27
Faltaban tres días para el concurso para ser exacta y, para mí mala suerte o no, los nervios me carcomían un montón por el motivo de que tenía grandes inseguridades sobre mi pintura a pesar de que mis cercanos me aseguraban de que lo haría bien, «¡Ya falta demasiado poco!» pienso aún con los nervios de punta, estoy que me comía las uñas y se veía a kilómetros qué algo llevaba en mi cabeza por mucho rato. Eso descolocó a mi hermana menor, Arce, la cual al ser la única en casa podía darse cuenta con una sola mirada que algo me mantiene sumergida en mis pensamientos.
—¿Está todo bien contigo? —me preguntó ella, mirándome tanto como podía con deseos de desentrañar qué estaba pensando—. Te ves perdida desde ayer.
—Es que estoy preocupada por el concurso de pintura —confieso de una vez—. Puede parecer tonto, pero es la primera vez en mucho tiempo que me expongo en algo social, ya sabes, que pueda verme todo el instituto en algo.
Esta sonríe tan pleno y brillante como pudo, al parecer a ella le agradaba oírme hablar sobre algo como eso y me resulta extraño, parecía que los papeles se habían invertido.
—Sí es eso, estoy segura que lo harás muy bien —me dice mientras revisa su celular, como ya habíamos terminado de almorzar no teníamos mucho que hacer y ella esta en un breve descanso después de sus lecciones de piano—. Mi hermana es muy talentosa en el arte como yo en la música —me halaga y le sonrío enternecida, Arce siempre ha sido alguien muy dulce y con un carácter bastante tranquilo, a diferencia de mí que me reconocía a mí misma como una persona con facetas complicadas en el día a día.
—Creciste con mi ejemplo, supongo que de alguna forma fui influencia de eso —bromeo con sutileza y esta asiente orgullosa, solo las dos nos teníamos la una a la otra, ya que como casi siempre mis padres no estaban. De hecho, ya es costumbre que no estén o no se les vea ni un pelo durante el día—. ¿León ha comido? —pregunté recordando a mi amado León, un precioso gato completamente negro. Debido a mis propios problemas, León, siempre ronda la habitación de mi hermana cuando no está en la mía por eso.
—Lo ha hecho, últimamente le gusta dormir en mi baño —contesta tranquila hasta que escuchamos un ruido de afuera qué nos hace vernos mutuamente—. ¿Qué ha sido eso? —pregunta de inmediato y yo me levanto al igual que ella de nuestros asientos—. Parece que vino un camión de esos de mudanza por el ruido.
—¿Alguien se está mudando?
—No sé, averigüemos —responde y ambas nos asomamos por la ventana del comedor y en efecto, es un camión de mudanza qué está bajando cajas y cajas qué parecían ser interminables del otro lado, al frente de nosotros solo que una casa más atrás... pero la lejanía es corta relativamente, nuestro nuevo vecino quién quiera que fuese lo conoceríamos muy pronto al parecer, nadie que se mudaba a esta zona se escapa de las manos de mi madre. Aquí solo podía entrar la élite, familias adineradas desde grandes generaciones atrás, de renombre y estatus muy respetado.
—¿Helena sabrá algo de esto? —murmuro pensativa y Arce me observa igual, las mudanzas en esta zona son muy escazas por no decir inusuales.
—Es muy probable, ya sabes como es ella —me contesta sin dudar—. Sea quién sea, estoy segura de que terminarán sentados en nuestra sala siendo evaluados por nuestra madre —agrega y asiento, les doy un último vistazo a aquella mudanza en busca de alguna pista sobre quién podría ser, pero nada. Solo había hombres sudorosos bajando cajas interminables de objetos.
Decidí después al rato escribirle a Melissa para saber como está, pero no obtuve respuesta de ella hasta momentos después, desde que habíamos tenido esa pijamada todo fue normal, pero, algo dentro de mí me mortifica no permitiéndome ignorarla como ella me había pedido y es por eso que intento estar más al tanto de ella, aunque contrario a mis expectativas... estos días parecía ser más distante al móvil, el gran presentimiento de que algo muy malo le ocurría en casa me es más seguro y evidente por lo cual me mantenía preocupada sobre que hacer al respecto.
