23
—¿Te gustó nuestro regalo, Candace? —inquiero sarcástico, los ojos de Candace se abren amplios al reconocerme empezando a moverse y a poner resistencia de quiénes la tienen agarrada como un animal—. No sabes cuánto tiempo estuvimos esperando este día, espero que hayas disfrutado estos meses antes de tu final al igual que tu amado esposo. Admito que el regalo fue cortesía de nosotros —expongo para satisfacer mi necesidad de venganza contra esta mujer.
No pareció entenderlo al principio, pero sé que su mente máquina tan rápido para deducir lo que quise decir, por consiguiente la resistencia es feroz, aunque unos golpes en su estómago le quitan el aliento debilitándose.
—¡Maldito, maldito! ¡Maldito asesino! —exclama botando aire como un búfalo, después siendo pegada al desgastado piso como un trapo sucio arrastrándola, su garganta se desgarra maldiciendo a mi persona y yo paso de ella—. ¡Eres un maldito!
—Fue difícil encontrarla —comenta esta con una frialdad visible. Su melena rubia está en una coleta alta y esta se posiciona por unos segundos al lado de ambos.
No la veía hacía unos días para nada más que lo acordado.
—Lo fue, todo esto es gracias a los Cooper y su arduo trabajo —elogia Olivia sin dedicarle una mirada a Sabrina, esta señala diciendo a uno de sus hombres que apoyen a Candace en una vieja y asquerosa mesa de madera, con claras manchas de sangre seca—. Tú toma sus manos y retenlas en la mesa —pide y la obedecen, Candace capta sus intenciones y sus ojos escuecen lágrimas amargas que no podrían valer ni media mierda para los presentes.
—Iré al fondo.
Sabrina se aparta y solo quedamos al frente de la mujer, quién se resiste con todas sus fuerzas.
—Jordan, el cuchillo.
El filo brilla sin una pizca de suciedad o manchas al ser tomado, lástima que dentro de poco ya no sería así.
—¡No, no, no! —grita buscando zafarse, pero es inútil—. ¡No!
—Hazlo.
El grito estridente llenó la habitación, el silencio es roto por sollozos desesperados embargados de dolor, la sangre se escurre por la mesa sin detenerse y veo su expresión de dolor inmenso con total indiferencia.
Candace se encogió de dolor entre gritos sin contención, sin poder mover sus manos para evitar otro corte preciso.
—El otro dedo, Jordan —esclarece con gozo—. Rápido, que las perras como ella no merecen de nuestra piedad —al decir esto, su tono volátil y agresivo se hace muy presente.
La furia y resentimiento esta en cada célula de su cuerpo.
—¡Por favor! —ruega y la contemplo por quién es.
Hace un par de años, esta mujer trató de asesinarme junto al miserable de su marido solo para aliarse a los Miller, que no terminó bien... Quién diría que hoy sería yo uno de los que iba a presenciar su tortura de primera mano.
—¿Qué hacía Hugo en Verona, Candace? —le pregunta, su mirada encontrándose con la de esa mujer, que baja la mirada ante ello—. ¿Por qué fue en uno de sus últimos viajes allí a pesar de que no tenía negocios en ese lugar? —interroga.
No responde. Sus sollozos vuelven a eclipsar el sitio y provoca que la princesa, quién no está acostumbrada a que no contesten como ella quieren, vuelva a ordenar la mutilación de otro de sus dedos con sadismo.
—Jordan, prosigue con el otro dedo.
—¡No, por favor! —súplica con la voz rasposa—. ¡Te lo diré, te lo diré!
—Habla —exige dura.
—Hugo tuvo otras dos bastardas —saca de la nada.
—¿Antes o durante de ti? —pregunta demandante.
—Antes.
—¿Y cómo es que nunca se digno a informarnos de nada? —Su perplejidad es increíble, es la primera vez que algo como esto ocurre.
Parece que Hugo no sólo había tenido a Lisa Pattinson.
