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14

—¿Crees que somos una broma? —el tono odioso se percibe en mis palabras—. Explícame esta mierda, Humphrey —demando y le tiro el sobre con hastío, una sensación pesada que comprimía mi estómago se instaló. El estrés y la ansiedad que paso gracias a él me está pasando factura.

Su cara se arrugó totalmente como si estuviera chupando un limón agrio y las chispas en sus irises surgieron como una llamarada; aun así no dejó escapar aquella rabia que le cala en los huesos.

—No sé a qué te refieres —se abstuvo a decir otra cosa, pero su rostro compungido por el coraje decía mucho más.

—¿No lo sabes? —reitero—. Te pedí una investigación más completa sobre los Taylor una vez ya dentro —sentencio furibundo. Los errores y trabajos mal hechos de Humphrey trascienden lo admisible—. ¡No unas malditas tres hojas donde te dedicaras a contarnos sobre lo que ya sabemos maldición!

La fina capa de paciencia que había adquirido para hacerle frente a Humphrey se esfumó. Este tomó el sobre y lo plantó en mi pecho.

—¡¿Y qué querías que te trajera carajo?! —enseñó el sobre ya exaltado—. ¡¿Cómo Robert y yo somos los mejores amigos y tomamos el té juntos donde me cuenta todos sus secretos?! —me pregunta airado—. ¡No me jodas, Justin! Tanto tú como yo sabemos que unos malditos meses no son suficientes. ¿¡Y crees que voy a conseguir la información en tan solo unos meses!? —replica ofendido.

—¡Tú sabes que...! —me interrumpí a mí mismo al escuchar un ruido. Ambos nos paralizamos y quedamos en silencio; aquella riña de los dos murió rápido.

El sonido de un seguro quitándose me puso en alerta, no fue mucho para que apuntara con mi arma al lugar de donde provino eso. Para mi grata sorpresa, había alguien a mi izquierda apuntando hacia mi pecho con una postura firme, no tuve más opción que observar en la misma posición. Los dos nos apuntábamos.

—¿Vas a disparar, Mon chéri? —replicó con un tono juguetón.

Sonreí para mis adentros al reconocer esa melena ondulada, de un rubio suave y natural, al igual que el color miel y verdoso de sus ojos y esa singular sonrisa pedante que conseguía ponerte de los nervios si se lo proponía. Olivia. Ella es Olivia Grey.

—Tiempo sin verte —suelto y escaneo su figura y al notar las diversas lesiones en su cuerpo y yesos; mi entrecejo se frunce—. ¿Qué carajos te ocurrió?

—Una larga historia —dijo sin más —. ¿Interrumpo algo?

—No —dijimos al unísono.

Humphrey se percibía inmóvil por ella, su presencia lo paralizó; y no hacía falta mencionar que le genera pavor todo lo que estuviera relacionado a los mafiosos, después de todo su vida guinda de un delgado hilo por ellos.

—¿Tienes alguna idea de lo difícil que fue encontrarte? —inquiere poniendo el seguro de nuevo a su arma. Por el rabillo del ojo diviso a Humphrey tragando en seco—. Tengo suerte de tener el número de Emily.

Debe estar que se mea en sus pantalones por tener a un Bacheli enfrente, después de todo los Taylor y Bacheli no se llevan bien. La mayoría de sus peleas es por territorio y posicionamiento, ambos quieren estar en la cima del poder.

—Considerando tus heridas —indago incómodo y un mal presentimiento se instaló en mi estómago—, no debió ser bueno lo que te ocurrió —rezongo con claras dudas.

—Nos emboscaron.

—¿Qué? —logro decir estupefacto.

—Como escuchaste. Fui emboscada y no tengo idea de como salí con vida, pero estoy aquí —Su voz rasposa me genera una sensación gélida recorriendo mis venas—. Pero la he perdido.

Mi corazón casi se detuvo en ese instante. El sudor frío recorre mi cuello y solo me permito repetir sus palabras una y otra vez "La he perdido".

—¿C-cómo? —pregunto dando grandes zancadas hasta quedar frente a ella—. ¿Cómo pudiste, Olivia?

Su mirada baja me confirma mis sospechas; mis manos se convierten en puños y no pude evitar contener la segunda llamarada de rabia que se apoderó de mí.