El que haya obtenido un golpe es un hecho imborrable, pero el cómo y quién es lo único que no puedo saber o afirmar y ella no quiere hablar, por lo cual debo ser paciente hasta que pueda contarme. No deseo hacerla sentir presionada demás, es por eso que tengo que ser cuidadosa si se aborda el tema en el futuro. Al no percibir más mensajes decido desistir y prepararme para salir.
—¿Saldrás hoy? —La voz de Arce me detiene mientras organizo algunos objetos en la estantería de la cocina.
—Sí —afirmo sin contemplación—, puedo traerte algo si quieres, estaré dando una vuelta en el centro comercial para despejar mi mente —le ofrezco y la observo por el rabillo del ojo, ella se ve feliz.
—No quiero nada en particular —contesta animada—. Pero.
—¿Pero?
—No estaría mal algo de comer para la cena, fuera de la dieta de madre—dijo esperanzada y asiento comprendiendo su solicitud. Helena no nos dejaba comer comida chatarra y el personal doméstico tenía un menú muy estricto de elaboración en comidas balanceadas—. Muero por comer una pizza, hamburguesa o lo que sea, desde el mes pasado que tengo ganas.
—Bien, traeré pizza para cenar. —concluyo con una sonrisa.
(...)
Recorrer las tiendas y sitios se me había hecho una costumbre reciente como un método de apaciguar mi ruidosa mente, por lo que a pesar de que no había comprado en todos los lugares, tenía algunas cuantas cosas que lograron capturar mi atención. Nadie me reconocía, lo cual es una ventaja. No fue hasta que diviso una cafetería tradicional que mi mirada se cruza con aquellos ojos verdes con las cuales tenía algunos días sin interactuar, pero, él no estaba solo.
—No creí encontrarte de nuevo afuera —comento acercándome y este me brinda una sonrisa escueta pero algo tensa, levantándose de la mesa con el moreno para saludarme—. Y hola Humphrey. ¿Cómo están? —Trato de saludar a el moreno, pero este solo asiente sin musitar palabras, un leve escalofrío me azota cuando Justin le dedica una mirada significativa que parece privarlo.
—Estoy bien —asegura sin agregar más—. ¿Tienes prisa? —me pregunta Justin y ahora mis ojos se centran en él. No se veía tan tranquilo como otros días.
—No realmente, decidí salir para pasear y tomar algo de aire fresco. —simplifico sin dar muchas vueltas.
Humphrey esta cabizbaja y no me mira. De repente, este decide organizar con rapidez unos papeles en sus manos para meterlo en una mochila, su actitud tan dócil y sumiso me desconcertó.
—¿Terminaste? —preguntó este con un semblante inexpresivo, es la primera vez que veo a Justin tan serio. No es que no lo viera con otros estados de humor a lo largo de los años, pero esta seriedad tan impregnada de una molestia silenciosa se transpira en el aire logrando incomodar.
—Sí, ya debo irme —aseguró viendo de reojo a Justin y pude divisar un destello de... ¿Miedo?—. Hasta la próxima, chicos —murmura y yo procedo a despedirme, contrario a mis expectativas, Justin, solo hace un pequeño asentimiento con su cabeza y no se despide adecuadamente de él.
—¿Acaso es tu secuaz o algo así? —busco bromear, pero este me observa sagaz.
—¿Por qué preguntas? —indaga y me encojo de hombres sin saber que decir.
—Es que se veía tan intimidado por ti —menciono con interés—. Yo podría jurar que es como si sintiera miedo por ti —comento a la ligera y este enarca una ceja sopesando mis palabras—. Bueno, solo fue mi percepción, olvídalo —dije dudando.
—Él solo esta pasando por un mal momento... —articula desviando la mirada y prefiero no darle tantas vueltas al asunto, aunque decir que esta pasando por un mal momento me hace empatizar con él, después de todo yo he vivido gran parte en medio de problemas.
—¿De verdad? ¿Qué le sucedió?
—¿Te importa él? —me pregunta a secas.
—Pues claro, es normal si escucho que alguien la está pasando mal —contesto a su repentina renuencia, él parecía malhumorado lo que me desconcertó por completo porque no es habitual en su persona para nada—. Parece un buen chico, así que por eso me preocupé.
—No lo es —lo escuché murmurar y lo observo perpleja, al este darse cuenta me brinda una sonrisa escueta la cual quiere disimular la situación incómoda—. En fin. ¿Lograste terminar tu pintura? —cambia de tema.