—Porque no las quiso reconocer —dijo en medio de un temblor doloroso—. La primera es de Giulia Rossi y la segunda de una mujer llamada Francesca. Las dos residentes en Verona.
—¿Giulia Rossi? —espeta llamando la atención de varios ahí.
—Sí... la segunda es de una de sus tantas putas, me confesó que estaba tan borracho que no recordaba nada de esa noche, después de unos meses una morena lo contacto diciéndole que tenía una bebé y que era suya. No le dijo porque él nunca permitiría la existencia de esa bastarda. En el caso de Giulia, como ya saben, ellos se divorciaron pero consumaron el matrimonio y tuvieron una hija en secreto... la cuestión es que creyeron que Hugo murió en ese altercado con los Massimo —nos cuenta en medio de una mueca de dolor.
—Madame jamás lo mencionó...
—No le convenía hacerlo. Hugo podría ser un maldito, pero era su primera hija de quién estamos hablando, la ocultó bien y solo pocos lo sabían, en fin; el punto es que echaron a Giulia y a su hija con el objetivo de borrar su existencia en cuanto creyeron que Hugo murió.
»Intento buscarla en esa época, pero jamás pudo dar con su paradero, sino hasta mucho después y Madame se lo impidió en aquellos años...
»La muchacha nació y creció siendo una bastarda igual que la otra y como es de saber, una vez que la familia te reconoce es que obtienes el apellido si ellos quieren, yo quería que Lisa lo tuviera cuando creciera...
—¿Cómo se llaman?
—La primera se llama Nicoletta y la segunda Amy —revela y todos se muestran sorprendidos de tal declaración.
—Lo que no entiendo es porque nuestra abuela quiso borrar de la existencia a Nicoletta, ¿Qué culpa tendría una niña? —Olivia se ve contrariada, confundida, su entrecejo se hundió y supe que su mente está a mil por segundo, tratando de desentrañar las razones tras el rechazo de su abuela a sus otras nietas.
—Los Rossi asesinaron a tu abuelo, para ella, todos lo que lleven esa sangre son pecadores; la única misericordia que tuvo fue con ellas, una porque es su nieta y la otra su madre, pero eso no quita que deseó vengarse de alguna forma. Por eso los separó, expulsó y sepultó su existencia —explica contundente, la curiosidad germinando en mi interior.
El tema no es de mi interés y no me concierne para nada, pero es bastante intrigante esto, aunque no me involucra.
—Y supongo que Amy como es nacida fuera del matrimonio y por una prostituta...
—Supones bien, tu abuela no desprecia a Amy pero no la aceptaría, después de todo es producto de la metida de pata de Hugo y no va a permitir que tenga el apellido Bacheli —zanja, la palidez en sus facciones es más notable, apenas y se mantenía consciente al sangrado de su dedo y en algún punto el dolor sería tan grande para dejarla retorciéndose cuando avanzara la tortura.
—¿Dónde se encuentra la red de trata? —pregunto, explorando otro tema.
—Púdrete.
Me mantengo impasible y hago una señal de corte con mi mano al hombre, este me obedece de inmediato y me deleito con el grito que desgarra su garganta.
Olivia me había dado el poder suficiente para ordenar, soy su igual aquí, esta maldita no se saldría victoriosa como otras tantas ocasiones, no se iba a llevar la jugosa información a su tumba.
—¿Dónde?
—N-No... No lo sé —contesto sin aliento, sus ojos aborrotados de lágrimas—. Hugo j-jamás me contaba de estas cosas.
—Maldita hija de puta y mentirosa —Los dientes de Sabrina castañean y le observo con una ceja enarcada, su intervención no me lo esperaba—. Entonces, ¿Qué me dices de ese evento que asististe de los Miller con Hugo? Estuviste pegado a él de principio a fin, a partir de ahí concretaron sus negocios; miles de mujeres y niñas comenzaron a desaparecer desde ese momento... Tú sabes de esto, maldita —acusó y un ambiente denso peor que el anterior se formó.
—Vaya, parece que no le bastó con dos dedos —comentó con una risa sarcástica, llena de cólera, sin un ápice de vacilación determinó lo siguiente—. Jordan.