—¡¿Cómo se te ocurre ir sola?! —El grito histriónico emerge de mi pecho, poniendo nervioso a Humphrey.

—Chicos no...

—¡No fui sola! —se defiende, lágrimas productos de la rabia rebasan de sus ojos—. ¡Fui con Christian, por Dios! ¡¿Cómo crees que iba a ir sola?!

—¿Dónde fue? ¿Quién se la llevo? ¿Por qué? —pregunté sabiendo que no conseguiría respuestas, la ansiedad envuelve cada partícula de mi ser y empiezo a caminar en círculos en el diminuto departamento de Humphrey—. Dios, Olivia, nadie creerá que se la llevaron así nomás.

—No lo sé, no lo sé —repite entre suspiros como si estuviera exhausta. Analicé sus ojos en formas de almendra, bajo de ellos se percibía unas preocupantes ojeras cubiertas por un buen maquillaje—. Estoy cansada, Mon Chéri —Levanta su cabeza y su expresión descompuesta es suficiente para comprender que la situación es crítica—. No puedo regresar sin la niña —articula masajeando su sien.

—¿Y Christian? —cuestiono y chasqueo la lengua, frustrado.

—Es el heredero, no le pasará nada —esclarece—. En cambio yo... no lo soy —Su voz guinda de un hilo. Lo peor que podría pasarle a ella es esto.

Veo por soslayo a Humphrey quien se mantiene ajeno a la conversación pero nos escucha. Él no tiene todo el panorama entero de la mierda en la que estábamos metidos, ellos por perder a la sobrina del Boss en su primer encargo y nosotros por permitir que eso sucediera al apoyarlos. Quién quiera que fuesen, sabía de la existencia y familia de esa niña, de la sangre espesa que corre por sus venas y solo pocos tenían conocimiento de ello; incluidos nosotros.

—¿Candace acepto la oferta de ella?

—Lo hizo.

Mi teléfono suena y me alejo un poco de ellos a la cocina para ver quién es; en la pantalla se ve reflejado el nombre de Sabrina, más no contesto y evito colgarle porque es beneficioso que crea que no contesto porque estoy dormido u ocupado a que sepa que la verdadera razón es que no deseo escuchar siquiera su voz.

—Sigues con ella —dijo más como una afirmación que pregunta.

—Así es —reafirmo con la mandíbula tensa. No me ponía contento hablar sobre ese asunto.

—Y supongo que te está obligando a estarlo —suelta como si nada.

Solo asiento resignado y si bien me enoja el hecho de que Sabrina me esté atando a ella bajo amenazas, puedo ignorarlo y usar ello a mi beneficio mientras busco deshacerme de su control. Además que había algo más importante y es que ahora una inocente está perdida. Lisa Pattinson.

—¿Hace cuánto fue todo... esto?

—Tres meses.

—Me sorprende que estes de pie con tan solo tres meses de reposo —me atrevo a comentar.

—Te sorprendería saber lo fuerte que soy teniendo en cuenta que vivo bajo peligro constante, Mon Chéri, aunque bueno; ya deberías saberlo, ¿no? —canturrea algo más anímica como es ella y yo solo sonrío negando.

—Lo sé —Esbozo una ligera sonrisa—. ¿Él está bien? —indago, no obstante antes de que Olivia pudiera formular una respuesta un teléfono empieza a repicar otra vez. Es el mío, y en esta ocasión es una persona diferente.

—¿Cómo está Olivia? —Es lo primero que me pregunta al contestarle; su actitud tranquila me sorprendía.

Giro sobre mis propios talones para verla, a simple vista podría decirse que bien entre lo que cabe, pero en realidad lo dudo unos segundos dada su apariencia. Su abdomen está todo vendado y diversos rasguños, hematomas y raspones se encuentran dispersos por la entereza de su cuerpo, incluyendo otras partes vendadas.

—Más o menos.

—Bien —acepta y no realiza más preguntas—. Necesito que consigas lo que te pedí lo más pronto que puedas; tus padres y yo tendremos que volar a Carolina del Norte mañana en la noche, por lo que propongo que mantengamos a Olivia con nosotros hasta dar con la niña y a los responsables.