—Oh sí, ya estoy casi terminando y faltan solo los detalles finales —le cuento y este asiente, noto que sus hombros tensos bajan ligeramente como si aquello le calmara y no sabía porque—. Esta noche estará listo.
—Me alegro que hayas podido realizar tu cuadro con éxito —dijo con un tono apacible que cambió el ambiente de inmediato, denotando satisfacción con el hecho de que haya podido terminar eso—. Siempre eres la mejor.
—¿Cómo sabes que lo haría?
—Eres grandiosa, todo lo haces bien —asegura y su mano se posa en mi hombro para darle un leve apretón reconfortante qué consigue hacerme sentir feliz, siento el calor asentarse en mi pecho y una sensación de júbilo envolverme—. Yo también terminé mi pintura hace poco —agrega llamando mi atención. ¿De que se trataría su pintura?
—¿De qué va?
—¿Tienes curiosidad? —pregunta sonriente y yo asiento—. Tal vez te va a sorprender mucho en el concurso, así que espero que puedas verlo —solo se limita a decir y se encoge de hombros, lo cual me hace sentir timada e hice un puchero.
—¿No me vas a decir entonces? —indago.
—No —niega y le pongo mala cara, este se ríe en consecuencia—. Oye, pero tú empezaste con esto, no me quisiste decir de que se trata tu pintura y la mía también es especial a su manera, merece ser una sorpresa —comenta haciéndose el ofendido y lo acepto.
—Espero que no me defraudes en lo especial —dije y este asiente con una sonrisa—. Aunque tengo la certeza de que no será así.
—Por supuesto, estoy lleno de sorpresas. —afirma sonriente lo que consigue contagiarme su repentina animosidad.
Al caminar mi vista se pierde en una tienda de productos para cabello, por breves segundos en unos tintes de colores fantasía, Justin nota eso enseguida porque parecía más interesado en las cosas que yo veía que en las suyas propia.
—Olvídalo, eres pelirroja —detiene mi sutil observación en las tinturas, sacándome de mis divagaciones—. Eso ya de por si es un motivo suficiente para decirte que es mala idea teñirte, no todos los días puedes ver una pelirroja natural y yo quiero tener el privilegio de seguir viendo una de ellas —expone de repente.
—¡Que no soy! —me quejo con el calor subiendo a mis mejillas. ¿Cómo es que le parecía un privilegio observar?
—Sal del closet, Rosita fresita, no se que tienes en contra de ser pelirroja pero ya es mucho —repuso burlándose en el proceso—. Estás mejor así, créeme.
—Detesto los estigmas contra las pelirrojas y el estereotipo, no estamos locas, no somos histéricas y mucho menos somos complicadas. —apunto y achico los ojos en su dirección, viéndome acusatoria.
—¿Entonces admites que lo eres?
—Piensa lo que quieras. —Me abstengo a decir otra cosa y él pone un semblante triunfal.
—Mira, mi tía, mi prima y tú son pelirrojas y créeme cuando te digo que exactamente las tres están locas—menciona con gracia y medito lo que acaba de agregar sobre su familia, aparte de mí tenía una tía y prima que son pelirrojas—, como si hubieran perdido un tornillo y en mi experiencia conociéndolas, el rojo es sinónimo de explosividad, histeria y locura en su máximo esplendor y si tuvieran un espíritu animal, sin duda alguna serían un gato naranja —finaliza con aquella comparación ridícula y decido darle un pequeño golpe en el brazo qué lo hace reír.
—Estoy harta, no soy pelirroja y menos me voy a identificar con un gato naranja —me niego rotundo—. En definitiva, pues no.
—Admitelo, eres un tono menos intenso pero lo eres. Es un hermoso tono caoba. —insiste sonando algo emocionado.
—Entonces, deja de decir que estamos mal. —protesto y consigo hacerlo reír otra vez.
—Si están locas, pero siguen siendo condenadamente hermosas. —se excusa y me cruzo de brazos ofendida.
—Decidido. Me voy a teñir el cabello. —sentencio y a este se le agrandan los ojos con sorpresa.
—¿Qué? ¡No! —exclama estupefacto y esta vez yo sonrío disfrutando de su expresión por un momento.
—¿Por qué te disgusta qué me tiña? ¿Acaso es algo tan malo? —le pregunto fingiendo un puchero.