Otros alaridos, maldiciones e insultos se escucharon.
—¿A quiénes más planeaba involucrar?
—Los Taylor, Chester... —susurró con la mirada ida, una hilera de sangre desciende de sus labios—. Los Brown.
¿Brown? Me tenía que estar jugando una broma.
—Imposible, ellos no estarían en esa clase de negocios —concluyo, contrariado.
La mujer me dedicó una mirada oscura y con desaire a mi sospecha de sus palabras, después sonrió haciendo contraste con su aspecto desfallecido.
—Hugo tiene muchos secretos bajo la manga.
—Es una puta locura —mascullo, sintiéndome ignorante a los planes de un hombre tan codicioso, menos mal esta a seis metros bajo tierra y su cuerpo siendo comida perfecta de gusanos como él—. Jamás trabajarían juntos, ninguno de ellos se llevan bien por obvias razones —asevero.
—Hugo era un hombre muy ambicioso, planeaba extender su mercancía por toda América con ellos, usarlos para sus fines, el punto es que... como tú dices, que ellos trabajen juntos es complicado, pero estaba reuniendo algunas piezas para doblegar a todos ellos.
—Nunca lo lograría.
—Lo consiguió con dos de ellos, de hecho.
—Los Miller los traicionaron —suelto en desacuerdo—. Los Chester le dieron la espalda en la primera oportunidad.
Ella ríe.
—No me refería a ellos.
Y siento el latir de mi corazón aumentar. Olivia me ve expectante y diviso a Sabrina con un semblante serio.
—¿Quiénes? Dilo de una puta vez.
Ella se queda en un silencio sepulcral, que consigue desquebrajar mi paciencia.
—Empieza hablar o te mandaré a volar otro de tus inútiles dedos.
—Los Taylor aceptaron a cambio de una suma generosa de ganancias compartidas —No me sorprendía, es típico de esa familia de corruptos—. Los Brown son otra historia —estipula y sumerjo mis nervios que azotan mi zona torácica. Algo esta mal—. Quedamos en términos por discutir con ellos —Se traga un sonido quejico de dolor y se obliga a proseguir—. No se llegó a nada en ese tiempo.
—¿Por qué?
—Pedían hechos no palabras y... no trabajarían con casi nadie —agrega y vi un destello dubitativo en sus irises antes de continuar—. Con el tiempo eso cambió, después de que los Miller nos fallaron tuvimos una oportunidad de hundir más a esa familia. Hugo aprovechó esa brecha para hacerse con los negocios.
—¿Cuál? —pregunta Olivia, extrañada.
—No sé —Tembló, pero pareció ser firme en su respuesta.
Muchos secretos tenían los Miller.
—¿Por qué no quisieron trabajar con nadie?
—Los Brown no desvelaron nada, pero su negación fue tomada como un desplante por parte de Hugo —simplifica—. Y decidió mejor mover los hilos con los Miller, ellos tenían suma experiencia en el negocio a diferencia de los Brown, que no son parte de este mundo, pero no fue como esperábamos, por supuesto.
—Entonces, cuando ellos los traicionaron corrieron hacia otras opciones.
—Lo primero que pensó fue "Bueno, si los tengo a ellos como mis enemigos, entonces puedo hacer otros aliados con esta oportunidad", Hugo supo aprovechar que aún estaban sensibles por la gran pérdida y la enemistad profunda entre ambas familias, añadiendo ese accidente que detonó su odio, repudio... Y Christian contribuyó, puesto que ya solo habían pocos de esa familia.
»Hugo solo quería acabar por destruir esa familia y adueñarse de ese Monopolio, con los Brown dedujo que lo conseguiría —Eso sonó tan convincente y duro de escuchar que prolifera un montón de dudas más que ya tenía cubiertas.
«Accidente... tal vez se refiere a ese fatídico tres de Enero, donde varios de esa familia murieron quemados, víctimas del terrible incendio que azotó su casa hasta convertirse en cenizas que ni la ayuda externa pudo salvarlos» pensé viéndola, por su expresión supe que no mentía, solo que faltaba encajar el porqué ese incidente se relaciona con los Brown.