—¿Por esa razón irán a Carolina del Norte?

—No —niega rotundo y me apoyo en el mesón de la cocina, sin entender entonces el porqué—. Se determinó que Malcolm saldrá bajo fianza, los Taylor van a pagarlo.

—Pero él no puede —balbuceo incrédulo—. Los delitos que él cometió, no podría estar libre...

Olivia se detiene a mi lado haciendo señas para que le explique y yo solo hago un ademán

—Pero puede Justin, ellos tienen muchísimo dinero para pagarlo; es por eso que hemos decidido ir antes de que salga. Debemos interrogarlo antes de que sea demasiado tarde. —dictamina firme.

Solo suspiro a través de la línea colapsado de tantas noticias, primero una, después otra y otra más.

—También quiero que me hagas un favor.

—¿Cuál? —pregunto en rendición.

—Quiero que vayas a la fiesta benéfica —Sostengo mi teléfono con dureza abochornado—. Allí van a estar todos. Absolutamente todos. Es nuestra oportunidad de oro para implantarnos, Justin, ¿entiendes? No podemos desperdiciar eso, una vez allí recuerda hacer lo que te dije.

—Sí, tía Emily —contesto con rigidez, Olivia aún sigue mirándome pidiendo una explicación; piensa que la conversación se trata quizá sobre Lisa.

Me despido de ella y corto la llamada, Olivia continúa esperándome en silencio.

—¿Van a buscar pistas sobre ella? —pregunta esperanzada y dejo caer mis hombros abrumado.

—Están en ello —miento para tranquilizarla.


La noche cayó y como no soy una persona que concilia el sueño rápido, me quedo dando vueltas en la cama buscando una posición "cómoda" para que pueda dormir. Cuando mis párpados empiezan a pesar y la serenidad del sueño me invade me siento feliz internamente, porque por muy tonto que suene, me hace feliz dormir no tan tarde como otras noches.

»Puedo ver los carros borrosamente, escuchar el sonido de calles transitadas, sentir como un auto esta en movimiento y yo estar sumergida en la oscuridad. Después de eso, cerré mis párpados y en un simple pestañear, un dolor punzante me descolocó incitando las ganas de gritar eufórica.

Sin embargo, ningún ruido salía de mis labios por mucho que deseara, mi cuerpo respondía, solo me perdía en el dolor y en la profundidad de mi interior, que cada vez me absorbía más.

—Por favor, por favor... por favor, te lo súplico, aguanta, por favor. ¿Si? No puedes dejarme, por favor —Su voz entrecortada por el llanto y el pánico que denota me hace temblar de la incertidumbre. Sus súplicas me hacen querer intentar reaccionar pero no puedo, estoy tan débil y adolorida que el solo respirar es un desafío—. ¡Maldición porque sangras tanto! —exclamó haciendo presión en alguna parte de mi cuerpo—. ¡No puedes morir! ¡No te permito dejarme... no puedes, no puedes! —Sus sollozos le hacen imposible poder terminar de hablar—. N-no puedo vivir en un mundo sin que no estés en el —aseveró gimoteando—. ¡Prefiero morir en manos de ese maldito antes que tú! —gritó en absoluta desesperación.

No entendía nada, el propósito del sueño, el que sucedía, quién hablaba y porque todo lo que siento es dolor. Estoy perdida entre el dolor y la inconsciencia, probablemente experimento algún tipo de parálisis del sueño que me impide levantarme de este mal sueño.

—No debí acercarme a ti —saca a relucir con un aparente nudo en la garganta, su tono de voz distorsionado como en muchos de mis sueños me hacía imposible reconocer la identidad de las personas—. Fue un maldito error estar a tu lado y darle el acceso suficiente de verte, de desearte —agrega y escucho como se rompe de nuevo con las siguientes palabras—. S-si yo, si yo... —expresó el resto en unos murmuros inaudibles que me dejaron a medias.

Siento unos dedos perderse en las hebras de mi larga cabellera, acariciándole, haciéndose uno con mi cabello.

—Pero nunca te dejaré, lo siento.

El dolor punzante me hizo querer gritar otra vez con locura. Alguien presiona con fuerza causando más dolor; y puedo entrever que estoy siendo movida o algo así... No tenía idea, pero sea lo que fuera, dolía.

