y mantenerla vigilada sutilmente, me era algo cansado y difícil puesto que perdía su rastro, pero al final gracias a unos amigos la encuentro de nuevo.
—Veo que estás desesperada por irte —comenté.
—Tengo cosas más importantes que hacer que ver tu rostro —dijo y bufo con resignación.
Creí que se iba a mantener en silencio finalmente, pero no, la pelinegra sonrió como si se le hubiera ocurrido la mejor idea del día y abrió la boca.
—A menos que sea en otro lugar —Me guiño un ojo con diversión, por sus palabras con doble sentido—. No me interesa que estés casado.
Negué y rodé mis ojos, hastiado. Sentía que lidiaba con esa misma adolescente inestable de cuando yo tenía dieciséis años.
—Paulina no procuro nada de problemas —dictamine zanjando el tema—. Solo vine a hablar tranquilo, en paz ¿Captas? —culminé y me tragué un suspiro bochornoso—. Te contacté porque tú eres la única que me puede proporcionar información más íntima de ellos —La detuve por anticipado para que no hablase idioteces—. Deja de indagar en mi matrimonio —exigí tozudo, presente que el pasado de Emily, es un asunto aparte, tampoco le compete a ella entrometerse.
Conozco lo necesario a Paulina para saber todo lo que haría para arruinar las cosas, especialmente el querer quebrar la relación que llevamos desde hace un buen tiempo Emily y yo.
—¿Aún estás con Emily? —Abrió sus ojos como si la noticia la tomara desprevenida—. Vaya, que sorpresa, y yo que pensaba que la habías mandado a volar —bramo hipócrita—. La verdad, la última vez que escuche de ella es cuando estuvo al borde de la muerte, ¿Te imaginas que hubiera muerto desangrada? —me desembucho fingiendo pena—. Creo que no habrías soportado la culpa, jajajaja.. —Rió.
Me irritó un poco, pero lo toleré, para estas cosas había que tener extrema paciencia, mucha, mucha paciencia, tanto para no levantarme de mi asiento e irme de aquí.
—Paulina —le llamé entornando mis ojos grises en los suyos, sin éxito en detener su actitud intolerable.
—Tienes razón, al carajo tu vida y tus amantes —alegó como un chiste, queriendo solo molestar.
Al saber lo irritado que estaba me provocaba aún más.
—Paulina...
—Bueno, bueno… En fin, hablamos y después vemos que hacemos de interesante —hablo haciendo un ademán de que prosiguiera.
Yo me acomodé en mi asiento escudriñando a Paulina con la mirada, ya la había soportado un rato y creía que ya era hora de hablar lo que quería.
—Infórmame de los Miller, quiero oírte hablar desde tu perspectiva de todo lo que sabes de esa familia, del porqué te fuiste, quién fue Anthony Miller según tu punto de vista y la razón por la que dejaste a Samantha —demande impertérrito.
—Todas estas cosas ya las sabes —Rodó sus ojos y puntualizó—. Y, además, no puedo hablarte mucho de ellos dos, ya que están muertos —expresó y vio la hora en su reloj indiferente a la mención de ellos.
—¿Y de Samantha? —inquirí con interés.
—No hay nada que pueda decirte que ya no sepas, Axiel —soltó un bufido y se encogió de hombros.
—Era tu hija —le recordé mirándola con desdén, tenía mis razones para hacerlo y más porque fueron miles de cosas inhumanas e incoherentes lo que esta mujer permitió que viviera su hija.
Lo peor es que no podía creer que una persona llegará a tal punto de no importarle nada ni nadie, a pesar de que ella vivió una situación similar.
—Y yo era su madre, pero ya ves cómo resultan las cosas cuando alguien cero capacitada tiene hijos ¿No? —se carcajeo, como si fuera gracioso toda la mierda que decía.
—Dime todo sobre los Miller en general, incluyendo Samantha —le rebato severo.
—Pues ella era algo mayor que tu hija, se llama Cassandra, ¿no? —desvío el tema con descaro—. Hace un tiempo estuve buscando tus redes sociales y me encontré una foto con una hermosa joven, ella es idéntica a Emily cuando era adolescente —Elevó la comisura de sus labios con un deje de disgusto al pronunciar el nombre de mi compañera, mi amada esposa—. ¿Seguro que es tu hija?