—Es que eres hermosa así, no necesitas cambiarte nada. —me halaga tomándome desprevenida lo que dice. Este toma mi mano y entrelaza sus dedos con los míos, lo veo confundida por tal acción, pero, parece ignorarme por completo porque sus labios se posan en mis dedos dándole suaves besos húmedos, siento la suavidad de sus labios entrar en contacto con mi piel y consigue que el leve calor que emana de ellos mezclados con su propio aliento me de escalofríos en todo el cuerpo, consiguiendo sensaciones inesperadas en algo tan sutil. Ya lo había hecho con anterioridad y aun así conseguía estremecerme siempre.
—Yo...
—No digas nada, deja esto así —me corta de inmediato, sin dejarme formular palabras que pudieran expresar adecuadamente la sublime sensación que parecía convertirse en una ensoñación. Su mirada esta centrada en mi mano que esta entrelazada con la suya, como si aquello tan simple le hiciera feliz—. Me siento como un niñato de doce años —dijo de repente y una risa ronca emerge de su pecho, solo pude mirarle enternecida sin agregar nada al respecto, Justin tenía facciones faciales bien definidas y masculinas. A veces, me cuesta reconocer que ya no es más ese joven de quince años que se fue de la ciudad—. Lamento mi actitud anterior, he estado estresado estos días —admite así cambiando de tema y sonando como una disculpa sincera.
—Bueno, tú siempre te ves tan despreocupado que no me imaginaba que te sentías así —comento viéndole con detenimiento—. Espero que puedas solucionar la situación que te mantiene así —me limito a decir sin querer indagar para no ser imprudente.
—Por lo general, siempre estoy de mal genio y más estos días —comenta con fastidio como si estuviera recordando algo—. La mudanza ha sido algo problemática y no es nada que no pueda manejarse, pero...
—Me lo supuse. —dije a lo que este se encogió de hombros. Había escuchado rumores de que Justin aún no tenía un hogar fijo, y de repente recordé la mudanza de esta mañana. ¿Podría ser...?
—Cuando estoy contigo todos mis problemas desaparecen y, no sé, tal vez se deba a que eres de ese tipo de personas qué, sin saberlo, puedes ser un lugar seguro. —agrega sacándome de mis pensamientos.
—No soy tan así —contesto y siento mis mejillas tibias, me sentía avergonzada porque su mirada punzante me esta analizando, su claro verdoso recorría cada detalle y expresiones de mi rostro—. La verdad soy alguien que hace lo que los demás harían, no creo que signifiquen mucho para cualquiera —argumento y este me ve con una ceja enarcada—. Solo hago lo que otro haría en mi lugar, por eso no es especial —vuelvo a enfatizar.
—Lo eres. Eres fascinante —asevera, sin opción a replica y yo contengo levemente la respiración—. Y si eso crees, pues encuentro en la sencillez muchas cosas preciosas, aunque no niego que valoro también otros aspectos —agrego seguro.
—Es la primera vez que alguien me dice algo así —Las palabras salen de mi boca en voz alta y me reí sintiéndome ligera, no pretendía decirlo sino mantenerlo en mi mente, pero se me salió sin darme cuenta—. Olvídalo.
—¿Qué debo olvidar? ¿A ti? —cuestiona burlesco, sé que le tomó también por sorpresa qué admita qué el escucharle decir eso me tomó con la guardia baja.
—No, no me refería a eso. —corrijo de inmediato. Aunque ya para mí no iba a negar que tenía muy incrustado en el fondo como una estaca su presencia en mi vida.
—Menos mal, porque es imposible hacerlo, estas en cada pensamiento de mi mente de una forma tan recurrente que sería una tortura tratar de olvidarte —afirma tras una risa hilarante, viéndome con tanta seguridad que siento mis manos sudar y los latidos de mi corazón aumentan, su risa ronca y baja me parecía demasiado tentativa. Este traga grueso, veo su manzana de adán moverse, y sé que lo dice en serio. Él no miente—. ¿Eso te gusta? No deberías ser capaz de minimizarte a ti misma, así que dime —pidió asertivo, tenía una manera de pedir las cosas tan persuasiva que logra hacerte hablar, en este caso a mí.