El dolor se intensifica más, mucho más y más«.

Me levanto de golpe soltando un grito adolorido y mi mano va directo a mi estómago en el cual siento dolor, mucho dolor; las lágrimas frías empapan mis mejillas sudorosas. Con mi respiración errática busco mi celular hasta encontrarlo y veo que son apenas las tres de la madrugada, lo cual quiere decir que solo había dormido tres horas hasta ahora. Y es evidente que no dormiría más.

Enciendo luz de mi habitacion y me dispongo a buscar un lienzo y mis acuarelas. Empiezo con delicados y finos trazos sobre el lienzo, no sé lo que hago ni que estoy pintando y por muy raro que parezca, me siento bien con eso. En medio de la marcha, la pintura ya estaba teniendo una forma particular por lo que opté por definirla más.

En mi pintura el color azul es dominante y sus diferentes tonalidades, hay otros colores pero no son tan comunes.

—Creo que es mi primera vez pintando algo como esto... —farfullo observando con detalle y dando las últimas pinceladas al amplio y profundo mar que pinté, donde un un barco se mantenía a flote, a pesar de ser tan diminuto e insignificante en medio del mar; tal como un granito de arena—. Me recuerda al retrato icónico de los Simpson —bromeo para mí misma.

Recojo todas mis cosas y las vuelvo a guardar, después me dedico a ir al baño para limpiar mis manos que se ensuciaron un poco de pintura azul. El agua limpia las impurezas o eso nos hacen creer a todos, sin excepción. Sacudo mi cabeza tratando de ignorar mis pensamientos intrusivos y busco entreter mi mente con alguna cosa.

De repente veo mis manos de nuevo, el chorro de agua removiendo la pintura azul poco a poco, un recuerdo vuelve a mi mente donde yo soy protagonista de ello. Una sonrisa reaparece en mi rostro. Justin ese día estaba muy molesto, aunque no más que yo por supuesto, le aventé pintura azul lo que hizo que quedara en ridículo delante de la clase. Y reí ante el recuerdo tan ridículo.

Retiro mis manos del agua para cerrar la llave y secarme, cuando tomo el paño mi vista se desvía hacia un objeto en particular y mi estómago se revuelve porque tomé la afeitadora casi instantáneo. Me quedo viéndola ensimismada en el filo, deslizo la yema de mis dedos por ella y aunque trato de recomponerme, no puedo evitar sentir la atracción y costumbre de ello, por lo que solo salgo del trance cuando al presionar mi dedo con eso empiezo a sentir el ardor, acompañado de unas gotas pequeñas de sangre.

Suelto un jadeo, incrédula; la afeitadora cae al suelo inevitablemente, pero no me importa. ¿Por qué? ¿Por qué volví a hacerme eso? Tengo náuseas al instante, siendo consciente de que otra vez estaba cometiendo algo horrible contra mí y lo peor es que no pude evitarlo, porque es instintivo, asfixiante. Las lágrimas salieron en respuesta a mi frustración, desesperación y desconcierto, de no ser capaz de controlar impulsos como esos.

¿Estaba tirando el trabajo de meses en tan solo una noche? No puede ser posible, porque yo... Sí, es cierto, tuve un sueño de mierda, pero eso no justifica esto. Nada lo hace. Me dirigí a mi cama con lágrimas en mis ojos, resignada a lo hecho; entonces abro el primer cajón de mi mesa de noche y procuro tomar mi pastilla para conciliar el sueño sin ahogarme, ya que odiaba consumir medicamentos desde muy joven los evito, aunque en ocasiones como esta es una estupidez actuar como una malcriada.

Cuando el efecto de la pastilla procede a llevarme en un profundo sueño, pido a Dios o quién sea por no soñar nada y solo ver oscuridad.

(...)

—Me voy al instituto —enuncio a mis padres y estos solo asienten, un suspiro bochornoso sale de mis labios por lo ocupado que se ven leyendo documentos y por supuesto que por su desinterés.

Arce toma su mochila y me alcanza a mi lado con una sonrisa risueña y genuina, pero que al detallarme el rostro desaparece.