—Estamos casados —me limito a decir irritado.
—Eso lo sé —contestó, impasible.
—¿Cuál fue la razón por la que dejaste a los Miller? —volví a sacar con rigor, ignorando su esquivez.
—¿Por qué quieres saber la razón? —me refutó—. ¿En qué te puede ayudar eso a encontrarlos?
—Cualquier cosa por insignificante que parezca, información que aparente ser irrelevante, en realidad puede ayudarte a dar con una persona —mencione las mismas palabras que solía decir mi esposa en el pasado, cuando aún éramos novios—. Gracias a ese tipo de datos "insignificantes", es que pude encontrar los restos de tu hermana.
Un ambiente tenso se formó entre nosotros dos, por supuesto que fue por sacar el tema de ella, de la razón principal por la que terminó en rehabilitación.
—Yo solo fui una víctima de todo esto —dijo de la nada, como si eso absolverá de la culpa que sostiene.
—No te molestes en figurar ser "inocente" —recalque áspero, coaccionando lo suficiente—. ¿Crees que no sé qué todos los Miller te buscan para matarte? Incluso tus propios hijastros a los que te trataban como su madre quieren acabar contigo.
Ella mostró una mueca, se veía triste, asustada y a la vez angustiada, tenía miedo de que ellos la encontraran por lo que veo.
—Solo Ashton y Selena están vivos —Trago saliva en seco—. Los demás ni siquiera lo están, no me pueden hacer nada —decreto con inclemencia, su voz sonando segura, pero otros aspectos delataban que no era así.
Reí gracias a su cinismo, era increíble como la pelinegra se alegra por la muerte de esos chicos, cuando fue ella misma quien los crío. Paulina tiene gran culpa, la miseria que tuvieron que vivir esos chicos...no me sorprende en absoluto que su visión de lo que está bien o mal se haya distorsionado por su influencia.
«Cosechas lo que siembras».
—Pero no se sabe dónde están ellos y también me da curiosidad saber por qué unos jóvenes que te solían decir "madre" quieren ver el suelo manchado con tu sangre. —Sonreí sutil a lo dicho.
—¿Cómo sabes eso? —Mordió su labio inferior, para procesar mis palabras.
—Hace unos meses dimos con una persona muy interesante, su nombre es Malcolm Taylor y nos contó algunas historias interesantes de los Miller, pero claro, muchos de mis compañeros, aunque les pareció sospechoso y creíble, no podían hacer nada sin pruebas —le conté.
«Sumando que no queremos agitar el panal de abejas en vano».
—¿Qué fue lo que les contó él? —preguntó ella interesada, achina los ojos sopesando mis acciones.
No le respondí, solo tome mi maletero y saque unas carpetas, iba a dejar que ella misma lo leyera, todas las asquerosidades en las que al parecer estuvo involucrada y conoce.
No sé qué tan fuerte era como la miraba, pero ahora ella se encontraba cabizbaja, sin contestarme. Su mano tembló al tomar las carpetas.
Entonces era tan claro como el agua que, si quería hacerla hablar, el miedo podría ser la mejor arma para este caso.
—Si lo que dice Malcolm Taylor es cierto —comencé a punzar con palabras—. Lo que le hiciste a ella fue horrible y ninguna cosa en el mundo puede justificarte —agregué hostil a su cruel indiferencia de antes—. La única razón por la que estás libre y no tras las rejas es porque gracias a la muerte de ella, es que te salvaste, ya que no se pudo comprobar que las palabras de Iris Brown fueran ciertas. —dije sin contenerme—. Y ni qué decir de tus hijastros, que prácticamente eran como tus hijos, enterarme a través de Malcolm Taylor sobre eso, me hizo preguntar ¿Y si ella fue cómplice de todo?
—Yo no los mate —se apresuró en negar, se removió incómoda en su asiento. Paulina sacudió en respuesta su cabeza como un perro con pulgas, negando con fervor tal cosa. Su tez pálida como una hoja de papel atemorizada.
Sonreí con malicia. Ya había encontrado la reacción que esperaba de ella.
—Sé que tú no los mataste —apunte al cabo de unos segundos, asegurando que se sintiera intranquila por dentro.
El miedo en verdad hace hablar impulsivamente a las personas, con honestidad al estar acorralados, sin escapatoria.