—Yo... eh, bueno, no lo sé —musito moviendo los dedos de mis manos, nerviosa, pero a la vez extasiada. Su mirada verdosa brilla con intensidad en espera de una respuesta—. Creo que me gusta saber que soy especial para alguien —le admito.
—Eres especial para mí —recalca como si fuera natural—. Lo eres —reafirma.
—Entonces, no solo me gusta, Justin, sino que me encanta —contesto al instante y este sonríe en consecuencia. Viéndonos mutuamente—. Y es peligroso que sea así. ¿Entiendes? —hablo en voz baja, y me quedo estupefacta cuando este acerca su cara.
No se porque le decía esto y mucho menos porque lo admití abiertamente, pero su mirada vislumbra un brillo inusual qué se agrandó al enfocarme.
—Lo peligroso también es muy excitante, Iris —susurra devuelta—. ¿Quién se ha podido resistir a ello? Todos terminan sucumbiendo ante la oleada de adrenalina y excitación qué genera la situación —inquiere bastante conocedor de eso.
—Lástima que a mí no me gusta correr riesgos para sentirme en peligro. —replico poniendo los ojos en blanco y este sonríe a todo dar.
Que la razón detrás de su sonrisa fuera yo me gustó, debía admitir que cuando sus hoyuelos se marcan en su cara formando una sonrisa elevada me hacía sentir como si estuviera viendo un faro en medio de una interminable tormenta. Soy especial para él, al menos para alguien más soy importante y, aunque tenía muchas dudas y miedos al respecto, una parte de mí se traicionaba a sí misma sintiéndose feliz por esto. Mi vista no tarda en descender de su expresión tan brillante a viajar por otros lugares, este día llevaba una camiseta gris con un pantalón oscuro, seguía usando un estilo relajado pero con toques precisos de un lujo silencioso.
—Puedes seguir mirando —comenta y esta vez aparto mi mirada curiosa, avergonzada de tal acción—. Como te dije esa vez en la gala benéfica, no me molesta, de hecho puedes mirar todo lo que quieras —agrega y toma mi mano, no me da tiempo de reaccionar porque su mano después se aferra con fuerza a la mía—. También puedes explorar otros lugares en privado, claro... —sugiere tentativo pero empañado con ese mismo tono burlón que lo caracteriza y niego algo divertida.
—Me temo que debo declinar esa oferta. —respondo a su propuesta unilateral y sus dedos se entrelazan con los míos otra vez, aquel simple gesto hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo. No podía echarme para atrás ante aquel movimiento y eso solo implica que lo acepto de buena gana.
«Joder» pensé sintiéndome como si estuviera sumida en sensaciones que no podía controlar en absoluto. Intentar alejarme parece imposible y el pánico me sucumbe por ser desleal a mis propias palabras anteriores.
Después de una tarde agradable, cada uno decidió tomar su propio camino y no sin antes hacer una promesa de vernos en la biblioteca del instituto otra vez.
(...)
—Me siento estúpida. —vuelvo a decir tras un suspiro bochornoso, entre todas las personas preferí recurrir a Danna, quién parecía la única persona disponible con una opinión más acertada para un consejo sobre mi vida actual.
—Date una oportunidad con él —insiste y yo hago una mueca ante eso, sé que no podía verme a través del teléfono al ser una llamada, pero igual se rió como si lo imaginara—. Vamos, no es una mala idea.
—Pero...
—Escúchame —me interrumpe—. Necesitas saber que te está ocurriendo y no puedes ignorar esto, sé que te sientes como si le estuvieras faltando a tu palabra o que te estas metiendo en terrenos desconocidos, pero, no es la primera que esto sucede, ¿no? —argumenta estoica.
—No, no es la primera vez. —admito al fin, siendo sincera.
Mis dedos se enroscan en las hebras de mi cabello con desmesurada ansiedad al adentrarme más en el tema y mi vista se encuentra perdida entre la estantería de mi habitación, la cual empiezo a repasar los títulos de cada libro en modo de calmarme.
—Entonces averigua que estas sintiendo con él, aunque la respuesta parece ser obvia —concerta aquel análisis y escucho un resoplido a través de la línea. No puedo evitar arrugar mi entrecejo ante dicha sugerencia—. Te gusta.
—No me gusta. —niego sin siquiera pestañear.