—¿Estás...? —se interrumpe a sí misma y continúa—. ¿Por qué no pudiste dormir anoche? —pregunta.

—Tuve una pesadilla —acorto viendo el camino sin obstáculos, tan rutinario como siempre.

Arce asiente con nervios, pero se atreve a seguir preguntando.

—Madre nunca me ha querido contar nada sobre eso, solo lo suficiente —suelta y me sobresalto porque tocó ese tema—. Más que curiosidad, quiero saber por lo que está pasando mi hermana sola —indaga.

—Arce —articulo su nombre con tristeza, sintiéndome sobrepasada de todo—. Es difícil. Muy difícil de explicar y aunque quiero, no tengo las fuerzas para ello —Seco el sudor de las palmas de mis manos con mi ropa—. Otro día cuando me sienta mejor te prometo hablarte de eso —planteo, pero ella no contesta solo da un asentimiento con la cabeza y vemos llegar a Melissa quién ahora tenía licencia para conducir.

Saludamos a Melissa al entrar a su auto, las conversaciones son triviales entre ambas y yo intervenía con naturalidad. Cuando llegamos al instituto mi hermana y yo tomamos caminos diferentes, ahora solo quedando Melissa y yo.

—No lo comenté antes, pero tienes unas ojeras bastante notables —se sincera abriendo su casillero—. ¿Segura que estás durmiendo bien por las noches? —pregunta con interés.

Analizo su cara y me percato que al igual que ayer, esta más maquillada de lo normal. ¿Será que ella también está sufriendo de insomnio o...

—Más o menos —Me cruzo de brazos, sin saber que decir bien—. Me desperté en la madrugada por una pesadilla, creo que es por eso que me veo como si no durmiera en una semana —simplifico y esta tuerce un gesto.

—Podrías haberme texteado en Snapchat, sabes que no tengo problema con...

—¿Qué carajo? —la interrumpo al ver las notificaciones en mi celular, estando en una cuenta falsa en instagram que desde ahí podía seguir noticias por anonimato de mi institución. Al leer el post mi cara llena de estupefacción no tiene precio. Los latidos de mi corazón se aceleran y no escucho nada. Esta es una escena que no tenía contemplada volver a vivir.

—¿Esa es la cuenta del periódico escolar? —balbucea incrédula y parpadea varias veces seguidas. Por un instante creí que quizá estaba dentro de un mal sueño. Que tal vez continuaba atrapada—. Estás en primera plana, la publicación es sobre ti.

—Los rumores ya deben estar extendidos como pólvora. —articulo ahogada.

—Solo hay una responsable —Su ceño se frunció viendo con desdén la caratula del post, que es considerado como una especie de periódico de noticias donde hablaban sobre todos—. Sabrina Cooper —escupió su nombre inundado de cólera.

—¿Por qué crees que sería ella? —pregunto controlando mi cuerpo, que por unos breves segundos estaba fuera de mí.

—Te odia —brama como si su nombre fuera ácido.

—Ella no es la única persona —señalo y ella bufa—. La primera foto del post es vieja, pero la segunda no...

Ahí estoy yo en la foto fuera de mí misma, borracha y con un atuendo que la mayoría considera vulgar, aunque solo fuera una camisa corta y una falda, pero lo más relevante no es eso, sino que esa noche cometí el ridículo de pasarme de tragos en un lugar que desde un principio no debía estar dada mi edad. En un bar.

—¿Fuiste a esa fiesta? —su pregunta no me sorprende, la veía venir dada la situación.

—Sí —afirmo honesta y ella no dice nada.

Las miradas indiscretas, furtivas y punzantes no se hacen esperar, puedo sentirlos con cada paso que doy por el pasillo. Melissa enrosca su brazo al mío y se mantiene inexpresiva e igual que ella trato de estarlo. Cuando pongo un pie en el aula de clases puedo escucharlos cuchichear sobre mí, no tengo más remedio que sentarme con Melissa fingiendo estar bien, que no me afecta en absoluto el ridículo posteo hablando mierdas sobre mí.

Lo peor es que sabía que al llegar a casa sería peor, mi madre me atormentaría respecto a esto y no me va creer cuando le diga que no es una foto reciente, al menos la primera. Mi nombre no va pasar desapercibido y el rumor se iba a seguir extendiendo.