Nadie quería hablar al respecto y mis dudas aumentan con creces, el tema es sensible para la mayoría y la información es escasa. Ocultan algo. Todos lo hacen.
—¿El resultado? —interviene Olivia. Un tip nervioso que no pude ignorar al sostener ella su blusa, no queriendo explorar sobre ese asunto. Hasta ella evita hacerlo.
—Catastrófico. A partir de aquí la princesa debería conocer la historia, ¿no es así, princesita? —se burla como si estuviera en posición de hacerlo.
—Vuelves a llamarme así y te mando a cortar el brazo —sisea y la palidez se hace evidente en el rostro de Candace. La veía capaz de cualquier cosa—. La alianza se logró gracias a la influencia de Christian y esa muchacha, eso implicó que ambas familias se unieran, había sed de venganza principalmente —finaliza con un deje de nervios al inicio, que ocultó bien. Extraño—. ¿Y qué ocurrió con los Taylor?
«¿Por qué los Brown tienen un odio tan profundo hacia los Miller? ¿Por qué querían venganza?» me pregunté, sin respuestas «¿Por qué todos evitan a toda costa indagar en eso? ¿Por qué?».
—Nos traicionaron tiempo después —explica—. Les valió mierda el acuerdo y perdimos millones.
—No les dieron caza, decepcionante.
—Son ratas escurridizas —dijo y le doy la razón, excepto que ella también es una.
—Bien, suficiente —declara—. El tiempo corre, Jordan, prosigue con lo planificado.
Ni con eso Candace pudo liberarse, los hombres decidieron azotarla con una correa de cuero y golpearla sin piedad, como una basura.
—Aún recuerdo como te atreviste a azotarme con una correa el primer día que puse un pie en la mansión —dijo con una nostalgia amarga—, diciéndome que era una bastarda —recalca Olivia, impertérrita—. Trataste de convencer a Hugo de deshacerse de mis hermanos y de mí.
Sus sollozos son fuertes y descontrolados.
—Tampoco puedo olvidar... como le sugeriste al cerdo de tu marido que asesinara a mis hermanos y a nosotras nos comprometieran con los rusos, los cuáles nos triplica la edad —el sarcasmo infundado en su voz es indudable. Esto ya es personal, siempre lo fue.
Más allá de la traición, hubo demasiado dolor de por medio que no se puede borrar.
—Tiene que vivir el mismo tiempo en el infierno que vivió ella —proclama indolente, y sé a quién se refiere Sabrina Cooper.
—Serían un total de tres meses de agonía —supuse—. ¿Te parece bien, Olivia? —pregunté inquisitivo y esta se encogió de hombros.
—Como sea.
Un chillido estridente me hace doler la cabeza, estos la habían golpeado hasta sangrar su nariz haciéndola gritar agudo.
—Tu ex loca ni se inmuta ante la tortura —me susurra para que ella no escuche—. Hasta propuso más tiempo para extenderla.
—Y no —niego al toque. Conociendo a Sabrina a ella no le da lástima Candace ni tampoco habría que tenerle—. Por culpa de ellos es que la Sra Cooper no puede dormir por las noches, bueno, eso lo sabes, ¿verdad? Esta historia la sabemos todos aquí, pero no deja de ser escalofriante —comento más para mí que para ella, aunque esta me escucha atenta—. Tu tío y Candace decidieron entregarla como muestra de querer formalizar una alianza a los Miller, entregando así a la esposa de uno de sus mayores rivales, los Cooper.
»Cuando la mujer fue rescatada, ya estaba perdida, loca e irreconocible, fue sometida a extremas humillaciones y torturas inimaginables para llegar a ese punto —le cuento avivando la sed de venganza suya.
—El dolor que está experimentado Candace entonces es mínimo —concreta—. ¿No lo crees?
—Lo es, aunque me encargue que hasta el último suspiro de Hugo fuera doloroso no quita que se cobró muchas vidas e hirió sin piedad a demasiados. También esta el hecho de que todo eso no sirvió de nada, al final, Anthony Miller terminó siendo una escoria y enfadó a Hugo, haciéndolo romper esa alianza. Todo eso fue para nada —explayo, la cara de Olivia se oscurece por completo y sé que ahora cualquier cosa que diga será sádico y sangriento, como es una digna princesa de la mafia con sus enemigos y monstruos.
«No hay piedad para quiénes no la tuvieron».
—Jordan, cortale los otros dedos y dáselos de comer a ella misma —dictamina, inclemente. Candace palidece y sus gritos me hacen doler los tímpanos—. Uno por uno.
El cuchillo ya no es reluciente, está manchado con su sucia sangre oscura y espesa.
—¡Por favor! —grita hasta desgarrarse la garganta en súplicas humillantes, la sangre desciende manchando todo la mesa de madera donde tenía sus manos—. ¡¿Qué más?! ¡¿Qué más quieres que te diga?!
—Detén el cuchillo —demanda, aquel hombre desiste de cortar el siguiente dedo y Candace se priva del dolor extenuante, visualizo a Sabrina con una ceja enarcada sin entender porque habían detenido el próximo corte—. Dijiste que Hugo tenía muchos secretos... por cada uno de ellos no se te cortará un dedo, pero no garantizo tu salvación. Estas condenada desde incluso antes de poner un pie acá —finaliza con una postura digna y destilando una desvergüenza maquiavelica capaz de congelar a cualquiera en su lugar.
Candace solloza y asiente reiteradas veces como una perra, lo que me hace pensar las infinidades de veces en las que ella estuvo en esta posición torturando a un montón de inocentes.
—Te escuchamos, Candace —apoyo a Olivia y esta se muestra complacida conmigo.
—Él t-tenía planeado matarlos... estaba esperando la oportunidad perfecta, por eso recurrió a los Miller, pero Anthony robó y lo arruinó.
—¿A quiénes? —punza, interesándose por lo que hablaba.
—A todo aquel que estuviera en su contra —suelta en un jadeo de dolor y contención de ello—. Dante, Alba, Oliver... y al clan entero de los Massimo si le fuera posible, por eso asesino a...
—Declaró una puta guerra —dijo entre dientes, casi hirviendo de rabia—. ¿Por eso asesino a Priscilla y a Elda Massimo? —espeta acercándose, las suelas de sus botas manchándose de sangre.
Candace se encogió en su lugar y asintió tragando grueso.
—P-Por territorio, quería demostrar su poder y valía... Los Massimo no tomaron para nada bien la pérdida de ellas, el líder perdió a su prima y adorada hermana a la vez, de ahí la guerra actual.
El puño de ella estalla contra la mesa de madera, donde tenía retenida sus manos y dedos mutilados.
—¡Malditos sean! ¡Planeaban arrojar a todos al fuego después de traicionarnos! —grita furiosa tomando un puño de su cabello, esta jadea de dolor, sin poder defenderse.
—Fue... fue Hugo, pensó que... podría hacer grandes cosas después de... deshacerse de los obstáculos, por eso se alió con los Miller y por eso traicionó a los Massimo. Nada salió bien. Y no logró asesinarlos a ustedes, en cambio, fue él quién perdió su vida.
—Ellos eran nuestros aliados y ahora nuestros enemigos jurados, por su maldita culpa —acusa, sus ojos afilados atravesando como cuchillos a la mujer y deshaciendo su agarre.
—¡No fue...!
—Prosigue con ella y déjale cinco dedos nada más —dictamina, aquel hombre asiente a su orden.
—¡Prometiste secretos a cambio de mis dedos! —exclama desesperada—. ¡No!
—No deseo escuchar a esta maldita más por hoy —Suspira cansina, dirigiéndose a la salida de esa habitación, donde los gritos de Candace son desgarradores. Salimos de ahí, ignorando sus súplicas—. ¿Satisfecha, Cooper? —se refiere a la rubia, sin mirarle aún.
Mi vista recorre con ligereza a ambas mujeres atento, es casi irreal su interacción pero por primera vez, veía una alianza tan inusual y beneficioso, solo para darle caza a Candace.
—No lo suficiente, deseaba algo más sádico considerando quién eres —contesta sin un atisbo de miedo.
No tenía demasiado tiempo en este mundo, pero abrazó el poder y la oscuridad de este como si siempre hubiera pertenecido aquí y me pregunté quién es el peor.
—Lo habrá —afirma con una seguridad que me consigue verla con interés genuino—. Pero la necesitamos viva y algo cuerda para sacarle información jugosa de Hugo, aun desconocemos el paradero de mercancía y contactos que sostuvo sobre la red de trata —expone sin escrúpulos.
—Un placer hacer negocios —Tiende su mano y esta la acepta, ambas se miran con una dureza intimidante y se despiden cordiales—. Hasta entonces, creo que nos veremos cuando decidan acabar con su vida. Quiero estar allí —sentencia y Olivia le sonríe febril, transmitiendo una emoción placentera como llena de sadismo ardiente.
Sabrina me observa de reojo pero sin decirme nada, nuestra comunicación es poca por no decir nula, ya no hablábamos después de aquella fiesta benéfica y luego de dar con el paradero de Candace en Alemania, todo se remontó a lo requerido.
Ambos queríamos atraparla y lo habíamos logrado.
—Malcolm Taylor esta en libertad ya —dijo pensativa, después de que Sabrina se encontraba lejos.
—¿Esa rata?
—Sí, de nuevo —me informa—. ¿La dejarán por ahí o le harán caza otra vez?
—Es el único vinculado con los Miller —dije sagaz, ella capta mis intenciones—. Si lo dejamos hacer movimientos mientras lo tenemos vigilado podrá proporcionarnos mucha información al respecto que bajo arresto, ya que no hay alguna oportunidad para tomarlo por cuenta propia y por lo legal es complicado, tendremos que operar así.
—Aún no he encontrado rastros de Lisa —saca el tema y siento una punzada de culpa por la niña.
Pues a pesar de todo, estábamos acabando con el único familiar sanguíneo directo que le queda, aunque ella tal vez, no quisiera a su madre, porque la había traicionado entregándole a su abuela a cambio de dinero y de escapar de toda su mierda.
Olivia y Christian temían que Dante y Madame se desquitaran con la niña, por eso fueron a por ella incluso si se ganaba el descontento de los miembros, pero no resultó bien y... fue tomada por otros.
Ahora los dos tenían que hacerse cargo de las consecuencias. Debían recuperar el favor perdido por ellos, y recuperar a esa niña.
—Nosotros tampoco —confieso—. En algún punto llegué a imaginar que Candace preguntaría por su hija —digo más para mí que para ella.
—A esa perra no le importa ni quiere a nadie. Es la única nieta reconocida formalmente por todos, aunque no tenga el apellido, es nuestra ya —explica recelosa—. Y sigo sin procesar de que mi propia abuela haya negado la entrada a dos de sus nietas.
—Candace dijo la verdad —recalco.
—Lo sé, solo que me sorprende que sus dogmas y restricciones no le permitan ni siquiera aceptarlas, yo soy ilegítima y aun así aquí estoy, Oliver lo es también, Leslie y Christian también y... somos reconocidos por ella y Dante, nuestro padre.
—Nicoletta representa un peligro para Madame y Amy es hija de una prostituta, supongo que para ella es indignante —aclaro suspicaz.
—Tanto Oliver, Leslie y yo somos producto del gran amorío de Dante con nuestra madre, quién falleció al nacer Leslie, después está Christian, pero este último es hijo de otra mujer.
»Ninguno de sus hijos es de su esposa y aún así Madame no hizo ningún escándalo, solo que no accedió a que Dante nos diera el apellido, somos reconocidos como parte de los Bacheli, pero... no tenemos el apellido.
—¿Christian no lo tiene? —indago.
—Probablemente lo tenga, pero Oliver y él están en medio de una pelea por el puesto de sucesión, de mi parte estoy del lado de Christian, mi medio hermano.
»Oliver podrá ser mi mellizo, pero es idéntico a Hugo, un maldito con índoles de grandeza, sádico y descarriado. No es el ideal para el puesto ni nunca lo será.
—Comprendo.
—No estoy en buenos términos con mi familia, pero lo de Candace logró unirnos temporalmente —dijo sacando un cigarrillo, el cuál prende.
—Es de esperarse.
—¿Y tú cómo vas?
—¿En lo de...?
—No estoy hablando de los Miller o los Taylor, me refiero a ellos.
—¿Los Chester y Brown?
—Ambas familias son muy cuidadosas, vas a requerir ganarte su confianza si deseas acceder a información privada —dijo mientras fuma, el humo sale de sus labios con suavidad.
—¿A quién le pertenece Moon Bar? —toco el tema de repente, queriendo finiquitar una duda que hacía tiempo tenía.
—A nosotros.
Su afirmación no me sorprende, lo sabía, pero quería asegurarme.
—¿Sabías entonces que ellos pisaron su territorio? —mi pregunta parece tomarla con la guardia baja.
—¿Lo hicieron? —Su extrañeza me pareció impropia de ella.
—Sabrina me entregó un registro con sus nombres, primero Charles Brown y después... su hija, ambos en tiempos diferentes estuvieron allí —añado aclarando mi garganta.
—Mierda. ¿Cómo es posible que hayan estado ahí y con qué fines? El área VIP es nuestra, exclusiva y únicamente para propósitos comerciales y de negocios, también para reuniones de los nuestros —apunta con una mueca.
—Si consigues información sobre esto debes decirme enseguida —establezco con sumo interés, que no le pasa desapercibido.
—Tengo una teoría sobre la chica, pero no estoy segura... la persona que podría aclarar esto sería Christian, pero él está en...
—En coma.
—Exacto.
—¿Lo dices por qué tuvieron conexión antes? —pregunto refiriéndome a esa antigua relación.
—Fueron pareja —zanja y pongo mala cara siendo más consciente de eso—. ¿Qué? Es la verdad, no podemos tapar el sol con un dedo, mi hermano estuvo con ella, la presumió y protegió delante de toda la familia, por un instante creímos que estaba delirando, después de todo una gringa neoyorquina que si bien procede de buena familia es difícil que sea la mujer de un capo, no está a la altura —resume haciéndome rechistar ofendido.
—Y según tú, ¿Qué lo está? —manifiesto con los brazos cruzados, ella me observa con una ceja enarcada ante mi actitud reacia.
—No lo digo para ofender, pero es la realidad, esa chica es muy buena y... frágil, no soportaría un mundo tan fuerte y oscuro como este, aquella inocencia que enamoró a mi hermano se extinguirá con el tiempo en cuanto empiece a conocer más de este lado —Su aspecto sombrío es obvio y el porqué también—. Que terminaran fue lo mejor para ellos.
—No discuto lo último —dije sin más.
—Es probable que haya entrado y salido cuantas veces quisiera por Christian, a diferencia de las razones y el cómo de ese hombre lo desconozco.
Me quedo en silencio después de eso, mi mente absorta en un montón de cosas a la vez no me ayudó a despejar muchas dudas, lo que sí, es que poco a poco la tela se iba cayendo y podía comprender más de su mundo.
Su familia, su entorno, sus amistades e incluso en sí misma está cubierta por una capa oscura y espesa difícil de desentrañar. No lo había imaginado al principio, ahora la realidad es que no podría siquiera pensarlo.
Iris Brown poseía muchos secretos. También todos ellos. Su familia, sus amigos, sus enemigos, su entorno, eu pasado. Todo, esta envuelto en algo
Lamentablemente, ella no va ser la excepción en esta guerra de intereses. Quería protegerla, pero ni conmigo sería suficiente. Quizá el destino anticipó esto desde antes, jamás lo sabría.
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