—No digo que estés completamente enamorada, pero tus sentimientos no parecen ir en dirección de una amistad —discrepa solemne. Esto me recuerda a mis conversaciones anteriores con Jeremy y se sentía como si estuviera escuchándolo a él de nuevo—. Solo admite que esta ocurriendo esto y haz algo al respecto —La escucho atenta mediando sus palabras en mi cabeza.
—¿Cómo? No puedo ir a decirle que estoy teniendo "sentimientos" o cosas respecto a él, se podría burlar de mí o mucho peor, quedar en ridículo y después ser tachada en el instituto como una zorra por culpa de la sociopata de Sabrina. —ejemplifico, pero sé que ella opina distinto y en el fondo, algo dentro de mí sabía que él no me haría eso. Quería creerlo, pero a veces es muy difícil.
—Él no es así. —dijo en un tono más suave, con preocupación.
—No lo sé, pero es confuso.
—Tampoco le diría nada a Sabrina ni a nadie, conoces a Justin mejor que yo y él no es así, no te haría daño así y, aunque tiene un historial dudoso con referente a sus anteriores relaciones, no es un patán con las mujeres para denigrarlas. Incluso si no tuviera sentimientos por ti no te haría daño —alega en su defensa—. Lo conoces tú más que yo, no puedo creer que este diciéndote estas cosas —inquiere.
—¿Crees que...? —No terminé aquello cuando Danna se partió en carcajadas y negó entre risas. Al parecer no ve probable que quiera solamente eso.
—No creo que sea el caso, así que bájale dos rayas a tu paranoia —Danna parecía descartar la posibilidad en que Justin solo estaba pasando el rato—. No es tan idiota para echar a perder lo que "sucede entre ustedes" así, menos cuando nos conocemos todos desde hace años y si la echa a perder, te aseguro que incluso los chicos dejarían de hablarle —declara lo último seria.
—Bien —acepto al final, un poco renuente pero con mas confianza al respecto—. Entonces, sugieres que me siga relacionando con él —tanteo mis palabras, dudosa.
—Debes saber que sientes y reconocerlo. —me aconseja con seguridad.
—Prometí que no me iba a involucrar con él por culpa de Sabrina —le relato un tanto mortificada—. Si no resuelve eso, no veo viable que siga permaneciendo allí.
—Pero no lo has estado haciendo.
—Yo...
—Lo que trato de decir es que se están pasando sus acuerdos por el culo, es demasiado obvio que no pueden ni quieren alejarse y, Dios mío, no sabía que ustedes serían tan complicados. —alcanza a interrumpirme.
—Él aun está con Sabrina o algo así —contesto recordando lo que me había dicho él—. Mencionó que su relación entre ellos es complicada. No están juntos, pero ella continúa molestando o eso parece —manifiesto disgustada, no podía entender porque ella estaba tan aferrada a su persona, aunque estos días a ella no se le veía cerca merodeando.
—Él no esta con Sabrina entonces. —recalca.
—Pero ella aun lo trata como su pareja.
—Porque no acepta terminar con él, pero eso ya no tiene nada que ver con él ni contigo y tú debes comprender que está pasando entre ambos para poder decidir si es que te gusta, mientras tanto descubre que sientes. —recomienda.
—Cuando vea que paso tiempo con él fijo me va a odiar más —bromeo un tanto sarcástica—. Es muy extraño todo esto —señalo con un sabor amargo de boca.
—Sabrina te odia con o sin Justin, y referente a tu reputación todos son unos hijos de puta, así que no le veo la diferencia con que digan una o dos cosas, siempre lo hacen e inventan rumores. Trata de aprender a tener oídos sordos cuando es necesario. —me hace ver teniendo ella razón.
—Gracias por decírmelo. —Ruedo los ojos con fastidio, porque es cierto. En el instituto nunca dejarían de hablar basura.
—Para eso están las verdaderas amigas, así que ve y descubre lo que sucede, no debes tener miedo por el resultado, en el peor de los casos quedara como aprendizaje o un buen recuerdo para reírse cuando ya estemos tan arrugadas como una pasa, o sea, cuando seamos ancianas —dijo sacándome una risilla la cual ella acompaña—. ¿Comprendes?
—Lo hago. —decido aceptar su sugerencia, aunque mientras pensaría sobre ello y mis propios sentimientos al respecto; porque si iba a meterme en esto, debía garantizar por nada del mundo salir lastimada o perdiendo.
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