Al terminar las primeras horas de clases ya en la cafetería, me senté con mi bandeja de comida e hice lo posible de estar bajo perfil, sin embargo; las personas no paraban de verme como la protagonistas de aquella publicación.

—Creo que deberías comer hoy con las chicas —pido y desvío la mirada al plato de comida que aún no he tocado.

—¿Estás loca? ¿Cómo crees que voy a dejarte sola? —reclama en contra de mi petición—. No sé que clase de amiga te piensas que soy, Iris, pero ya te había dicho desde hace mucho que no te voy a dejar sola.

—No quiero que sufras acoso cibernético por mi culpa —expuse tragando grueso. Sus ojos me escrutan reflejando tristeza—. Sabes que esto se pondrá algo pesado y asfixiante por un rato nomás.

—No me importa —concluye renuente—. No va ser una excusa para irme.

—No es una excusa —espeto—. No quiero que seas vista mal, que te sientas como un bicho raro, que seas aislada y que más adelante me saques en cara que por mi culpa tu reputación en el instituto es una mierda. No quiero que hagas algo que en el futuro te vas arrepentir y me vas a echar la culpa de tus desgracias porque consideraras que es debido a mí —zanjo y ella no protesta. Me observa afligida por lo que dije.

—Tú sabes bien que no haría eso.

—Escuché lo mismo de Tiffany e Isabella y míralas, fueron las primeras personas en difundir mierda sobre mí con tal de no ser rechazadas —confieso con frustración, al final me arrepiento de ello, porque esas dos no son iguales para nada con ella—. Melissa, entiéndeme, lidiar con esto no es fácil ni para quiénes están cerca de las personas afectadas. Las relaciones de amistad o amorosas nunca vuelven a ser las mismas después de algo así y no deseo que tú pases por esto.

Ella se levantó de su asiento y se fue, suspiré agotada y reflexioné sobre los sucesos de los últimos días; parecía que mi estabilidad se estaba yendo cuesta a bajo y no había nada para evitarlo. Fue entonces que el imbécil se sentó en la mesa. Justin me escaneó con la mirada y de repente se detuvo en mi plato de comida, el cual no había tocado todavía.

—No tengo hambre. —me apresuro agregar antes de que pregunte.

—¿Tienes planeado que tu causa de muerte sea por hambre? —sacó a relucir—. Porque yo la verdad pienso que es una muerte bien patética.

—Justin, créeme cuando te digo que no estas ayudando. —le comunico y este sonríe ameno sin importarle un carajo lo que digo como casi siempre.

—Vamos, Arcoíris, solo intento de que no te mueras de inanición —comenta empujando mi plato de comida hacia mí—. Al final es tu decisión, pero no es bueno castigar a tu cuerpo faltando a tus comidas.

—Comeré más tarde.

—¿Y lo harás realmente? —ahonda y masejeo mis sienes frustrada.

«No, no estás comiendo bien estúpida y él tiene razón».

—No lo sé —confieso a regañadientes.

—Entonces, eso es un no —aclara y saca de su mochila un paquete de galletas—. Toma, a ti te gusta el chocolate, ¿no?

—¿Por qué me lo das? —pregunto agarrando el paquete, confundida—. Estás son tus favoritas.

Se encogió de hombros y se sienta a mi lado como si nada.

—Ya comí. —verbalizó con su atención puesta en su teléfono.

—¿Gracias? —le agradezco aún con mis dudas. Abro el paquete de galletas solo para consumir de a poco; porque como ya mencioné, no tengo hambre.

—A cambio quiero tu Snapchat —Sonríe y yo pongo los ojos en blanco—. Así podemos hablar más...

—Si sabes qué no es buena idea hablar conmigo hoy, ¿verdad? —comento con desasosiego—. Hablemos otro día.

Me levanto sin mirar atrás. Un leve malestar me abordó porque estaba siendo hostil con Justin, cuando él no tenía la culpa de nada; lo mismo que con Melissa, solo que temía que se repitiera lo mismo. En algunas ocasiones quería volverme diminuta o invisible; y pasar tan desapercibida que pudiera tener un solo respiro en paz lejos de todo.

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