—Prostitución, trata de blancas, violaciones, drogas y negocios ilícitos. —hable con rapidez para lograr desesperarla—. ¿Te suena? Porque en el primer párrafo, esta persona mencionó que tú te encargaste personalmente de prostituir a tus hijastros e hija.
Su respiración se volvió distorsionada y vio en varias direcciones, encontrar energía interna para darme la cara.
—No puedes probar eso —me enfrento con una máscara valiente, que resultó en fracaso, tenía miedo, quebrantando su fachada imperiosa.
Alcé una de mis cejas con ironía. Es ingenua, justo como en el pasado.
—¿Tú crees? Si esta investigación sigue y acontece que tú estuviste involucrada no podrás salvarte y cargaras con el peso, los Miller saldrán ilesos, ¿y quién sabe? Quizá los encuentren antes de que eso suceda y te asesinen —pude aducir con una expresión facial bastante neutral—. En cambio, si hablas y me dices lo que sabes, se puede encontrar una forma de probar que esas acusaciones que dijo Malcolm Taylor son falsas.
—No hay nada que probar, no tuve nada que ver con eso —insistió con vehemencia, como si fuera a creerle.
—Los Miller te usarán como chivo expiatorio —remarqué lo obvio—. No importa si eres inocente o no, el solo hecho de ser espectadora de esos crímenes y después abandonar a tu hija biológica, incluso ignorando el bienestar de tus hijastros también, te hace potencial riesgo encubierto y probable que sea verdad lo que dijo Malcolm —La oí jadear bajo, y sonreí complacido—. Por lo tanto, serías la sospechosa y culpable perfecta —finiquite dando en el clavo.
«Estás aislada Paulina».
—No, ellos no pueden —siguió negando muerta de miedo—. N-no queda nadie, no..
El terror de no saber lo que harían los Miller con ella la debe estar matando o corrección, justo ahora ese miedo la come viva por dentro.
—Si pueden —repetí—. Si pudieron evadir la justicia por años y esconderse, no les será difícil usarte —le indique lo evidente por enésima vez—. No sé qué planes tienen para ti, pero si no te matan, te usarán para lavarse las manos.
Paulina estaba temblando muerta de miedo ahora, la arrincone con mis palabras.
—Entonces dime todo lo que sabes de los Miller —presione emanando reticencia. Mi plan dará frutos sin contratiempos.
Ella se muestra dudosa, pero con los minutos, percibe no tener mejor opción que esa como planee. Si no habla de ellos ahora, tendría un destino espantoso sin justicia.
Aunque esta mujer que tengo al frente se merece una muerte horrorosa de por sí, Paulina es una simple mugrosa rata de alcantarilla, al lado de esas venenosas víboras.
—Un montón de personas están involucradas, es difícil dar con cada uno de ellos, incluso si encuentras al resto de esa familia con apellido Miller, será complicado demostrar sus delitos —susurra ansiosa, insegura a raíz de situaciones pasadas.
Los Miller se salvaron el pellejo cientos, no, miles de veces por su influencia, reputación, dinero y socios, esta vez me encargaría de que no terminen ilesos los que siguen vivos.
—En eso tienes razón, pero mientras me digas lo que quiero, no habrá problemas —le quise insistir como último intento—. Y encontraré una forma de protegerte, por supuesto —mentí a medias.
La indecisión nubló sus ojos mieles, el miedo, la tristeza, el resentimiento y demás sentimientos siempre estaban en su corazón como una herida abierta infectada de oscuridad y odio.
Paulina, consciente que en ese instante no importaba lo que ella quería, tenía culpa en muchas cosas, pero no en todas, ella no querrá pasar el resto de años pudriéndose en la cárcel por crímenes que no cometió.
Mucho menos ser torturada hasta la muerte por las mismas personas que la retuvieron por años sin que ella tuviera oportunidad de escapar.
Ella fue una víctima circunstancial, manipulada solo al principio, después ella misma construyó su propia historia, siendo consciente que es una basura como ser humano, tampoco podía hacer nada.
Su hija y sus hijastros sufrieron una vida peor o igual que ella.
—Te diré lo que sé —declaró y se cruzó de brazos altiva, aún con miedo, pero decidida.
Al menos si iba a sufrir, que sea la consecuencia de sus pecados.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro