19.5
—Ni se te ocurra —advierte mi padre —. Pon eso donde podamos verla.
Esta desliza la pistola en la mesa, con una mirada fija en mí.
—Bien —acepta este tomando el arma y le quita el cartucho—. Cuéntanos más sobre tu hermano.
—Creo que ya les dije lo más esencial.
—¿Lo esencial? —chisto como si fuera una broma, mi padre me fulmina con la mirada por mi arrebato—. Todo es importante Harper, no omitas detalles.
—Cómo quieras —se abstiene a decir más referente a mi comentario—. Mi hermano tiene veinticuatro años, los cumplió hace dos meses de hecho, cuando desapareció tenía veintitrés recién... puedo suponer que trabajaba para Bacheli desde los veinte, así que estuvo con él durante tres años, hasta que... desapareció.
—¿Por qué lo supones? —indaga mi padre.
—Porque nuestra miseria terminó a los veinte —dijo estoica—. Nuestro padre era un alcohólico, amante de las apuestas, nos generó muchísimas deudas, y nuestra madre sólo nos sustentaba con un bajo sueldo de camarera; por lo que vivíamos con lo poco que teníamos, a lo justo y a veces ni eso. Una vida miserable —relata bajo una tela sombría, una nostalgia amarga para recordar—. Un día, me enfermé de gravedad, no había dinero ni siquiera para comprar medicamentos y menos para ir al médico, así que mi madre y mi hermano estaban desesperados.
»Estuve tres días así y pese a los esfuerzos de mi madre el dinero que consiguió no fue suficiente, hasta que de repente apareció mi hermano con dinero en efectivo, en ese momento nadie le cuestionó, no teníamos opciones.
—Fue un préstamo —determinó mi padre, Harper quedó enmudecida por unos segundos—. Comenzó a trabajar para ellos desde eso.
—Es lo más probable —inquiere y prosigue—. Adelantando los hechos, desde ahí todo empezó a mejorar para nosotros, conforme pasaron los días ya no había escasez ni penurias; nos mudamos y dejamos a mi padre atrás, con eso ya éramos finalmente libres —su tono de voz es cansino, diviso que le cuesta agregar algo más—. No duró mucho, porque mi madre enfermó y falleció, mi padre la siguió también —Suelta una risa hilarante, cargada de emociones incomprensibles—. Fue un maldito borracho toda su vida y nos arrastró en su ruina, pero en cuanto mi madre murió, este pasó a otra vida al igual que ella; irónico.
Esta nos cuenta otros detalles más, hasta que ya no queda nada que contar según su perspectiva, la oí atento siempre y en silencio, mi padre es el único que intervino en ello. Había algo en Harper que no me gusta del todo, pero no sabía el porqué.
—Volveré mañana —establece ella y los dos asentimos, a mi madre no le haría gracia verla mañana por aquí, pero no podíamos arriesgarnos a dejarla a ella ahora que sabía de nosotros.
Por suerte, nos mudamos pronto.
—Hay algo que no me cuadra en ella —dije por fin, cuando estamos solos en la sala.
—No lo pienses mucho —dijo y alcé una ceja, contrariado—. Le envié un mensaje a tu tío para que la investigara y dice la verdad, la muchacha es huérfana.
—¿No tienen familiares cercanos?
—¿Qué no sean negligentes y estén dispuestos a cuidarla? Pues no, no tiene, además que ya tiene la mayoría de edad, por lo que nadie se querría hacer cargo de ella.
—Igual algo sigue sin cerrarme sobre esto —insisto y sé que debo parecer un loco, pero en algún punto de esta historia, algo sobre ella no me cuadra.
—Justin.
—Padre —contesto.
—Escúchame, este mundo es así, cada día hay miles de jóvenes que por diversos motivos, en su gran mayoría por fuertes necesidades o carencias terminan en el bajo mundo, no es la primera y dudo mucho que sea la última vez que escucho esta clase de historias de familias disfuncionales, pobreza y jóvenes desesperados por sobrevivir —argumenta—. Quizá te parezca extraño, o tal vez piensas eso porque no te sientes cómodo con ella, y créeme que lo entiendo; pudo haber atentado con alguna de nuestras vidas y eso aunque podamos estar mentalizados para situaciones así, no es agradable vivirlo.
Tal vez tiene razón y estoy pensando demás.
—¿Qué haremos al respecto entonces? —cambio de tema, para algo importante.
—No veo viable explicarle que Bacheli está en coma —replica, sagaz—. Tendremos que ingeniarnos alguna idea mientras tanto, pero lo que sí debemos hacer es convencerla de que le daremos lo que quiere —puntualiza.
—Ella ya sabe sobre el hospital —recalco—. Debe intuir algo...
—Porque los vio allí —señala escéptico—. Pero no tiene idea de porqué, los Bacheli son varios miembros e informarle a Olivia sería agitar el panal, la muchacha en estos momentos esta enfrentando una crisis máxima, cualquier cosa va ser una amenaza para ella, si le informas sobre esta chica no va parar en algo bueno —esclarece reacio a justo lo que estaba pensando.
—No podemos mantenerla ignorante demasiado tiempo y Harper no es idiota, insistirá —le hago ver.
—Es solo una muchacha y nosotros somos especialistas. ¿Ceder a todas sus demandas te parece una opción? —Lo último me hace pensar
«No, claro que no me parece tampoco».
—Sabes que no.
—Entonces, resuelve esto por ti mismo —Iba a protestar, pero él se me adelantó—. Estoy confiando en ti para que tomes decisiones y te hagas cargo, no tengo tiempo que perder, Justin, y menos cuando debo lidiar con otras cosas.
«En pocas palabras, me estás echando toda esta mierda a mí».
—Yo también estoy ocupado, además no sé que podría hacer para tratar con ella —dije en descontento—. Y deshacernos de ella no es una opción —digo más para mí mismo que para él.
—No nos metemos con inocentes —un deje de advertencia se entreve en sus palabras—. No trabajamos así.
—Lo sé —acepto con suma tranquilidad, ya que sé que es romper una de nuestras reglas como familia, no mancharnos de sangre inocente—. Pero es complicado lidiar con ella así, puede ser un problemas si abre la boca demás...
—Mántenla vigilada de cerca.
—Aún así, no hacer lo que ella quiere puede desencadenar mucho y hacerlo también. ¿No es mejor hablar con los Bacheli? Ellos son los principales propulsores de este lío —aclaro.
—Lo que creas conveniente —argulla en un bufido, levantándose del asiento—. Sabrás que hacer, incluso si quieres tratar esto con los Bacheli... es tu decisión, pero cualquier resultado va quedar en ti, ya yo te dije mi opinión al respecto —finaliza sin darme chance de objetar.
Lo veo irse por las escaleras y mis hombros caen exhausto, lo tenso que estoy no se compara con nada.
(...)
Mi teléfono suena una y otra vez, al contestar la voz de Bruce es lo primero que me encuentro y las voces de los chicos, al igual que la clase entera de fondo también. ¿Por qué carajo me están llamando en medio de horario de clases? Había faltado hoy porque debía resolver algunas cosas con Humphrey y ahora, con Harper quién me está dando dolor en las pelotas por su acoso.
La muchacha parecía un alma en pena, no nos perdía de vista y tenía que ser bastante astuto en escabullirme de ella, porque si me veía, sucedería el mismo incidente y esta vez no podía permitir que un error tan garrafal y ridículo se escape de mis manos.
—Justin.
—Dime —exijo viendo la hora en mi reloj, ya se acerca la hora del almuerzo.
—Algo muy, pero muy malo ocurrió —dijo y me quedo pasmado. ¿Qué tan malo debería haber sido que me incluya a mí? Porque de ser así creería que nada, excepto la víbora de Sabrina—. No sé como lo tomes, pero...
—Escúpelo de una vez, Bruce —demando—. No tengo todo el día.
—Es sobre Iris —Escucho mi corazón latiendo y sin querer apreto más el teléfono de lo necesario, me siento distante a las palabras que está soltando—. No estuviste hoy, pero al parecer al decano y la profesora le informaron que ella tenía drogas en su bolsa y... lo revisaron.
—Termina de contar —pido con una exhalación temblorosa, algo crecía en mi interior y es como un fuego que se expande por mis venas; el rubio duda en continuar y la desesperación me carcome los nervios—. ¡Hazlo, Bruce!
—Le encontraron cocaína, maldición —dijo sin más—. Todo aquí es un desastre —Suspira y oigo voces por detrás, algunas cotilleando del tema y eso me hace rechinar los dientes—. Se la llevaron de inmediato, de ahí no supimos más, pero esto dejó la clase hecha una mierda y se la están comiendo viva, Justin, y tu maldita novia esta echando leña al fuego —no se retiene en seguir hablando—. Es como una jauría de hienas y ella lo encabeza.
Me siento en mi cama, el teléfono esta al lado mío, su voz sigue resonando pero no escucho más por mi bien, y masajeo mis sienes invocando la paciencia de una legión de ángeles para no ir a cometer un asesinato en estos instantes, menos cuando hay tanto en juego.
—Sabrina —balbuceo su nombre como si me picara en la lengua, como si cada letra de su maldito nombre contuviera veneno—. Debiste ser tú —dije reflexivo y es que, si bien el acoso masivo de Iris se puede prestar para tantas situaciones feas, solo alguien tan rastrera como la víbora sería capaz de alcanzar tales grados por maña.
Se lo advertí de antemano, pero decidió ignorarme y desquitarse con ella o hay algo más que eso, pero sea lo que sea no me quedaría sin respuestas.
—Te llamo después —concreto y corto la llamada sin reparar en su respuesta.
Tomo mi chaqueta y mi glock, la cual escondo en mis ropas, salí directo a un punto en específico, siendo cuidadoso de no ser seguido.
Me estaciono a unas cuadras antes de su casa y veo de nuevo mi reloj, me tocaría esperarla unas horas, pero valdría totalmente la pena.
Cuando la veo llegar, no dudo en acercar mi vehículo y esta lo reconoce, su sonrisa es tal que siento repudio surgir desde la boca de mi estómago hasta embargar por completo mi paladar, habría que ser muy perra para hacer lo que ella hizo.
—¡Bebé! —exclama sonriente, toca mi vidrio y le quito seguro a la puerta para que suba, y lo hace enseguida—. ¿Cómo estas?
—Excelente —contesto, sus brazos me rodean y me da un beso en la mejilla, su caro perfume inunda mis fosas nasales, no puedo evitar arrugar un poco mi expresión facial—. ¿Y tú? —desvío la atención.
Ella sonríe complacida a mi pregunta y mientras manejo me cuenta cualquier mínimo detalle que se le ocurre y habla como un perico sin parar por lo que me parece una eternidad.
—¿A dónde vamos?
—¿A dónde quieres ir? —le devuelvo la pregunta, con un aparente temple indiferente, es mejor usar la indiferencia que fingir una emoción o dejar salir lo que sentía.
—¿Que te parece ir a un hotel? —sugiere con las mejillas algo sonrojadas, sé a donde va con esto y quiero estrellarle la cara contra el parachoque—. Ya sabes, eh, tenemos tiempo que no hacemos eso —remarca lo último y se relame sus labios que tienen un brillo labial claro, no me pasa por algo su gesto y apreto un poco el volante inspirando hondo.
—Di las cosas por su nombre, Sabrina —dije hosco, sin delicadeza alguna—. Muchas palabras y no dices ni media mierda —Tomo un atajo y me dirijo al sitio que ella quiere, de hecho me convenía llevarla allí, a un lugar privado y solos—. Es sexo, no te vas a morir por llamarlo por como es.
—¿Por qué no puedes ser más amable? —reclama haciendo un mohín—. Eres muy rústico conmigo, solo sugerí eso porque sería bueno un tiempo para nosotros después de tanto.
—Tú no haces nada tampoco por ello —se me sale de los labios, no pude evitar tragarme el comentario—. Olvídalo.
Ella me ve con el entrecejo fruncido pero no dice más, gracias a Dios, es mejor que se guarde toda su energía para lo que venía.
—Una habitación para dos, por favor —extiendo mi tarjeta, la chica me sonríe sutil y después de unos minutos de transacción me entrega la llave de nuestra habitación.
—Piso 7, habitación 115.
Sabrina va con su brazo enroscado al mío, cuando entramos a la habitación decido cerrar la puerta, en cuánto me giro sobre mis propios talones esta se me va encima, sus labios devoran los míos con hambre y aunque no lo parezca, respondo al inicio a su intensidad que ansía contagiarme, en lo que la llevo a otro lado de la pared lejos de la puerta; mis manos viajan por sus brazos causando sensaciones en ella, su piel desnuda la acaricio con tentación, más aquella de esa piel suave y tersa... de ese fino, delgado y expuesto cuello que tiene.
La pego contra la pared en un golpe en seco apretando con mi mano su cuello, sus ojos se abren de par en par y tose con dificultad, es la primera vez que la trato de esta forma. Veo el terror en su mirada, pero me importa una reverenda mierda.
—Fuiste tú, ¿verdad? —Mi mandíbula esta tan apretada y la sangre me hierve tanto que veo rojo, no podía seguir tolerando más esta mierda—. ¡Dímelo! —exijo con una dureza intimidante.
—Amor, no...
—No te atrevas a mentirme, maldita víbora —dije entre dientes—. Ambos sabemos que los únicos peleados somos nosotros y decidiste arrastrarla a ella en esto —La rabia está esparcida sin contención en cada partícula y células de mi organismo.
—No es lo que crees —su expresión decae, como si estuviera arrepentida, asustada—. Lo hice por ti —se excusa.
¿Por mí? Que excusa tan basura.
—No mientas, Sabrina, no la odias por mí —mi mano apreta más su cuello y esta entierra sus uñas en mi brazo para liberarse de mi agarre—. Hay algo más que no me estas diciendo y así sea por las buenas o por las malas te sacaré con pinzas lo que estás ocultando —amenazo cortando su respiración de a poco.
—Te dije que no te intereses por ella, estas son las consecuencias por no hacerme caso —escupe casi ahogada, algunas lágrimas brotan de sus ojos.
—¿Solo por mí? —indago, esta niega como tenía previsto. Lo sabía, aquí hay más que una simple riña por celos—. Habla.
—Iba a pasar, sin ti o contigo —expone sin escrúpulos—. Era necesario.
—Entonces, eso significa que ya terminamos nuestros asuntos —punzo.
—¿Y dejarte ir así nomás, amor? Sabes demasiado de mi familia —estipula con una falsa sonrisa, al parecer el estar casi asfixiada no le quita su descaro y cinismo—. Separarnos es un grave error.
—Un trato es un trato —espeto con sorna—. Y el nuestro ya caducó, desde hace mucho.
—A mi padre le importa una mierda el trato entre nosotros —revela brotando los verdaderos colores de su persona—. Estás conmigo para garantizar de que ustedes no van actuar en nuestra contra, también para atrapar a la zorra de Candace —zanja cínica, ahora la escucho atento—. Y tienen que ayudarnos a ganar, ese es el motivo principal del verdadero trato, el propósito en primer lugar.
—Pues para ello, no me necesitas como tu marioneta —hago hincapié—. No soy tu maldito trofeo y ella no es tu saco de boxeo, no tenemos porque aguantar tus malcriadeces.
La punta de mi arma la pego a su frente y esta contiene su respiración, al mirarme su temple se debilita con notoriedad, ella ni tenía idea de lo que había hecho, desató una rabia incontrolable que hundí en lo más profundo de mi interior. Hubo un silencio tácito que la obligó a dar cuerda a su confesión, sabe que después se lamentaría por la locura que podría hacer.
—Ustedes se comprometieron con mi familia a ayudarnos a formar parte de la Élite y ganar —recalca haciéndose la fuerte, pero sé que esta demasiado asustada, eso es lo que hace hablar siempre a las personas para preservar su vida, es un instinto de supervivencia—. Y dar con el paradero de Candace.
—¿Y qué? —digo con altanería.
—¿Aún no lo entiendes? —reitera sin borrar su sonrisa, lo que me causa repelús—. Tu familia se comprometió a ayudarnos a ganar la candidatura sin importar qué, para ello debíamos destrozar desde adentro a la competencia y quiénes mejor que ustedes para ese trabajo —hace especial énfasis.
—A cambio debían entregarnos información del bajo mundo —enuncio recordando el tratado—. No comprendo a qué quieres llegar con esto —manifiesto sintiendo el preludio de algo.
—Que esa que tanto proteges es familia de la competencia que debemos aplastar —dijo sarcástica y ríe con desdén—. Te lo advertí y no me hiciste caso —sigue hablando, el sentimiento de confusión, sorpresa y cólera me embarga de repente, otra vez—. Eres un idiota, Justin Moore —farfulla seria, puedo entrever la frialdad en ello cortando como una daga envenenada—. Te enamoraste de nuestra enemiga.
✿..* ☆: *: ☆꧁νĮ♡𝔩𝑒Ŧ𝔞꧂☆: *:. ☆ *..✿
Nota de autor:
Aunque no lo parezca, Sabrina es uno de los personajes que más disfruto (y es irónico, porque ella tampoco me agrada, pero bueno, jajajaja) escribir hasta el momento por lo distorsionado que puede verse su perspectiva algunas veces.
Al inicio muchos pueden pensar que es la típica rubia superficial, adinerada y bonita, que por celos martiriza a la protagonista, pero si lees entrelineas te darás cuenta que hay mucho más que eso y que en realidad, es un personaje astuto, y que realmente no se mueve ni hace todo por "amor", sino por objetivos; un personaje que tiene más ambiciones de lo que se muestra. Creo que con esto ya les queda claro el porqué Sabrina hostiga a Iris, más allá de lo que muchos creían personal, es por el bien de ella, mantener la reciente gloria y estatus de su familia.
Ella ama la sensación del poder, tener riqueza, el control, obtener todo lo que desee; y cualquiera cosa que amenace con arrebatarle eso que mencioné, no dudará en sacarlo fuera del juego...
También paso a compartirles de que estoy sumamente feliz por haber llegado a las 4k lecturas, ¡No saben que tan feliz me pone esto! Les doy también las gracias a aquellos que han estado conmigo desde el inicio, quiero que sepan que no voy abandonar este proyecto y desde ahora trataré de mejorar ciertos aspectos de la novela, para también darles el anhelado romance que esperan.
Con esto, me despido.
ATT: Violeta.
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